La redactora saudita Maha Al-Hujailan escribió en el diario en idioma inglés Arab News (Noticias Árabes) el 6 de noviembre del 2006, un artículo titulado, «La Naturaleza del Abaya» en el cual dice que el abaya – la túnica negra que es llevada puesta por las mujeres sauditas – no es simplemente una prenda de vestir, sino más bien un medio por el cual los hombres confinan a las mujeres e imponen sobre ellas patrones restrictivos de conducta.

Lo siguiente son extractos:

«El abaya negro usado por las mujeres sauditas es una prenda de vestir que llama la atención a los extranjeros – sobre todo los occidentales. De hecho, el abaya es ahora una señal reconocida de nuestra comunidad. La generación más antigua de mujeres sauditas – nuestras madres y abuelas – no conocían el abaya y sólo se han familiarizado con este en años recientes. Las mujeres sauditas solían llevar puesto un pedazo de tela que cubría su cabello; una vez que se lo colocaban, iban luego a trabajar – en los campos, en casas o dondequiera – sin experimentar ningún problema ético, social o religioso.

«En la actualidad, el abaya se ha transformado y se ha convertido en un símbolo visto así por algunos saudíes en términos religiosos o sociales. De hecho, algunos hasta describen el abaya como un accesorio que le agrega un elemento de misterio a las mujeres. Les permite a los hombres imaginar algo hermoso y exótico lo cual en realidad no siempre se relaciona a la realidad del abaya

«No debemos negar que el abaya es una prenda de vestir excitante en muchas formas. Por ejemplo, a los forasteros y a otros poco familiares con nuestra cultura, les hace pensar en una belleza misteriosa oculta. Dentro de nuestra comunidad, funciona en ambos a nivel religioso y nivel social, o puede ser algo más que una carga para las mujeres no acostumbradas a llevarlo puesto. Nosotros tenemos que ser conscientes de que el abaya y la manera como se lleva puesto tiene consecuencias conductuales que merecen estudios sociales, psicológicos y culturales…

«Al igual que la explicación, usaré un ejemplo de la vida real. Debido a su simpatía por los árabes y musulmanes, Donna, una mujer americana, decidió llevar puesto un abaya en un esfuerzo por ver cómo se sentía y cómo influía en su conducta. Ella quiso mostrar simpatía a las mujeres que vestían abayas, especialmente después de varios incidentes contra musulmanes en el mundo después del 11 de Septiembre. Ella llevaba puesto un abaya y caminó a lo largo de una de las calles más populosas en una principal ciudad americana. Ella intentó ser lo más natural posible, hablando con la gente, riéndose y comportándose como de costumbre. Ella dijo que nunca sintió que el abaya le estaba restringiendo o limitando sus movimientos o su libertad.

«Entre aquéllos que observaron a Donna, sin embargo, estaban algunos musulmanes, árabes, e incluso algunos saudíes. Los saudíes estaban molestos por lo que vieron y se le dijeron a Donna. Cuando ella preguntó por qué, explicaron que estaba usando el abaya de una manera no permitida. Luego se volvió curiosa en averiguar lo que ellos consideraban una forma no válida de usarlo. Le explicaron que debe caminar despacio, debe mirar hacia abajo cuando camina y debe mantener sus ojos más o menos delante de ella – no puede voltear la mirada de lado a lado, en otras palabras. No debe hablar con nadie o reírse fuerte y ciertamente no debe dirigir ningún comentario a nadie y menos que entiendan mal su propósito en hacerlo.

«Para decir poco, Donna estaba pasmada por sus comentarios y comprendió que ellos no estaban simplemente hablando sobre una prenda de vestir a ser llevada puesta sino sobre sus percepciones de lo que un abaya simbolizaba. Ellos parecían determinados a negar que un ser humano normal estuviera debajo de la tela negra. La verdad es que esos hombres sauditas articularon algo que el estilo de vida saudita y las costumbres han creado. El abaya de hecho cubre a un personaje típicamente débil y asustado (una mujer por supuesto), quién se ve a si misma como una entidad sexual confinada en un espacio bien definido del cual nunca puede escapar. Este es el por qué toda la cultura del abaya impone tantas restricciones en las mujeres. Una de las restricciones es que ella debe caminar como si sus pies cojearan y fuese incapaz de moverse fácil y normalmente. Ni tampoco se le permite mirar a su alrededor y observar el mundo circundante cómodamente, tan lento o rápido como a ella pudiera gustarle. El abaya también ha contribuido directamente a prevenir ciertos movimientos básicos; por ejemplo, ella ya no puede mover normalmente sus manos. Aparte de eso, la conversación libre común está prohibida y es reemplazada con una conversación de bajo nivel y a menudo incierta que tiene poco sentido».

«El Abaya hace que las mujeres parezcan humilladas, sumisas, y ciegamente obedientes a los hombres»

«La pregunta que viene a la mente es si nuestras abuelas tenían que tratar con todas estas cosas o con la mentalidad que las ha producido. La respuesta – negativa por supuesto – puede ser explicada diciendo que la cultura masculina ha forzado el abaya en las mujeres, lo ha coloreado con ciertas actitudes y ha usado a la religión para re esforzar y apoyar sus ideas de lo que un abaya es y el cómo debe llevarse puesto y ser usado. Todo depende de las interpretaciones religiosas seleccionadas, con la necesidad de ignorar a otros que no apoyan o no están de acuerdo con la premisa básica. El abaya hace que las mujeres parezcan humilladas, sumisas, y ciegamente obedientes a los hombres; y para los hombres, este representa sus pensamientos sexuales y deseos por las mujeres.

«Pero cómo pudieron los hombres tener éxito en convencer a las mujeres a que transformen su libre personalidad que Alá les dotó en personajes esclavizados que llevan puesto un abaya? El proceso no fue simplemente uno mental. Fue una combinación de factores emocionales que fueron sabiamente explotados. Los hombres usaron las debilidades de las mujeres para hacerle creer a las mujeres que una parte importante de la relación hombre-mujer era que el hombre amaba los elementos débiles y sumisos de la naturaleza de una mujer. Él luego nombró estos elementos respeto, honor y conducta correcta. Éstos no existen objetivamente pero sólo pueden ser explicados según el deseo individual del hombre deseo y voluntad – en otras palabras, una concepción totalmente subjetiva.

«Lo que es extraño es que las mujeres aceptaron la idea y pronto se estaban sometiendo a si mismas a la prisión de la prenda de vestir, al andar despacio, al sólo mirar hacia adelante – el sólo cumplir, parece ser, qué los hombres imaginaron el abaya de ser todo esto.

«La imaginación de las mujeres, sin embargo, parece haber trabajado en crear nuevas y más complicadas prendas de vestir que la confinarían más que nunca. El antiguo abaya era una prenda simple, que caía sobre el hombro, abierta en ambos lados; hoy día las mujeres llevan puesto sus abayas los cuales descansan sobre sus cabezas, haciéndolas verse como inmensos cuervos andantes. En cuanto a otros abayas, ocupan a la usuaria con mantenerla envuelta alrededor de los hombros, la cabeza y el rostro para que la mujer no pueda moverse sin preocuparse que una o más partes se le caerán y ella quedará al descubierto.

«Este negocio de abayas es realmente una parte del Concejo de Shura prohibiendo la educación física en las escuelas de muchachas. Las mujeres que hacen ejercicio o tienen educación física no encajan en la ‘cultura del abaya‘. El abaya confina; el ejercicio hace lo contrario. Tendría que haber alguna explicación nueva de orientación masculina para justificar el cómo las muchachas pudieran realizar juegos y disfrutar de los deportes. ¿Quién sabe? Podría haber aun un nuevo deporte espiritual para enfatizar el gran regalo dado a las mujeres en el abaya en el que ellas sólo usan sus ojos y sus dedos!

«Muchas explicaciones e interpretaciones del abaya parecen ser parte de un fenómeno extraño en el que las mujeres disfrutan de ser privadas de su libre albedrío.

«Más de unas cuantas mujeres están aparentemente felices llevando puesto el abaya y creándole una carga a los hombres con todo lo que la prenda sugiere y evoca».