Los siguientes extractos pertenecen a una entrevista con el canciller egipcio Ahmad Abu Al-Gheit, la cual fue emitida en el Canal 1 de la televisión egipcia el 11 de abril, 2010.
Para ver este segmento de video en MEMRI TV, visite http://www.memritv.org/clip/en/0/0/0/0/0/0/2453.htm.
Entrevistador: «Permítame que le haga la pregunta que hace el hombre en la calle: ¿Qué hay de malo en que Irán obtenga un arma nuclear? Es un país islámico, vecino de los árabes y sus capacidades van dirigidas contra los enemigos de los árabes y los musulmanes. ¿Cómo podría Egipto verse perjudicado porque Irán obtenga un arma nuclear?»
Ahmad Abu Al-Gheit: «Nos hemos olvidado de la historia».
Entrevistador: «Qué quiere usted decir?»
Ahmad Abu Al-Gheit: «Irán es una potencia persa, no árabe. Tiene planes e intereses en el Golfo, donde ocupa islas que son árabes. Ejerce su influencia en Irak y en el pasado combatieron en una guerra contra Irak.
[…]
«Una potencia nuclear iraní supone una amenaza a la proliferación nuclear en el Medio Oriente. Por lo tanto, nosotros no vamos a estar de acuerdo con esto. Queremos que Irán se abstenga de obligar a los árabes a participar en una [carrera] armamentista nuclear con esta. Deberíamos tomar en consideración – y no olvidar esto, porque algunos lo hacen – ya que Irán tiene aspiraciones de influir en la región de forma que no coincida con las prioridades e intereses de los árabes.
«Cuando atestiguamos la influencia iraní en Irak, debemos ser cautelosos. Irak es un país árabe. Cuando atestiguamos la influencia iraní en un país como el Líbano, deberíamos decirles a nuestros hermanos libaneses que la identidad árabe debería prevalecer sobre la afiliación religiosa. Cuando atestiguamos la influencia [iraní] a través de la frontera con Egipto, en la forma de ayudar a Hamas a enfrentar a Israel, no para liberar a Gaza o a Cisjordania, sino converger el mensaje a Israel de que: Podemos llegarles…
[…]
«Nosotros en Egipto no estamos familiarizados con la división de sunitas y chiítas. He sido diplomático durante 45 años, desde 1965. Nunca en mi vida le pregunte a un funcionario, diplomático o ministro iraquí si era chiíta o sunita».