Un año luego del estallido de la crisis del Golfo, que comenzó en junio del 2017 cuando Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos (EAU), Egipto y Bahréin anunciaron que rompían relaciones con Qatar, Anwar Gargash, el Ministro de Estado para Asuntos Exteriores de los EAU publicó un artículo en el diario saudita con sede en Dubái Al-Hayat titulado «Qatar – Un Año de Sueños Rotos». En el artículo reiteró que la crisis no surgió de la nada, sino que es producto de años en que Qatar se comportó de manera oportunista para afianzar su postura en la región y perjudicar la seguridad de este, socavando la estabilidad de sus vecinos y violando sus acuerdos con estos. Este agregó que hoy, un año tras el estallido de la crisis, todavía no se vislumbra una solución en el horizonte, porque Qatar, a pesar de su aislamiento y a pesar del daño que ha sufrido debido a la crisis, no ha cambiado su comportamiento y continúa apoyando el terrorismo y el extremismo amenazando la estabilidad de sus vecinos. Gargash enfatizó que la crisis solo terminaría luego de que Qatar cambie su conducta y deje de apoyar el extremismo y el terrorismo y su participación en subvertir a otros países y afirmó que, incluso si Qatar se comprometiera a esto, se vería obligado a proveer garantías ya que los estados del Golfo no tienen fe en el liderazgo de Qatar.

Cabe señalar que los cuatro países del Golfo rompieron sus relaciones con Qatar el 5 de junio, 2017 por el argumento de que apoyaba a Irán y a varias organizaciones terroristas y socavaba la estabilidad de los países árabes. Los cuatro impusieron un amplio boicot diplomático y económico en contra de Qatar, expresado en el cese de las relaciones diplomáticas y un embargo al tráfico aéreo, marítimo y terrestre hacia y desde Qatar.[1] También le presentaron a este país con una lista de 13 demandas que debía cumplir como condición para renovar relaciones, que incluía romper sus lazos con Irán y con la Hermandad Musulmana, detener su colaboración con Turquía, cerrar el canal de televisión Al-Jazeera y descontinuando su financiación al terrorismo.[2] Qatar, por su parte, rechazó estas demandas, alegando que infringían su soberanía[3] y reforzó sus relaciones con Irán y Turquía a fin de superar las dificultades económicas resultantes del boicot. También hizo esfuerzos para aumentar su cooperación con los Estados Unidos.[4]

Anwar Gargash, (imagen: Twitter.com/anwargargash)

Lo siguiente son extractos traducidos del artículo de Gargash:[5]

«La relación entre Qatar y los Estados del Golfo y [otros] países árabes ha estado plagada de numerosas crisis»

«Ha pasado el primer aniversario de lo que se conoce en todo el mundo como la ‘Crisis de Qatar’, sin solución a la vista. De hecho, [la crisis] parece haberse convertido en un fenómeno con el que tendremos que aprender a vivir en el Golfo, en medio de agudos [intercambios] entre Qatar y los cuatro países [que lo boicotean. Estos países] han expresado claramente su preocupación por la política de Qatar que ha complicado las cosas en el Golfo y en toda la región, mientras que Qatar, [por su parte], se siente aislado de su entorno y ve que su papel se reduce y sus sueños colapsan. [Pero] debe hacerse notar que esta crisis no surgió de la nada y no fue sorpresa… Más bien, fue el resultado natural de la política de Qatar que infló la importancia de [Qatar] y su papel en la región, ya que adoptó un enfoque oportunista que no estaba marcado por la lealtad o incluso por [ninguna consideración de] intereses del Golfo y del propio Qatar.

«Desde el principio, la relación entre Qatar y los estados del Golfo y [otros] países árabes se ha visto plagada de numerosas crisis, pequeñas y medianas y fue [solo] natural que la situación condujera a la crisis del 2013-14,[6] luego de lo cual se llegó a un acuerdo. [Pero] el nuevo Emir [qatarí], [jeque Tamim bin Hamad Aal Thani], no lo defendió, aunque en presencia de los líderes del Golfo en Riad insistió reiteradamente en que estaba comprometido [a ello].

«Estos residuos [amargos], que se acumularon desde el golpe de estado [de Qatar] en 1995,[7] contribuyeron sin lugar a duda en gran parte a la falta de confianza en Qatar y al cumplimiento de sus compromisos. Este es un componente central en el entendimiento de las posturas de los cuatro estados respecto a la política exterior de Qatar que, desde el año 1995, ha adoptado un plan desproporcionado en relación a su peso geopolítico. Desde el principio este ha intentado cumplir sus aspiraciones a través de sus tremendas capacidades financieras [y] a través de la colaboración oportunista con una colección de [elementos con] intereses en conflicto – desde Hezbolá y el Presidente sirio [Bashar Al-Assad] hasta el ex-líder libio [Mu’ammar Al-Qaddafi] y la Hermandad Musulmana. Doha se esforzó por establecer su presencia regional a través de estas colaboraciones, y también al hospedar la Base Aérea Norteamericana [Al-‘Udeid] y por medio del canal de televisión Al-Jazeera.[8]

«Qatar comenzó… a maniobrar entre [intereses] conflictivos. [Al principio], sus iniciativas en política exterior se limitaron a la mediación, un enfoque internacional aceptado a países pequeños. Pero posteriormente buscó un papel más amplio, de un tipo que no depende de los intereses económicos, poderío militar o base industrial. Desde el comienzo, el plan fue fantasía de un hombre [es decir, el Emir de Qatar] y se movilizaron capacidades, se construyeron redes y se gastaron fondos para garantizar su éxito. El plan] se caracterizó por un oportunismo abrumador, tal como se evidencia por la normalización por parte [de Qatar] a sus relaciones con Israel con el propósito de de construir puentes con Occidente [y] reforzar el plan.

«Es difícil [creer] que estas extremadamente costosas ambiciones políticas y de gran alcance expresan los verdaderos intereses de un estado del Golfo conservador con un [liderazgo] hereditario. [Más bien] son las ambiciones costosas de un gobernante que disfruta de juegos políticos y no puede dejar de jugarlos. Esto no hubiese desatado una oposición si el plan [de Qatar] no hubiese afectado la estabilidad de la región y la seguridad de sus vecinos… ya que la soberanía y la política exterior independiente están entre las normas [acordadas] y nunca ha habido oposición a la política de ningún estado del Golfo. Sin embargo, una vez que se supo que el plan privado de Qatar funcionaba en contra de la seguridad de la región y la estabilidad de sus países, no existía otra opción, sino la de ser honesto y oponerse [a su plan]».

«Hoy, un año después de que comenzara el boicot, descubrimos que los principales puntos de contención siguen en pie: Qatar sigue apoyando el extremismo junto al terror y respalda muchos planes terroristas en el mundo árabe»

«Hoy, un año después de que comenzara el boicot, encontramos que los principales puntos de discordia siguen vigentes, ya que Qatar sigue apoyando el extremismo y el terrorismo y respalda por si mismo muchos planes terroristas en el mundo árabe. Prueba de ello abundan, incluso el papel de Qatar en Libia y su apoyo a la Hermandad Musulmana, así como también su apoyo a algunos afiliados de Al-Qaeda en Irak, Siria y Libia. Aunque la crisis llevó a Qatar a firmar ciertos [memorandos de entendimiento] con Washington, los primeros indicios sugieren que no los defiende. En este contexto, no es ningún secreto que la lista terrorista que Qatar emitió bajo presión estadounidense se basó en la lista [emitida por] los cuatro países que están en contra de Qatar[9] y también existen muchas otras pruebas.

«Otra razón por la que [la crisis persiste] es que Qatar continúa abiertamente involucrado en socavar la seguridad y la estabilidad de los cuatro países [que la boicotean] y de otros países. La famosa grabación del emir de Qatar y su canciller conspirando contra el rey saudita junto a Al-Qaddafi[10] es uno de los signos de su rotunda caída política. Además, hubo discusiones en los corredores del CCG por la interferencia qatarí documentada y sistemática [dirigida a] desestabilizar Bahréin, sin mencionar su interferencia en Egipto y los EAU [apuntados a] socavar su estabilidad.

«[Examinando] el manejo por parte de Doha a la crisis actual con cuatro países árabes prominentes del Golfo… vimos extrañas disputas y una total falta de sabiduría en los esfuerzos de Qatar para defender el plan de un hombre que ha estado liderando desde 1995. Ante la ausencia de cualquier reevaluación [qatarí] [de sus políticas] debido a la preocupación por la relación con sus vecinos y alrededores, vimos a Doha acusar, ondear la consigna de soberanía y chillar sobre el tema de la injusticia. Vimos a sus ministros viajando por el mundo [tratando de] promover una causa indigna, como si se tratara de una guerra de relaciones públicas en la que gana el que grite más fuerte. Algunos países se beneficiaron de este sueño de Qatar, mejorando sus lucrativos contratos [con este], dándose cuenta de que esta era una buena oportunidad para obtener ganancias.

«También resulta que el razonamiento de Qatar en [esta] confrontación y lucha se basó en un entendimiento distorsionado de cómo se manejan las relaciones internacionales. Ahora que ya no existen esperanzas de intervención por parte de Occidente en este tema del Golfo, surge cuán indiferente y negligente fue la diplomacia de Qatar en sus intentos por resolver su verdadera crisis, porque la verdadera solución es que Qatar reconsidere sus caminos y renuncie al apoyo que le presta al extremismo y al terrorismo y su [participación] en socavar la seguridad de sus vecinos en la región. Eso es fácil de lograr si uno es honesto consigo mismo y con los demás».

«Nada ha quedado del papel de Qatar [en la región] excepto un [vocero mediático] que constantemente pierde credibilidad y se está volviendo más débil»

«Hoy, un año después de [estallar] la crisis con Qatar, entendemos que los principales factores que llevaron a la crisis aún persisten y que no pueden ser enfrentados sin abordar el apoyo de Qatar al extremismo y al terrorismo, a menos que Qatar deje de perjudicar lastimando a otros. Pero la experiencia nos enseña que la solución requiere de garantías, ya que no confiamos en el liderazgo de Qatar, especialmente después de la crisis de Qatar 2013-2014 y considerando las disputas y el engaño que caracterizaron el manejo de la crisis por parte de Qatar el año pasado.

«A medida que la crisis con Qatar sigue, vemos que nuevas alianzas se forman en la región, porque el papel de Doha se ha vuelto marginal debido a sus malas elecciones y sus [ocasionales] actos de destrucción, sobornos o en su cobertura mediática hiperbólica no lo ayudarán. Los próximos acuerdos internacionales y regionales impedirán que [formen] ciertas alianzas que se esfuerzan [por formar]. En el segundo año de la crisis [del Golfo], Doha continuará sus intentos de llamar la atención internacional a su aislamiento, pero esto será [ahora] más difícil, ya que sin sabiduría no progresará y no verá ningún cambio en la plaza o en las presiones que esta enfrenta.

«En cuanto a los cuatro países [que ejercen el boicot], estos han formado lazos internacionales que no incluyen a su pequeño vecino [Qatar]… y nada queda del papel de Qatar, excepto un portavoz de los medios de comunicación que pierde credibilidad y se está debilitando cada vez más. Por lo tanto, los cuatro países tienen hoy muchas opciones para manejar la arena regional y mantener su alianza en reforzar la seguridad y estabilidad de la región y combatir el extremismo y el terrorismo, sin que esta crisis tenga impacto en la magnitud de su presencia en la [arenas] regionales, árabes o internacionales».


[1] Véase la serie de MEMRI Investigación y Análisis No. 1315 – Disturbios en el Golfo luego de las supuestas declaraciones del Emir de Qatar condenando a los Estados del Golfo y alabando a Irán, Hezbolá, la Hermandad Musulmana y a Hamas, 25 de mayo, 2017; Despacho Especial No. 6980 – Artículos en la prensa del Golfo: La escalada en Gaza – Un resultado de Qatar, Irán y Turquía que juegan con las vidas de palestinos inocentes, 28 de junio, 2017; Despacho Especial No. 6996 – La crisis del Golfo tal y como se refleja en las viñetas editoriales, 6 de julio, 2017; Despacho Especial No. 7201 – Acusaciones de responsabilidad por ataque a mezquita en el Sinaí: Qatar contra Arabia Saudita y Egipto, 28 de noviembre, 2017; Despacho Especial No. 7449 – El doble discurso del régimen de Qatar: Condenas por terrorismo versus el apoyo social y oficial a los terroristas, 30 de abril, 2018.

[2] Al-Ahram (Egipto), 24 de junio, 2017.

[3] Al-Watan (Qatar), 25 y 26 de julio, 2017; Al-Masri Al-Yawm (Egipto), 25 de julio, 2017.

[4] Al-Quds Al-Arabi (Londres), 7 de junio, 2017; Alarabiya.net 2 y 13 de mayo, 2018; Al-Watan (Qatar), 1 de febrero, 2018; Rai al-Yawm (Londres), 10 de abril, 2018; Al-Quds Al-Arabi (Londres), 11 de abril, 2018.

[5] Al-Hayat (Dubái), 6 de junio, 2018.

[6] Véase la serie de MEMRI Investigación y Análisis No. 1075 – Tensión sin precedentes entre Qatar y Arabia Saudita/ los Emiratos Árabes Unidos/Bahréin amenaza con disolver el Consejo de Cooperación del Golfo, 14 de marzo, 2014.

[7] Jeque Hamad Bin Khalifa, el padre del actual emir, depuso a su propio padre en un cruento y sanguinario golpe de estado en 1995.

[8] La referencia es a la clara postura propugnada por el canal, que apoya a ese Eje de la Resistencia y se enfrenta a Egipto, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y a Bahréin.

[9] Véase la serie de MEMRI Despacho Especial No. 7449 – El doble discurso del régimen de Qatar: Condena al terrorismo versus su apoyo social y oficial a los terroristas, 30 de abril, 2018.

[10] La referencia es a una grabación del 2013 de una conversación en la que el Emir de Qatar Hamad bin Khalifa, su primer ministro y canciller Hamad bin Jassim y el líder libio Mu’ammar Al-Qaddafi, atacaron a la familia real saudita. Luego que la grabación se filtró en el 2014, artículos en la prensa afirmaron que estas dos figuras qataríes planeaban dividir y socavar a Arabia Saudita. Véase alarabiya.net, 7 de junio, 2017.