A continuación presentamos la segunda parte de los extractos de la carta que fue publicada recientemente en el semanario gubernamental Akhbar Al-Yaum,escrita por una mujer egipcia incógnita:

La Educación de Mis Hijas[1]

«Mi esposo pensaba que la educación era apropiada para los niños pero no para las niñas. Su razón era que yo, su esposa, una graduada universitaria, después de mi matrimonio, me había dedicado exclusivamente a dar a luz y a criar a mis hijos en el Islam, que es completamente contrario a la educación de la sociedad no creyente… Mi esposo accedió a que nuestros hijos fueran a la escuela y a la universidad… pero para nuestras hijas escogió una escuela religiosa cercana. Esta escuela estaba situada en un departamento y era solo para niñas. Su currículo no concordaba con el currículo del gobierno, pues el diploma que concedía no era reconocido y no valía ni el papel en el que estaba escrito.»

«Mis dos hijas mayores terminaron la escuela primaria ahí… Después de eso, mi esposo decidió que se quedaran en casa. Trajo al jeque ciego para que continuaran sus estudios religiosos… Las otras dos hijas son todavía pequeñas y todavía van a la escuela, hasta que lleguen a la edad en que se quedarán en casa para completar sus estudios religiosos.»

«No me pregunte qué están aprendiendo mis hijas. Son totalmente ignorantes en todas las áreas del currículo gubernamental, sin mencionar el currículo de las escuelas privadas, que son de mas alto nivel que las escuelas públicas. Mis hijas no saben mas que leer y escribir – pero se saben de memoria el Corán y las Hadiths [tradiciones]… La situación es muy diferente para nuestros hijos, quienes continúan sobresaliendo en las escuelas públicas y en la universidad…»

«Al principio, lamentaba la vida que les habíamos impuesto a mis hijos, y lloraba cuando veía que no podían jugar con los hijos de los vecinos o ir al club los viernes y en las fiestas, o al cine… Algunas veces… yo los llevaba a visitar a algún vecino para que pudieran ver televisión y oír el radio. Pero cuando mi esposo se enteró, me castigó severamente a mí y a mis hijos, que eran inocentes. Así que dejé de hacerlo.»

Mi Intento de Suicidio

«Frecuentemente, mi esposo nos ordenaba que hiciéramos lo posible para guiar a nuestras parientes y vecinas hacia el camino del bien, para aumentar sus méritos para el Día del Juicio. Cumplimos sus órdenes… Un día, cuando llegó a casa me dijo, ‘¡Vi a tu vecina en la puerta de su casa, medio desnuda, hablando con un hombre! Ve con ella mañana, cuando estés segura de que no estén ni su esposo ni sus hijos, y haz todo lo posible para regresarla al camino del bien y sálvala'».

«El día siguiente, mandé a mis hijitas, cubiertas con velos, a pedirle a mi vecina que me permitiera visitarla por unos cuantos minutos. Después de recibir su permiso y de asegurarme que su esposo no estaba en casa, fui a visitarla. Me sorprendí al verla usando ropa respetable, el mismo vestido que había usado el día anterior cuando le abrió la puerta a un empleado del Ministerio de Energía para pagar su cuenta de electricidad.»

«Vi el cuerpo de mi vecina y busqué la ‘desnudez’ que tanto había alarmado a mi esposo – cuando dijo que ella estaba media desnuda frente a un hombre extraño. Pero no encontré ninguna parte de su cuerpo desnudo, excepto por sus manos y cara…»

«Le pregunté a mi vecina, ‘¿Por qué no usa una Nigab? Ella se sorprendió por esta pregunta, que era aun más provocativa para mí que para ella. En vez de contestarme, me preguntó, ‘¿Por qué debería de usar una Nigab? Dime un verso del Corán o Hadith que ordene que una musulmana creyente que observa la ley islámica la use. La religión es flexible, no es estricta…'»

«Agregó que ella lloraba frecuentemente por mí y por mis hijas e hijos. Todos en el edificio lamentamos y nos duele el sufrimiento que su esposo les causa. Hemos hablado de esa tragedia varias veces, y mi esposo me preguntó con sorpresa: ¿Cómo es posible que tu vecina acepte vivir con ese hombre? ¿Por qué no lo deja y regresa con sus padres o a cualquier otro lado? No importa cuan pobre pueda ser, todo será mejor que permanecer en su departamento.’… Personalmente, yo no entiendo como puedes tolerarlo. No sé como permites que a tus hijos se les prive de sus derechos más elementales, como el derecho de reír y jugar con otros niños. A lo mejor no lo crees, pero yo, mi esposo, mis hijos y todos los habitantes del edificio hablamos con ira de tu esposo y tenemos compasión de tus hijos. Al mismo tiempo, estamos furiosos contigo por acceder a vivir con una criatura que pertenece a las cavernas prehistóricas.'»

«No me enojé por lo que me dijo mi vecina – ella también había sido acusada injustamente por mi esposo de vivir una vida de pecado solamente porque no usaba una Negab y exponía su cara y manos ante el representante del Ministerio de Defensa… Al contrario; se sorprendió al saber que estaba de acuerdo con ella y, lo que es mas, compartió mi enojo por la debilidad de mi carácter. Le dije, ‘No te enojes conmigo. Estoy consciente de mi situación, y mi auto-crítica es más severa que la de cualquiera de ustedes. Reconozco que si no me hubiera rendido – si no hubiera sido por mi impotencia y debilidad, mi esposo no hubiera sido tan cruel con nosotros, y los niños no hubieran llegado al punto al que han llegado. Solo yo soy responsable por lo que pasó, por mi vida destrozada y por llegar a un estado en el que preferiría morir que continuar viviendo una vida que una mujer normal nunca hubiera aceptado…'»

«‘Mi esposo inventó su propia religión, poniendo condiciones que contradicen de la A a la Z la religión con la que me criaron… Yo soy una mujer musulmana creyente, pero sin embargo ¡acepté la locura de este ignorante al que me até y le di seis hijos!…'»

«Después de esta visita… mi coraje conmigo misma aumentó, al igual que mi odio por la vida misma. Decidí hacer lo que había tratado de hacer docenas de veces, pero siempre temí la ira de Alá y me arrepentía. Durante más de 20 años había intentado suicidarme y terminar con esta vida; la vigésimo primera vez, después de que salí de la casa de mi vecina, estaba llena de un sentimiento profundo de que Alá me perdonaría si llevaba a cabo mi decisión y terminaba con mi vida. No creía que el tormento que había sufrido durante todos los años de matrimonio con mi ejecutor serían mejores que los que me esperaban en el otro mundo por cometer suicidio – algo que Alá el Piadoso le ha prohibido a sus siervos.»

«Aproveché la oportunidad cuando mi esposo y mis hijos se fueron a rezar a la Zawiya [mezquita pequeña], en donde se encontraba con gente que compartía sus opiniones… Fui a la cocina y cerré la puerta, tomé un cuchillo afilado y me corté las venas de las muñecas. Me senté en una silla de madera y vi como fluía la sangre, sintiendo un alivio que no había sentido en veinticinco años… Empecé a suplicar quedamente el perdón de Alá… Pero Alá quiso regresarme a la vida, a pesar de que yo pensaba que finalmente había logrado quitármela.»

«Mis hijos y familiares se reunieron alrededor de mi cama, con expresiones de felicidad por verme despertar. En contraste, la cara de mi ejecutor estaba, como siempre, congelada, enojada y llena de ira. De él no escuché una sola palabra de aliento, ni siquiera ‘gracias a Alá que estás bien.’ Continuó humillándome e hiriendo los sentimientos de mis hermanos, hermanas e hijas diciendo, ‘Has cometido un crimen imperdonable. No creas que Alá te perdona porque te ha regresado la vida. El propósito de tu regreso es para que pases el resto de tu vida tratando de expiar tu tremendo pecado, y para que ruegues a Alá que acepte tu arrepentimiento y te convierta en una mujer buena y creyente.'»

Manejar un Automóvil

«…Lo que me sorprendió es que mi ejecutor pensara, por primera vez en un cuarto de siglo, que debería de alegrarme. Me dijo, ‘Sé que estás enojada porque te prohibí manejar un auto después de que nos casamos, para protegerte y para observar estrictamente las reglas del creador del cielo y de la tierra. Ahora, después de haber escuchado un decreto religioso del predicador A.P., puedes manejar un auto – él lo permite con algunas condiciones, la más importante es que debe de haber un chaperón junto a tí en el auto, y puede ser uno de tus hijos. Te compré un auto nuevo y está estacionado afuera. Vamos inmediatamente a probarlo.»

«No le contesté, solo me quedé pensando quien era este hombre, que pensaba que estaba haciéndome un gran favor y mostrándome una enorme tolerancia al permitirme manejar un auto otra vez. O quizás pensó que quería suicidarme por que me había quitado el derecho de conducir un auto – y no por el veneno que vertió en mi vida y en la vida de mis hijos…»

«Cuando me pidió que me sentara al volante, yo protesté diciendo, ‘¿Cómo puedo manejar con una Nigab? Sabes que no veo bien, y si uso anteojos debajo de la Nigab no veré nada a través de la Dharbat Mussa.’ Mi esposo no contestó, solo me ordenó que manejara.»

«Manejamos un par de cuadras. Me tropecé con gente y autos en todas las direcciones. Lo que fue sorprendente es que pasamos oficiales de tráfico y policías, y nadie protestó por mi forma de conducir usando una Nigab o por poner en peligro vidas humanas y propiedades. Por el contrario; los policías de tráfico me miraron con satisfacción, estima y aliento.»

«Nos guste o no, el uso del Nigab es bien visto por muchos. Nadie se atreve a prohibirlo, ni aun en donde debe exponerse el rostro para fines de identificación. No es secreto que algunas mujeres llegan a tomar exámenes en escuelas y universidades usando una Nigab para que nadie las identifique… Esto sucede en los aeropuertos también… Los oficiales no se oponen a dejar pasar a estas mujeres, y se rinden después de una discusión inútil. Los policías de tráfico no se oponen que las mujeres manejen autos, a pesar de que la Nigab bloquea su visión periférica y las pone en peligro a ellas mismas y a otros…»

11 de Septiembre

«El mayor problema fue con mis dos hijos… Se convirtieron en copia de su padre. Ellos creen en lo mismo que él… Mi hijo universitario se ha vuelto más fanático que su padre, y aun más determinado a salvar al mundo de los pecados y el ateismo de sus habitantes que no creen en las ideas que él insiste provienen del Libro de Alá y de las Tradiciones del Profeta. Mientras que su padre se satisface con palabras, su hijo piensa que estas ideas no pueden imponerse por medio de la persuasión sutil, y que debe de utilizarse la fuerza…»

«¡Lloré durante horas cuando mi hijo llegó a casa de la universidad feliz por lo que había sucedido el 11 de Septiembre en Nueva York! Lloré no solo por los miles de personas asesinadas en ese ataque terrorista; lloré aun más por la violencia, el odio y la enemistad que se habían apoderado de la mente de mi hijo, que fue mas allá de lo que hubiera esperado del fruto de mis entrañas.»

«Podría decirse que el caso de mi hijo es aislado, pero él nos informó que cientos de sus amigos celebraron los ataques al igual que él, describiéndolos como una guerra que consumiría a todos los que no son musulmanes igual que ellos, y a todo aquel que no cumpla lo que ellos exijan!»

«Digo con seguridad que esta actitud… no se limita a los vecindarios pobres y desempleados, como algunos quieren creer para simplificar este serio problema cada vez que oyen de un ataque terrorista. Mi casa está en un buen vecindario y mi esposo – solo está interesado en ganar dinero de sus tiendas. Este hombre, religioso, confiable y decente, con su larga barba, su vestimenta islámica, y las cuentas de oración siempre en su mano, no paga impuestos a pesar de sus grandes ganancias – y falsifica sus documentos para demostrar que ha sufrido pérdidas y está prácticamente en la ruina.»

«Mis hijos van a la escuela y a la universidad y esperan heredar mucho dinero de su padre para poder casarse y producir hijos e inculcar en sus corazones y mentes las ideas mas violentas que su padre ha implantado en ellos…»

Las Causas del Fenómeno

«El fenómeno de los ejecutores de mujeres en Egipto… está aumentando en Egipto, y, en mi opinión, la diseminación del ‘virus’ de violencia no religiosa [bajo el disfraz de la religión] está destruyendo las mentes de nuestros jóvenes. Esto sucedió después de que se les permitió a los predicadores diseminar sus ideas, y después de que los periódicos, libros, micrófonos, escuelas mezquitas y hogares les abrieron sus puertas para que pudieran lavar el cerebro de nuestros niños y niñas. El daño a mis hijos y a mí es el resultado natural de lo que está sucediendo en nuestra tierra, ante los mismos ojos de todos los defensores de los derechos de las mujeres.»

«Lo más estúpido… es que seguimos ignorando lo que está sucediéndole a las mujeres egipcias que viven ahora exactamente igual que vivían las mujeres afganas…» [2]


[1] Subtítulos agregados por el traductor.

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