El redactor Fares bin Hazam, quien se especializa en temas que se relacionan con Al-Qaeda en Arabia Saudita, publicó en el diario saudita Al-Riad un informe personal de un ex miembro de Al-Qaeda de origen saudita. El artículo, titulado «Irán Recluta Miembros Para Al-Qaeda por Cientos de Miles de Dólares al Mes», describe la ayuda que el ex combatiente y sus amigos recibieron de las autoridades iraníes después de que huyeron de Afganistán, así como también los intentos de Irán de reclutarlo como agente iraní en Arabia Saudita.

Lo siguiente son extractos del informe:

«Después de la desintegración del taliban y Al-Qaeda en Afganistán a finales del 2001 como resultado del ataque americano y la llegada al poder de otras fuerzas afganas en el país, se recibieron instrucciones por nuestro liderazgo de retirarse de Kabul en la dirección hacia Kandahar. En el mes de Ramadan, recibimos instrucciones de nuestro comandante de salir para Irán con el objetivo de buscar refugio allí. Llegamos a Irán vía Pakistán dónde no nos quedamos mucho tiempo. Nuestro grupo consistía en aproximadamente 30 combatientes, entre ellos Faisal Al-Dakhil, ‘Amr Al-Shehri [ambos muertos en el 2004] y otras prominentes figuras buscadas por el gobierno saudita.

«Estábamos conscientes de que el líder [islamista] afgani Gulboddin Hekmatyar, quien residía en Irán [para ese momento], estaba actuando como intermediario y enlace [entre nosotros y] la Guardia Revolucionaria de Irán. Hekmatyar nos prometió alojamiento en la ciudad fronteriza de Zehdan [al sudeste de Irán], dónde la mayoría de los residentes son baluchi sunnis. Allí nos reunimos con el comandante de Al-Qaeda Abu Hafs Al-Mauritani, quién antes se había opuesto a los ataques del 11 de Septiembre. [Al-Mauritani] nos aseguró de que estábamos en un lugar seguro, y que seriamos interrogados por los servicios de inteligencia iraníes en Teherán, que nos proporcionarían todas nuestras necesidades durante nuestra estadía en Irán.

«Nuestros cifras disminuyeron: sólo 10 de nosotros permanecimos después que dos tercios de nuestro grupo habían desaparecido, Al-Dakhil y Al-Shehri entre ellos. Nos mudamos a Teherán y nos reunimos con los interrogadores. Propusieron que colaborara con ellos en el extranjero, [es decir] desde mi país [Arabia Saudita], proporcionándoles con información que necesitarían en un futuro. Su oferta me perturbó. Yo la rechacé, y entonces me superó el temor de que la negativa había [perjudicado las oportunidades de] mi liberación y regresar a mi país. El interrogador comenzó a incitarme: ‘[Usted recibirá] un sueldo mensual de $10,000, un pasaporte iraní y entrenamiento militar con el Hizbullah en el Líbano’.

«Sin embargo, estuve firme en mi negativa a cooperar de forma alguna. Todo lo que quería era irme. El funcionario [iraní] dijo: ‘Usted y nosotros, ambos estamos combatiendo el mismo enemigo, al [enemigo] americano, así como también a todos los que lo apoyamos y ayudamos a que permanezca en la región. Su jihad es nuestro jihad, y una operación conjunta jihad de este tipo es un deber obligatorio en todos nosotros. No teman, nosotros los liberaremos, y cuando usted [decida] aceptar nuestra oferta, tendrá que contactar (…) en su país, y dentro de unos días nosotros le comunicaremos a él [las instrucciones para] usted’.

«No sé si el resto [de nuestro grupo] recibió la misma oferta. No hablamos entre nosotros sobre este asunto, pero se nos dio a todos permisos y privilegios para viajar. El funcionario de inteligencia nos dijo que sellaría nuestros pasaportes con una fecha que precede a los ataques del 11 de septiembre. Hasta donde puedo recordar, la fecha fue junio, mientras ya estábamos casi a finales del 2001. Él también nos explicó cómo actuar en los puntos de control de seguridad del aeropuerto a través del cual pasaríamos en ruta hacia nuestro país, como para evitar ser sospechosos de huir de la guerra en Afganistán». [1]


[1] Al-Riad (Arabia Saudita), 6 de noviembre, 2007.