El Diario Al Hayat publicó un artículo escrito por el Doctor ‘Adel Awadh, un médico iraquí que trabajaba en un hospital en el que se le cortaron las orejas a desertores militares bajo las órdenes de Sadam Hussein. Awad huyó de Irak para evitar tener que hacer estas cirugías. A continuación presentamos extractos de su relato:
«El problema comenzó en 1994 cuando Sadam Hussein dio la orden presidencial de cortarle las orejas a todo militar que no se reportara para el servicio militar o que desertara del ejército. Desafortunadamente, yo acababa de comenzar mi residencia después de graduarme de la escuela de medicina. Nunca me imaginé que un médico iraquí fuera forzado a realizar cirugías mutilantes… Pero eso fue exactamente lo que pasó… llegó el día en el que doctores militares iraquís… fueron forzados a cortarle las orejas a oficiales y soldados…»
El Dr. ‘Awadh relata su primera experiencia cuando presenció como se llevaba al personal militar a la sala de operaciones, durante la noche, con las manos atadas y los ojos cubiertos, «como ovejas al matadero.» Continúa diciendo que una hora después vio como se llevaba a los mismos soldados en camillas a los mismos vehículos que los trajeron; estaban inconscientes y con la cabeza vendada. «Al día siguiente… el director del hospital reunió a todos los cirujanos en la sala de operaciones… porque había surgido un conflicto entre ellos, pues algunos estaban tratando de evitar cometer este crimen… y uno de ellos dijo que hasta los doctores que no eran cirujanos tendrían la habilidad de hacer esa operación… A mi se me informo mas tarde que el director del hospital forzó a todos los especialistas, sin excepción, a realizar la cirugía mutilante. Me pareció en ese momento que esa era una manera de repartir la responsabilidad entre todos los cirujanos… y de tratar de aminorar la magnitud del crimen de aquellos que llevaron a cabo las operaciones…»
El Doctor ‘Awadh escribió que se preguntaba constantemente cual hubiera sido su reacción si le hubieran pedido que hiciera la operación, «pero afortunadamente nunca me lo pidieron…» Sostiene que: «Algunos de los doctores tenían miedo de caminar por las calles en donde vivían y practicaban su profesión…» [1]