Siguiendo a la caída de Saddam Hussein en abril del 2003 y el surgimiento de los shiitas de Irak como la fuerza política dominante del país, los sunnis de Irak, que por siglos controlaron al país, ahora se encuentran a si mismos muy debilitados políticamente, incluso marginados. Como resultado, los tres municipios predominantemente sunni al noreste de Irak se han convertido en centros de insurrección y la fuente de la mayoría de las actividades terroristas perpetradas por Abu Mus’ib al-Zarqawi. Muchos sunnis también boicotearon las elecciones del 30 de enero, declarando que sólo participarían si un itinerario fuese primero fijado para el retiro de las fuerzas multinacionales.
Un cambio en la posición sunni
Desde las elecciones, los sunnis parecen lamentar su boicot, el cual sólo ha aumentado su aislamiento político. De hecho, los sunnis están mostrando un creciente interés reintegrándose al proceso político y tomando parte activa en el bosquejo de una nueva constitución.
Una dramática manifestación de este cambio en la posición sunni fue el fatwa emitido por 64 clérigos sunni legitimando el alistamiento en las crecientes fuerzas de seguridad del país.
El mensaje del fatwa
El fatwa llamó en los iraquíes a unir las líneas del ejército y la policía iraquí «si un intento sincero es observado» y si el soldado/policía «se adhiere a servirle a su religión, a su país y a su nación, y no apoye al ocupante de su país».
En un sermón del Viernes en la Mezquita Umm Al-Qura en Bagdad, [1] el Jeque Dr. Ahmad Abd Al-Ghafour Al-Samara’i, director general del Sunni Waqf (dotaciones religiosas) describió el alistamiento en las fuerzas de seguridad como una acción dictada por «la crítica situación actual, reflejando las prioridades establecidas por la jurisprudencia religiosa, y como una acción que confía en las palabras de los estudiosos religiosos distinguiendo entre lo bueno y lo malo, y porque la preservación de la seguridad del pueblo y del país es una obligación que no puede ser cumplida en este momento sin una fuerza militar y policial [que comprende] elementos honrados y fieles… La no-participación en el ejército y la policía por [sunnis] decentes y competentes sólo proporciona una oportunidad para otros [que quieren hacerle daño a la seguridad]».
Al-Samara’i describió el fatwa como «un esfuerzo de un número grande de estudiosos religiosos de servir al bienestar del país y al pueblo».
En una entrevista posterior con el diario de Londres Al-Sharq Al-Awsat, Al-Samara’i agregó: «El fatwa es la solución a la crítica situación actual. Es una llamada a la consulta… La verdadera resistencia entiende y no desea tener milicias que gobiernen el país. La pobre conducta de las [fuerzas de seguridad] en hacer arrestos y el daño y la destrucción forzada a los lugares de oración y otros sitios nos han obligado a emitir este fatwa «. [2] El fatwa fue también firmado por el Jeque Ahmad Hassan Al-Taha, imam de la Mezquita Abu-Hanifa en Samaraa, y el Jeque Ziad Mahmoud Al-Aani, decano de la Universidad Islámica en Bagdad y miembro del Partido Islámico. [3]
A la fecha, uno de los principales objetivos de los insurgentes ha sido el personal de seguridad, la mayoría de los cuales son shiitas. El animo de los clérigos sunni hacia los sunnis a alistarse hará necesario un cambio en las tácticas de los insurgentes, sino una estrategia.
Al-Sistani hace una apelación similar
Pocos días después, el 22 de marzo, un fatwa similar fue emitido por el Gran Ayatola Ali Al-Sistani. En respuesta a una pregunta de un ciudadano iraquí concerniente a si era «un deber religioso el colaborar con las agencias responsables para conservar la seguridad en el país», Al-Sistani respondió: «Sí, es necesario, mientras los imperativos religiosos sean preservados». [4]
[1] La Mezquita Umm al-Qura fue construida por Saddam Hussein después de la primera Guerra del Golfo como la Mezquita Umm al-Ma’rik (Mezquita de la Madre de Todas las Batallas).
[2] Al-Sharq Al-Awsat (Londres), abril 2, 2005
[3] Semanario Al-Ahali (Bagdad), abril 5, 2005
[4] Al-Mada (Bagdad), abril 2, 2005