Una evaluación común hecha por los medios de comunicación rusos es que con la llegada a la presidencia por Donald Trump, ha comenzado una nueva «perestroika». Igor Ivanov, presidente del grupo pensante del Consejo Ruso de Asuntos Internacionales (CRAI) y ex Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia (1998-2004), cree que este proceso de «perestroika» (es decir, de reconstrucción) fue inducido por el «nuevo equilibrio global de poder «y este basa su representación en Trump. Este proceso, tal como la «perestroika» de Gorbachov, se encuentra ahora fuera de la bolsa, poco probable sea algo «rápido y fácil», y «probablemente se extienda mucho más allá de la presidencia de Trump». Una «perestroika» liderada por Trump-en Occidente obligará a Washington a «examinar de nuevo el papel que Estados Unidos desempeña en los asuntos mundiales, los parámetros del liderazgo del país y la idea del excepcionalismo estadounidense como tal».

En cuanto a las relaciones Rusia-Estados Unidos. Ivanov predice que bajo ninguna circunstancia las relaciones internacionales actuales volverán al «modelo bipolar de la segunda mitad del siglo XX». Sin embargo, el establecimiento de reglas básicas es un requisito independientemente de si las relaciones bilaterales son objeto de rivalidades o de más asociaciones esperanzadoras. Sin embargo, este cree que «incluso el éxito limitado en esta área sin lugar a dudas tendrá un mayor impacto positivo dentro de la situación general a nivel global».

A continuación se presentan extractos del artículo de Ivanov, titulado «Trump y Rusia», publicado en el portal del CRAI:[1]

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Igor Ivanov (Fuente: Russiancouncil.ru)

«Al votar por Trump el pueblo estadounidense demostró que estaban cansados ​​de la propaganda anti-rusa»

«Donald Trump es el presidente número 45 de Estados Unidos. ¿Como sucedió todo esto? Los políticos, expertos y periodistas debatirán este tema? Pero no importa cómo los analistas evalúen este evento, todos coinciden en que la sociedad estadounidense y el sistema político estadounidense están experimentando cambios serios, incluso fundamentales. La elección presidencial celebrada en noviembre, 2016 se convirtió en el punto de partida de una nueva era en el desarrollo de la vida política y pública estadounidense.

«Un cambio tan importante estaba a punto de ocurrir tarde o temprano. El antiguo sistema sociopolítico que ha existido virtualmente sin cambios en los Estados Unidos durante décadas ya no es compatible con la nueva realidad que se ha desarrollado tanto en Estados Unidos como en el mundo entero. La campaña electoral se convirtió en una feroz batalla entre aquellos que querían preservar el estatus quo sin importarles nada y aquellos que su meta era destruir el estatus quo. El pueblo estadounidense optó por el cambio en las políticas domésticas y extranjeras, a veces sin darse cuenta de la naturaleza exacta de esos cambios.

«¿Qué se logrará durante la presidencia de Trump? Casi nadie está listo para dar una cierta respuesta a esta pregunta. A juzgar por las declaraciones del Presidente electo, parece que en los próximos años, seremos testigos de decisiones que no encajan dentro de nuestra forma de pensar, algunas de las cuales pueden ser exitosas, mientras que otras pueden ser todo lo contrario, tanto en la política interna como en el desarrollo económico de los Estados Unidos, así como en la política exterior del país.

«Hablando de las implicaciones a largo plazo de la política exterior de la ‘revolución’  Trump, es probable que Washington se vea obligado a mirar de nuevo el papel de Estados Unidos en los asuntos mundiales, los parámetros del liderazgo del país y el proceso de «perestroika» inducido por el nuevo equilibrio global de poder es poco probable que este sea rápido y fácil y probablemente se extenderá mucho más allá de la presidencia de Trump. Pero, tal como dice la frase favorita de Mijail Gorbachov, ‘El proceso ha comenzado’ y no sólo afectará a los Estados Unidos, sino también a la situación mundial en su totalidad.

«Rusia, por supuesto, está más interesada en la manera en el cómo estos cambios en los Estados Unidos afectaran las relaciones entre los dos países. Contrariamente al sentido común, Rusia se convirtió en el foco principal de la campaña presidencial. Los demócratas siguieron los estereotipos de la Guerra Fría e intentaron demonizar a Rusia, mientras que Donald Trump, por otra parte, habló de su voluntad de cooperar activamente con Rusia en una amplia gama de temas. Sólo el tiempo dirá si realmente lo pensaba así, o si sólo estaba tratando de distanciarse a sí mismo y a su partido de los demócratas. En cualquier caso, los halcones de Washington fracasaron en sus intentos de jugar la «carta rusa». Al votar por Trump el pueblo estadounidense demostró que estaban cansados ​​de la propaganda anti-rusa y cada vez menos inclinados a ver a Rusia como fuente del ‘mal’ amenazando los intereses de su país.

«Bajo ninguna circunstancia las relaciones internacionales en la actualidad volverán al modelo bipolar de la segunda mitad del siglo XX»

«Cuando pensamos en el futuro de las relaciones Rusia-Estados Unidos, tendríamos primero que explicar el fracaso de la política de ‘restablecimiento’ anunciada por Barack Obama durante su primer mandato presidencial. Hace ocho años mucha gente creía que existían todas las condiciones para que el ‘restablecimiento’ tuviese éxito y mucho se ha hecho en términos de cooperación en diversos ámbitos, incluyendo en el tema de la seguridad, basta con mencionar la firma en abril, 2010 de las Medidas para la Nueva Reducción y Limitación de Armas Estratégicas Ofensivas (el nuevo tratado START) por los Presidentes Dmitry Medvedev y Barack Obama Sin embargo, la administración Obama deja a la Casa Blanca con las relaciones Rusia y los Estados Unidos en su punto más bajo desde la muy olvidada Era de la Guerra Fría.

«Podemos hablar de ciertos equivocaciones y errores de cálculo hechos por ambas partes, expectativas excesivamente altas y de la inercia burocrática aquí. Todo esto es cierto, pero creo que el fracaso histórico de la política de ‘restablecimiento’ se produjo debido a razones más profundas y sistémicas. Desde la última distensión en las relaciones Rusia-Estados Unidos, ambas partes se han centrado en resolver los temas importantes pero específicos, sin prestarle la debida atención al desarrollo y articulación de nuevos principios básicos en las relaciones bilaterales que reflejen los intereses estratégicos de ambos países. Como resultado los logros independientes no lograron conducir las relaciones Estados Unidos-Rusia a un nivel cualitativamente nuevo y crear el margen de seguridad necesario, por lo que el ‘restablecimiento’ fracasó el ensayo de las últimas crisis internacionales. Muy notablemente la crisis de Ucrania

De ahí se deduce la principal lección para el futuro: Rusia debe iniciar un diálogo serio con los intereses estratégicos de los dos países, considerando al mismo tiempo el potencial existente y los límites objetivos de una cooperación bilateral. Durante mi mandato como Secretario del Consejo de Seguridad de la Federación Rusa, tratamos de participar en tal labor con el gobierno de George W. Bush, pero como los Estados Unidos no estaban preparados para ello, no obtuvimos resultados viables. Sin embargo, esto no anula la importancia crucial de esta tarea.

«¿Cuáles preguntas deben ser priorizadas? La pregunta principal que ambas partes tienen que responder, tanto para sí mismos como para ambas partes es: «¿Son Rusia y los Estados Unidos enemigos irreconciliables en el mundo de hoy día o, dadas todas sus posibles diferencias, podrían estos seguir siendo socios? Si los dos países están destinados a ser enemigos, entonces nuestra tarea clave es elaborar y acordar las ‘reglas del juego’ que minimicen los riesgos de una confrontación directa entre Rusia y los Estados Unidos en caso de un conflicto, Tal confrontación pondría en peligro la seguridad internacional y pudiéramos recurrir a la experiencia de la Guerra Fría, como cuando Moscú y Washington sabían muy bien dónde estaba ubicada la ‘línea roja’.

«Si Rusia y Estados Unidos están dispuestos a trabajar juntos como socios, en aras de avanzar en las áreas de estabilidad, seguridad y responder conjuntamente a los retos mundiales, entonces debemos construir formas efectivas de diálogo en todos los niveles, desde lo más alto hasta abajo a agencias específicas y la sociedad civil para que las relaciones entre los dos países puedan ser abiertas y predecibles. Por lo que si surgen diferencias, lo cual es muy natural ocurran en las relaciones Estados Unidos-Rusia, podamos superarlas con respeto mutuo, sin permitir que la situación se convierta en una crisis mayor.

«Crear de esta manera una arquitectura de múltiples capas en las relaciones bilaterales haría más estables estas relaciones y crearía las oportunidades para un diálogo constructivo sobre los asuntos globales claves de hoy día, que no pueden ser resueltos sin la participación activa de Rusia y de los Estados Unidos. Un montón de temas importantes: cómo debería ser el futuro orden mundial, cómo restaurar la capacidad de gestión sobre los temas internacionales, cómo combatir el terrorismo y la amenaza de la proliferación de armas de destrucción masiva, qué hacer con el creciente número de conflictos regionales etc. Siendo miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Rusia y Estados Unidos tienen una responsabilidad especial en la resolución de estos problemas y tienen mucho potencial para hacerlo.

«Claramente, incluso las relaciones más productivas entre Rusia y los Estados Unidos no son capaces de resolver todos los problemas mundiales y en ningún caso las relaciones internacionales actuales volverán al modelo bipolar de la segunda mitad del siglo XX. Aun así esta área tendría sin lugar a dudas un gran impacto positivo en la situación general del mundo».

 

[1] Russiancouncil.ru, 20 de enero, 2017.