Entre las cartas al editor de costumbre negando la participación de los árabes o musulmanes en los ataques del 11 de Septiembre – o pidiéndole a Estados Unidos que enmiende su política exterior – el diario en árabe de Londres Al-Sharq Al-Awsat publicó unas cuantas cartas haciendo un llamado por un intensivo auto-análisis del mundo islámico. El 21 de Diciembre de 2001, el periódico publicó una carta escrita por la Dra. Sahr Muhammad Hatem de Riyadh, Arabia Saudita. «El encabezado de su carta era: ‘Nuestra Cultura de Demagogia Ha Engendrado a bin Laden, Al-Zawahiri, y a otros de su especie,’ y continúa así»:

«…Las mentes de cada uno de nosotros fueron programadas desde que entramos a la escuela siendo niños, para creer que el Islam lo es todo. Se inculcó en nuestras mentes que el musulmán tiene derecho -sin importar a qué- y que triunfará, aunque solo esté armado con un palo de madera en contra de un tanque – porque representa la verdad y los otros representan la mentira. Se inculcó en nuestras tiernas mentes la noción de que tenemos el monopolio de los valores buenos…»

«Nos han enseñado que todo aquel que no sea musulmán es nuestro enemigo, y que el occidente representa debilidad, permisividad, falta de valores y hasta Jahilya [ignorancia – un término usado para describir la era pre-islámica]. El que no recibe esta programación en la escuela, la recibe en la mezquita o a través de los medios de comunicación, o por medio de los predicadores que se encuentran en cada esquina… Esta es la cultura que nos ha permitido decidir el destino del universo.»

«Nos hemos convertido en una sociedad completamente subyugada ante aquellos que hablan en nombre de la religión. ¿Con una mentalidad como esta, qué le haríamos a aquellos que afirman que el Islam es la solución, pero no que ofrecen ninguna solución real?…»

«…El que no está de acuerdo permanece callado, o se aísla por miedo o vergüenza. Si, sin embargo, alguien se atreve a usar el sentido común, se atiene a las consecuencias a manos de alguno de estos dos grupos»:

«[Uno] del grupo de clérigos de la Hermandad Musulmana; si tiene suerte, solo lo separan de su esposa,[0] y si no tiene suerte, lo matan. [Segundo] por el otro grupo, el de la organización de Yihad y otras similares… que lo asesinan inmediatamente, como en el caso del Dr. Farag Fouda,[1] quien fue el único que se levantó mientras que los demás observábamos con miedo y vergüenza.»

«…Empezamos a recurrir a quienes se dicen clérigos, para que decidieran por nosotros en materias de medicina, ingeniería, espacio y las ciencias naturales. El mundo progresa, pero nosotros estamos estancados.»

«Hemos comenzado a vivir una vida imaginaria que solo existe en nuestra mente, mientras que la realidad a nuestro alrededor es totalmente diferente. Este fenómeno fue el que engendró a un hombre como bin Laden. Debido a que la realidad difiere de su fantasía, se presenta como un Mujaheed; ya sea que él mate o que lo maten a él, de cualquier manera, él gana…»

«Todos nos enfocamos en bin Laden y los de su especie… pero nos falta concentrarnos en la gente más peligrosa, me refiero a aquellos que llenan nuestras mentes con su retórica en las escuelas, las mezquitas y los medios de comunicación, a los que hablan sin titubear y sin tomar en cuenta las consecuencias de lo que dicen y aun sin entender que en esta era, todo el mundo los escucha.»

«¿A ellos que les importa? Todos ellos creen que tienen un mandato divino. El resultado es que han distorsionado nuestras vidas y nuestra religión tolerante – que ya estaban distorsionadas desde antes – y nos han puesto en desventaja con el resto del mundo. ¿Cuánto tiempo durará este daño en las vidas de todos los musulmanes del mundo? La solución es el Islam que nos enseñó el Profeta de esta nación – un Islam de tolerancia – no el Islam de los que controlan nuestros medios de comunicación.»[2]

La carta de la Dra. Hatem fue recibida con entusiasmo por el columnista liberal del periódico Khaled Al-Qashtini, quien la nombró «la mejor carta de 2001.» Esta carta, escribió, «alivió mi angustia de muchos años – años de decepción y pesimismo sobre el futuro de nuestra nación. Pero ahora, veo un rayo de luz. Si tenemos entre nosotros a una mujer de Riyadh con una mente llena de tan brillantes ideas y un corazón valiente, y si tenemos un periódico que publica su opinión – entonces todavía hay esperanza. En cuanto a mí concierne, esta es la carta del año 2001, y esa mujer se merece el titulo de «La Mujer del Año 2001.'»[3]

La Dra. Hatem también recibió felicitaciones por su artículo de Abd Al-Salam bin Al-Hussein de Marruecos, quien escribió en otra carta al editor: «Ella ha señalado una de las causas de la enfermedad – el pensamiento fanático surgido de la comprensión distorsionada del verso coránico que dice que los musulmanes son ‘la mejor nación de la humanidad» – en el contexto de una frase que no quiere decir que todas las demás naciones sean malas. El Islam introdujo extraordinarios valores humanos; esto, sin embargo, no significa que las naciones no islámicas carezcan de valores nobles y que sean Jahilya… Debemos dejar de creer que somos el centro del mundo y que todos los demás viven en las afueras. Debemos tratar al resto de las naciones como seres humanos, con el mismo valor absoluto que Alá le dio al hombre, sin importar su credo o raza…»[4]

Ahmad Othman de Londres expresó una opinión similar a la de la Dra. Hatem, en dos cartas que aparecieron en el periódico. En la primera, escrita poco después del 11 de Septiembre, escribió, «…Como de costumbre, culpamos a otros, y nos rehusamos a reconocer nuestros errores. No hay lugar a dudas de que los que participaron en la operación del World Trade Center fueron nuestros jóvenes, y nuestros hijos. Somos responsables por su educación. Ellos llevaron a cabo esta operación pensando, erróneamente, que estaban sacrificando sus almas por la nación árabe y por la fe islámica. Nadie puede negar que nosotros – y no Estados Unidos – les enseñamos esas cosas con nuestros medios de comunicación, nuestras escuelas y todo lo que hacemos. Les enseñamos a nuestros jóvenes a odiar a Estados Unidos; les enseñamos la santidad del martirio [por medio de la muerte] mientras que matamos a nuestros enemigos…»[5]

Alrededor de dos meses después, el periódico publicó otra carta de Othman en la que decía, «…Ya se ha comprobado, sin lugar a dudas, que los que participaron en los ataques suicidas del WTC y el Pentágono… eran árabes y musulmanes. Ellos son nuestros hijos, nacidos y educados en nuestras sociedades. Estos terroristas asistieron a nuestras escuelas y fueron educados por nosotros. Recibieron su información de nuestra prensa y nuestros medios de comunicación. Si llegaron a la conclusión de que suicidarse y destruir la cultura de otros era la única forma de expresar su identidad – indudablemente algo en nuestra sociedad y no en la sociedad de las víctimas norteamericanas – esta muy mal…»

«En vez de reconocer nuestros errores en la educación de nuestros hijos, buscamos los errores de los norteamericanos y la globalización para justificar los crímenes de nuestros hijos… En vez de ofrecer pretextos políticos para justificar el terrorismo, ¿no hubiera sido mejor que fuéramos honestos y participáramos, junto con los demás pueblos del mundo, en la defensa de la humanidad en contra de este peligro, del cual nosotros somos las primeras víctimas?…»[6]


[0] Referencia al caso del antropólogo egipcio Nasser Abu Zeid, en el que una corte egipcia decreto que su matrimonio era nulo después de que lo metieron en prisión por herejía en 1993.

[1] Un intelectual liberal egipcio asesinado en 1992.

[2] Al-Sharq Al-Awsat (Londres), Diciembre 12, 2001

[3] Al-Sharq Al-Awsat (Londres), Enero 2, 2002.

[4] Al-Sharq Al-Awsat (Londres), Enero 6, 2002.

[5] Al-Sharq Al-Awsat (Londres), Septiembre 18, 2002.

[6] Al-Sharq Al-Awsat (Londres), Noviembre 13, 2001.

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