Lo siguiente son extractos de una entrevista con Mohammed Ra´d, un nacional libanés secuestrado en Irak y más tarde liberado. La entrevista se emitió en Al-Arabiya TV el 10 de octubre del 2004, y fue traducida por el Proyecto de Monitorización MEMRI TV. Para ver un segmento de este programa, visite: http://memritv.org/Search.asp?ACT=S9&P1=284 [1]
Mohammed Ra’d: «[Los secuestradores] me llevaron a una habitación que hedía a sangre – había sangre seca en el suelo. Un hombre enmascarado estaba allí, con una piedra de afilar y un cuchillo, estaba afilando el cuchillo con la piedra».
Entrevistador: «¿Qué quiere decir con cuchillo?».
Mohammed Ra’d: «El cuchillo que utiliza un carnicero para degollar. En este momento me dije, ya está. Voy a ser degollado, este es mi fin – morir degollado. No pensaba en nada más. Eso es todo. Preferiría que me degollases ahora, cuanto antes, mejor, acabemos cuanto antes. El que tenía el cuchillo me lanzó una mirada rara. El comandante llegó. Llaman ‘comandante’ al que autoriza la masacre. Me sacó fuera y dijo…»
Entrevistador: «¿Estaba él también enmascarado?».
Mohammed Ra’d: «No, el que entró después no estaba enmascarado».
Entrevistador: «¿Un iraquí?»
Mohammed Ra’d: «Sí. Me sacó fuera y dijo, ‘Hay algo que queremos mostrarte ahora, para que sirva de lección a todos los libaneses, y especialmente a los que colaboran con el ejército norteamericano. Estás a punto de presenciar una escena horrible, pero lo puedes soportar. Nosotros ya estamos acostumbrados, pero quizá sea la primera vez que veas algo así». Llegaron dos vehículos. El [rehén] egipcio estaba en el maletero, en ropa interior. Su cuerpo entero era azul de las palizas. Entramos. Me dijeron, «Quédate en la esquina tras el cámara, y no digas ni una palabra». Colocaron a un guardia a mi lado para que no saliera por la puerta. Me obligaron a ver la escena. Vistieron al egipcio con un pijama y le obligaron a arrodillarse en el suelo».
Entrevistador: «¿Gritó, lloró, pidió ayuda?».
Mohammed Ra’d: «No, no. Le hicieron arrodillarse y me contó la historia del egipcio. El comandante me contó su historia. Me dijo, «Esta es la segunda vez que lo atrapamos. La primera estaba preparando discos [guiados por láser] contra las casas de los Mujahidines en Faluya. Lo atrapamos y mostró arrepentimiento, le perdonamos, le ayudamos y le dejamos libre. Poco después recibimos información de que este hombre estaba en Faluya, involucrado con los mismos discos y secuestrando niñas iraquíes y llevándolas al ejército norteamericano para que se entretuviera». Me preguntó, «¿Qué, no estoy autorizado a matarle?». Asentí con la cabeza».
Entrevistador: «¿Usted le dijo que podía matarlo?».
Mohammed Ra’d: «Yo asentí, sólo quería que esto se acabara. Estaba de rodillas sobre el suelo y le ataron las manos a la espalda y le dijeron lo que tenía que decir: identifícate, di de donde eres, de qué área, da tu dirección exacta y lo que haces en Irak. El egipcio habló – dio su dirección y su nombre. Quiso recitar la afirmación islámica de fe [la shahada ], pero el ‘carnicero’, que estaba detrás de él… llaman ‘el carnicero’ al tipo que está detrás y practica la matanza … le sacó la lengua y le cortó un trozo de ella. Dijo, ‘La shahada no debe salir de tu boca, porque la profanas’. Le colocaron algunos algodones en la boca. El ‘carnicero’ leyó una declaración que sostenía en la mano, terminó de leerla y le tumbaron [al egipcio] en el suelo, uno le tenía cogido por los pies, y él [el ‘carnicero’] le cortó la cabeza – le degolló. Le degolló con facilidad, a sangre fría, igual que si estuviera matando un pollo. No podía soportar más esta escena y el hedor. Me desmayé. Me sacaron fuera, me echaron agua, me dieron té y un cigarrillo. Le dije al comandante: «Si voy a terminar como él, hazlo de una vez porque no puedo soportarlo más».
[1] Al-Arabiya TV (UAE), 10 de octubre del 2004.