El clérigo egipcio Jeque Muhammad Nassar, es un predicador del Ministerio Egipcio de Dotación Religiosa y es el anfitrión de programas para niños en el canal de televisión egipcio Al-Nas Tv. En dos reciente programas de Al-Nas el 15 de junio del 2006 (PARA VER ESTE SEGMENTO, VISITE: http://www.memritv.org/search.asp?ACT=S9&P1=1185 ) y el 22 de junio del 2006 (PARA VER ESTE SEGMENTO, VISITE: http://www.memritv.org/search.asp?ACT=S9&P1=1183 ) el Jeque Nassar le contó a un grupo de niños sobre el pequeño Sa’id, que anhelaba y logró el martirio, y sobre el castigo de Alá a los infieles.

El clérigo egipcio Jeque Muhammad Sharaf Al-Din también es anfitrión de un programa de niños, que fue presentado en Al-Nas Tv el 21 de junio del 2006. En este programa, contó de una mujer judía que intentó envenenar al Profeta Muhammad, diciendo, «Los judíos son el pueblo de la alevosía y la traición […] Queremos madres que enseñen el jihad a sus hijos, enseñen el amor a Alá, y a Su Mensajero, [y] se sacrifiquen por la causa del Islam» (PARA VER ESTE SEGMENTO, VISITE: http://www.memritv.org/search.asp?ACT=S9&P1=1184 ).

Lo siguiente son extractos de los programas:

Jeque Muhammad Nassar sobre el martirio de los niños y el castigo de Alá a los infieles

Jeque Muhammad Nassar (15 de junio): «Escuchemos una hermosa historia para aprender sobre el coraje de un niño, y del cómo, cuando un niño es educado en un buen hogar, y recibe la educación apropiada en la fe, ama el martirio, el cual se convierte como en un instinto para él. Nunca lo dejará.

«Esta historia, mis amigos, es una historia hermosa. Abu Qudama fue el comandante del ejército de los musulmanes, cuando combatieron a los bizantinos. Los bizantinos tenían un ejército muy, pero muy grande, mientras que los musulmanes no tenían muchos combatientes. Así que Abu Qudama caminó por las aceras y las calles, entre los pobres, llamando: ‘Vengan y únanse al jihad’, ‘Vengan y únanse al jihad'».

[…]

«Una mujer le dijo: ‘Abu Qudama, tengo un hijo. Se lo daré a usted. Llévelo con usted a la guerra’. Él preguntó: ‘Es el todavía un niño?’ Ella dijo: ‘Tiene 15 años, y su padre fue martirizado en la guerra anterior. Desde el martirio de su padre, se sienta día y noche, orando para que Alá le conceda el martirio’.

«Abu Qudama estaba asombrado: ¿Qué es esto? ¿Es concebible que un muchacho, desde la muerte de su padre, en lugar de estar triste por perderlo, esté contento por su martirio, y es más, él quiere ser martirizado como su padre? Alá sea alabado.

«Él le dijo: ‘Tráigame el muchacho’. Cuando el vino, y le preguntó: ‘Cual es tu nombre?’ y el muchacho contestó: ‘Sa’id’. Él dijo: ‘Hijo, tu madre dijo que quieres unirte a la guerra. Dime, hijo, tu madre te hizo venir aquí, o realmente quieres ser martirizado?’ Él dijo: ‘Por Alá, lo único que he deseado, desde el martirio de mi padre, es convertirme en un mártir'».

[…]

«Ellos comenzaron a golpearles, y la batalla se tornó más fuerte. Abu Qudama miró alrededor y vio al pequeño Sa’id. Sa’id llamó a Abu Qudama que dijo: ‘Éste no es el momento, Sa’id’. Él dijo: ‘Abu Qudama, escúcheme’. Abu Qudama dijo: ‘Sa’id, estamos en el medio de una guerra’. Él dijo: ‘Abu Qudama, déme algunas flechas. He agotado todas mis flechas para matar a los infieles. Déme algunas flechas, Abu Qudama’. Abu Qudama estaba muy complacido con el valor de Sa’id, con su jihad, su perseverancia, y su desafío a la muerte. Así que le dio tres flechas.

«Sa’id disparó la primera flecha, matando a un [infiel]. Con la segunda flecha, mató a otro infiel, y con la tercera, mató a un tercero. Luego fue atacado por una flecha, y cayó al suelo como un mártir. Él logró el martirio que siempre anheló».

[…]

«Un rato después, lanzó su último aliento. Sa’id, el muchacho de 15 años, fue martirizado por la causa de Alá. Murió feliz.

«Mis amigos, cuando un mártir muere, su ropa sirve como su manto. Ellos lo visten en su ropa, y no lo lavan, ya que él es lavado por los ángeles.

«Así que trajeron a Sa’id, envuelto en su ropa, goteando con la sangre del martirio. La sangre fluía de sus heridas. Excavaron un pequeña zanja en la tierra como una tumba, y pusieron a Sa’id en esta, y lo cubrieron con tierra. Luego comenzaron a alejarse.

«De repente, la tumba se estremeció, y estaban asustados. ¿Qué pasó? La tumba se estremeció y arrojó fuera a Sa’id. Ellos dijeron: ‘Alá sea alabado, qué está pasando?’ El cadáver salió de la tumba por si mismo. Estaban asombrados, y dijeron: ‘Alá sea alabado’. Abu Qudama les dijo: ‘Esperen un momento. Intentemos de nuevo. Cómo podemos nosotros dejar este cadáver así?’ Así que lo colocaron una vez más en el suelo, y lo cubrieron con tierra.

«Después de que lo cubrieron y comenzaron a alejarse, la tierra se estremeció, y sacó fuera el cadáver de nuevo. Todos estaban asustados, comenzaron a temblar. Alá sea alabado. Alá Akbar. Luego todos ellos estuvieron de pie allí en asombro. Abu Qudama dijo: ‘No podemos dejarlo así. Éste es mi querido Sa’id. Él me instruyó a que lo enterrara cuando muera, y a que me quede con él, y no le diga nada a su madre. Debo hacerlo. Debo enterrar a Sa’id. No lo puedo dejar. Entiérrenlo de nuevo’.

«Así que él mismo excavó la tumba, y dijo: ‘Mi Señor, revélanos esto a nosotros, mi Señor. Queremos enterrarlo, mi Señor’. Ellos lo ponen de nuevo en la tumba, y comenzaron a alejarse. Luego la tierra se estremeció una vez más, y el cadáver consiguió salirse. Así que dijeron: ‘Alá Akbar. Esto son hechos de Alá'».

Jeque Muhammad Nassar (22 de junio): «Hijos, nuestro Señor tiene soldados de los cuales no estamos conscientes. No son soldados humanos. Los vientos son soldados, y los terremotos son soldados. Los infieles hoy piensan que construyen misiles e inventaron el átomo – pero nuestro Señor los estremece y les envía el mar, y el mar se eleva e inunda una ciudad, porque este mar es un soldado. Él envía un terremoto que separa la tierra, y se los traga con todos sus misiles y posesiones. ¿Por qué? Porque Alá nunca abandona a Sus creyentes».

El Jeque Muhammad Sharaf Al-Din hablando sobre «los judíos, el pueblo de la alevosía y la traición»

Muhammad Sharaf Al-Din: «Una mujer judía invitó al Profeta Muhammad a un almuerzo. ¿Por qué? Porque era inteligente. Dijo que si él fuera de verdad un profeta, sabría que [la comida estaba envenenada], y nosotros sabríamos que él es un profeta. Pero si su clamor de ser un profeta fuese falso, él morirá, y nos libraríamos de él. Ella sabia que al Profeta le gustaba la pierna derecha del cordero. Al Profeta le gustaba la pierna derecha anterior. Ella colocó el veneno dentro. Después de que el cordero fue muerto, despellejado, cortado, y cocinado, ella colocó veneno en la carne de la pierna que sabía le gustaba al Profeta.

«A Muhammad le gusta comerse la pierna, a otro le puede gustar el hígado, a otro le puede gustar comerse la cabeza, y a otro le puede gustar comerse la lengua del animal muerto. A la gente le gusta comerse diferentes tipos de carne. A la mujer judía se le dijo que al Profeta le gustaba comerse la pierna derecha, así que ella trajo una y le colocó veneno.

«Después de que el cordero fue degollado, despellejado, cortado, y cocinado, este le fue servido al Profeta Muhammad. Cuando el Profeta dijo ‘En el nombre de Alá’… Un musulmán debe decir ‘En el nombre de Alá’ antes de comer. Cuando el Profeta dijo: ‘En el nombre de Alá’, y cortó un pedazo de carne, y estaba a punto de comérselo, nuestro Señor resucitó al cordero, y le hizo decir: ‘No me comas, estoy envenenado, Oh Mensajero de Alá'».

[…]

«Ruqaya, qué aprendió usted del programa de hoy?»

Voz de Ruqaya: «Aprendí que los judíos son el pueblo de la alevosía y la traición…»

Muhammad Sharaf Al-Din:«Alá Akbar! ¡Digan Alá Akbar! ¿Qué fue lo que dijo Ruqiya? Los judíos son el pueblo de la alevosía y la traición. Pueda Alá darte el éxito. Queremos madres que enseñen a sus hijos el jihad, el amor de Alá y Su Mensajero, el sacrificio por la causa del Islam, y el amor para los países de los musulmanes. Amando el país de los musulmanes. Pueda Alá bendecirles, Ruqaya. Eso es lo más bello que he escuchado -que los judíos son el pueblo de la alevosía, la traición, y la vileza».