El Dr. Faisal Sanai, médico que trabaja en el Hospital de las Fuerzas Armadas sauditas, escribió en el diario saudita en idioma inglés Arab News (Noticias Árabes) el 20 de diciembre del 2005, un artículo crítico de la sociedad árabe titulado «La Tendencia Árabe hacia la Oscuridad Científica«.

A continuación el artículo:

«Existe un malestar que parece afligir el rendimiento académico árabe y ha alcanzado proporciones epidémicas»

«En esta era de globalización, el crecimiento de una nación dentro del módulo de madurez es determinado por su progreso científico. El progreso científico a su vez, es medido por las publicaciones generales de la nación en investigación en publicaciones claves de revisión. Esto, para ponerlo metafóricamente, es el ‘Santo Grial’ de la comunidad de investigación.

«Mientras recientemente asistía a una conferencia médica en Francia, noté que había una asistencia importante de Arabia Saudita. Apoyado por el interés científico que mis compatriotas parecían estar exhibiendo, examiné la inmensa lista de pruebas en investigación presentados en la conferencia y, para mi mayor sorpresa, comprendí que ninguno vino del Reino. Tristemente, éste no es un caso aislado. Esta deprimente falta de participación científica tiene un patrón repetitivo a esta. Parece ser que estudiosos árabes a través de la extensión del Medio Oriente se han convertido en meros patrones de desarrollo en lugar de los pioneros que una vez fueron.

«Nuestra comunidad científica está en profunda hibernación. Nunca desde la era del pre-Renacimiento hubo tal carencia de investigación médica. Existe un malestar que parece afligir el rendimiento académico árabe y este ha alcanzado proporciones epidémicas. Y la situación sólo está empeorando. Existe una necesidad urgente ahora para que este asunto sea señalado antes de que nos convirtamos en víctimas de nuestro propio abandono».

«Mientras los musulmanes cuentan con el 20% de la población mundial, nosotros poseemos menos del 1% de los científicos»

«Mientras el resto de la comunidad científica del mundo ha subido a niveles vertiginosos, la contribución árabe a la civilización ha caído en el olvido. Tales hechos no siempre fueron el caso. Retrocedamos a la era del pre-Renacimiento y uno puede testimoniar el legado científico árabe. Durante 700 años, esta región estuvo a la vanguardia de la ciencia. Michael Woods, comentarista del Pittsburgh Post-Gazette, escribe que ‘la medicina islámica en el año 1000 era una maravilla de sofisticación que ofrecía… prácticas más allá de los sueños a los europeos medievales’. Hoy, la misma medicina languidece en el desinterés y el abandono cultural. Mientras los musulmanes totalizan el 20% de la población mundial, nosotros poseemos menos del 1% de los científicos».

«La contribución árabe a la civilización está perpetuamente secuestrada por mil años de antiguos logros»

«Por largo tiempo hemos descansado en los laureles de los logros del pasado. La contribución árabe a la civilización está perpetuamente secuestrada por mil años de antiguos logros tales como la innovación del álgebra por Al-Khwarizmi; la articulación del Canon de la Medicina por Ibn Sina; el extenso estudio de la astronomía por Al-Farghani, o por el genio matemático y astronómico de Omar Al-Khayyam. Y desde entonces nuestra contribución a la ciencia se ha deteriorado y no ha producido prácticamente nada».

Intentando explicar el «atraso» de «nuestra contribución a la ciencia»

«Intentando explicar este atraso, han habido frecuentes denuncias de que el Islam per se nos ha detenido. Nada puede estar más lejos de la verdad. En la reciente cumbre de la OIC en Makkah, el Rey Abdullah desafió esta noción cuando citó las contribuciones científicas y filosóficas musulmanas que proporcionaron el catalizador decisivo en traer luz a la Edad Oscura’. Estos científicos y filósofos fueron estimulados en parte por las tradiciones del Profeta Mahoma (que la paz esté en él) que insistió en los musulmanes a ‘buscar el conocimiento aun si fuese en China’. El propio Corán creó un ambiente para la ciencia y la religión en unir armoniosamente pidiéndole a los musulmanes que se eduquen a si mismos. Es más, inmensas secciones del Corán llaman a los seguidores a hacer el mejor uso de la razón en su búsqueda de la verdad final».

«El científico árabe contemporáneo está más inclinado a la búsqueda del beneficio personal»

«Lo que aflige a nuestros científicos hoy es todo lo completamente artificial y privado de la visión que nuestros antepasados poseyeron. La cultura básica que había engendrado la apreciación para la investigación científica le está faltando ahora a nuestra sociedad. El científico árabe contemporáneo está más inclinado a la persecución del beneficio personal en lugar de trabajar hacia un bien común. Según cifras de la UNESCO, el número de personal que trabaja en investigación en Arabia Saudita es mucho más bajo que incluso el del muy pobre Marruecos. Adicionalmente, las estadísticas revelan que, en lo que se refiere a productividad científica, la región árabe (qué incluye a Arabia Saudita y a Marruecos) es inmensamente más baja que el promedio mundial. Parece ser por consiguiente, que aunque rico, el científico saudita es más pobre por su manera de funcionar.

«El problema no es todo individualista – el estado es igualmente culpable. Colectivamente, las naciones árabes gastan sólo el 0.15 por ciento de su PIB en investigación y desarrollo, lo cual está muy por debajo del promedio mundial de 1.4 por ciento. Esto nos confiere con la clasificación jerárquica más baja entre todas las 10 regiones de la UNESCO, penosamente más baja que la considerablemente más pobre África sub-sahariana.

«Mientras Arabia Saudita puede clamar ser una de las naciones más caritativas del mundo, tristemente le está igualmente faltando esta importante responsabilidad nacional»

«Lo que es particularmente sorprendente es que dentro de las naciones árabes no existe ninguna tradición de filantropía científica. Comparen esto con el mundo desarrollado dónde gran parte de los fondos para la investigación vienen de individuos y organizaciones no-gubernamentales. Por ejemplo, en el año 2002, los Estados Unidos gastaron $33 mil millones en investigación y desarrollo. De esta cantidad, el 37 por ciento vino de instituciones académicas, de la industria, y de fondos individuales. Mientras Arabia Saudita puede exigir ser una de las naciones más caritativas del mundo, tristemente le está igualmente faltando esta importante responsabilidad nacional. La filantropía comienza en casa, y hacia esto una campaña de reconocimiento necesita ser fomentada para reclamar esta responsabilidad. El diario científico Nature cita un ejemplo provocativo: El Instituto de Ciencia Weizmann en Israel recibe el 17 por ciento de su presupuesto anual de $180 millones sólo de donaciones. Pueden los árabes adinerados rivalizar a sus colegas judíos en su apoyo a la investigación?»

«La grandeza de una nación no será recordada por la riqueza que esta tuvo sino por su contribución a la civilización»

«Mientras el dinero y el reconocimiento de responsabilidades ciertamente nos ayudarían, más se necesita emprender para fomentar un clima de interés en este campo. Deben ser ofrecidos incentivos a aquellos diligentes en este campo y sus esfuerzos deben ser debidamente premiados. El papel de la ciencia en la sociedad necesita ser elucidado continuamente, no sólo en los medios de comunicación sino, también en el establishment educativo y en las instituciones cívicas. Los recursos deben ser movilizados para erigir la infraestructura científica apropiada. Además, se requieren de medidas definidas para reversar el problema de la emigración árabe. Según el informe del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas del 2003, la fuga de cerebros en la región árabe está entre las peores del mundo, con aproximadamente el 25 por ciento de graduados en ciencia, medicina e ingeniería que emigran cada año.

«El reconocimiento de un problema es el primer paso hacia el resolverlo. A menos que estos asuntos sean reconocidos y señalados de una manera seria, no habrá solución práctica alguna. La grandeza de una nación no será recordada por la riqueza que tuvo sino por su contribución a la civilización. Se ha perdido demasiado tiempo por nuestra preocupación en recolectar riqueza en lugar de ponerla al buen uso. El modelo de las naciones industrializadas es un brillante ejemplo de la inversión del pasado en la ciencia obteniendo hoy gratificantes dividendos. La pregunta que se ruega contestar es, estamos nosotros dispuestos a adoptarla?»