Los ataques del 11 de septiembre, 2001 han enfocado la atención global sobre el mundo musulmán, y han despertado perspicaces debates en los círculos intelectuales árabes sobre circunstancias religiosas, sociales, económicas, políticas, y culturales que han dado lugar al fenómeno de los ataques suicidas en nombre del Islam. Los forjadores de opinión pública musulmana han argumentado que el terrorismo islamista obligará a los países musulmanes a pasar por un cambio básico y obligará a los regímenes árabes a tratar con asuntos que fueron previamente puestos de lado, tales como la educación religiosa extremista, la democracia, y los derechos humanos. Además, muchos forjadores de opinión pública árabes han concluido que el mundo musulmán ha alcanzado un punto de quiebre en sus relaciones con Occidente, y que la política occidental hacia esta necesariamente cambiará en luz a la amenaza del terrorismo.

Un intelectual árabe que ha tratado extensivamente con las implicaciones de los ataques del 11 de Septiembre es el Dr. Muhammad Abd Al-Muttalib Al-Houni, reformista libio quien vive en Italia. En un libro publicado en el 2004, titulado El Dilema Arabe ante la Nueva Estrategia Americana (con prólogo del intelectual tunesino Lafif Lakhdar), el Dr. Al-Houni explica el cambio básico en la estrategia americana desde el 11 de Septiembre. Él escribe que diferente a la era de la Guerra Fría, los Estados Unidos no apoyarán ya más los regímenes árabes tiránicos que sirven a sus propios intereses. En cambio, considera que la democratización del mundo árabe es del total interés nacional americano, directamente unido a la guerra al terrorismo y a la seguridad americana. Eso es también por qué esta nueva estrategia incluirá los esfuerzos para promover a la sociedad civil en los países árabes.

Al-Houni expresa esperanzas de que los árabes dejarán de creer que la vida seguirá como de costumbre, y reconocerán el cambio en estrategia americana. Así, tomarán las decisiones correctas y debidamente informadas y no serán guiados por el camino equivocado en percepciones pasadas de moda.

Al-Houni coloca en detalle los factores que generan al terrorismo árabe e islámico, describe los nuevos enemigos de América, y propone maneras de combatir el terrorismo. Él se enfoca en la democracia en el mundo árabe, describiendo a los intelectuales que se oponen a la democracia y a los factores que obstruyen su aplicación. Al final de su estudio, concluye que las sociedades árabes están enfrentando un dilema: ellos o desunen sus lazos de su legado medieval y adoptan una filosofía de vida y libertad en lugar de una de muerte y odio, o desunen sus lazos con la civilización occidental y rechazan la democracia y la modernidad.

Lo siguiente es un resumen y traducción de extractos centrales del tratado de Al-Houni: [1]

Los árabes no entienden que el mundo ha cambiado

Al-Houni comienza su tratado explicando que intenta presentar un punto de vista diferente desde la manera de ver nacionalista, basado en la conspiración que prevalece actualmente en el mundo árabe el cual mantiene que nada ha cambiado en el mundo desde el final de la Guerra Fría o desde el 11 e Septiembre. Al-Houni, quién cree que la estrategia americana ha cambiado completamente, busca presentar este cambio al mundo árabe que, él clama, padece de varias fallas fundamentales, a los que él señala en su introducción.

Al-Houni afirma que existen varias respuestas a los asuntos que involucran el mundo árabe y musulmán, y que los árabes no deberían acusar a aquéllos de entre ellos cuya opinión es diferente de la apostasía y la traición. Él escribe: «El discurso político árabe popular hoy tiene sólo dos [extremos] ideológicos… Hoy nosotros [estamos obligados a escoger] entre Alá y el diablo, entre el nacionalismo y la traición, entre la verdad y la falsedad, entre la corrupción y la virtud, entre lo bueno y lo malvado. En otras palabras, estamos completamente ciegos al hecho de que el espectro de ideas es diverso. Esta lógica sólo puede llevar al rechazo… El discurso político árabe es hoy beligerante, discurso ideológico basado en el auto-engrandecimiento, y en atribuirle cualquier profanidad a otros…»

Al-Houni crítica severamente a los regímenes árabes, los cuales describe como «arbitrarios, opresivos, y fanáticos.» Sin embargo, podría aplicarse la misma representación, a su manera de ver, a algunas de las elites educadas árabes: «En muchos casos, las elites intelectuales han buscado la ayuda de los regímenes para oprimir al [intelectual] quién sostiene diferentes puntos de vista. Las autoridades han a menudo actuado violentamente hacia el otro para aplacar a un cierto grupo, y el único en beneficiarse en tales casos fue el régimen opresivo, cuya vida útil fue prolongada. Tal como exigimos que las autoridades pongan fin a los actos de opresión y concedan más libertades, debemos reconciliarnos entre nosotros mismos como intelectuales, y abstenernos de usar los mismos medios usados por el régimen – la coerción y la discriminación…»

La base política anterior americana: Alianza con los regímenes tiránicos para derrotar al comunismo

En la primera parte de su tratado, Al-Houni describe la estrategia americana durante la Guerra Fría como una guiada por el principio maquiavélico de «el fin justifica los medios». En un esfuerzo por derrotar al Comunismo, los Estados Unidos entraron en la guerra en Vietnam y Corea, promovieron regímenes tiránicos y corruptos con los que estaban aliados, proporcionaron ayuda a los fundamentalistas musulmanes que combatían a los soviéticos en Afganistán, y fueron ayudados por bandas de delincuentes, incluyendo la Mafia: «Los Estados Unidos han usado todos los medios posibles, legítimos e ilegítimos, morales e inmorales… para alcanzar este fin… Esta conducta americana, que ha estado durante mucho tiempo, ha causado a todos los pueblos que esperaban ser libres [de sus gobernantes tiránicos] de que vieran a los Estados Unidos como su enemigo No. 1. Para muchos, el término ‘Estados Unidos’ asumió el significado de un imperio del mal, al cual debe hacérsele daño…»

«La Guerra Fría fue una guerra difícil, y los bandos que participaron en esta no se conformaron por menos de la destrucción total del otro bando. Con este fin, cada bando usó las armas que tenía… y el arma más importante fueron los países del Tercer Mundo, que durante 50 años habían sido rehenes de uno o de otro bando… Los regímenes fueron los rehenes de los grandes amos de uno de los bloques [del mundo], y los pueblos fueron los rehenes de esos mismos rehenes que fortalecieron su mandato por medio de la opresión, inanición, y depravación…

«La mayoría de los países árabes que se inclinaban hacia los Estados Unidos eran para ese momento hostiles a los planes pan-árabes, y los servicios secretos americanos asignaron fondos a los aparatos de opresión en estos países con el propósito de la guerra contra el Comunismo. Los presidentes de estos países cometieron errores, que alcanzaron el nivel de traición… Por ejemplo, espiaron para Israel en la cumbre secreta árabe y en la época de guerra… Introdujeron en los planes de estudios escolares y universitarios lo peor de las ideas reaccionarias oscuras en la herencia islámica – ideas tales como al-walaa wa-al-baraa] ‘lealtad y repudio’] [2], y la idea del Jihad en el sentido de matar a los no-musulmanes y de hacerles daño y humillar al otro… Y así, millones de personas fueron educados durante la Guerra Fría… sobre estas ideas ilógicas pasadas de moda.

«Esta educación fue un éxito brillante… Cuando los Estados Unidos llamaron en los musulmanes a combatir en Afganistán, este encontró ejércitos preparados para la batalla entre los miembros de estas generaciones… Muchos de estos jóvenes pensaron que ésta era una oportunidad de implementar las ideas que habían aprendido…

«Los Estados Unidos, que habían declarado [su compromiso a] los derechos humanos hace ya 200 años, no reprendieron a los gobernantes [árabes], o detuvieron los actos de represión y los crímenes que ellos abiertamente cometieron contra su pueblo, porque a los ojos de los Estados Unidos nada superaba la importancia de su guerra con el enemigo comunista… Los pueblos árabes fueron considerados un agente desdeñable… cuya esclavitud no se detractó de la libertad [de los Estados Unidos] y cuyo atraso no impedía la civilización [de los Estados Unidos]. Ésta era la imagen de la Guerra Fría en el Medio Oriente – países explotados y la gente empobrecida que habían perdido esperanza en todas las ideologías, y que no tenía nada más para confortarse a sí mismos sino el Paraíso después de la muerte.

«Después de que la Guerra Fría terminara, Occidente, encabezado por los Estados Unidos, continuo, como era su costumbre, despreciando el destino de estos pueblos y sus luchas mientras que sus propios intereses no fuesen dañados, y mientras el petróleo árabe fluyera sin ninguna obstrucción…»

Las razones de la tragedia del 11 de Septiembre

Al-Houni considera el 11 de Septiembre de ser el fin de una era histórica, debido a que Estados Unidos fue atacado por primera vez en su propio suelo. El enemigo es un nuevo tipo de enemigo, sin una locación particular – está en todas partes, incluyendo al propio Estados Unidos, y se aprovecha de la información y revolución tecnológica para financiar, armar y escoger sus objetivos. El terrorismo hoy es más peligroso que en el pasado debido a que los terroristas pueden obtener armas de destrucción masiva.

En luz de esta nueva situación, dice Al-Houni, una nueva estrategia americana está empezando a surgir: «Los Estados Unidos ve el nuevo terrorismo como un enemigo verdadero que amenaza su misma existencia, no meramente sus intereses. Entiende que las capacidades [de este nuevo terrorismo] son muy grandes; sus organizaciones tienen ramificaciones por todas partes, y sus objetivos no pueden ser predecidos. Todo esto requiere [que los Estados Unidos] cambien su estrategia política y militar de una manera apropiada para oponerse al nuevo peligro…»

Al-Houni clasifica las raíces del terrorismo árabe e islámico por las motivaciones principales detrás de ellas:

· La falta de incluso un mínimo de derechos humanos en los estados tiránicos.

· Las relaciones amistosas entre los Estados Unidos y varios países árabes.

· Los conflictos regionales, y – desde el punto de vista árabe y musulmán – particularmente el conflicto árabe-israelí. Los árabes creyeron que después del fin de la Guerra Fría y el levantamiento de la amenaza soviética, los americanos impondrían una solución justa, o semi-justa, en las partes al conflicto. Esto no pasó; al contrario, cada día los árabes observan las escenas en la televisión desde las tierras palestinas – mostrando escenas de muerte, destrucción, expropiación de tierra, demolición de casas, y el establecimiento de asentamientos, y nadie viene en ayuda del débil.

· Los regímenes árabes que saquearon y malgastaron la riqueza de sus países. Esto tuvo repercusiones negativas para una sociedad cuya clase media se estaba desintegrando y cuya clase pobre se estaba ensanchando. No puede haber progreso o moderación en el discurso político de un pueblo que no tiene una clase media amplia. Por consiguiente, el discurso del terrorismo y su filosofía nihilista generalmente encuentra un oído entre los ejércitos de los pobres.

· La educación árabe la cual provocó la hostilidad de los estudiantes hacia el mundo externo y colocó en ellos ideas mal olientes de hostilidad y odio para cualquiera que sea diferente. Por medio de estos curriculums ensombrecidos y oscuros, la gente joven se ha desarrollado en hombres de la verdad absoluta, que creen que todos los pueblos «infieles» deben ser masacrados.

Al-Houni concluye, «El arma árabe usada por los Estados Unidos en la Guerra Fría fue costosa. Cuando los americanos usaron a los árabes y a los musulmanes en una guerra que no les concernía, no estaban interesados en examinar el curriculum adoptado por sus aliados, o examinar en las escuelas de estudio árabes del Corán del cual Pakistán está lleno y los cuales crearon al Taliban, la cultura del Jihad contra los infieles, y el martirio por la causa de Alá…»

Al-Houni enfatiza que los terroristas no están actuando en un vacío, sino que disfrutan la ayuda de países que les ayudan directamente, cubren un ojo a sus actividades, o no tienen el control completo por encima de todo su territorio.

La democratización del mundo árabe se ha convertido en el interés nacional americano

Después de discutir la estrategia americana pasada, en cómo el terrorismo ha provocado un cambio en esta estrategia, y quiénes son los nuevos enemigos de los Estados Unidos, Al-Houni analiza la nueva estrategia americana, en el que la democratización del mundo árabe es una meta central.

En apoyo a la idea de democratización del mundo árabe, y en luz del lugar central del mundo árabe en la nueva estrategia americana, Al-Houni llama el mundo árabe a endosar la democracia. Él clasifica a los intelectuales árabes opuestos a la democracia en tres grupos. Enumera los obstáculos para implementar la democracia en el mundo árabe, sugiere a los Estados Unidos en el cómo fortalecer la democracia en esos países, y sugiere a los árabes el cómo librarse a sí mismos de los conceptos pasados de moda.

Según Al-Houni, «los Estados Unidos no podrán secar los manantiales del terrorismo sin establecer sociedades con un mínimo de democracia y derechos humanos, y con educación moderna que no se oponga a la era [moderna] y a sus valores… Los Estados Unidos aspira, claro, a proteger sus intereses en los países [musulmanes], pero estos intereses no son ya más compatibles con el mantener fuertes relaciones con países crueles y [totalitarios]. Por consiguiente, por primera vez en la vida, los americanos se encuentran obligados a intervenir en lo que yo considero, hasta no hace mucho, la política doméstica de estos países. Desde el 11 de Septiembre, la democratización del mundo – particularmente el mundo árabe – se ha vuelto para los americanos de interés nacional».

En valoración de Al-Houni, los Estados Unidos han decidido poner fin a los gobiernos dictatoriales, usando uno de los medios siguientes:

a) Derrocar al régimen por la fuerza, tal como en Irak y Afganistán, o creando problemas políticos y agitando a las minorías para eliminar estos regímenes;

b) Cambiar los regímenes por medios no-violentos, consiguiendo que los regímenes bajo amenaza acepten los cambios internos, tales como aceptar la oposición, establecer partidos y organizaciones que no son del gobierno, y reemplazar a los gobernantes pacíficamente.

La aplicación de esta receta en cualquier país totalitario, según Al-Houni, significará el fin de la clase gobernante antigua y el surgimiento de nuevos líderes.

«Flexibilizando el músculo militar» no es suficiente para llevar a cabo la nueva política americana

Al-Houni advierte que no es suficiente para la nueva estrategia americana de flexionar el «músculo militar», pero que necesita llevar a cabo una nueva política en varias áreas:

1. Los Estados Unidos deben poner fin al conflicto árabe-israelí, para que hayan dos países democráticos – árabe y hebreo [israelí].

2. Los Estados Unidos deben ayudar que los pueblos de la región a establecer organizaciones económicas que llevarán a su desarrollo. Este paso complementará el proceso de paz en el Medio Oriente debido a que «una paz política sin una paz social apoyada por una economía legítima sería no más que un intermedio entre dos guerras».

3. Los Estados Unidos deben actuar hacia el asegurar un mínimo de democracia para los pueblos de la región. Esta democracia sería el resultado ambos de las demandas internas y del apoyo externo, y es «la clave a muchos de los complejos problemas de hoy…»

4. Los Estados Unidos deben presionar a los gobiernos para cambiar sus curriculums, ya que ha sido puesto en claro que la mayoría de los perpetradores de los ataques [en los Estados Unidos] y sus líderes pertenecen a estos países que han tenido una educación religiosa extremista durante mucho tiempo, aunque políticamente ellos se han inclinado hacia los Estados Unidos. El último ha comprendido de que no es suficiente para estos países proclamar su apoyo a Occidente y su amistad con los Estados Unidos, sino que deben instituir un sistema educativo que llevará a la tolerancia y apertura a la cultura occidental, la cual dejará de ver a la cultura occidental como opuesta al Islam y a las tradiciones árabes, y qué dejará de dividir al mundo en la «morada del Islam», y la «morada de la guerra».

Crítica de los intelectuales árabes quienes se oponen a la democracia

La nueva estrategia americana ha encontrado firme oposición de varios elementos en el mundo árabe. Al-Houni se enfoca en las elites árabes intelectuales, explicando que algunos de estos intelectuales claman que Occidente no posee una verdadera democracia, ya que actúa democráticamente sólo dentro de sus propias fronteras, pero opera opresiva, arbitraria y tiránicamente fuera de ellas. Así, dice Al-Houni, las elites árabes están intentando conseguir que el público árabe concluya que todos los regímenes son iguales y que no existe una verdadera democracia al cual el ciudadano árabe puede aspirar para mejorar su vida. Ellos quieren que los árabes crean que deben rechazar a Occidente y sus valores, ya que es una treta pensada para provocar a la hegemonía occidental.

Al-Houni clasifica a los intelectuales árabes de hoy quienes se oponen a la democracia en tres categorías, y trata con sus argumentos:

· Los islamistas que no reconocen que las ideas humanistas pueden servir como una base para la sociedad. A su manera de ver, todo ha existido en el pasado, y está presente en el texto santo [el Corán]. El presente y el futuro no está en nuestras manos, sino en las manos de una fuerza que nos propulsa como títeres. Según estos islamistas, la manera apropiada de vivir es regresar a los tiempos de nuestros antepasados, en el siglo séptimo, y adoptar el principio del Shura [el concilio consultivo] de comienzos del Islam.

Cuando se ha argumentado que el Shura nunca emplazó en la era islámica temprana, que sus representantes eran designados y elegidos, que la idea de una sociedad así de antepasados es imaginaria sin base en el hecho histórico… ellos no tienen respuesta alguna excepto el maldecir a aquéllos que plantean estas preguntas y acusarlos de herejía.

Al-Houni concluye de que no hay manera de seguir argumentando con los islamistas por más tiempo ya que los puntos de partida son diferentes. Los islamistas consideran el pasado de ser el pináculo de la humanidad, considerando que el punto de partida de Al-Houni es experiencia humana e historia como un proceso interminable.

· Los «intelectuales del régimen» que ven la democracia como un amargo enemigo de los gobernantes árabes. Este grupo intenta persuadir al público que la democracia es conveniente para Occidente pero no para ellos, y a veces atribuye al «imperialista, conspirador Occidente» la responsabilidad por el atraso árabe y la incapacidad de los árabes para introducir la democracia.

Al-Houni rechaza estos argumentos, diciendo que la denuncia de que Occidente es responsable por el atraso árabe podría haber tenido mérito en tiempos imperialistas, pero no después de que los imperialistas se marcharan. Luego, los árabes fueron gobernados por su propia gente, y fueron ellos quiénes malgastaron las riquezas de sus países para poder permanecer en el poder, a expensas de su gente. «Durante mucho tiempo, atribuimos todos nuestros males y fracasos al imperialismo. Hoy, esta manera de esquivar la responsabilidad no es ya [más] posible o aceptable».

En cuanto a la denuncia de que sólo será posible instituir una democracia cuando la ocupación israelita salga, Al-Houni lo considera deshonroso: «Las sociedades árabes no pueden desembarazarse de su situación mientras se inclinen bajo el peso de sus regímenes [tiránicos], los cuales consideran a su propio pueblo de ser un peligro mayor que el peligro israelí… Los ejércitos árabes serán cada vez llevados a una batalla perdida… Además, los ejércitos árabes no son ya más ejércitos que batallan un enemigo más allá de sus fronteras, sino que se han convertido en una fuerza policial que amenaza a los pueblos derrotados…» [3]

· Ideologías cuya única respuesta modelo es la de un mensaje contrario. Estas ideologías tienden a simplificar los problemas complejos, y compiten entre si en ultrajar al enemigo. Su argumento es siempre que «mientras que Occidente sea conocido por su democracia, nosotros tenemos que contrarrestarla, ya que lo que viene del enemigo debe ser desastroso para nosotros.» A lo largo de estas líneas, uno puede aceptar el progreso tecnológico occidental, pero algo relacionado a las ideas y a la cultura es tabú, y de esto uno mismo debe distanciarse.

Cualquier sociedad puede implementar la democracia según sus circunstancias

Contra este revés, Al-Houni expresa su apoyo a la democracia como «la más sublime y eficaz [forma de gobierno] que el hombre ha alcanzado… la democracia como un valor de civilización no le pertenece sólo a Occidente. Es el resultado de la invención humana, a lo que los árabes y musulmanes contribuyeron, directa e indirectamente, cuando tuvieron una civilización…» Al-Houni luego explica que la democracia no es «una receta ya lista que puede ser comprada y transferida, pero es en su mayor parte una etapa alcanzada después de una jornada de luchas y sacrificios, de desarrollos económicos, y de madurez política. Similarmente, la democracia no es una teoría cerrada; cada sociedad puede implementarla, y mejorar su desarrollo, guiada por sus propias circunstancias y su experiencia histórica».

Los obstáculos a la democracia en el mundo árabe

Al-Houni apunta a los varios obstáculos para implementar la democracia en el mundo árabe:

A. Valores beduinos: Un obstáculo central es el ambiente natural áspero que llevó al desarrollo de los valores beduinos, ideas, y maneras de conducta. Algo más del 90% del área de los países árabes es desierto – un hecho que llevó a la formación de las tribus beduinas y los clanes patriarcales que podrían defenderse a si mismos. Ya que el agua y las fuentes de alimento estaban limitadas, las tribus lucharon entre si por el control de ellas; esto explica la naturaleza bélica de las sociedad del desierto.

La naturaleza guió a los beduinos a desarrollar los valores y maneras de conducta tales como: la represión del otro (ya que en la vida beduina, una persona o controla, o es controlado); la preparación constante en la guerra para lograr la hegemonía; viviendo en un sistema patriarcal; el desprecio por los otros y por la cultura; y una habilidad asombrosa de cambiar las lealtades.

Aunque la mayoría de los beduinos se ha establecido en las ciudades, permanecen en sus organizaciones tribales: «La ciudad no cambió sus valores beduinos tanto como ellos [e.d. los beduinos] cambiaron la imagen de las ciudades, que se convirtieron en ciudades beduinas». Esto, dice Al-Houni, es un obstáculo a la democracia, debido a que la «democracia sólo puede desarrollarse en una sociedad civil, en el cual los lazos racionales entre la gente son más fuertes que los lazos de sangre. Una sociedad patriarcal gobernada arbitrariamente por el jeque tribal no puede de ninguna manera aceptar la idea de un partido político. Si la idea se impone en este, resultará que cada tribu o grupo étnico tenga un partido… Cuando estos partidos tribus suban al poder, ellos podrán… colocar un gobierno con sus aliados [sólo] – y, finalmente, distribuirán los recursos de la patria entre ellos [solo]. De una forma lenta y gradual, tomarán el lugar del estado…»

B. Petróleo: Al-Houni denota que el petróleo normalmente se ha descubierto en los países árabes socialmente retrógrados, en el que la mayoría de los residentes era beduino. «Es costumbre decir que los estados del petróleo están listos para la democracia, ya que su ingreso anual per cápita oscila entre $6,000-$10,000. Aquéllos que mantienen este punto de vista, sin embargo, se olvidan que debido a los ingresos del crudo, los gobernantes de estos países han podido obtener una ganga con sus ciudadanos: Los gobernantes no exigen que sus ciudadanos paguen impuestos, y los ciudadanos no exigen de ellos la democracia – la cual requiere de la supervisión por encima de lo que se hace con el impuesto al dinero «.

Al-Houni explica que para que la influencia beduina en los regímenes árabes y que cese el pensamiento político árabe, los estados que abolieron la ley deben levantarse en el mundo árabe, con instituciones en las que la ley reemplace a la tribu y la tribu no pueda defender a sus miembros que violan la ley. Las sociedades deben desarrollarse, él dice, ya que al entrar en la edad industrial debilita el fanatismo tribal. La gente se unirá a grupos que defienden sus intereses profesionales y partidos cuyas plataformas satisfacen sus aspiraciones, y abandonarán el esquema de trabajo tribal. Existe una necesidad de entrenar a los medios de comunicación y a la educación de las generaciones por venir, para exponer los valores beduinos que todavía son altamente considerados hoy favorables.

C. Una interpretación errónea del Islam: «En ella y de sí misma, la religión no es un obstáculo para la cultura o la civilización», dice Al-Houni, «pero se convierte en un obstáculo cuando esta se coloca para un uso político ideológico… «En décadas recientes ha habido gente en el mundo árabe que ha monopolizado la religión y la interpretación de las escrituras religiosas. Esta gente cree que ellos poseen la verdad absoluta; tratan cada argumento con ellos como un argumento con Dios, y descartan a cualquiera que no sea alguno de ellos.

El Corán no está por encima de la historia

Al-Houni enfrenta unas cuantas fallas centrales en el pensamiento islamista. Él nota que una distinción debe ser sacada entre el Islam como una religión y las interpretaciones, conclusiones, y fatwas emitidos por los estudiosos religiosos en base a las escrituras santas del Islam. Esto es en contraste con el acercamiento islamista, el cual considera las instrucciones de los estudiosos religiosos de ser sagradas, y cree que los asuntos modernos deberían tratarse en acuerdo con lo que los libros antiguos de religión dicen.

«El propio Corán no está por encima de la historia», declara Al-Houni, explicando que algunos de sus versos tratan con problemas prácticos de la época del Profeta, mientras otros tratan con asuntos de fe y rituales – con ambos incapaces de proporcionar respuestas a los problemas de los tiempos modernos.

Al Islam le faltan los derechos humanos en el sentido moderno de la palabra

Hacia el final de su tratado, Al-Houni trata con la diferencia entre los derechos humanos impuestos por el Islam y los derechos humanos impuestos en las convenciones internacionales.

La democracia, dice él, esta basada en la igualdad, los derechos civiles, y los derechos humanos, y es inútil intentar encontrar derechos humanos en su forma moderna, en la civilización islámica pasada o en cualquier otra civilización pasada: «La ley islámica no estaba familiarizada con la igualdad o los derechos civiles, ya que era un producto de sus tiempos… Cualquier persona que no fuese hombre, libre, o musulmán tenía menos derechos. En los países islámicos, un no-musulmán no tenía los mismos derechos que un musulmán y tenía que pagar el impuesto del jizya. Una mujer no podía ser aceptada a una posición de autoridad legal o gobernante, y estaba más cerca a ser una comodidad que una persona, porque era usada para la satisfacción del varón libre. Ella recibía sólo la mitad de la porción del hombre en la herencia, y la ley chauvinista de protección del guardián aplicaba en ella…

«El esclavo tampoco era un ‘ciudadano’ en un país islámico, ya que era un artículo de comercio… No hay ninguna duda que el Islam trató a los elementos débiles de la sociedad con cierto grado de justicia. [Antes del Islam], las mujeres no heredaban [en absoluto], y el Islam le proporcionó a la mujer con los [derechos] de herencia. Instruyó a [los musulmanes] a tratar a los esclavos caritativamente, y animó a [los musulmanes] a liberarlos, y le dio a los no-musulmanes de entre el ‘Pueblo del Libro’ [los judíos y cristianos] la seguridad a cambio de un pago del jizya… Pero estos beneficios… no proporcionaron la igualdad plena. La diferencia entre la declaración universal de derechos humanos y lo qué continuó en el séptimo siglo permanece como enorme…

«Además, la filosofía de la democracia moderna al premio está preocupa por la rehabilitación del delincuente, e impone castigos que no dañan su dignidad humana. Su objetivo es provocar una reparación en su manera de ser. El Islam, en contraste, impone el castigo corporal, yendo desde el golpearle y la amputación de las manos y pies a las decapitaciones. En aquellas épocas, tales castigos no fueron condenados, y eran el producto de un período en el que la venganza era tomada sobre el criminal. Hoy es irrazonable amputarle la mano a un ladrón, o humillar a una persona azotándolo públicamente. En nuestra época, el hombre se ha movido de una lógica de venganza y de dañar al agresor a un esfuerzo en corregir su forma de ser, ya que él puede ser criminal y víctima a la vez».

Al-Houni anticipa que la legislación islámica se convertirá en la legislación moderna hecha por el hombre. Cita varios ejemplos para mostrar que este proceso ya está sucediendo, y que la legislación contradictoria a las leyes del shari’a es aceptada en los países árabes. Así, por ejemplo, como consecuencia de los acuerdos internacionales, los países musulmanes han prohibido la esclavitud, a pesar del hecho que se permite desde el punto de vista religioso. Hoy, en las sociedades árabes con minorías religiosas, se integran cristianos al sistema de justicia, al ejército y al gobierno, a pesar del hecho que el Islam prohibe al dhimmi judío y cristiano de tener cargos públicos, sobre la base de que no pueden estar en una posición de autoridad sobre un musulmán.

El viejo concepto del Jihad no es ya más algo justificable

Al-Houni declara que el Jihad se ha convertido en nada más que un pretexto para atacar a otros y controlarlos. El punto de vista de los estudiosos religiosos en la Edad Media respecto al Jihad por la causa de Alá y respecto a la guerra a los infieles no es ya más algo justificable en la presente realidad. Hoy, un musulmán puede ser musulmán, y aun así todavía creer en la co-existencia pacífica con otros pueblos sin sentir que ha abandonado uno de los preceptos del Islam [e.d., el Jihad]. El esfuerzo hoy por implementar la ley religiosa de la Edad Media fracasará, pero este pospondrá la realización de la democracia en la sociedad árabe.

El dilema árabe: Civilización occidental o la herencia de la Edad Media

Al-Houni resume su análisis con la siguiente conclusión: «Las sociedades árabes tienen únicamente una de dos opciones: o desunir sus lazos con la civilización occidental y sus instituciones culturales y continuar haciéndose daño… o desunir sus lazos irrevocablemente con el legado religioso de la Edad Media, para que su filosofía sea una filosofía de vida y libertad, y no una de odio y muerte…»

* A. Dankowitz es Directora del Proyecto de Reforma en MEMRI.


[1] Extractos más amplios fueron anunciados en el portal reformista en inglés http://www.metransparent.com/texts/mohamed_el_houni_arabic_dilemma_book.htm.

[2] El concepto de «lealtad y repudio» en el Islam significa dar total lealtad a Alá, al Profeta, y a los creyentes, mientras viendo a aquéllos que son hostiles a Alá y al Islam como enemigos y rechazando el darles cualquier apoyo o ayuda.

[3] En otra parte de su tratado, Al-Houni se refiere de nuevo al conflicto árabe-israelí, diciendo que los regímenes del Medio Oriente lo han usado como un pretexto para imponer las leyes de emergencia y las cortes de emergencia sobre sus pueblos, y para restringir su libertad. Según él, ellos han usado los peligros de la ocupación sionista y al enemigo sionista como un pretexto para evitar todas las demandas a la reforma política. Los estados árabes han monopolizado la causa palestina, y la han usado para atacar a sus oponentes y silenciar a estos defensores de la libertad y de la democracia, con la exigencia de que están ayudando al enemigo a destruir la nación árabe. Los opositores han sido acusados invariablemente de traición y de vincular sus demandas con las metas del enemigo.