Por: Y. Feldner*
Introducción
El político y académico religioso chiita Ayad Jamaluddin ha surgido como una voz liberal líder en los medios de comunicación y en la política árabe, tras el derrocamiento de Saddam Hussein y su régimen baathista. Este propugna la separación de la religión y estado, defiende la adhesión a los derechos humanos y los de las minorías, además de las libertades individuales y ha sido altamente franco en su desafío al uso del terrorismo por Al-Qaeda y la influencia política de Irán en Irak, en riesgo de su propia vida.
Ayad Jamaluddin
Jamaluddin nació en Najaf, Irak en 1961, participó en una protesta contra el gobierno a la edad de 16 años, cuando a los iraquíes chiitas se les impidió desempeñar su peregrinación a Kerbala. En 1979 Jamaluddin salió de Irak para irse a vivir en el exilio, pasando la mayor parte de su tiempo en Irán, donde completó sus estudios religiosos. Luego tomó el cargo de imam de la comunidad chiita en Dubái en 1995, donde permaneció hasta la caída del régimen iraquí en el 2003. Después de su regreso a un Irak post-Saddam, Jamaluddin se unió a la coalición de la Lista Nacional Iraquí de Ayad Allawi y sirvió como miembro del parlamento. Luego renunció a la lista y fundó un nuevo partido político, Al-Ahrar («Los liberales»), que promovió sus ideas reformistas. Sin embargo, Al-Ahrar no pudo obtener escaños en el parlamento iraquí en el 2010.
Jamaluddin combina sus posturas políticas de línea dura con una cosmovisión liberal de la sociedad árabe y musulmana. El futuro de una sociedad multi-sectaria y multiétnica tal como Irak la sostiene, yace con el secularismo y no con el Islam político. Por lo tanto, el estado y la religión deben estar separados y la creencia religiosa debe ser retirada de la esfera pública y convertirse, una vez más, en una experiencia privada y personal. Jamaluddin cree que desde la remoción del régimen baathista, la naciente democracia iraquí ha sido víctima de una influencia perniciosa de los poderes regionales reaccionarios.
Originalmente el apoyo a la presencia militar estadounidense en Irak, creyendo que la democratización de las naciones árabes pudiera lograrse sólo a través de la intervención occidental, Jamaluddin creció desencantado y altamente crítico hacia la política estadounidense en el Medio Oriente. Su confianza inspiracional de mediados del 2000 en un futuro democrático y liberal de la región ha sido sustituida por una perspectiva fatalista sobre la radicalización de ambos los bandos sunitas y chiitas, dominados por Al-Qaeda e Irán respectivamente. Convencidos de que la lucha entre sunitas y chiitas en la región pudiera convertirse en un genocidio de los chiitas, Jamaluddin decidió apoyar a Bashar Al-Assad, con quien cree es el único líder capaz de evitar ese resultado. [1]
Libertades y derechos de las minorías
Jamaluddin cree que el principal problema de las sociedades musulmanas contemporáneas es que el Islam se ha transformado de una experiencia espiritual personal en una aplicación estricta de códigos y leyes. La atención se ha desplazado de Alá a las prácticas religiosas. En una entrevista en televisión, una vez comparó la religión del Islam a un coche en ruta hacia Meca. «Su objetivo es la Meca, no el coche», dijo. «Si comienzas a dar vueltas en el coche, adorándolo y besándolo, nunca llegaras a la Kaaba, que en sí misma es un símbolo, un medio. El objetivo es el Señor y no la Kaaba. Si tu objetivo, al hacer una peregrinación, no es más que la Kaaba, la Kaaba no es nada diferente de un ídolo pagano». [2]
Debido a que la religión es una experiencia personal, la sociedad y el gobierno no deberían tener nada que ver con el imponer códigos religiosos, incluso respecto a las acciones inequívocas de cesación tales como la prohibición islámica sobre el consumo de alcohol. «Personalmente, yo no cometo tal pecado, que sin duda conduce al infierno», dijo Jamaluddin. «Pero esta es una convicción personal, que yo no impongo sobre ustedes o a cualquier otra persona. Los otros son libres de hacer lo que les plazca». [3] De acuerdo a Jamaluddin, las libertades individuales prevalecen sobre las normas religiosas. «La gente es libre de hacer lo que quiera y yo respeto a cualquier ser humano libre» dijo, agregando que desprecia a una mujer que lleva puesto un velo simplemente para conseguir un trabajo, pero que respeta a una mujer que se coloca el velo por su propia elección en Nueva York, por ejemplo, o que decide no llevar puesto un velo, incluso si se encuentra en la ciudad santa de Nayaf, porque «ningún compromiso religioso posee algún valor si es el resultado de una coacción». [4]
Separación de religión y estado
A pesar de su estatus como estudioso religioso, Ayad Jamaluddin aboga por la separación entre religión y estado y el establecimiento de un régimen secular. «Irak solo puede ser gobernado a través del secularismo», dijo en Abu Dhabi TV en el 2006, o de lo contrario está obligado a desintegrarse y ser dividido en estados separados sunitas, chiitas y kurdos. La única manera de evitar esto, argumentó, es haciendo neutral al país – «una institución sin color, sabor u olor que provee servicios a todos los ciudadanos». [5] Después de todo dijo, «un estado no reza, ayuna, o realiza una peregrinación. Son las personas que hacen esas cosas. Un estado no posee religión». [6]
El principal argumento hecho por aquellos que apoyan instaurar la ley sharia y el establecimiento de un estado islámico es que a los musulmanes se les ordena modelar su estado en base al estado islámico establecido por el Profeta Mahoma en Al-Madina, después de su hégira a la Meca. Jamaluddin rechaza esta lógica de antemano. El Profeta Mahoma, señaló, era infalible, mientras que todos los clérigos modernos son seres humanos normales propensos a equivocarse. Catorce siglos en intentos de emular el estado islámico del Profeta Mahoma de Al-Madina han arrojado más males que aciertos. Las consecuencias negativas de la implementación social y administrativa del Islam superan las ventajas, dijo Jamaluddin. [7] Por lo tanto, no es que el estado debe convertirse en una réplica del estado islámico de Al-Madina, sino que el pueblo debe esforzarse a marchar sobre el camino trazado por el Profeta.
Otros estudiosos islámicos, sunitas y chiitas por igual, también han abogado por la separación de religión y estado. [8] Pero Ayad Jamaluddin es único en basar sus argumentos en las lecciones aprendidas del estado islámico fundado por el Profeta Mahoma. Este divide el inicio del Islam en tres fases: En tiempos pre-islámicos, el politeísta árabe era «Mi-Siervo», sin compromiso alguno que no fuese el cumplimiento de sus deseos y necesidades; en Meca, antes de la hégira del Profeta Mahoma a Al-Madina, el árabe creyente era «Mi-Siervo» – el siervo de Alá; y en Al-Madina, el árabe se convirtió en el «Siervo-del-Estado». [9] Mientras que el Profeta Mahoma vivía en Meca, entre su tribu Quraysh, este se desempeñó como maestro y líder espiritual. No tenía un ejército, una fuerza policial, o un estado. Por lo tanto, el pueblo de Meca que eligió seguir al Profeta Mahoma fue de verdaderos creyentes. Durante su fase en Al-Madina, el Profeta se convirtió en el gobernante de un estado, con un ejército y una fuerza policial, que hizo cumplir las leyes religiosas. Esto fue entonces cuando surgieron los «hipócritas». Los hipócritas fingieron ser musulmanes, «fuera de la codicia por el dinero del Profeta» o el temor a sus ejércitos, pero eran de hecho, infieles disfrazados. Los hipócritas fueron una reacción al estado islámico ideológico y no al propio Islam. [10]
Estos hipócritas, declaró Jamaluddin, «han corroído la nación islámica y han empañado la religión hasta el día de hoy», [11] y la gente que se disuade por la coerción religiosa de los movimientos islamistas desarrolla una aversión hacia la propia religión. [12]
Reconciliación y rendición de cuentas en las políticas internas
Luego de la caída de Saddam Hussein, todas las tensiones que habían sido amordazadas por la dictadura baathista fueron liberadas. Jamaluddin vio grandes similitudes entre lo secular, la ideología panárabe baathista, que abogó por un estado árabe unido desde Irak hasta Marruecos y las ideologías islamistas de sunitas y chiitas por igual, que defienden la eliminación de todas las fronteras nacionales y el establecimiento de una estado pan-islámico desde Indonesia hasta Nigeria. [13] Tanto los islamistas como los baathistas estaban tratando de anular la identidad nacional pluralista que Jamaluddin había visualizado con una identidad monolítica pan-árabe o pan-islámica, sembrando así la división en lugar de la unión dentro de la sociedad árabe.
En el Irak de la década del 2000, el sectarismo divisivo estaba en ascenso, dificultando los esfuerzos de unificar a los iraquíes bajo el paraguas de un estado-nación. Jamaluddin luchaba para lograr una reconciliación nacional que destacara el sentimiento nacional iraquí sobre la afiliación sectaria. Este instó a sus colegas chiitas, que habían tomado ventaja política tras la caída del régimen del partido Baath, a abstenerse de tomar ventajas por su condición de mayoría y de ponerle frenos a las libertades de las minorías religiosas, sectarias y sociales. «Creo que mi libertad como chiita y como persona religiosa nunca será completa a menos que preserve la libertad del sunita, del cristiano, judío, sabai, o yazidi», argumentó en un debate en la cadena de televisión libanesa LBC. «No seremos capaces de preservar la libertad de la mezquita a menos que preservemos la libertad de los clubes de entretenimiento». [14]
Sin embargo, cuando se trato del partido Baath de Saddam y las prácticas criminales de sus líderes, el tono conciliador de Jamaluddin fue reemplazado por una beligerancia implacable e intransigente. Este se opone firmemente a perdonar a los baathistas que derramaron sangre iraquí, presentando un enfoque más reminiscente de los Juicios de Núremberg que de la Comisión Sudafricana de la Verdad y Reconciliación. En víspera de las elecciones del 2010, en momentos en que muchos candidatos fueron descalificados por su presunta participación en crímenes durante el régimen baathista, Jamaluddin anunció que tenía la intención de tomar medidas legales – «a sangre fría» – a fin de llevar a cabo su ejecución: «Si llego a ser primer ministro, daré muerte a todos los asesinos baathistas, incluso si se aferran a la Kaaba. Ni una sola gota de sangre iraquí quedará sin castigo – ya sea que fue derramada por el régimen anterior o por las actuales milicias. No dejare que ningún asesino iraquí respire de nuevo, incluso si me prometen el cielo y la tierra». [15]
Jamaluddin vio a los políticos iraquíes post-2003 como «mini-Saddams,» obstruyendo el surgimiento de una verdadera unidad y democracia. Los antiguos líderes de la oposición en Irak – y de hecho, en el resto del mundo árabe – fueron una réplica de los dictadores que estaban tratando de derrocar y el defecto que este pudiera encontrar en el derrocamiento del régimen de Saddam Hussein por los Estados Unidos fue que no libró a los iraquíes de esos líderes corruptos de la oposición en una sola arremetida. [16]
Jamaluddin surgió como acérrimo crítico del Primer Ministro Nouri Al-Maliki y otros políticos chiitas, a quienes vemos como sicarios que trabajan para Irán. Cuando Ayad Allawi, quien había compartido la oposición de Jamaluddin a su influencia iraní en Irak, envió una delegación a Teherán ante la víspera de las elecciones del 2010, Jamaluddin decidió dimitir de la Lista Nacional iraquí. Este formó el Partido Ahrar-Al y declaró que si es electo, prefería enfrentarse a un «colaborador obvio con el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Iraní», tal como Al-Maliki, que apoyar a uno encubierto, como Allawi. [17]
Jamaluddin cree que algunos de los líderes políticos chiitas en Irán fueron peor que los colaboradores con Irán. «Estos no son movilizados por Irán», dijo en una entrevista en el canal de televisión Al-Arabiya en febrero de 2010. «Ellos Son Irán». [18] La identificación ideológica y tal vez psicológica, de los líderes iraquíes chiitas con Irán salió a la superficie una y otra vez, cuando estos líderes iraquíes parecían preferir el interés de Irán sobre los intereses de su propio pueblo. Jamaluddin creía que Irán, en cambio, era «muy pragmático» [19] y protegería para siempre sus propios intereses. En el 2005, cuando soldados iraníes conquistaron el disputado pozo petrolero de Fekkah, Jamaluddin arremetió contra los líderes iraquíes por su tibia reacción, afirmando que estos líderes «deben darse cuenta de que existe un país llamado Irak y otro llamado Irán. Sus relaciones con Irán no deben ser a expensas de los intereses y la estabilidad de Irak». [20]
El caso de la intervención extranjera
El compromiso estadounidense post-11 de Septiembre en el Medio Oriente ha elevado el debate en los círculos árabes liberales sobre si la intervención extranjera fue legítima – quizás incluso deseable – queriendo decir, avanzar el cambio democrático en la región. La intervención extranjera tuvo muchos adversarios, especialmente cuando la diplomacia estadounidense evolucionó en un despliegue de flotas y tropas.
Pero la intervención extranjera tuvo sus defensores también y ningún reformista árabe ha sido más inequívoco en apoyarlo que Ayad Jamaluddin. Particularmente notable fue la aprobación incondicional de Jamaluddin a los medios militares a fin de deshacerse de Saddam Hussein y de otros dictadores árabes y en poner en marcha las democracias estilo occidental en el Medio Oriente. «La democracia puede ser establecida en nuestra región sólo a través de la fuerza», declaró en el 2006, «y sólo Estados Unidos puede hacerlo». [21] Por otra parte, Jamaluddin subrayó la necesidad de prolongar la presencia militar estadounidense en Irak, a fin de ser esta el chaperón de su naciente democracia y defenderla de los peligros – nacionales y extranjeros.
Jamaluddin cree que la intervención militar estadounidense en el Medio Oriente es justificable no sólo por los inevitables problemas de seguridad dictados por el aumento del terrorismo islamista global o un posible programa de armas de destrucción masiva clandestinas. La intervención extranjera fue, a su manera de ver, moralmente justificada ante la tiranía crónica que se había arraigado en la región. Sólo unos pocos años antes de que surgiera la Primavera Árabe, los pueblos del Medio Oriente parecían estar en un letargo político y los monarcas y los eternamente titulares presidentes parecían más interesados en la sucesión hereditaria que en un cambio democrático liberal. Por lo tanto, en ausencia de signos que anuncian una reforma interna, Jamaluddin cree que la intervención estadounidense era necesaria para imponer las reformas democráticas en la región. [22] Sólo los estadounidenses, que se habían quitado de encima el régimen de Saddam, parecían serios en sus diseños de democratización.
«Debemos mantener los derechos humanos, que hemos descuidado durante 1300 o 1400 años, hasta el día de hoy – hasta la llegada de los estadounidenses, los cristianos, los ingleses, los sionistas o los cruzados – llámenlos como quieran», Jamaluddin gritó a todo pulmón a los otros huéspedes en un debate televisivo. «Ellos vinieron a enseñarles, Oh seguidores de Mahoma, el cómo respetar los derechos humanos». [23]
En abril, 2003 Jamaluddin participó en la reunión de Al-Nasiriya, el primer intento de organizar a la oposición iraquí después del derrocamiento de Saddam Hussein, en preparación al establecimiento de un gobierno interino. En la reunión, Jamaluddin agradeció a los Estados Unidos y Gran Bretaña «por ayudar al pueblo iraquí» en su liberación de la tiranía. «No importa cuáles fueron los objetivos de esta guerra y no importa cuáles serán sus consecuencias, deshacerse de Saddam es la mayor bendición». [24] Por lo tanto, el casus belli oficial – es decir, el supuesto programa de armas de destrucción masiva de Saddam Hussein – fue de importancia marginal; la comunidad internacional tuvo, a juicio de Jamaluddin, «una obligación moral» de intervenir militarmente a fin de liberar a Irak de esta manera introduciendo así la democracia en la edad moderna. Al mismo tiempo, los pueblos del Medio Oriente tenían la obligación moral de buscar y apoyar este tipo de intervención. Durante una entrevista en el 2006 en un programa de la televisión libanesa, Jamaluddin ahondó más sobre el tema:
«Bendito sea Estados Unidos por darle a Saddam una buena patada, enviándolo directamente al abismo de la cárcel. Bendito sea Estados Unidos por darle al Mullah Omar una buena bofetada, enviándolo directamente al cesto de la basura de la historia y a los estiércoles del olvido. Esta gente fueron ídolos pequeños, que humillaron a sus pueblos y convirtieron las propiedades de Alá en estados y a Sus siervos en esclavos. Fue obligación moral de Estados Unidos, como el poderío más grande y más fuerte en este mundo, que derrocara a estos roedores, que trataron ferozmente a su pueblo… Nosotros no sabíamos lo que era democracia hasta que Estados Unidos la trajo, haciéndolo en contra de nuestra voluntad». [25]
Jamaluddin cree que la liberación de Irak no fue suficiente. La cultura política en Irak y en otros lugares del Medio Oriente no estaba lista para la democracia sin orientación por parte de Occidente. Mientras que las instituciones democráticas tales como los parlamentos y las elecciones pueden ser instauradas en un período relativamente corto, la absorción de los valores de la democracia requiere de más tiempo. Este comparó al pueblo iraquí a un pájaro nacido en una jaula – «El padre y la madre del pájaro nacieron en la misma jaula, y también lo fueron sus antepasados durante los últimos 1.400 años». Ahora, el ave ha sido liberada, pero no sabe cómo utilizar sus alas. «No sabemos qué hacer con los valores de la libertad, porque nacimos esclavos, los hijos de esclavos – durante los últimos 1.400 años, con esta cultura inferior», dijo Jamaluddin. «Es por eso que no sabemos qué hacer con los valores modernos de la democracia». [26]
El apoyo de Jamaluddin a la intervención extranjera no se deriva exclusivamente de su promesa de poner en práctica los valores occidentales. También utilizó la argumentación utilitarista en su defensa a la intervención estadounidense, en la creencia de que una presencia estadounidense significativa en Irak ayudaría a defenderse del expansionismo ideológico y de la influencia política de Irán. Si los Estados Unidos retiran sus fuerzas, temía, Irak caería presa de la influencia iraní y eventualmente sería engullida por interminables enfrentamientos sectarios [27]
Económicamente, Jamaluddin argumentó, Irak sólo podía beneficiarse de unas relaciones estrechas con una superpotencia como Estados Unidos, que «gasta $37 billones al año sólo en papel higiénico». [28] Este desafió a los detractores nacionalistas islamistas y pan-árabes «que se quejan de los recursos naturales y del petróleo», afirmando que los estadounidenses habían llegado a saquearlos. Estos detractores, dijo, nunca habían disfrutado los frutos de esos recursos naturales, que fueron saqueados por los anteriores gobernantes tiranos. [29] Por otra parte, si el motivo de los Estados Unidos para intervenir en Irak, fue de hecho el económico, esto, en opinión de Jamaluddin, constituiría una bendición en lugar de una maldición. Estos intereses económicos estadounidenses perpetuarían la participación de Estados Unidos en la región, conduciendo a una transformación en la sociedad árabe y política, en beneficio de los propios árabes. Una economía próspera y una democracia en su opinión, ambas van juntas de la mano. [30]
Todavía en febrero, 2010 diez meses antes del estallido de las revoluciones de la Primavera Árabe, Jamaluddin creía que la administración Obama podía mantener la promesa hecha por el Presidente George W. Bush y mantener una presencia estadounidense en Irak. «Los Estados Unidos trajeron la semilla de la democracia y la plantaron en un suelo alienígena a la democracia», este le aseguró a los iraquíes. «Seguirán cultivando esta semilla hasta que el árbol crezca y le dé sombra a la región en su totalidad». [31] Cinco meses después, sin embargo – con el estrepitoso derrumbe de su partido político liberal en las elecciones parlamentarias – este estuvo descontento con las políticas del nuevo gobierno de Obama, que buscó nada más que su retirada de la región, dejando a Irak – y a Irán – dentro de sus propios dispositivos destructivos. [32]
Entre la roca de Al-Qaeda y el duro lugar de Irán
Jamaluddin, quien defendió la intervención occidental, fue extremadamente hostil a la idea de una intervención regional en los asuntos iraquíes, en especial por parte de Arabia Saudita e Irán, creyendo que la intromisión por los dictadores regionales en la política iraquí fue un claro obstáculo en el camino hacia la democracia. Jamaluddin instó a los iraquíes a rechazar la influencia y el dinero de «ambas catástrofes» – el Mandato-del-Jurisprudente del régimen de Irán y el wahabismo saudita. [33] Jamaluddin incluso fue tan lejos como para amenazar con represalias en contra de los regímenes árabes en Siria, Arabia Saudita y el Golfo, que creía eran responsables de financiar y facilitar los ataques terroristas de Al-Qaeda en Irak en la década del 2000. Su crítica más feroz, fue sin embargo reservada para Irán, por intentar exportar la revolución de Jomeini y por interferir en los asuntos internos de Irak.
Las críticas de Jamaluddin hacia Irán tienen sus raíces en la ideología chiita. Este rechaza el mandato del Jurisprudente («Wilayat Al-Faqih«) – el principio constitucional iraní que le ofrece al líder supremo religioso con la custodia sobre el pueblo. De acuerdo a este principio, al «Jurisprudente» – Ayatolá Jomeini y, después de su muerte, el Ayatolá Jamenei – se les otorgó autoridad que supera a la de los funcionarios electos.
En los Doce chiitas, se cree que el 12avo imam Muhammad ibn Hassan Al-Mahdi, quien desapareció en el siglo noveno, es el Mahdi que reaparecerá al fin de los tiempos como el salvador de la humanidad. El chiismo es «la nación de la espera», anticipando la llegada del Mahdi, explica Jamaluddin.
Pero, «¿qué sucede si el Mahdi no viene en un millón de años?» [34] pregunta Jamaluddin. A través de los siglos, este argumenta, los estudiosos chiitas han acordado que mientras el Imam Mahdi está en un estado de ocultación, el pueblo debería ser gobernado de acuerdo a «una ley racional y civil» y que el establecimiento de un régimen religioso antes de la llegada del Mahdi «es igual de prohibido como el consumir alcohol». [35]
Fue el Ayatolá Jomeini que desafió este consenso introduciendo el principio de la «Tutela Absoluta del Jurisprudente». De acuerdo a este principio, mientras el Imam Mahdi esté en un estado de ocultación, el Jurisprudente asume la custodia, extendiendo todas las funciones y responsabilidades del Imam; el Jurisprudente se convierte, tal como Jamaluddin lo dice en, «Alá en la Tierra, más o menos». [36]
El argumento de Jamaluddin en contra del Mandato del Jurisprudente se deriva de la creación del Islam chiita. Los chiitas creen que Ali bin Abi Taleb fue el sucesor legítimo como imam, seguido a la muerte del Profeta Mahoma. En consecuencia, los chiitas rechazan a los califas Abu Bakr, Omar y Othman que precedieron al Imam Ali. Jamaluddin sostiene que lo único que diferencia a los sunitas de los chiitas es que los chiitas rechazan el gobierno de Abu Bakr, que no fue infalible y aun así se tomó sobre sí mismo todas las autoridades del infalible Profeta Mahoma. Catorce siglos después, ante el triunfo de la revolución iraní de 1979 en Irán, un jurista chiita, Jomeini que todos coinciden no era infalible, se tomó sobre sí mismo todas las autoridades del infalible». [37]
«A mi entender», Jamaluddin argumenta, «el mandato está reservado solamente para los 12 imam infalibles. No tenemos un imam 13 llamado Jomeini, o un imam 14 llamado Jamenei o un 15, que vendrá después de él». [38]
Jamaluddin desarrolló una postura polémica respecto a Irán que, según él, emplea el doble discurso respecto a Irak. Aunque Irán fue el primer país en reconocer el Consejo del Gobierno iraquí y a pesar del proceso político en Irak tras el derrocamiento de Saddam Hussein, el CGRI y los servicios de inteligencia iraníes, sostuvo Jamaluddin, actuaban de forma encubierta a fin de sabotear ese mismo proceso.
«Irak también posee cartas bajo la manga que puede utilizar contra Irán», Jamaluddin advirtió ante las elecciones del 2010. Este declaró que en caso de que ganara las elecciones, usaría al Mujahadeen-e-Khalq y a otros grupos de oposición en contra de Irán a menos que la República Islámica dejara de interferir en los asuntos internos de Irak: «Si las palabras no los disuaden – al igual que estos entrenan milicias, podemos movilizar a Mojahadeen-e Khalq contra Irán… Cualquier país vecino – Siria, Irán, Arabia Saudita, Jordania o Turquía – que desestabilice la seguridad de Irak – si tengo el poder, utilizare estos métodos para desestabilizar su seguridad interna. Si nos tratan con respeto, responderemos de la misma manera y si desestabilizan nuestra seguridad, responderemos de la misma manera también». [39]
Tanto su política de línea dura y su visión del mundo liberal han convertido a Jamaluddin en el enemigo de muchos y este ha sobrevivido a una serie de intentos de asesinato en los últimos años. Jamaluddin siempre creyó que no eran yihadistas sunitas, sino más bien chiitas iraquíes actuando a instancias de Irán, los responsables de estos atentados.
«Al-Qaeda no erra su objetivo, así que definitivamente no fue Al-Qaeda», [40] este medio bromeo luego de un fallido intento de asesinato en el 2007.
«Irán no tolera ninguna voz de oposición chiita al Mandato del Jurisprudente. Estos están dispuestos a tolerarlo cuando se trata de un comunista o un liberal, pero no cuando se trata de alguien religioso chiita» [41], este dijo en otro intento fallido contra su vida en el 2011.
El «Holocausto chiita»
Las secuelas de la primavera árabe han iniciado algunos cambios considerables en el terreno, así como también en los medios de comunicación. Los intelectuales liberales tales como Jamaluddin, que tuvieron una importante presencia en los principales canales de televisión árabes a mediados de la década del 2000, prácticamente han desaparecido de la pantalla. Mientras que los países de la región se desintegran políticamente y mientras una guerra sectaria se intensifica en Siria e Irak, el discurso liberal ha perdido su atractivo público.
Incluso para los jurados optimistas, la visión de Jamaluddin de una democracia secular al estilo occidental parecía inverosímil y utópica ante el contexto de una agitación regional. Sus apariciones en televisión se hicieron cada vez más raras al igual que en sus ensayos ocasionales publicados en Internet, este se vio obligado a reexaminar sus ideas.
Dos años después de su retiro de la política tras su derrota en las elecciones del 2000, Jamaluddin resurgió, colocándose a sí mismo de lleno en el bando de Bashar Al-Assad. En una carta pública de noviembre, 2012 [42] a su enemigo jurado del pasado Nouri Al-Maliki, Jamaluddin le pidió al primer ministro iraquí implementar el Acuerdo de Defensa Conjunto a fin de proteger la integridad territorial de Siria. En la misma carta, Jamaluddin declaró que Irak tiene una obligación moral, política y legal de intervenir en nombre de la estabilidad en Siria y en apoyo del pueblo sirio y «su legítimo gobierno». Si Siria se desintegra, Irak hará lo mismo, advirtió. «El terrorismo religioso que irrumpe en Siria tocará a nuestras puertas, si no nos unimos en contra del odio y el rencor».
Jamaluddin defendía ahora las mismas tácticas beligerantes con las que una vez había amenazado a Irán, Arabia Saudita y a los Estados del Golfo, dirigidas hacia un nuevo enemigo – Turquía, que patrocina a algunos de los grupos de oposición que combaten contra el régimen de Al-Assad. Este abogó por un enfoque de la vara y la zanahoria: castigando a Turquía económicamente y por medio del PKK, mientras recompensaba a Jordania con petróleo iraquí gratis a fin de hacerle disuadir entrar en la coalición anti-Assad.
Jamaluddin pensó que la caída del régimen de Al-Assad tendría el efecto de una bola de nieve letal sobre el Medio Oriente. Por lo tanto, argumentó, que había que hacer virar una mirada pragmática a las relaciones del presidente sirio con Irán, «a pesar de la naturaleza inmunda de esa relación». [43] Viendo a Bashar Al-Assad como la última barrera a la formación de un imperio sunita islamista en el Medio Oriente, este escribió que las opciones son «pocas y extremadamente amargas». «O la dictadura secular en Siria sobrevive o nosotros ayudaremos al establecimiento de un nuevo imperio otomano de la Hermandad Musulmana». [44]
El apoyo de Jamaluddin a Al-Assad se ha vuelto total. En otra carta pública, [45] esta vez dirigida al propio Bashar Al-Assad, Jamaluddin cruzo las distancias como para declarar que «la humanidad tiene una deuda de gratitud con la orgullosa Siria, su orgulloso y perseverante pueblo, su sabio liderazgo y a usted, Oh líder triunfante». En conclusión de su carta, Jamaluddin le advirtió al presidente sirio, «por amor a usted y a su amada Siria», absténgase de concederle amnistía a los miembros de la Hermandad Musulmana, «porque son más peligrosos, astutos y aborrecibles que los ignorantes de Al-Qaeda». [46]
Lo notable y cautivante que pensaba Jamaluddin de Bashar Al-Assad no pasó desapercibido por los expertos. «¿Cuál es la diferencia entre el líder ángel Bashar Al-Assad y el asesino criminal Saddam Hussein?» reflexionó el columnista Fawaz Al-Fawaz, [47] indicando que Jamaluddin fue impulsado por motivos sectarios a escribirle una «oda» a Bashar Al-Assad.
Las admitidas y difíciles alabanzas de Jamaluddin hacia Bashar Al-Assad reflejan sus nuevas prioridades, dictadas por la guerra sectaria y el surgimiento de los movimientos yihadistas sunitas. La prioridad ahora se ha vuelto evitar un inminente genocidio chiita. Jamaluddin cree que la caída del régimen de Al-Assad daría lugar a la aniquilación de los alauitas y que los chiitas iraquíes serían los próximos. En su carta a Al-Maliki escribió: «Los alauitas no enseñarán sus cuellos para que sean sacrificados una vez más. Estos fueron sometidos a varios holocaustos en el pasado y no permitirán una repetición de esta historia oscura». [48]
Su temor por la supervivencia de los musulmanes chiitas en la región está arraigado en el equilibrio tradicional de poder entre la minoría chiita y la mayoría sunita. La militancia pro-activa de los líderes chiitas modernos – Ruhollah Jomeini seguido por Ali Jamenei, Hassan Nasrallah, Abd Al-Malik Al-Houthi y otros – no es característica de la pasividad tradicional del espíritu chiita. Mientras que los sunitas han formado imperios mundiales, los chiitas, «la nación en espera», esperaban a que el Mahdi resurja.
La disparidad entre la pasividad tradicional y la beligerancia moderna entre los chiitas se ejemplifica mejor en los diferentes caracteres de los dos mayores centros de ingenio chiita: los seminarios de Najaf y de Qom. Los medios de comunicación árabes informaron que la autoridad líder de Najaf, el Ayatolá Ali Al-Sistani emitió un fallo – en oposición a los ayatolás de Qom – de que los chiitas iraquíes deberían abstenerse de unirse a la guerra en Siria. Jamaluddin explicó que Nayaf y Qom representan dos enfoques diferentes: La tendencia de Nayaf es evitar las agudas disputas políticas, que implican sangre y asesinatos. [49]
Ante la escalada sectaria y los continuos ataques contra los lugares sagrados chiitas en Siria, la naturaleza pacífica de los líderes religiosos de Nayaf se ha vuelto cada vez más irrelevante. Los chiitas iraquíes se han vuelto más extremistas que incluso los propios ayatolás de Qom, explicó Jamaluddin.
En el 2005, este se mostró optimista respecto a la independencia de Qom de Nayaf y la remoción general de la influencia iraní en Irak. A pesar del comportamiento de los políticos iraquíes chiitas «como si fuesen primos de Ahmadinejad», el público no estaba enamorado de los ayatolás iraníes y la gente no colgaba afiches de Jamenei en sus hogares. [50] Sin embargo, por temor a sus vidas y rabia por los ataques a los lugares sagrados chiitas en Siria, los chiitas iraquíes se volcaron hacia la única y existente potencia militar chiita – Irán. Al apoyar la militancia sunita, Turquía y los países árabes han estado presionando a los chiitas moderados a irse hacia los brazos de Irán y el Mandato del Jurisprudente, [51] debilitando así el liderazgo religioso moderado de Nayaf. Cuando los sunitas en Siria entonaban el cántico: «Enviaremos a los cristianos a Beirut y los alauitas a sus ataúdes», explicó Jamaluddin, «estos encendieron el fuego en los corazones del pueblo (chiita), quienes están aterrorizados».
Conclusión
En el 2012-2013, impulsado por una premonición de un inminente «holocausto chiita», Ayad Jamaluddin se sintió obligado a resurgir de su reclusión política y afirmar su apoyo a los proxies iraníes tales como Al-Maliki y Al-Assad. Pero con el paso del tiempo, Jamaluddin encontró de nuevo su voz liberal, centrándose en la necesidad de un régimen secular en Irak. A pesar del agravamiento de la amenaza islamista sunita con la invasión del EIIS a Irak en el 2014, este criticó a los líderes de Irak por enfrentar esta amenaza a través del sectarismo intensificado chiita. En lugar de unir a los iraquíes en la guerra contra el EIIS dijo, estos líderes chiitas lanzaron una guerra anti-sunita bajo consignas chiitas. Este comparó a los líderes chiitas de Irak, a quienes se les había trasladado el mandato en su país, a los niños que reciben un montón de juguetes y los rompen, porque no saben qué hacer con ellos. [52]
Las elecciones del 2010 han demostrado que las ideas liberales de Ayad Jamaluddin han limitado la presencia política en el Irak de hoy, que, al igual que Siria, se encuentra abrumado con un sectarismo empapado de sangre. Pero la visión del mundo de este estudioso chiita debería ser considerado dentro de un contexto histórico. Cuando Irak y toda la región finalmente emerjan de la disputa sectaria en la que están sumidos y de los intentos del Islam político de tomar el timón de los colapsados regímenes tiránicos, la lucha por la verdadera democracia y el buen gobierno secular será recogido por otros donde Ayad Jamaluddin lo haya dejado.
* Y. Feldner es Director de MEMRI TV y Vicepresidente de Operaciones en MEMRI.
[1] Para ver las anteriores publicaciones de la serie, véase MEMRI Investigación y Análisis No. 1121, «Perspectivas liberales árabes sobre la Primavera Árabe (2): Adonis y Sadiq Jalal Al-‘Azm: Lucha conjunta destrozada por el sectarismo», 1 de Octubre, 2014.
Investigación y Análisis No. 1070, «Perspectivas liberales sobre la Primavera Árabe (1) – Filósofo egipcio Mourad Wahba: El secularismo como requisito previo para la democracia», 16 de febrero, 2014.
[2] Al-Arabiya TV (Arabia Saudita), 14 de diciembre, 2007.
[3] Al-Arabiya TV (Arabia Saudita), 14 de diciembre, 2007.
[4] Al-Arabiya TV (Arabia Saudita), 14 de diciembre, 2007.
[5] Abu Dhabi TV, 19 de agosto, 2006.
[6] Abu Dhabi TV, 19 de agosto, 2006.
[7] Al-Arabiya TV (Arabia Saudita), 14 de diciembre, 2007.
[8] Por ejemplo, Abd Al-Hamid Al-Ansari, ex decano de ley islámica de la Universidad de Qatar
y el estudioso libanés chiita Sayyed Muhammad Hassan Al-Amin, hablando en Murr TV (Líbano), 29 de junio, 2009; Al-Arabiya TV (Arabia Saudita) 12 de agosto, 2010; Ali Al-Amin, en Future TV (Líbano), 26 abril, 2007.
[9] Al-Arabiya TV (Arabia Saudita), 4-18 noviembre, 2010.
[10] Al-Arabiya TV (Arabia Saudita), 4-18 noviembre, 2010.
[11] Abu Dhabi TV, 19 de agosto, 2006.
[12] Al-Arabiya TV (Arabia Saudita), 14 de diciembre, 2007.
[13] Alaan TV (Emiratos Árabes Unidos), 9 de enero, 2010.
[14] LBC TV (Líbano), 31 de julio, 2005.
[15] Al-Fayhaa TV (Irak), 14 de febrero, 2010.
[16] Al-Jazeera TV (Qatar), 28 de diciembre, 2006.
[17] Al-Arabiya TV (Arabia Saudita), 14 de febrero, 2010.
[18] Al-Arabiya TV (Arabia Saudita), 14 de febrero, 2010.
[19] Al-Arabiya TV (Arabia Saudita), 3 de enero, 2005.
[20] Al-Arabiya TV (Arabia Saudita), 3 de enero, 2005.
[21] Al-Jazeera TV (Qatar), 28 de diciembre, 2006.
[22] Al-Arabiya TV (Arabia Saudita), 10 de octubre, 2005.
[23] LBC TV (Líbano), 31 de julio, 2005.
[24] http://www.youtube.com/watch?v=IGAPdOMiQwU, publicado el 27 de junio, 2013.
[25] LBC TV, 10 de septiembre, 2006.
[26] LBC TV (Líbano), 10 de septiembre, 2006.
[27] Al-Jazeera TV (Qatar), 28 de diciembre, 2006.
[28] Al-Arabiya TV (Arabia Saudita), 14 de febrero, 2010.
[29] Al-Arabiya TV (Arabia Saudita), 10 de octubre, 2005.
[30] Al-Jazeera TV (Qatar), 28 de diciembre, 2006.
[31] Al-Fayhaa TV (Irak), 9 febrero, 2010.
[32] Al-Arabiya TV (Arabia Saudita), 12 julio, 2010.
[33] Al-Fayhaa TV (Irak), 9 febrero, 2010.
[34] Al-Fayhaa TV (Irak), 23 de febrero, 2010.
[35] Al-Fayhaa TV (Irak), 23 de febrero, 2010.
[36] Al-Arabiya TV (Arabia Saudita), 4-18 noviembre, 2010
[37] Al-Arabiya TV (Arabia Saudita), 14 de diciembre, 2007
[38] Al-Baghdadiya TV (Irak), 5 de agosto, 2011
[39] Al-Arabiya TV (Arabia Saudita), 14 de febrero, 2010.
[40] Al-Arabiya TV (Arabia Saudita), 14 de diciembre, 2007
[41] Al-Baghdadiya TV (Irak), 5 de agosto, 2011
[42] Kitabat.com. 14 de noviembre, 2012.
[43] Kitabat.com. 26 de febrero, 2013.
[44] Kitabat.com. 26 de febrero, 2013.
[45] Kitabat.com. 23 de febrero, 2013.
[46] Kitabat.com. 24 de febrero, 2013.
[47] Kitabat.com. 24 de febrero, 2013.
[48] Kitabat.com. 14 de noviembre, 2012.
[49] Al-Arabiya TV (Arabia Saudita) 21 de julio, 2013.
[50] Al-Arabiya TV (Arabia Saudita), 3 de enero, 2005.
[51] Al-Arabiya Al-Hadath TV (Arabia Saudita) 21 de julio, 2013.
[52] Al-Baghdadiya TV (Irak) 13 de julio, 2015.