En un artículo en la revista liberal de la Web Aafaq (www.aafaqmagazine.com ), el escritor reformista Mansour Al-Hadj, uno de los reporteros con más tiempo en la revista, describió la formación islamista que recibió en su juventud en Arabia Saudita, la cual recalcó la cultura de la muerte y la glorificación de los mártires. Los mismos mensajes dijo, fueron transmitidos por la propaganda islamista a la que fue expuesto como estudiante universitario en Sudán.
Lo siguiente son extractos de su artículo: [1]
«Creciendo en Arabia Saudita, no aprendí a amar la vida… [sino] a amar a la muerte como un mártir por la causa de Alá»
«Después de los atentados suicidas en dos hoteles en la capital indonesa de Yakarta, un amigo me dijo: ‘Creo que algo anda mal con el mundo. ¿Por qué una persona se inmola cuando el amor por la vida es un instinto humano? Le respondí: «El amor a la vida es un instinto natural, pero el amor a la muerte por la causa de Alá es un credo [en el Islam], por el que el creyente se acerca a sí mismo al Creador de la Vida.
«Creciendo en Arabia Saudita, no aprendí a amar la vida. Por el contrario, aprendí a amar la muerte como un mártir por la causa de Alá. Se me enseñó que el amor por la vida es una característica de los hipócritas [es decir musulmanes hipócritas], y que los que protegen sus vidas con mayor intensidad son los infieles, tal como dice en el Corán. También aprendí que el que no participa en el Jihad, o se prepara a si mismo para el Jihad muere como un hipócrita, tal como dice en el hadith.
«Aprendí que, si Alá considerara que el mundo vale tanto como el ala de un mosquito, [Él] no habría permitido que los infieles beban ni siquiera un sorbo de agua de esta, tal como se indica en el hadith. Y se me enseñó que este mundo dejará de existir [algún día], es una prisión para el creyente, que desea escapar de este y un paraíso para el infiel, que desea disfrutar todo lo que hay en este.
«Aprendí sobre el rango elevado que Alá le otorga al mártir, [un rango tan elevado] que su cuerpo no es lavado [después de la muerte] y uno no recita el rezo [para los muertos] sobre él – ya que el propósito del lavado es purificar el cuerpo y la muerte de un mártir en batalla es en sí mismo un acto de purificación.
«El jeque Saleh bin Fawzan Al-Fawzan, miembro del Comité [Saudita] del Fatwa y el Consejo Supremo Judicial, ha dicho: ‘Un shahid que muere en una batalla con los infieles para promover la palabra de Alá no debería ser lavado, o envuelto en ningún otro manto que la ropa en el cual fue muerto, porque la sangre que lo cubre es una señal de su martirio, y debe permanecer en su cuerpo y no ser eliminada por el lavado. Cuando se levante el Día de la Resurrección, la sangre que manaba [del cuerpo] tendrá la fragancia de musgo. Esta sangre es el resultado de la obediencia a Alá, y debe permanecer en [si cuerpo], ya que es [una señal de] la gracia de Alá. [Por la misma razón], el rezo [por los muertos] no debe recitarse sobre él, porque Alá le ha honrado con el martirio, y este [inmediatamente] lo coloca en un nivel elevado, ya que Alá ha dicho que los mártires [no están muertos, sino que están] vivos [y] se les provee sustento de su Señor [Corán 3:169]'».
«[En Arabia Saudita], se nos enseña también que cada mártir tiene seis privilegios. [Primero], desde el primer golpe, es absuelto y puede ver su lugar en el Paraíso. [Segundo], está a salvo de los tormentos de la tumba. [Tercero], se le perdona el gran temor [al Día del Juicio Final]. [Cuarto], la corona de honor es colocada en su cabeza, cada una de las piedras preciosas en esta vale más que todo este mundo. [Quinto], se casa con 72 esposas de entre las vírgenes del Paraíso. [Y sexto], puede interceder en favor de 70 de sus familiares, [asegurar que se unan a él en el Paraíso después de sus muertes].
«Cuando era joven, me gustaba escuchar los himnos islámicos, al igual que el resto de mi generación, porque en la escuela y en la escuela del Corán nos enseñaron que escuchar canciones profanas está prohibido, y que aquellos que las escuchan y no se arrepienten serán castigados por Alá derramando plomo [fundido] dentro de sus oídos. Esta [amenaza] era acompañada por [toda clase de otras] historias contadas por los predicadores y clérigos.
«[Por ejemplo], nos asustaron con una historia sobre un joven que estaba escuchando canciones seculares [en la radio] mientras conducía su vehículo a una velocidad de locos. [El coche] volcó y mientra moría, y los paramédicos [llegaron y] lo condujeron a que recite el shahada, pero en lugar de repetir el shahada, repitió las palabras de la canción [que había estado escuchando]. Esto, nos enteramos, fue prueba de este lamentable fin que [sufriría] por su pecado de amar la música».
Los himnos que aprendimos exaltaron a los mártires e instaron a las madres musulmanas a darle la bienvenida a la muerte de sus hijos
«La mayoría de los himnos islámicos hablan del jihad por la causa de Alá, del sufrimiento de los musulmanes en todo el mundo y del alto rango que Alá le otorga al mártir. Estos himnos llenos de celo militante, que agitar las emociones y el fervor de los jóvenes y despiertan su deseo de unirse a las filas del Jihad para defender al Islam y levantar su estandarte… [Algunos himnos] se dirigen a las madres, instándolas a aceptar la muerte de sus hijos y enorgullecerse de su muerte como mártires por la causa de Alá.
«Aquí tengo el texto de uno de estos himnos: ‘No llores y no te lamentes, oh madre del shahid. Hoy tus hijos [se han unido a] la generación de la victoria anticipada. Dile a todos: Mi hijo dio su vida por el Señor. Mi hijo era un hombre orgulloso, y para él la muerte es la vida. Suerte tiene la novia celestial que recibirá tal novio, cuya fragancia se esparce a su alrededor. Te haremos sonreír de nuevo, oh madre del shahid. Oh madre, no llores. Yo soy el rescate del Islam, y hoy mi fe me ha llamado. Abstenerme [de emprender el jihad] está prohibido. Me puedes preguntar sobre los jardines del Paraíso, pero este mundo esta repleto de escombros despreciables. Te haremos sonreír de nuevo, oh madre del shahid. Estamos vinculados por un pacto con Alá de que nunca aceptaremos la humillación. Venimos como el ejército de la verdad. Protegemos las tierras del Islam. Alá nos protege a nosotros, por lo que no tememos a los tiranos. Te haremos sonreír de nuevo, oh madre del shahid‘.
«Crecí odiando la vida. Cuanto más cerca me sentía de Alá y mi amor por Alá crecía, más odiaba la vida y despreciaba a [los pecadores] – aquéllos que combaten a Alá y a su Profeta con actos de desobediencia, y los que no adoran a Alá de la manera correcta, que [yo], naturalmente [creí] era el camino sunita.
«Me enseñaron que debo odiar a los sufíes por la causa de Alá, porque son gente que siguen las ‘innovaciones prohibidas’. Me enseñaron que el credo chiíta es [también] corrupto, porque muestran demasiado respeto por el [cuarto califa], el Imam Ali Ibn Abu Talib, y atacan a los Compañeros del Profeta.
«En cuanto a odiar a los infieles y no musulmanes, [se me dijo que] esto es fundamental para la fe, porque el amor por Alá y el amor por sus enemigos no pueden vivir juntos en el corazón de un musulmán».
«La mayoría de los folletos en la biblioteca de [mi] escuela del Corán eran… sobre los combatientes del jihad y los milagros que realizaban»
«En mi [juventud], admiraba a dos grupos de combatientes del jihad: los combatientes árabes y afganos que luchaban contra los rusos [en Afganistán] y los combatientes de Sudán. [Estos últimos] luchaban contra sus propios hermanos en Sudán, sin embargo lo llamaban jihad y llamaron a sus caídos ‘mártires’. Al igual que todo el mundo en Arabia Saudita, he leído historias sobre la valentía de los combatientes del jihad en Afganistán y sobre los milagros que realizaron – del como los ángeles combatieron junto a ellos y cómo sus cuerpos no se pudren [cuando fueron muertos], sino que exhalaban una fragancia de musgo.
«Las autoridades sauditas ayudaron a estos combatientes del jihad y [los clérigos saudíes emitieron] fatwas en su apoyo. Estas historias causaron una gran impresión en nosotros. La mayoría de los folletos en la biblioteca de [mi] escuela coránica son sobre el jihad y sobre los combatientes del jihad y los milagros que realizaron. Todavía recuerdo cómo, al final del rezo, los imams de la mezquita solían llamar [en los feligreses] a apoyar a los combatientes del jihad en Afganistán.»
Cuando fui estudiante en Sudán, todos veíamos una serie de televisión de Sudán sobre la vida de los combatientes del jihad y sus virtudes
«A finales de 1998 comencé mis estudios universitarios en Sudán. [Para el momento] me sentí profundamente impresionado por un documental de [Sudán] llamado ‘Los Campos del Sacrificio’, que sale al aire todos los viernes por la noche. Todos los estudiantes, que provenían de diversas partes del mundo para estudiar árabe y el Islam, seguían profundamente este programa, el cual mostraba las vidas [diarias] de los combatientes del jihad, antes, durante y después de la batalla. [El programa también incluía] discursos entusiastas de sus comandantes e himnos y poemas recitados por los combatientes.
«Recuerdo escenas que describen la vida de [los caídos] – hombres en plenitud de su juventud que murieron en esa guerra. Recuerdo claramente la voz del narrador describiendo las virtudes de estos mártires, sus palabras y hechos y [recuerdo] cómo anhelaba estar en su lugar. Ese programa causó una gran impresión en los estudiantes. Fue una dosis de propaganda jihad al final de cada semana. No sé que pasó con el programa y con los que lo dirigieron después del 2005, cuando los islamistas de Sudán firmaron el tratado de paz con los que habían sido llamados ‘enemigos de Alá’, pero que ahora se habían convertido en socios en el gobierno de Sudán.
«El régimen islámico en Sudán solía celebrar ‘bodas’ para los mártires muertos en la guerra, en el que se celebraba el matrimonio de los mártires con las novias celestiales. Estas funciones fueron atendidas por representantes del Gobierno, que le daban a la familia una suma de dinero, y la parte más importante de la boda era un discurso de algún funcionario de alto rango, y [también] el canto de los himnos que enardecería a la gente que vino a ofrecer sus condolencias.
«Lo mejor de la juventud sudanesa murió víctima de esta propaganda jihadista de Sudán. Los islamistas en Sudán se aprovecharon de la religión para reclutar jóvenes que estaban dispuestos a morir por Alá. Los jóvenes de [Sudán] compitieron para unirse a los batallones jihad conocidos como ‘asesinos de tanques’ buscando el martirio y dispuestos a inmolarse para destruir los tanques enemigos. Los políticos de Sudán se enorgullecen de estos combatientes, diciendo que ‘el enemigo tiene tanques pero nosotros tenemos asesinos de tanques.'»
[1] www.aafaqmagazine.com, 24 de octubre, 2009.