El 1 de marzo, 2015 el poeta, escritor, ensayista y traductor druso israelí Dr. Salman Masalha, escribió en el portal árabe liberal Middle East Transparent (Medio Oriente Transparente) que la Primavera Árabe ha impactado a las repúblicas árabes pero ignoró a las monarquías y los emiratos. Dijo que esto se debe a que las repúblicas no habían cumplido sus propias nobles consignas sobre socialismo, democracia y libertad, sino que oprimieron y tiranizaron a sus pueblos, mientras que las monarquías, con todos sus defectos, están mejor adecuadas a la naturaleza de las sociedades árabes, ya que son «la continuación natural de estas arraigadas estructuras sociales en la que la lealtad tribal viene antes que todo lo demás».

Dr. Salman Masalha (Imagen: library.osu.edu)

Lo siguiente es la traducción de su artículo: [1]

«Aquí estamos, acercándonos al final del cuarto año de las revueltas que estallaron en más de un país en el mundo árabe, de Este a Oeste. Digo intencionalmente ‘levantamientos’, ya que lo sucedido en los últimos años en todos estos países no puede de ninguna manera llamarse ‘revolución’ en el sentido político científico de la palabra.

«Una mirada a los sistemas políticos de los países árabes donde los pueblos se alzaron nos desafía con preguntas fundamentales que debemos responder con honestidad e inequívocamente, sin consignas sentimentales que paralicen la razón. Las preguntas que inevitablemente debemos plantearle al público son: ¿Por qué estas revueltas y levantamientos se llevaron a cabo en algunos países árabes y en otros no? ¿Cómo difieren estos países entre sí? ¿Qué hizo que algunos países emergieran de estos levantamientos sin derramamiento de sangre, mientras que el derramamiento de sangre sigue siendo la característica definitoria de los demás?

«Cuatro años después, el observador puede discernir varios aspectos de la imagen incorporada en relación al tipo de sistemas políticos comunes en el mundo [árabe]. El mundo árabe parece estar dividido en dos partes [en términos de regímenes]. Lo interesante es que estos levantamientos populares árabes afectaron principalmente a países con regímenes republicanos, mientras que las monarquías y los emiratos quedaron fuera de este [ciclo] de levantamientos. Este fenómeno debe ser discutido profundamente y nosotros los árabes debemos ponderar sus circunstancias. No [podemos] enterrar nuestras cabezas en la arena o ignorarlo como si no existiera.

«Para entender este fenómeno, debemos observar la naturaleza de las sociedades árabes, muy lejos de las consignas que despiertan emociones pero que son inútiles y no pavimentan el camino a un examen a fondo de los eventos que nos rodean para emerger de nuestras crisis árabes. Cuando digo ‘la naturaleza de las sociedades’, me refiero a la herencia social que se ha mantenido durante cientos de años, transmitida desde la época pre-islámica al Islam, y hasta nuestros días.

«Dado que las sociedades árabes son tribales por naturaleza, las diversas formas de monarquías y emiratos son la continuación natural de esta arraigada estructura social en la que la lealtad tribal está ante todo lo demás. Por lo tanto, una vez que el colonialismo desapareció de los países árabes, las monarquías y los emiratos tomaron su lugar, de una manera natural en consonancia con la naturaleza de la sociedad tribal.

«Pero la lucha global entre los dos bloques de poder principales posteriores a la Segunda Guerra Mundial sacudió al mundo árabe y como resultado, hubo varios golpes militares que derrocaron varias monarquías. Estas no fueron ‘revoluciones’, aunque eso es lo que se les llamó, sino simples revueltas militares que tomaron el poder mientras se escondían tras sublimes consignas tales como socialismo, libertad y democracia, y otras retóricas vacías. En efecto, todos estos golpes no fueron más que una usurpación de las sociedades árabes. Ninguno de estos regímenes [que balbuceaban] la retórica del arabismo actualizó ni una sola de las consignas que habían promocionado – al contrario, se apropiaron y desperdiciaron las fuentes de ingresos de esos pueblos. Además, no proveyeron ninguna libertad o socialismo en lo absoluto. Pero por encima de todo, gobernaron con mano de hierro, tiranizaron a todos.

«Sí, estas tierras de falso arabismo son las mismas en las que los pueblos árabes se levantaron – mientras que las monarquías árabes y emiratos se salvaron de esta calamidad y de este derramamiento de sangre. Esto no fue debido a sus petrodólares, que es lo que algunos ignorantes en la izquierda intentan decir – ya que algunas monarquías árabes, tales como Jordania, no son en lo absoluto adineradas, sino que también escaparon a la desestabilización del [régimen]. La respuesta es simple: Además de lo que he dicho anteriormente, debemos comparar la relación de las monarquías con sus pueblos a la de los regímenes republicanos engañosos y sus pueblos. Una simple comparación inclinará claramente la balanza a favor de las monarquías.

«La tiranía aplastante, la esclavitud y el empobrecimiento del pueblo se han convertido en los atributos de los regímenes de falsas consignas, mientras que a través de los años las monarquías se han vuelto más comprensivas hacia sus pueblos, a pesar de las críticas justificadas que podrían ser dirigidas a los fracasos de estos regímenes monárquicos. Sin embargo, si nos esforzamos por buscar la verdad sobre nosotros mismos y sobre los que nos rodean, debemos reconocer la realidad tal como es, para bien o para mal.

«La naturaleza tribal de las sociedades árabes está profundamente arraigada en el pasado, y sus raíces se remontan a través de la historia árabe a la era pre-islámica. Las declaraciones atribuidas al nuevo Rey saudita Salman bin ‘Abd Al-‘Aziz, tal como fueron citadas en un artículo de Talal Salman, [editor del diario libanés] Al-Safir, pueden aclarar este asunto. Talal Salman, quien se reunió con el Emir Salman hace unas cuatro décadas, dijo: ‘El emir Salman (ahora rey) me resumió el asunto en sencillas frases: ‘Somos los hijos de esta tierra. No somos mensajeros u ocupantes extranjeros. No somos albaneses como la familia de Muhammad ‘Ali [Pasha] [2] que gobernó Egipto durante 150 años. Somos los hijos de la arena y la palma, hijos del sol y la luna. [Salman] estuvo en silencio por un momento y luego añadió con una sonrisa: ‘Es suficiente con decirle que uno de nuestros antepasados es Musailimah el Mentiroso’. [3] (Al-Safir26 de enero, 2015).

«En otras palabras, las raíces tribales que se extienden a lo largo de la historia son raíces árabes auténticas y no sólo islámicas. Es cierto que [estas raíces tribales] – tal como el astuto rey afirmó cándidamente – se extienden tan lejos como el propio Musailimah el Mentiroso, para bien o para mal. Su revelación indica la profundidad de [estas] raíces».


[1] Metransparent.com 1 de marzo, 2015.

[2] Muhammad ‘Ali Pasha (1769-1849), considerado el fundador del Egipto moderno, fue un musulmán albanes que sirvió como oficial en el ejército otomano. Fue nombrado gobernador otomano de Egipto en 1805, luego de frustrar los avances del ejército de Napoleón.

[3] Musailimah bin Habib Al-Hanafi fue contemporáneo a Mahoma quien también afirmó ser profeta. Se le considera un falso profeta en el Islam, y por lo tanto se le conoce como Musailimah el Mentiroso.