El 18 de marzo del 2010, el Dr. ‘Alaa Al-Din Al-Farariji, miembro de la Asociación Internacional para la Calidad de la Atención Médica en Kuwait, publicó un artículo en el diario kuwaití Al-Siyassa pidiéndole a los gobiernos árabes reaccionar de forma racional y de manera objetiva y profesional a los informes de los organismos extranjeros e internacionales sobre la situación de los derechos humanos en sus países y utilizar las conclusiones de los informes para avanzar el tema de los derechos humanos en el país.

A continuación presentamos extractos de su artículo: [1]

Debemos «liberarnos de [nuestra] hipersensibilidad a los informes del exterior»

«Espero que podamos librarnos de [nuestra] hipersensibilidad por los informes del exterior, en particular los informes de Estados Unidos [en materia de derechos humanos en el mundo árabe] y que podamos adoptar un enfoque racional a la opinión del otro.

«El informe anual del Departamento de Estado norteamericano sobre derechos humanos no es el final del camino, ni un veredicto que debe ser implementado. Muchos esfuerzos han sido invertidos en su preparación y publicación… y tratan de la situación de los derechos humanos en la mayoría de los países del mundo – [incluidos los derechos de las mujeres], los derechos de los niños, el daño a las libertades, la discriminación [y más]. Este informe, como todos los demás empeños humanos, puede incluir errores [y por lo tanto] no debe considerarse necesariamente un veredicto final.

«Este informe recoge la atención de los pueblos, los gobiernos y las autoridades en todo el mundo con diferentes aspectos a los derechos humanos, y no es necesariamente una acusación o una demanda… La total transparencia del informe dado a conocer, a través de los medios de comunicación e Internet y en varios idiomas, es evidente que no está destinado a incitar a los pueblos contra sus gobiernos. Por lo que tengo entendido, el objetivo es tratar de manera independiente, imparcial y científica de evaluar el estado de los derechos humanos en todo el mundo.

[Sin embargo], la publicación de este importante informe anual evoca reacciones que son inflamatorias y muy apresuradas, y en muchos casos imprudentes y carentes de profesionalidad, objetividad y diplomacia requerida en estos casos. Estas reacciones son ‘poco saludables’ en ambos estilo y contenido, a pesar de que muchos informes internacionales claramente presentan las cifras y los indicadores de la situación que prevalecen en varios países del mundo. Estas cifras e indicadores revelan, [por ejemplo, que hay países] que gastan varias veces más en armamento de lo que lo hacen en salud y educación, [o que] existen países afectados por problemas ecológicos y de salud…

«Estos informes internacionales – que hoy, en la era de la absoluta transparencia en información, son totalmente accesibles al público – deben ser abordados racionalmente, no en una forma volátil… Al enfoque [volátil] le falta sabiduría y diplomacia, y revela la superficialidad vergonzosa de los que se apresuran a responder de manera extrema a tales informes, al igual que un cohete que explota. Estos son patrones de conducta [no muy sanos].

«Cualquiera que haya seguido las reacciones al reciente Informe del 2009 del Departamento de Estado norteamericano sobre la situación de los derechos humanos en el mundo no puede ocultar su sorpresa y su sentido de vergüenza por dos cosas – una, la respuesta apresurada de los funcionarios en varios países, que puedan haber [incluso] precedido a la lectura o comprensión del informe y dos, la dura y beligerante retórica sobre el informe, el cual obviamente proviene de funcionarios superiores del [gobierno] que no son expertos [en el tema y que están respondiendo] sin cuidado. Estas dos cosas evocan asombro, tristeza y vergüenza, todo al mismo tiempo».

«… Los expertos deberían primero leer los informes, y luego examinar cuidadosamente la información [en estos]… y [usarla]… para mejorar la situación de los derechos humanos»

«La razón dice que los expertos deben primero leer los informes, y luego estudiar detenidamente la información que contienen – tal vez es cierto, tal vez no lo es – y después de eso deben tratar de usar tales informes o partes de estos, a fin de mejorar la situación de los recursos humanos en diversos ámbitos. Indudablemente, estos informes, ya sean estadounidenses o internacionales, incluyen muchos aspectos positivos y muchos puntos a los cuales los expertos prestaran atención y aprenderán de estos – en particular respecto a la conexión entre los [servicios] de salud y los derechos humanos…

«Debemos dejar de lado nuestros sentimientos ocultos y nuestro complejo de sensibilidad excesiva en relación con los informes de [otros países] ministerios del exterior, en particular los del [Departamento de Estado] de los Estados Unidos y deberíamos tratar la opinión de los demás con sabiduría, razón y erudición en lugar de la excitabilidad y la emoción que nos ha hecho perder muchas batallas.

«Leamos los informes bien antes de divulgar la lengua y criticar, condenar y amenazar… Démosle a la mente árabe la oportunidad de leer en profundidad estas denuncias, según sea necesario y darle una oportunidad a los expertos en las cartas magnas internacionales, acuerdos y relaciones y en los principios de los derechos humanos y los [servicios] de salud, para estudiar estos informes antes de que… ataquemos los informes internacionales y maldigamos a quienes los elaboren y los difundan en público. [Hagamos] esto en lugar de buscar una hoja de parra… para cubrir nuestras debilidades en defensa de los derechos humanos y primero entre estos el derecho a tratamiento médico…»


[1] Al-Siyassa (Kuwait), 18 de marzo, 2010.

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