Dos columnistas árabe sauditas del diario gubernamental saudita Al-Watan dieron sus opiniones y explicaciones de la participación de los ciudadanos sauditas en los ataques terroristas del 11 de Septiembre. En su análisis comentaron los procesos socio-económicos que empujaron a los clanes del sur de Arabia Saudita a los brazos del islamismo radical.
En un artículo titulado «La Nueva Guerra: Mi Clan y el Terrorismo» Tarrad bin Sa’id Al-‘Omari, describió como se sintió cuando le informaron que algunos de los terroristas del 11 de Septiembre pertenecían a su mismo clan del sur de Arabia Saudita. A continuación presentamos extractos del artículo:
«El 11 de Septiembre, cuando sucedió la catástrofe, yo estaba en Washington, D.C. Pero mi catástrofe personal llegó despues del 11 de Septiembre, cuando ví la lista de los nombres de los atacantes suicidas. Muchos de ellos eran sauditas, y la mayoría eran del Sur, de mi clan, con costumbres árabes muy arraigadas, valores supremos y una religión considerada moderada de acuerdo a todas las normas. Los sureños que yo conocí tenían todas las cualidades supremas; muchos de ellos se habían enlistado en todas las areas del ejército y de las unidades de seguridad domésticas. Tuve el privilegio de conocer su dedicación al trabajo y su lealtad sólida y genuina… Para los sureños, los valores morales profundamente arraigados son una forma de vida.»
«Le dediqué mucho esfuerzo… a intentar entender de donde surgió su pensamiento extremista. Examiné la posibilidad de que la región del sur haya sido olvidada por el estado en los proyectos de desarrollo, lo que explicaría este comportamiento abominable. Analicé la posibilidad de discriminación en contra de los sureños en los campos laborales o de educación, lo que hubiera podido infectar a estos jóvenes con ignorancia y hostilidad. Pero descubrí que la región del sur había logrado en tres décadas lo que al mundo le tomó diez mil años en lograr. No estoy exagerando.»
«En su libro La Tercera Ola, Alvin Toffler dice que tres olas han pasado por el mundo: La primera fue de los años 8000 AC a 1755 DC, durante la cual la sociedad del mundo era primitiva y basada en la agricultura. La segunda fue de los años 1755 a 1975, durante la cual se desarrolló la sociedad industrial, y los medios de producción formaron parte de su forma de vida. La tercera ola comenzó en 1975 y está basada en el transporte y la comunicación, que se han convertido en parte integral de la vida.»
«La vida en el sur de Arabia Saudita hace tres décadas no difería de la vida primitiva antes de Cristo. En esos días, los pueblos eran similares a lo que leemos en los libros y escuchamos en las leyendas, o vemos en las películas acerca de los inicios de la vida humana. Para llegar a mi pueblo de Al-Khattar desde Al-Taef, teníamos que viajar a través de Bisha. El viaje en automóvil duraba tres días, durante los cuales caminábamos mas que manejábamos. La comodidad de la vida urbana terminaba en el momento en que llegabamos al pueblo. La vida en el pueblo era primitiva en el amplio sentido de la palabra, no contaba con niguna característica de la vida moderna. Había una parrilla en la que poníamos un poco de aceite; los accesorios de la casa estaban hechos de barro; el medio principal de transporte eran los burros. Las casas estaban construidas de piedra y los techos de madera. Los animales se usaban para la irrigación. Ibamos al mercado una vez a la semana. El mercado mas cercano a nosotros estaba en Al-Nammas, y solo estaba abierto los Martes. El comercio se realizaba en forma de trueque.»
«Era una vida primitiva en el amplio sentido de la palabra. Las relaciones sociales eran cercanas; no habían barreras ni velos entre hombres y mujeres, que trabajaban juntos en sus hogares, en el campo y en la tierra. No había nada incorrecto ni humillante en estas relaciones. La sociedad tenía sus propias normas, leyes y tradiciones que dictaban las reglas de las relaciones entre sus miembros en todas los aspectos de la vida…»
«A principos de los 1970’s, la urbanización llego al Sur con velocidad sorprendente; con escuelas, hospitales, campos aéreos, carreteras, electricidad, teléfonos. De pronto, el Sur entró a la segunda y tercera olas, de acuerdo a la definición de Toffler. En unos cuantos años, el sur se convirtió en cun centro turístico, al cual llegaban turistas y vacacionistas de Arabia Saudita y del exterior. El Festival de Abha estaba a la altura del de Ba’albek [en Líbano], Jarrash [en Jordania], y Carthage [en Túnez]. Las vidas de los sureños se urbanizaron y se abrió una unversidad para ellos. Al-Nammas se convirtió en una ciudad con todas las facilidades de la vida moderna, como supermercados y hasta un café de Internet.»
«¿Donde estuvo el error? No hay error que pueda relacionarse directamente a lo que sucedió el 11 de Septiembre.»
«Los sureños se integraron a todas las áreas laborales y educativas y se les dieron las mismas oportunidades que a los otros, sin discriminación. Se les dio oportunidad de ocupar hasta los puestos mas importantes –en las áreas militares y de seguridad- que generalmente están reservados únicamente para los ciudadanos mas leales.»
«¿Qué paso entonces? ¿La urbanización que llegó al pueblo del Sur se convirtió en un desastre para ellos, para el pueblo saudita, y para toda la humanidad? ¿O es que la nueva generación de sureños se convirtió en presa de los extremistas, con sus caprichos? ¿La pandilla de gente que habla en nombre de la religión se aprovechó de la ingenuidad de los sureños para reclutarlos? ¿Los padres de la nueva generación se hundieron en el materialismo de la vida urbana y se olvidaron de criar a sus hijos con los valores supremos y la tolerancia religiosa con los que ellos mismos fueron criados? ¿Es esto lo que el estado y la patria esperaba de los habitantes de una región en la que se invirtieron muchos recursos para que no se sintieran inferiores en comparación al resto de los residentes del reino?»[1]
Pocos días después, Al-Watan publicó otro artículo sobre el mismo tema escrito por el columnista ‘Ali Sa’ad Al-Mussa. Al-Mussa estuvo de acuerdo con la opinión de Al-‘Omari de que la pobreza no tiene conexión con el terrorismo. Sin embargo, él sí respondió a la pregunta sobre la responsabilidad de los ataques, Al-Musa afirmó que la ingenuidad de los sureños estuvo en su contra, y que cayeron víctimas de las teorías extremistas de los clérigos. A continuación presentamos extractos del artículo de Al-Mussa:
«He dudado escribir este artículo durante varios meses. Me sentí avergonzado, y de no haber sido por el honorable hermano Tarrad Al-‘Omari que me precedió en la edición del Sábado, lo hubiera pensado mil veces antes de escribir una sola línea.»
«Tarrad Al-‘Omari trató de inquirir profundamente en las razones por las que algunos ciudadanos de nuestro amado Sur participaron en los recientes ataques terroristas. Pero en el análisis final, dejó el meollo del asunto abierto a muchas preguntas, y no tuvo el valor de profundizar en el tema.»
«En principio, estoy de acuerdo con él en que la conexión entre el terrorismo, la pobreza y el desempleo no existe, y los sucesos recientes lo comprueban.»
«La mayor parte de los perpetradores venían de familias afortunadas. En la mayoría de los casos, eran de la clase alta. Si la pobreza fuera la causa del terrorismo, no hubiera habido un un solo saudita en este asunto; las acusaciones hubieran sido dirigidas a Somalia, Burundi, Chad, Bangladesh, y otros países clasificados por debajo de la línea de pobreza. Sin embargo, estas sociedades no estuvieron representadas en los ataques del 11 de Septiembre y en otros ataques terroristas masivos.»
«Si la pobreza y el desempleo fueran el motivo del terrorismo, el terrorismo se hubiera arraigado en otras regiones. La región de ‘Asir es, de acuerdo a todas las estadísticas, la región en desarrollo más rápida de Arabia Saudita. Sus ciudades y pueblos están pasando por la etapa de crecimiento mas grande en su historia, y sus residentes están representados en todos los sectores del país. Es una región con una gran universidad, en donde se publican los periódicos más leídos. Cada verano, hay mas visitantes ahí que en ningún otro lado, excepto por las dos ciudades sagradas [Mecca y Al-Madina].»
«Entonces, ¿cual es el problema y cuales son las soluciones?…»
«El problema no es de desarrollo. Culpar al desarrollo del problema manda la responsabilidad a otra dirección. La dirección correcta es el uso de la religión como una cubierta bajo la cual el veneno se disemina… Fue este exceso el que hizo que los líderes religiosos y sociales del Sur hace unas décadas creyeran que vivían en un vacío espiritual, y que muchas de sus costumbres y tradiciones sociales, y hasta sus escuelas de pensamiento religiosas no llenaban las expectativas de la gente…»
«Los sureños son gente confiable y natural, que creían en el Profeta Mahoma, que practicaban su islamismo sin conquistas ni guerra. Pero su problema es que desde entonces creen en todo lo que se les dice… Algunos de ellos hicieron lo que hicieron porque escucharon mas atentamente de lo que debieron, sin importar quien ocupaba el púlpito del predicador…»[2]