En un artículo publicado en el diario oficial saudita Al-Jazira, titulado «Sólo en el reino [saudita]: Una mujer da a luz a su propio guardián», la escritora saudí Lubna Al-Khamis denomina como «ignorante» la ley saudí que requiere que cada mujer saudita tenga un pariente masculino como su mahram, o guardián. Ella describió la humillación que siente una mujer cuando se ve obligada a pedirle permiso a su guardián para llevar a cabo cualquiera de una amplia gama de actividades – que en muchos casos es su propio hijo. La ley saudita, dijo, contradice los derechos que Alá le concedió a ambos hombres y mujeres.

Lo siguiente son extractos del artículo: [1]

«Esto no es un fraude periodístico o un [truco] propagandístico que atrae a lectores a que lean este artículo, sólo para descubrir que el contenido es totalmente diferente del título. Les prometo que todo lo que leerán en este artículo son hechos fríos y difíciles…

«Imaginen a una mujer que lleva un bebé en su vientre durante nueve meses, sufre dolores de parto agotadores, y luego nutre a [su bebé] con sus lágrimas y su leche, cuidándolo a través de las noches mientras sus mejores años pasan. Ella le enseña a leer y escribir y planta valores humanos nobles en él, donde a menudo recurre a sus propios ahorros sólo para hacerle sonreír… y cuando ese [bebé] alcanza la edad de 18 años, este de repente se convierte en su tutor.

«Esto le sucede a cada mujer que sufre el destino de quedarse viuda. Entonces la ‘tutela’ pasa de su marido a su hermano, y más tarde a su hijo cuando éste llega a la edad de 18 años. Cuando eso sucede, la mujer tiene prohibido dejar el reino sin permiso [de su hijo] o renovar los documentos básicos del estado, como un pasaporte. Además, si su padre ha fallecido, no puede volver a casarse sin la bendición [de su hijo]. Asimismo, no se puede ser empleada en infinidad de campos sin presentar una carta de aprobación firmada por su hijo.

«Un conocido mío me contó sobre una mujer cuyo marido murió y la dejó con cinco hijas, una de las cuales nació en los Estados Unidos. Su tutela pasa a uno de los tíos de [las niñas], quien era un religioso extremista. Este les prohibió salir de [Arabia Saudita] durante muchos años, y no les permitió trabajar en los campos que vio socialmente inaceptables, tales como en bancos u hospitales. [La hija que nació en los Estados Unidos] se vio obligada a llevar su pasaporte estadounidense a la embajada de Estados Unidos [en Arabia Saudita] y quejarse de su situación, a pesar de las objeciones de su madre, que temía la [ira] del tío, en la embajada se comprometieron protegerla… ella [eventualmente] logró cumplir su sueño de estudiar medicina en los Estados Unidos, mientras que sus hermanas saudíes permanecieron con su tío [y su] temperamento durante muchos años, con las bendiciones de la ley saudita…

«Imagínense una sociedad que profesa la religión día y noche, y presume observar [sus principios] y ser amable, pero trata a media [sociedad] – mujeres – como menores de edad o ciudadanas legalmente no-aptas. Ellas no pueden tomar decisiones ni fatídicas ni fundamentales [sobre su vida] por su propia cuenta, sino que requieren de la aprobación de alguien a quien Alá bendijo con la masculinidad… por lo tanto, [las autoridades] inventaron un nuevo mecanismo llamado el mahram [guardián], porque no pueden aceptar que Alá hizo a [la mujer] plenamente competente dándoles las mismas virtudes y las mismas limitaciones que a los [hombres], y estableció las mismas penas para los hombres que para las mujeres, sanciones que no aplican a menores ni a los que presentan deficiencia mental o alguna enfermedad mental…

«Parece ser que la historia de las mujeres musulmanas educadas que sirvieron como ayudantas, asesoras, comerciantes, agricultoras y guerreras durante la época del Profeta [Mahoma] es errónea ante las [autoridades sauditas]. De lo contrario, no forzarían a la [mujer] a operar bajo un guardián, independientemente de su edad, nivel de educación y estatus social. Esto, mientras los hombres son tratados como totalmente competentes mental y religiosamente – ellos pueden estudiar, trabajar, viajar, conducir, y solicitar documentación personal cuando llegan a la edad adecuada…

«La ley del estado civil en el reino sufre carencias en su humanidad, y su tratamiento a la mujer es ignorante… Esto no sorprende ante la ausencia preocupante de mujeres en los círculos judiciales y legislativos del país, [donde podrían haber] defendió su existencia y pudiesen pronunciarse en contra de todos los artículos [de la ley], que ignora su valor y existencia.

«Díganme, ustedes hombres que tratan con la legislación y los tribunales: ¿Qué ley religiosa requiere que una mujer, incluso una que tiene 70 años de edad, tenga que pedir permiso de su guardián para solicitar o renovar su pasaporte? ¿Qué tipo de ley la obliga a que sea reducida al estatus de ‘propiedad’ de alguien que [ella] misma ha traído al mundo? ¿Qué tipo de leyes son estas que dicen la defienden obligándola a vivir toda su vida bajo la tutela de uno de los hombres a su alrededor?

«Reexaminen las leyes y actúen con justicia y adecuadamente hacia la mujer, ya que una de las normas que [determinan si] la sociedad humana es desarrollada y civil es la medida de justicia y honestidad que muestra a su otra mitad [es decir, a la mujer]».


[1] Al-Jazira (Arabia Saudita), 3 de marzo, 2014.

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