El ministro del interior sirio y «hombre fuerte» en el Líbano por más de una década, Ghazi Kan’anes el segundo oficial sirio de alta jerarquía que se suicida desde que Bashar Al-Assad se convirtió en presidente de Siria. El primero fue el primer ministro Mahmoud Al-Zu’bi, en junio del 2000.

Seguido a la muerte de Al-Zu’bi, Al-Ahram Al-Arabi publicó un artículo de su editor el Dr. Abd Al-Mun’im Al-Sa’id dando a entender una conexión indirecta entre el gobierno sirio y la muerte de Al-Zu’bi.

Lo siguiente son extractos del articulo del Dr. Sa’id: [1]

«No sé lo que le pasó por la mente al Primer Ministro, en aquellos momentos dramáticos y desalentadores antes de que se colocara la pistola en la boca y disparara la bala que puso fin a su vida. Definitivamente, fue un momento especial en la vida de este hombre, mientras sentía el frío del metal en sus labios – o su calor, dependiendo de la temperatura de la habitación – mientras permitía que sus dedos se resbalasen por el gatillo, y apretarlo. Antes de que un hombre desconecte sus lazos con el mundo de los vivos para entrar en el otro mundo del cual nadie ha vuelto… dicen que su vida entera corre ante sus ojos como una película».

«En esta película, hubo una historia de una gran ascensión. No es fácil, generalmente hablando, el escalar al estatus de Primer Ministro. En el tercer mundo, la ascensión es aun más dura. En países que son gobernados por un solo partido fuerte con un ‘mensaje eterno’, al igual que el partido Ba’ath, las dificultades son casi insuperables…

«Sin embargo, el Sr. – o más bien, el Camarada – Mahmoud Al-Zu’bi llego hasta la cima; aunque la posición tope de un Primer Ministro en nuestros países es usualmente algo insubstancial, ya que el Presidente mantiene el verdadero poder. Sin embargo, la preocupación del presidente con los asuntos importantes de la patria y a veces el mundo le concede al encabezado de la rama ejecutiva un gran reino en el cual puede operar. Su influencia y el respeto que a él se le concede crece con la confianza que disfruta desde la cima de la pirámide. Ya que maneja los asuntos diarios y controla los fondos públicos, el poder en sus manos no es pequeño.

«No hay ninguna duda de que el Camarada [Al-Zu’bi] invirtió gran esfuerzo en alcanzar el alto puesto. Tuvo que competir con gente cuyo poder e influencia igualaba al suyo. Aunque las dificultades encontradas en su camino fueron muchas, la lucha por permanecer en la cima durante trece años consecutivos era aun mayor. No sólo tuvo él que competir con mucha gente ambiciosa, sino que también tuvo que comprar muchas lealtades y patrocinantes como para seguir siendo el hombre escogido para el trabajo, y para continuar manteniendo su puño sobre el gobierno, y los recursos dentro de su alcance…

«El momento en que nuestro hombre alcanzó la cima también puede haber sido el momento en que su caída al abismo comenzó. Bajo los estrechos picos yace una ancha llanura habitada por el celoso y el ambicioso, esos hambrientos por el poder y la fortuna. Todos ellos intentaron agarrar al Camarada Al-Zu’bi por la garganta y arrastrarlo hasta el fondo. Les tomó trece años tener éxito. Cuando el momento [finalmente] llego, su estrella se marchitó. Sus camaradas descubrieron, o quizá decidieron revelar lo que ellos sabían por tanto tiempo, que este alto oficial era un corrupto.

«Las caras de su [camaradas] pasaron una por una ante los ojos del [Primer Ministro] cuando los agentes de seguridad vinieron a escoltarlo para ser interrogado. Fue un momento duro, sin duda. El Camarada [Al-Zu’bi] supo qué un oscuro destino le esperaba. [Sintiendo] su pecho apretado, vio en el ojo de su mente la visión de su esposa, Nawal Al-Darubi, y la de sus hijos, Muflih y Hamam, quienes aseguró estarían tan felices como deberían estar los hijos de un Primer Ministro. Tales hijos son a menudo superdotados sólo cuando su padre está en el gobierno…

«Un relato americano que leí hace mucho tiempo decía que cuando un hombre se acerca a sus últimos momentos, pasa por cuatro etapas: resistencia, enojo, concesión, y aceptación. Resistirse a su esperado destino cuestiona la legitimidad de aquéllos que están a punto de conducir su vida a un final. El Camarada Al-Zu’bi probablemente revivió su larga vida en la lucha [nacional], sus servicios al estado, las noches sin sueño por la causa del más alto – y bajo – interés de su nación. Sin duda que se preguntó a si mismo si todo esto no repara sus errores – los cuales puede explicar, con documentos. Sin embargo estos pensamientos fueron muertos por la presencia de los agentes de seguridad en la planta baja de su casa, así como también su conocimiento de que los medios de comunicación ya lo habían declarado culpable antes del juicio y que todo el estado está en el umbral de una nueva era. Tal como es la costumbre en nuestros países, [él supo que] las nuevas eras requieren de la eliminación de las antiguas, incluyendo los eventos y la gente que las creó…

«Esto llevó al [Camarada Al-Zu’bi a la] ira. ¿Por qué fue él, de todas las criaturas de Alá, escogido para simbolizar el fin de una era y el principio de una nueva? ¿Por qué no comparten su destino sus compañeros en ambos trabajo y corrupción, aquéllos que se aprovecharon con él y se repartieron los regalos? En lo más profundo del Camarada Al-Zu’bi puede haber sido inocente. En este momento de ira él se imaginó a si mismo ser la víctima de una conspiración que apuntó a su honor, a su pasado, y a su familia. Los culpables son aquéllos quienes piden su cuello. [Pero] para cortarle el cuello [él decidió] que no sería fácil; requerirá largos juicios durante los cuales [él recordó], sería llevado entre muchas prisiones que no son necesariamente convenientes, tal como él bien sabía…

«Después de algún tiempo, el [Camarada Al-Zu’bi] recobró su postura y entró en la tercera etapa del proceso, la etapa negociadora: la historia no ha terminado todavía, él pensó. Podría ir al más alto liderazgo y recordarles su pasado común en el lucha, pero esto probablemente será en vano. El liderazgo probablemente conoce mejor que él. Quizá él pueda amenazarlos porque sabe muchas cosas. Ha leído muchos archivos. En este momento se tornó claro al [Camarada Al-Zu’bi] que el negociar involucra la amenaza de retaliar. Él disparó dos veces al aire… El sonido de los disparos [supuso que] atraería una multitud. Pero la multitud no llegó, y el momento de negociar fracaso…

«Disparando en el aire [Al Zu’bi] pasó el punto de no retorno y alcanzó la etapa de aceptación de su destino. Colocó el tambor de la pistola en su boca y sintió su frío – o su calor, dependiendo de la temperatura de la habitación – colocó el dedo en el gatillo, la bala fue disparada, y su alma regreso a su creador…

«Ésta es la historia del suicidio del Primer Ministro sirio, Mahmoud Al-Zu’bi. Esta versión refuta las demandas y rumores de que no se suicido [sino más bien, fue asesinado]. Esto nos recuerda la historia del General ‘Amer [el Jefe de Personal egipcio quien se suicido después de la derrota de 1967]. Ahí también, las preguntas surgieron sobre si se suicido o fue asesinado. [Pero] la historia del suicidio es completamente lógica y expresa el drama de los regímenes en nuestros países, la ardua ascensión, la dolorosa caída, la tragedia y comedia [al mismo tiempo], y el proceso de moverse de una era a otra. Cada era tiene sus figuras y sólo Alá sabe las razones por Sus acciones…»


[1] Véase MEMRI Despacho Especial No. 101, «Suicidio de un Primer Ministro: Un Intelectual Egipcio Critica a los Regímenes Arabes», http://www2.memri.org/bin/articles.cgi?Page=archives&Area=sd&ID=SP10100.

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