En artículos que aparecieron recientemente en los diarios de los gobiernos árabes, la renombrada feminista egipcia Dra. Nawal Al-Sa’dawi y el redactor saudita Maha Fahd Al-Hujailan hablan contra la condición inferior de las mujeres en la sociedad árabe.
En una columna en el diario del gobierno saudita Al-Watan, titulada «El Estereotipo de Mujer tal como es Percibido por el Hombre, «Al-Hujailan trata con perspectivas emocionales y sociales. Ella declara que las mujeres son tratadas en la sociedad árabe como personas «desprovistas de personalidad» cuyo única condición se deriva de la de los hombres en sus vidas. De esta forma, una mujer con una «personalidad independiente» es percibida como una mujer insubordinada que debe ser domada usando medios violentos, a veces hasta la muerte, al igual que con los animales.
Escribiendo en el semanario egipcio October (Octubre), la Dra. Al-Sa‘dawi trata con los aspectos legales de los derechos de las mujeres y su estatus. Ella declara que el código legal egipcio discrimina contra las mujeres. Una mujer adúltera, ella escribe, está sujeta al castigo violento, mientras los adúlteros maridos, así como también los hombres que secuestran, violan, o asesinan a mujeres, reciben un tratamiento indulgente.
Lo siguiente son extractos de los dos artículos:
Al-Hujailan: La difícil situación de las mujeres «refleja parte de nuestra cultura»
«Recibí una carta de una mujer saudita que se quejaba del cómo su marido la trató durante los primeros meses de su matrimonio. Dijo que un marido trata a su esposa como una pieza de mobiliario que compró con su propio dinero, y [así] obtiene el derecho a usarla como le plazca. La golpea y la hiere físicamente, con gran brutalidad. Descarta sus opiniones, se burla de ella si expresa su opinión sobre cualquier asunto, y la obliga [a cumplir con] su voluntad sin escucharla.
«De hecho, parece ser que esto es un problema repetitivo en algunos hogares – los nombres son diferentes, pero el sufrimiento y las víctimas [son similares]. Muchas mujeres casadas padecen de este tipo de tratamiento pobre en su vida marital, y ni siquiera se les permite quejarse o refunfuñar sobre esta lamentable situación.
«Si examinamos esta difícil situación que [afecta] a las mujeres casadas […] encontramos que refleja parte de nuestra cultura. Considerando la actitud del hombre hacia la mujer, encontramos que, desde el momento en que él comienza a considerarla como una esposa [potencial], dibuja en su mente [una lista] de criterios que esta mujer [debe reunir]. Éstos criterios están basados en descripciones derivadas de su cultura el cual ha escuchado de los parientes y de aquéllos alrededor de él […] [Ellos] tienen que ver con su apariencia exterior, y no incluyen ninguna consideración de su personalidad, su manera de pensar, o su temperamento […]»
Es considerado reprensible para un hombre el preguntar por las calidades de una mujer – Ya que la mujer es el producto de la educación masculina
«Lo máximo que un marido esta dispuesto a tolerar por parte de su esposa son demandas específicas que involucran su hogar o las necesidades personales – y ésta es la fuente del estereotipo de la ‘esposa mimada’ considerada por algunos hombres. Cuando [el marido] reúne [éstas] exigencias especiales, él está seguro de que ha realizado su sueño y [la ha hecho] feliz. Nosotros no negaremos que algunas mujeres sólo estén interesadas en esto, y nada más, pero ellas no representan el [tipo de] mujer por el cual este artículo se preocupa.
«Otorgándole el estereotipo a la mujer de obediente o hasta mimada [significa] colocarla en una [categoría], con fronteras definidas que sólo están generalmente relacionadas a sus caprichos emocionales. Pero cuando la mujer tiene una personalidad independiente, [con] opiniones y una mente [propia], el hombre la ve como una mujer insubordinada que debe ser educada hasta que ‘retorne a lo recto y a lo estrecho’ o ‘aprende a comportarse’ […]
«Se dice que las mujeres deben ser ‘domadas’ como caballos y otros animales – y esta manera de ‘domar’ es llevada a cabo usando violencia contra ella, hasta que su espíritu independiente – incluyendo sus pensamientos, sus aspiraciones, y sus sueños – sean ‘asesinados’.
«Debería hacerse notar que nuestra cultura ve a la mujer en general, y a la esposa en particular, como desprovistas de personalidad, y por consiguiente la gente hace a menudo declaraciones como ‘[la condición] de la mujer se deriva [de la de] sus hombres’. Sus hombres, en este caso, son su padre o hermano antes del matrimonio, o su marido, cuando a ella se le entrega a él [después del matrimonio]. En algunas tribus y en algunas regiones de nuestra tierra, esto es considerado reprensible para un hombre el preguntar por las calidades de una mujer o [su personalidad] – ya que […] una mujer es finalmente percibida de ser el producto de la educación de los hombres. Por consiguiente, él debería preguntar por el linaje y cualidades de sus hombres, [no por sus cualidades presentes].
«Cualquiera que pueda ser, la personalidad de la mujer es formada por el hombre – quién tiene el derecho de usar la violencia contra ella y ‘domarla’ tal como desee de esta manera […] Una buena mujer no es buena en virtud de su propia naturaleza o personalidad, sino en virtud del marido fuerte que la ‘domó’, la reprimió con brazo fuerte, y usó la violencia para obligarla a que se comporte de acuerdo con su voluntad».
La palabra ‘domar’, usada en relación con el tratamiento de las mujeres en nuestra sociedad, se refería originalmente a los animales
«La palabra ‘domar’, [qué ha llegado a ser usada en relación con] el tratamiento de las mujeres en nuestra sociedad, [fue originalmente] aplicada al tratamiento de animales. Originalmente, domar era algo que los hombres hacían con animales que se comportaban de una manera feroz para domarlos, volverlos dóciles y domesticados.
«Cuando un animal es [tomado] del lugar dónde vivió y [llevado] a un nuevo hogar, a un nuevo dueño o a un nuevo ambiente, estará usualmente temeroso y desorientado […]
«El nuevo dueño no tiene tiempo de ganar el afecto del animal, o de preparar un ambiente al que puedan adaptarse y acostumbrarse. Por consiguiente, se dirige a la violencia, y golpea a la bestia gravemente durante días, hasta que se calma y se rinde. En algunos casos, hasta [incluso] la golpea hasta la muerte […]
«Algunos han considerado esta conducta como una manera [apropiada] de tratar a una mujer, [para] obligarla a que obedezca a su voluntad. No hay ninguna duda que muchas mujeres han sido reprimidas de esta manera – su espíritu fue ‘asesinado’ dejándolas débiles, deprimidas, y rebajadas […]»
Las mujeres que anhelan el respeto y estima de los hombres reflejan su condición inferior
«Algunos pueden pensar que esto pertenece al pasado, y que hoy las mujeres son tratadas diferentemente debido al cambio que ha ocurrido en sus vidas y en sus condiciones – ellas [ahora] son educadas, tienen trabajos y son independientes. Esto puede ser cierto en algunos [casos], dónde una mujer es respetada y estimada por el hombre. [Sin embargo,] el hecho que las mujeres todavía anhelan, pública o secretamente, el respeto de los hombres y la estima muestra que su estatus en la sociedad es [todavía] inferior. Cuando el hombre trata a [una mujer] bien, ella se siente alborozada, como si [tal conducta] es un favor generoso por la cual ella debe estar agradecida.
«[Algunos] hombres todavía consideran a las mujeres con esta clase de condescendencia. A sus ojos, una mujer no es nada más que un receptáculo para su lujuria, o un sirviente que trabaja para ellos – no importa [cuánto] ella haya estudiado o cuánto haya avanzado […]» [1]
Al-Sa’dawi: El código penal egipcio no castiga a un hombre que secuestra o viola a una mujer joven, con la condición de que se case con ella
Refiriéndose al estado legal de las mujeres en Egipto, Al-Sa’dawi escribió: «El momento ha llegado para reexaminar las leyes que facilitan a los hombres atacar a las mujeres, y eso crea tensión en sus relaciones – ya que la violencia por parte del hombre conduce a la violencia por parte de la mujer, ambos como respuesta y en defensa propia.
«Mientras escuchamos hablar de muchos casos de violación y de secuestro de muchachas, encontramos que nuestro código penal no castiga a un hombre que secuestra a una mujer joven (de 16 años o más) con la condición de que se case con él. La ley premia al criminal con el matrimonio a su víctima. Cuando un hombre quiere casarse con una mujer joven que no está interesado en él, todo lo que necesita hacer es secuestrarla. Luego puede casarse con ella, y es liberado [de la custodia].
Lo que aplica al secuestro aplica también para la violación. En un estudio que dirigí sobre violación, encontré que la familia egipcia, para evitar la desgracia social, empuja a una muchacha quien fue violada a los brazos del criminal, [forzándola] a una relación miserable y vergonzosa. Yo todavía recuerdo el caso de esa mujer que mató a su marido después de 20 años de matrimonio. Él la humillaba diariamente, ya que su padre le había obligado a que se casara con ella después de que la violó […]
«Mientras escuchemos hablar sobre la lucha contra la prostitución y actos abominables, la ley es muy indulgente hacia los maridos adúlteros. Un marido que comete adulterio no es castigado, sino liberado, si no cometió adulterio en el hogar de la [familia] sino en algún otro lugar. Si el adulterio tiene lugar en el hogar, y esto es probado en un juicio por la esposa, él es sentenciado a un periodo de prisión que no excede los seis meses.
«Por otra parte, una mujer casada [que comete el mismo crimen] es sentenciada a dos años de prisión, así haya cometido el acto en el hogar o en otra parte. No existe ninguna duda de que esta actitud de perdón hacia el hombre lo anima a [comportarse] inmoralmente, para deshonrar sus votos matrimoniales y actuar irresponsablemente hacia su esposa y su familia».
A un hombre se le permite ser violento hacia su esposa, incluso llegar a asesinarla
«Al hombre se le permite ser violento hacia su esposa e incluso asesinarla. El Artículo 237 del código penal declara que un hombre que de muerte a su esposa para defender su honor sólo se le sentenciará con prisión, y no recibe el castigo medido para otros tipos de asesinato, a saber la pena de muerte o cadena perpetua con trabajo forzado […] [Es más], el marido asesino puede [incluso] ser liberado si el juez simpatiza con él, tal como frecuentemente sucede.
«Si un marido tiene derecho a defender su honor, por qué una mujer no tiene derecho a defender el suyo? [Entendemos que] un hombre tiene honor mientras una mujer no? ¿Cuál es la diferencia entre una esposa adúltera y un marido adúltero? No nos obliga la justicia a que evaluemos el acto por los mismos estándares, sin tener en cuenta el color, sexo o estatus del [perpetrador]?»
La poligamia agrava el problema de la superpoblación
«Mientras nos quejamos sobre la desintegración de las familias y los niños abandonados, la ley del matrimonio le permite a un marido divorciarse de su esposa sin razón alguna excepto por su deseo de hacerlo, y de tomar a una segunda esposa meramente para satisfacer su lujuria. Es un [hecho] muy conocido que la poligamia causa que la proporción de nacimientos se eleve, ya que un hombre tiene hijos con más de una mujer.
«Para el momento cuándo estamos llamando a limitar los nacimientos y la queja sobre la superpoblación, no deberíamos nosotros considerar abolir la poligamia? Especialmente desde que muchos estudiosos religiosos y juristas creen que el Islam esencialmente prohíbe la poligamia, debido a que coloca una condición imposible, a saber que [el hombre] trata a [todas sus esposas] justamente. Muchos países islámicos nos han precedido proscribiendo la poligamia y requiriendo del marido, así como de la esposa, el aplicar a la corte si desean el divorcio.
«Es hora de que nuestras leyes se vuelvan justas. Una ley justa protege [al individuo] de la violencia y proporciona verdadera protección para la familia y los hijos». [2]