El 29 de marzo, 2016 el Consejo de Asuntos Internacionales de Rusia (CAIR) el grupo pensante financiado por el gobierno ruso publicó una entrevista con su Director General Andrey Kortunov. En la entrevista, Kortunov afirma que Rusia se opone a las acciones de dividir a Siria. Este sugiere que una posible solución a la crisis en Siria pudiera ser una «federación asimétrica» que respete el principio de integridad territorial del país, pero que al mismo tiempo garantice una «autonomía suficiente» para los grupos étnicos, religiosos, regionales y políticos en Siria. Kortunov afirma además, que el Presidente sirio Bashar Al-Assad no es ni cliente de Rusia ni amigo personal del Presidente ruso Vladimir Putin. Más bien, Rusia considera a Assad y su régimen un mero instrumento para evitar el caos en Siria, ya que un estado autoritario es mejor que uno «fracasado». Kortunov dice que Rusia no quiere que Siria se convierta en otra Libia, considerando su proximidad geográfica al sur del Cáucaso y a Asia Central.
En cuanto al papel de Estados Unidos en el Medio Oriente, Kortunov subraya que Rusia no tiene ningún interés en sacar a los Estados Unidos de la región. Rusia desea ser un actor global, pero al mismo tiempo no posee «ningún recurso ni ningún interés» en sustituir a los Estados Unidos como la «siguiente potencia hegemónica» en el Medio Oriente. De hecho, Kortunov hace hincapié en que Rusia necesita de los Estados Unidos en la región, ya que si Washington se retira del mundo árabe, es muy probable que deje atrás un vacío que será llenado por las fuerzas fundamentalistas radicales hostiles a Occidente y a Rusia. Por último, Kortunov sostiene que el papel de Irán será uno de los factores decisivos que determinaran el futuro del Medio Oriente. Hablando de las relaciones ruso-iraníes, Kortunov admite que, si bien siempre ha existido «una tentación» de construir estas relaciones sobre una base anti-Occidente, esta no puede ser una «base estable y fiable» y Rusia e Irán deben más bien aumentar su cooperación sobre asuntos regionales – incluyendo los temas del Mar Caspio, Afganistán y Asia Central.
La entrevista con Kortunov se publicó previamente en farsi en el portal del Instituto de Investigaciones Iraníes Eurasia Irán (IRAS).[1] Los siguientes son extractos de la versión en inglés de la entrevista con Kortunov traducida al español, publicada en el portal RIAC el 29 de marzo (el texto ha sido ligeramente editado para mayor claridad).[2]
Andrey Kortunov (Fuente: Russiancouncil.ru)
«Los estados autoritarios en el Medio Oriente son mejores que los estados fracasados»
Pregunta: «La presencia militar rusa en Siria hace de Rusia un actor clave en el Medio Oriente ¿Cómo define Rusia su papel en el Medio Oriente?»
Andrey Kortunov: «… Rusia trata de evitar tomar partido en las disputas entre sunitas y chiitas, apoyando a aquellos en la región que apoyan la tolerancia religiosa y respetan los derechos de las minorías. La Primavera Árabe del 2011-2012 cambió muchos aspectos fundamentales en la región… Si en Occidente la Primavera Árabe fue recibida inicialmente por muchos con grandes esperanzas e incluso entusiasmo, en Rusia, desde el comienzo, la corriente política expresó su profundo escepticismo y preocupación por los posibles resultados de la continua transformación regional. Por otra parte, la Primavera Árabe fue presentada a menudo por Moscú como una conspiración occidental planeada desde hace tiempo (principalmente por los Estados Unidos), destinada a adquirir un mayor control sobre el mundo árabe persiguiendo una estrategia de «caos controlado»… la fallida transición en Libia fue una experiencia de aprendizaje importante para Moscú. Esta consolidó a la facción conservadora en la clase política rusa y casi silenció a la oposición liberal. Después de Libia, los funcionarios rusos formularon su nuevo enfoque para el Medio Oriente, que puede resumirse de la siguiente manera: Primero, los estados autoritarios en el Medio Oriente son preferibles a los estados fracasados que reemplazan a los ex siguientes alzamientos públicos (que a menudo son planificados, financiados, e instigados desde el extranjero). Segundo, las intenciones y compromisos de Occidente no deberían ser de confianza; Occidente puede fácilmente ‘vender’ a sus antiguos aliados y amigos en la región (por ejemplo a Mubarak en Egipto)… Tercero, si Rusia permanece siendo un espectador inactivo, observando a la Primavera Árabe desde la barrera, el caos, la inestabilidad y el terrorismo generado en el mundo árabe se extenderá en última instancia a las fronteras de Rusia, por no hablar que conducirá a la desaparición de la influencia rusa en la región. La aplicación práctica de este nuevo enfoque fue, por supuesto, el compromiso de Moscú en la guerra civil en Siria. En este sangriento y prolongado conflicto Moscú demostró mucho más de lo dispuesto a oponerse a lo que se percibió como la situación consolidada de Occidente. Por primera vez desde la invasión de Afganistán en 1979, el Kremlin utilizó la fuerza militar fuera de los límites de la antigua Unión Soviética. Por primera vez un avión militar ruso fue derribado por un país miembro de la OTAN [Turquía]. Por primera vez, Rusia se convirtió en un actor central de una guerra a gran escala justo en el corazón del mundo árabe».
Pregunta: «¿Cómo evalúa los objetivos de Arabia Saudita en el Medio Oriente y en qué medida están estas metas a ‘favor o en contra’ de los intereses rusos en la región? Podrían Rusia y Arabia Saudita llegar a un acuerdo sobre el futuro del Medio Oriente?»
Kortunov: «… Las relaciones entre Moscú y Riad siempre han sido complicadas; Rusia acusa a Arabia Saudita de apoyar a grupos radicales islámicos militantes en Siria, mientras que los saudíes se han opuesto sistemáticamente al apoyo de Rusia al régimen de Bashar Assad en Damasco. Sin embargo, existen también intereses superpuestos: Ambos Rusia y Arabia Saudita se oponen a los planes de dividir Siria y ambos están preocupados por la crisis actual de estado en la región. Otro interés común es evitar una nueva caída incontrolada de los precios energéticos tales como el petróleo. Recientemente, hemos visto una interacción más activa entre los líderes rusos y saudíes, aunque importantes diferencias de enfoque a la situación en Siria siguen sin resolverse. Mi opinión personal es que un acuerdo entre Rusia y Arabia Saudita en el futuro del Medio Oriente es mucho más probable que se alcance dentro de un formato multilateral que en el marco de sus relaciones bilaterales».
Una posible solución a la crisis en Siria sería una «federación asimétrica» que respete la integridad territorial del país mientras garantiza una autonomía suficiente
Pregunta: «Respecto a los últimos acontecimientos entre Rusia y Turquía que inciden sobre los cordiales lazos comerciales bilaterales y de cooperación económica, ¿cómo precede usted el futuro de las relaciones ruso-turcas?»
Kortunov: «Yo argumentaría que la crisis entre los dos países se ha ido desenvolviendo durante largo tiempo y el derribo del SU-24 fue sólo la última gota que colmó el vaso. Durante muchos años, los rusos y los turcos han tratado de convencerse a sí mismos de que pudieran ‘acordar en estar en desacuerdo’ sobre muchos temas políticos controversiales y explosivos… Durante años de serios desacuerdos sobre el Cáucaso, el Medio Oriente, Irán, Ucrania, la OTAN, la DMO [Defensa contra Misiles Balísticos], gasoductos y otros temas fueron escobillados bajo la alfombra. Pero esta hipocresía mutua no podía durar para siempre. En cierto modo, la actual crisis sólo fue posible porque la noción de una alianza estratégica entre Rusia y Turquía quedó en el papel… ¿Qué podían hacer las partes para restaurar la relación? Antes de responder esta pregunta, debemos preguntarnos algo más: que es lo que no podemos permitirnos en un futuro cercano? Primero, no podemos restablecer la confianza mutua a corto plazo – la confianza entre los dos líderes nacionales y entre las élites políticas en Moscú y Ankara está totalmente rota? Segundo, no podemos hablar realísticamente de una reconciliación estratégica entre los dos países o un «gran convenio» ruso-turco. Ante la falta de confianza mutua y junto a la falta de profundidad estratégica la idea de una remisión mutua de pecados por Putin y Erdogan parece ridícula. Tercero, debemos estar plenamente conscientes al hecho de que la espiral de hostilidad y mutua animosidad está girando cada vez más rápido y ambas partes tendrían que invertir muchísimo tiempo y energía para frenar este impulso negativo, por no hablar de reversarlo…
Uno debería buscar la solución en donde se encuentre el problema. La parte más contenciosa de discordia entre Rusia y Turquía hoy – el resto de los desacuerdos y disputas no obstante – es el futuro de Siria. Rusia está comprometida a preservar la integridad territorial de Siria, mientras que Turquía se siente responsable por el futuro de los turcomanos sirios y otros grupos orientados a Turquía opuestos a Damasco. Un número de actores externos, incluyendo Irán y los países del Golfo poseen sus propios intereses y reclamos para protegerse entre las facciones sirias. No me gusta el término ‘partición suave’ porque hace hincapié en el sustantivo ‘partición’ más que el adjetivo ‘blando’. Sin embargo, una posible solución al enigma sirio pudiera también estar relacionada al concepto de una ‘federación asimétrica’ que no cuestione el principio de integridad territorial del país, sino que al mismo tiempo garantice la autonomía suficiente para las facciones étnicas, religiosas, regionales y políticas en Siria, incluyendo la preservación de los vínculos tradicionales con los países vecinos. El concepto de una ‘federación asimétrica’ puede convertirse en la plataforma de un compromiso no sólo entre Rusia y Turquía, sino entre todos los principales implicados en el conflicto sirio. Si estamos de acuerdo sobre el futuro de Siria, sería mucho más fácil avanzar sobre otros temas candentes».
Pregunta: «Algunos dicen que Rusia está empleando fuerza bruta para disuadir amenazas y asegurar sus intereses en diferentes partes del mundo ¿Qué tan efectivo es un enfoque de este tipo?»
Kortunov: «Rusia invirtió considerables recursos en restaurar y mejorar sus capacidades de fuerte poderío bajo el Presidente Putin. Este posee ahora un potencial militar robusto con capacidades significativas de poder como elemento de disuasión en materia nuclear fiable. Rusia ha probado con éxito algunas de sus recién adquiridas capacidades en el conflicto sirio. A pesar de las actuales dificultades económicas, la continua modernización a gran escala de las fuerzas armadas rusas continúa en su mayoría tal como estaba previsto. Rusia sigue siendo un importante exportador mundial de armas, detrás solamente de los Estados Unidos… [Sin embargo], la hábil diplomacia no es menos importante que el poderío. Rusia todavía está aprendiendo el cómo puede utilizar su poder blando de la manera más eficiente.
Bashar Assad nunca ha sido cliente de Moscú ni tampoco amigo de Putin
Pregunta: «¿Cuál es el plan del Kremlin para el futuro de Siria? ¿Qué tipo de Siria es buena para Rusia y bajo qué circunstancias Rusia pudiera poner fin a su misión en Siria?»
Kortunov: «Cuando expertos occidentales y observadores del Kremlin analizan la estrategia rusa en Siria, por lo general singularizan tres objetivos que Moscú supuestamente persigue en este conflicto. Primero, rescatar al cliente ruso en la región – Bashar Assad y su régimen, segundo, disminuir la influencia de Estados Unidos en el Medio Oriente en la medida en que esto sea posible; tercero, apoyar a los chiitas en contra de los sunitas en el choque sectario que está destrozando al mundo islámico. A mi manera de ver, los tres presuntos objetivos pueden ser cuestionados. Primero, Bashar Assad nunca ha sido cliente de Moscú y no es amigo personal de Vladimir Putin… Bashar Assad no tiene grupos de presión poderosos en Moscú, como los tuvo Saddam Hussein una vez. Económicamente, Siria es mucho menos importante para Rusia que, por ejemplo, la vecina Turquía, o incluso Irak. Cuando los funcionarios rusos argumentan que su principal preocupación es el futuro de la condición del estado sirio y no el futuro de Bashar Assad personalmente, estos no necesariamente están tratando de engañar a Occidente. El tener otra situación igual a Libia en Siria, mucho más cerca del Cáucaso Sureño, Asia Central y la Rusia propiamente dicha, no es una opción atractiva para los que toman las decisiones en el Kremlin. Bajo este aspecto, Bashar Assad y su régimen no son más que instrumentos para prevenir el caos y la anarquía en Siria. Son estos instrumentos indispensables? Probablemente que no. Pero hasta ahora todos los esfuerzos de los Estados Unidos y sus socios en presentar una oposición siria consolidada como una alternativa creíble al régimen de Damasco no parecen demasiado convincentes a Moscú.
Segundo, la idea de que Moscú está tratando desesperadamente de sacar a los Estados Unidos del Medio Oriente encaja muy bien en la lógica estándar de la Guerra Fría, pero no explica de manera convincente las recientes acciones de Rusia en la región. Si Washington es el principal competidor, ¿por qué ofrecer trabajar juntos con los Estados Unidos sobre el tema de las armas químicas en Siria; o colaborar con los estadounidenses sobre el expediente nuclear iraní? Los que toman las decisiones en el Kremlin podrían ser generalmente anti-occidentales y anti-estadounidenses, pero definitivamente no están locos. Ellos entienden que Rusia no tiene los recursos ni el interés en sustituir a los Estados Unidos en el Medio Oriente como la siguiente potencia hegemónica. Y si Washington se retira del mundo árabe, es probable que deje atrás un vacío a ser llenado con las fuerzas fundamentalistas radicales igualmente hostiles a Occidente y a Rusia. Rusia necesita a los Estados Unidos en la región, a pesar de su insistencia en que las actuales políticas estadounidenses en el Medio Oriente – que comienzan con la guerra de Irak en el 2003 – están mal concebidas, mal aplicadas y, al final del día, son todas contraproducentes.
Tercero, la explicación sunita-chiita para la estrategia rusa es como tope lineal y esquemática. Para comenzar, el ejército de Damasco no incluye sólo chiitas, ya que existen muchos sunitas que combaten también del lado de Assad. Uno de los socios y amigos más cercanos de Rusia en el mundo árabe es Egipto, que sucede ser el mayor país árabe sunita. La mayoría de los veinte millones de rusos musulmanes son sunitas y sería un suicidio político para cualquier régimen en Moscú alinearse a los chiitas en contra de los sunitas en el extranjero. Sin embargo, ya que Moscú está comprometido a combatir contra el EIIS, la pura lógica militar lo empuja a construir alianzas con el que tenga la mejor capacidad de lucha en el terreno. Por una variedad de razones, los estados sunitas en el Golfo y la mayoría de los árabes sunitas no están en condiciones de comprometer fuerzas sustanciales terrestres en una campaña conjunta anti-EIIS».
Pregunta: «Previendo un fin del conflicto sirio, estarían Rusia e Irán dispuestos a consolidar su cooperación estratégica en el Medio Oriente? ¿Cuáles son sus recomendaciones para mejorar el diálogo bilateral político, económico y militar en el futuro? ¿Cómo pueden cooperar ambos países en el mercado energético?»
Kortunov: «Rusia logró tomar la delantera en los dramáticos acontecimientos que actualmente tienen lugar dentro y alrededor de Siria. Sus posturas no pueden ser ignoradas y no existe acuerdo posible sin la participación de Rusia. Sin embargo, uno no debería sobreestimar el papel de Rusia – o de cualquier otra potencia no regional – en la evolución a medio y a largo plazo del Medio Oriente, la región ha entrado en un ciclo histórico sin precedentes de transformación social, económica y política que probablemente dure por lo menos hasta mediados de este siglo, el futuro del mundo árabe dependerá sobre todo de los éxitos o fracasos de sus propios centros de gravedad regionales – tales como Egipto o Arabia Saudita. En cuanto a los factores externos que afectan al mundo árabe, la influencia de actores en el extranjero es probable que sea cada vez menos significativa, mientras que la influencia de los estados vecinos no árabes (Irán, Turquía, Israel) es probable que crezca. El papel de Irán será sin duda uno de los factores decisivos que determinaran el futuro del Medio Oriente. Y hablando de las relaciones ruso-iraníes, debemos definir lo qué realmente significa la «cooperación estratégica» para ellos en las circunstancias actuales. Siempre ha existido una tentación – al menos del lado ruso – en construir estas relaciones sobre una base anti-occidental. Pero esto no tiene una base estable y fiable. Yo creo que Rusia e Irán tienen que actualizar su colaboración actual sobre asuntos regionales – incluyendo los temas del Mar Caspio, Afganistán y Asia Central. Nosotros claramente utilizamos insuficientemente el potencial existente para las sociedades económicas. Por último, nosotros simplemente necesitamos conocernos mucho mejor de lo que nos conocemos ahora, lo que implica más contactos en educación e investigación y más intercambios culturales y de la sociedad civil».
[1] Iras.ir 26 de marzo, 2016.
[2] Russiancouncil.ru 29 de marzo, 2016.