El director ejecutivo del Foro Libertad del Medio Oriente, el periodista egipcio-norteamericano copto Magdi Khalil, [1] escribió recientemente un artículo sobre las ventajas del tratado de paz entre Egipto e Israel. Él escribió que contrario a las denuncias de sus críticos, el tratado no es la razón de los problemas internos de Egipto – éstos son falla de la opresiva, corrupta e ineficacia del régimen en el país. En cuanto a las denuncias de que el tratado de paz eliminó a Egipto como aliado en el conflicto árabe-israelí, Khalil dice que éste fue una ventaja en lugar de una desventaja, porque Egipto ya no se enrola en guerras interminables, y no está sujeta y enajenada a las agendas de otros. Él enfatiza que el tratado le ha traído estabilidad y prosperidad a Egipto, y buenas relaciones con la comunidad internacional y lamenta el hecho de que el régimen egipcio nunca abusó de esto para propulsar el país hacia adelante.

A continuación se presentan extractos del artículo:

«Los críticos del tratado son guiados por convicciones ideológicas rígidas… qué no dejan espacio para una verdadera valoración… basados en los costos y beneficios»

«El 26 de marzo del 2009, exactamente 30 años han pasado desde la firma del Tratado de Paz egipcio-israelí el 26 de marzo, 1979. Yo considero que este tratado es el hecho más significativo en las últimas tres décadas de historia egipcia contemporánea.

«Existe una falta sensible de estudios científicos y amplias encuestas diseñadas para examinar y medir a la opinión pública egipcia respecto al tratado. Lo qué si puede ser calibrado es el punto de vista de los medios de comunicación egipcios, tal como es reflejado en la cantidad masiva de escritos que se han publicado desde que el tratado fue primeramente firmado. En general, los medios de comunicación egipcios han tomado una postura negativa hacia el tratado – pero esto no refleja la verdadera actitud de la corriente principal egipcia. Los medios de comunicación egipcios, como otros medios de comunicación árabes, son controlados por islamistas, nacionalistas, pan-árabes y facciones socialistas, así como también por reporteros del régimen y miembros del personal, que son principalmente adeptos a defender sus intereses personales. Los críticos del tratado son guiados por convicciones ideológicas rígidas que son totalmente irrelevantes al ciudadano egipcio promedio y qué no dejan ningún espacio para una verdadera valoración del tratado basado en sus costos y beneficios.

«La mayoría de los opositores al tratado lo culpa de neutralizar el papel egipcio en el conflicto árabe-israelí. Sin embargo, la pregunta verdadera es si nosotros deberíamos considerar esto una ventaja o una desventaja! En mi punto de vista, la remoción de Egipto del conflicto debería verse definitivamente como una ventaja inestimable. ¿Por qué razón, y por que medios, Egipto debe continuar luchando por los árabes en ausencia de algún beneficio que lleve más allá su desarrollo y su prosperidad? ¿Es razonable esperar que Egipto pague un precio exorbitante y haga continuos sacrificios que ni son reconocidos ni recompensados, sólo porque otros han definido así su papel en la región? Un simple análisis costo-beneficio muestra claramente que anterior a la firma del tratado, Egipto sostuvo grandes y continuas pérdidas. Se suponía que continuara adelante en ese debilitante camino, sólo para ser alabado como la ‘obediente hermana mayor’ del mundo árabe?…

«El papel egipcio – el tema de mucha conversación y lamento – tiene dos facetas. La primera, un papel militante que fue ejecutado bajo el liderazgo de Gamal ‘Abd Al-Nasser, finalizó con la derrota de 1967, y puede describirse mejor como catastrófico para ambos Egipto y para la región en conjunto. La otra faceta es más dócil – a saber, la influencia y el poder ejercidos a través de los medios culturales, creativos, educativos y artísticos. El declive de [este] papel no tiene nada que ver con el Tratado de Paz; este ha sido restringido y silenciado por la falta de libertad, y por el fracaso en llevar a cabo un desarrollo válido y un plan de reavivamiento».

«Podemos nosotros de una manera posible responsabilizar al tratado de la corrupción que se ha esparcido a través de la sociedad egipcia?»

«Otros culpan al tratado de los retrocesos que han ocurrido en Egipto en las últimas décadas. Esta denuncia es infundada y errónea. ¿Podemos nosotros de alguna manera posible responsabilizar el tratado de la corrupción que se ha extendido a través de la sociedad egipcia, desde lo más alto hasta el fondo? ¿Es esta responsable por la falta de democracia, las libertades y un gobierno apropiado?

«Debería el tratado ser culpado por la desigualdad de clases y la injusta distribución de ingresos y riqueza, o por la espantosa explosión de la población? ¿Es este responsable a que Egipto se convierta en un estado policial prohibitivo, y de la opresión que ha tomado raíz dentro del régimen y las instituciones religiosas? ¿Puede esta realmente culparse de la ausencia de una visión auténtica de progreso y desarrollo, por la ausencia de partidos políticos o por el deterioro de las escuelas y universidades?

«Es esta responsable por la alianza no-sagrada de poder, riqueza y corrupción, por el fraude en las elecciones, o por la ausencia de normas de justicia y garantías de independencia judicial? ¿Es esta responsable por la pobre actuación en el aumento del aparato mediático y de la autoridad del legislativo? ¿Es esta responsable del crecimiento y expansión del Wahhabi fundamentalista y de la ideología beduina, o por domar, corromper y sofocar a la sociedad civil?

«No, la falla yace claramente con un régimen fracasado, y no con el Tratado de Paz, que fue y continúa siendo, uno de las mejores y más valederas acciones tomadas por Egipto desde 1952.

«En cuanto a la solidaridad árabe, la pregunta debe ser si el tratado puede ser culpado por la guerra Irán-Irak, por la invasión de Saddam a Kuwait o por la rienda suelta de Siria en el Líbano, la cual duró tres décadas marcadas por asesinatos y la eliminación de figuras nacionales. ¿Es responsable el tratado por la guerra civil en Argelia, o por el problema del Frente Polisario en Marruecos? ¿Debería culparse a esta de la muerte de más de dos millones de almas al sur de Sudán, y 300,000 en Darfur? Precipitó este la fragmentación de Somalia o comenzó la continua guerra entre Fatah y Hamas. Causó esta las disputas personales entre los gobernantes árabes?»

Un ataque al Tratado de Paz es «un ataque a la propia paz, y un retorno a las viejas formas de subordinar las causas egipcias a la agenda árabe»

«Los oponentes al tratado también lo critican por dejar la mayor parte del Sinaí desprovista de armamento pesado, que ellos claman ha comprometido de alguna manera la seguridad de las fronteras orientales de Egipto. Sin embargo, nosotros realmente debemos cuestionar si es mejor para el Sinaí permanecer ocupado o ser liberado bajo condiciones que no propongan ninguna restricción sobre el desarrollo sino sólo sobre la guerra.

«Esto también plantea otra pregunta sobre la continua percepción de Israel como el enemigo a pesar del hecho de que todos los territorios egipcios anteriormente ocupados han sido devueltos a Egipto, y las mutuas escaramuzas han cesado. ¿Debería esta actitud ser considerada un ataque a la propia paz, y un retorno a las viejas formas de subordinar las causas egipcias a la agenda árabe?

«El Presidente Mubarak hizo surgir una cuestión aun más significativa en una entrevista el 16 de febrero, 1981 con el diario kuwaití Al-Siyassa. Él preguntó: ‘Cual es la alternativa árabe al tratado?… Nada puede lograrse yendo a la guerra con Israel, es imposible… antes de Camp David, pudo alguna fuerza tener éxito en obtener un compromiso por Israel de retirarse [de las tierras ocupadas]? Los palestinos se han vendido a si mismos a muchos países; se han vendido a Libia, Irak y Siria’.

«La pregunta surgida hace casi 30 años por el Presidente Mubarak es aun válida y espera por una respuesta de los árabes y los entusiastas de las consignas vacías. ¿Cuál es la alternativa al Tratado? ¿Qué acciones han tomado los árabes en las últimas tres décadas para librar a sus tierras? ¿Ha podido Siria deshacerse a si misma de la inercia y apartarse de las consignas fútiles? ¿Ha mejorado la situación de los palestinos, o de hecho ha empeorado mientras estos se han dividido aun más? ¿No ha seguido Jordania el ejemplo de Egipto en recuperar sus territorios antes de que la oportunidad pudiera perderse? ¿Y finalmente no fueron los árabes a Madrid, y los palestinos a Oslo, en una postura mucho más débil de la que pudieran sostener en Camp David?

«Por otro lado, no existe ninguna duda sobre el muchas ventajas del tratado. Gracias al tratado, cada pulgada previamente ocupada del Sinaí le ha sido restaurada a Egipto, junto con su petróleo y riquezas. El turismo egipcio ha sido sometido a un reavivamiento sin precedentes, y la ciudad de Sharm Al-Sheikh se ha convertido en el recurso turístico más importante en Egipto así como también un centro a las principales conferencias internacionales. Las guerras continuas son la peor prueba para cualquier nación, y cuando la guerra llego finalmente a su conclusión, el agotamiento humano y de los recursos financieros también llegó a su fin.

«Después de firmar el tratado, a Egipto le fue concedido una suma anual de $2.1 billones por los Estados Unidos. Desde 1979, ha recibido de hecho un total de $63 billones. Egipto también recibió ayuda de otras fuentes en la forma de alivios a la deuda y la extensión del crédito. Así, gracias al tratado, Egipto ha obtenido aproximadamente $200 billones de los Estados Unidos, de otros países occidentales y de varias instituciones financieras internacionales.

«Gracias al tratado, Egipto ha recobrado su estatus en la comunidad internacional como… un socio importante en las continuas negociaciones de paz

«Gracias al tratado Egipto también ha recobrado su estatus en la comunidad internacional como pacificador y un socio importante en las continuas negociaciones de paz… En luz de esto, es razonable denunciar que la tensión anterior en las relaciones de Egipto con Siria, Irak y con Yasser Arafat debería sobrepasar la importancia de construir y mantener fuertes relaciones con los Estados Unidos, Europa y la comunidad internacional? Los regímenes de Saddam y Arafat estaban basados principalmente en consignas, suposiciones y políticas que le costaron muy caro a sus pueblos, y lo mismo se dice del régimen de Assad.

«El 5 de octubre de 1981, sólo 24 horas antes de su muerte, el difunto presidente egipcio Anwar Sadat le dijo a la revista egipcia Octubre: ‘Me gustaría confirmarle a nuestros hermanos árabes que yo me sentía exactamente igual que ustedes, y quizá incluso peor… yo creía que la actitud norteamericana no tenía esperanzas [para nosotros], y que los Estados Unidos [siempre] apoyarían a Israel, injusta o justamente. Pero esta [eventualmente] se tornó evidente que éste es un concepto erróneo total. Si uno consigue entender al pueblo norteamericano, y que ellos lo entiendan a uno, uno puede resolver todos sus problemas, porque ellos son justos – mientras uno permanezca siendo justo y honrado [con ellos], y se abstenga del doble discurso, [es decir] de decir una cosa y luego hacer otra’…

«Yo creo que el verdadero revés de Egipto fue su fracaso en aprovecharse propiamente de la estabilidad y de la afluencia de fondos para idear un plan de desarrollo válido…

«En resumen, el Tratado de Paz egipcio-israelí fue un paso notable para Egipto e Israel, y de ninguna manera es responsable por los fallidos planes de desarrollo o por la falta de progreso en Egipto. Ese fracaso yace en ángulo recto sobre los hombros del régimen. Es absurdo denunciar que el acabar con las guerras y hacer la paz resulte en retrocesos y fracasos. El culpable en nuestro caso es la mala gobernabilidad. Para demostrar este punto, sólo necesitamos observar el progreso sustentable que Israel ha hecho desde la firma del tratado. El fracaso de Egipto es de fabricación local – así que no culpen a nadie sino a ustedes mismos».


[1] Magdi Khalil es director ejecutivo del Foro Libertad del Medio Oriente, y editor ejecutivo del semanario copto egipcio Watani International. Un redactor sindicado de varios diarios en Idioma árabe, también ha escrito y co-escrito 20 libros y numerosos artículos sobre temas del Medio Oriente, las relaciones árabe-occidentales, el extremismo islámico y la situación de las minorías no-musulmanas en los estados islámicos. También es un prominente comentarista político en varios canales de la televisión por satélite árabe.