En un blog (diario llevado a través de Internet), el filósofo tunecino Mezri Haddad atacó la actitud tolerante del mundo musulmán hacia el antisemitismo del Presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad; declaró que no hubo tal cosa como el islamista moderado; y sugirió que los musulmanes reinterpretan los versos del Corán potencialmente anti-judíos, tal como lo hizo el Vaticano con versos similares en el Nuevo Testamento.
Lo siguiente son extractos del blog de Haddad: [1]
«La opinión pública árabe… ha encontrado, en el antisemitismo, el perfecto catalizador de todas sus heridas narcisistas y sus frustraciones sociales, económicas, y políticas
«[Las declaraciones] del joven presidente iraní deliberadamente ultrajantes, mortificadoras y extremistas apuntando a la negación del Holocausto han provocado estupor e indignación en todas partes del mundo, con excepción bien sintomática de los países islámicos… Este silencio ensordecedor no puede ser explicado solamente por el miedo de sufrir ataques terroristas, tal como en el auge del oscurantismo khomeinista. También se explica por la necesidad de llevarse bien con la opinión pública árabe la cual, después de años de galvanización por las formas más reaccionarias de argumentación nacionalista y de dogmatismo islamista, ha encontrado en el antisemitismo el catalizador perfecto para todas sus heridas narcisistas y sus frustraciones sociales, económicas y políticas.
«Debe admitirse que algunos versos coránicos, intencionalmente aislados de su contexto histórico, han contribuido aun más a fijar los estereotipos antisemitas en las mentalidades árabe-musulmanas. Incidentalmente, uno podría decir lo mismo sobre el Nuevo Testamento, ciertos pasajes que sirvieron, en el pasado distante y en el pasado no-tan-distante, en dar una pátina teológica a las más abominables persecuciones anti-judías. La Iglesia tuvo que llevar a cabo su propio ‘aggiornamento’… para privarle a los extremistas cristianos de cualquier legitimidad evangélica.
«Todo esto es para decir que la petrificación de las mentalidades árabe-musulmanas no es del todo irremediable – mientras los pensadores islámicos muestran audacia intelectual. Ya que ellos no pueden purgar al Corán de su escoria potencialmente antisemita, deben examinar de cerca este cuerpo con un razonamiento interpretativo…
«Si la indignación de Occidente [a las declaraciones de Ahmadinejad] es perfectamente entendible y justificado, su estupor muestra, por otro lado, una cierta credulidad en su misma concepción del régimen iraní. Aquellos que fueron sorprendidos por las odiosas estigmatizaciones de Mahmoud Ahmadinejad son la misma gente que – distinguiendo entre el régimen y la gente que lo comprende, y tragándose la fábula de que existen islamistas ‘moderados’ y ‘extremistas’ islamistas – han creído durante mucho tiempo en la normalización de la República Islámica [de Irán] y en su ineluctable democratización. Tal como dijo Jesús [Juan 20:29], ‘Bendito son aquéllos que no han visto, y aun así han creído’…
«Es cierto que esta rehabilitación del régimen fundamentalista iraní fue posible sólo siguiendo la irrupción, del 11 de Septiembre del 2001, de un nueva, forma mutante del tipo más extremo de islamismo: Al-Qaeda y su comitiva macabra de candidatos para el martirio… El triunfo de bin Laden, su verdadero milagro, consiste en no sólo haberle dado una apariencia civilizada a horrendas teocracias, sino también en haberle dado un rostro humano, o hasta humanista, a los movimientos neo-fascistas que aspiran el poder: Hamas en Palestina… el Hizbullah en el Líbano, la Hermandad Musulmana en Egipto, y su alter egos en todas partes en el mundo árabe…
«Al igual que los amnésicos, nadie quiso recordar más en cual substrato ideológico yacía esta teocracia chiíta… Lo que fue olvidado es que el islamismo – esta ideología teocratita, fundamentalmente totalitaria y claramente antisemita -… es doctrinalmente inalterable. Siguiendo los caminos geopolíticos más inesperados, cediendo ante las demandas de la realpolitik (política verdadera), el Islamismo puede demostrar un gran grado de pragmatismo en sus relaciones con los poderes occidentales. No obstante, esta no renunciará a sus objetivos estratégicos: en la política doméstica, un shari’a obsoleto en todos sus asuntos; y en la política exterior, expansión hegemónica, proselitismo internacional, y la erradicación del ‘tumor sionista’. Los cambios semánticos dentro de la continuidad ideológica – ésa es la esencia del maquiavelismo islamista…»
«Uno no puede reformar una teocracia; uno debe echarlo en la cesta de basura de la historia»
«Es porque la gente por mucho tiempo creyó en la ilusión de un islamismo que uno puede vivir… de que tenían recursos a cada posible e imaginable racionalización para tenerle sentido de las diatribas fundamentalmente antisemitas del presidente iraní. En esta anatomía del anatema, cada herramienta analítica fue empleada… [Pero] uno tiene que remontarse a la pureza original de la doctrina de Khomeini para entender el antisemitismo congénito del actual presidente iraní…
«El 30 de agosto de 1979, Khomeini declaró en Qom: ‘Aquéllos que exigen democracia quieren arrastrar el país a la corrupción y la ruina. Son peores que los judíos. Deberían ser colgados. Ellos no son hombres…’ En su panfleto ‘Principios Políticos, Filosóficos, Sociales y Religiosos’, él reprodujo todos los estereotipos propuestos por la retórica islamista…: ‘Los judíos, pueda Dios colocarlos en su bajeza, han manipulado las ediciones del Corán… Estos judíos y sus partidarios tienen un proyecto para destruir al Islam y establecer un gobierno mundial judío’. Desde donde este imperativo categórico: ‘Israel, este tumor canceroso, debe desaparecer, y los judíos deben ser condenados y combatidos hasta el fin de los tiempos’.
«Pero mientras tanto, el Ayatola Khomeini podría rogarle a Israel por armas y ayuda militar para resistir a la invasión iraquí. Nosotros podemos así fácilmente suponer de donde se derivó Rafsanjani, Khatami, y las otras emblemáticas figuras del ‘islamismo ilustrado’ su pragmatismo cínico!
«Por consiguiente uno debería dejar de observar al régimen iraní con ojos ingenuos, tal como algunas personas perpetúan el mito de una oposición entre ‘reformistas y ‘conservadores’, en el cual, mientras este expresa un real – pero utilitario – matiz político, no implica, sin embargo, un antagonismo doctrinal. Uno no puede reformar una teocracia; uno debe echarlo al cesto de basura de la historia, del cual nunca debió de haber sido sacado [en primer lugar].
«En Irán, y en general en el mundo musulmán, la línea de demarcación no pasa entre los islamistas ‘moderados’ y los islamistas ‘extremistas’, sino más bien entre los teócratas y demócratas, entre los fundamentalistas y secularistas, entre aquéllos que han reducido el Corán al caso de un nauseabundo antisemitismo y aquéllos que, habiendo asido el espíritu y puesto la letra en perspectiva, saben que los judíos, al igual que los cristianos, son hermanos de los musulmanes en el monoteísmo y en la humanidad, y que el Dios de los musulmanes es mucho más tolerante que la divinidad de los islamistas…»
[1] http://rencontrejfm.blogspot.com/2006/01/lantismitisme-une-tumeur-cancreuse.html, 31 de enero, 2006. El portal en el que el artículo aparecido es la pagina web de la transmisión de la radio parisiense «Encuentros con el Mundo Musulmán»