Tras el referéndum del Brexit en el Reino Unido, donde el país votó a favor de abandonar la Unión Europea, Ghassan Charbel, editor en jefe del diario en Londres Al-Hayat, escribió acerca de un amigo suyo, un refugiado iraquí que acababa de recibir la ciudadanía británica y quien votó en el referéndum. Su amigo, dijo, estaba contento de haber encontrado un refugio seguro frente a los horrores en su país de origen y estaba muy impresionado por la democracia de Gran Bretaña, sus elecciones libres y justas y la voluntad de sus líderes en asumir responsabilidades, según lo expresado por la renuncia del Primer Ministro David Cameron. Pero la felicidad de su amigo, dijo Charbel, no duró mucho, ya que el resultado del referéndum no era de buen augurio para él.

Lo siguiente son extractos del artículo de Charbel:[1]

Ghassan Charbel (Imagen: Beirutme.com)

«Mi amigo iraquí se veía tan feliz cuando recibió su ciudadanía británica. Ahora poseía un refugio seguro para proteger a sus hijos y nietos de los horrores del Estado Islámico y la ‘compasión’ de Al-Hashd Al-Sha’abi [las milicias chiitas que operan en Irak]. Unas pocas semanas después de [convertirse en ciudadano], recibió los documentos que le informaban de su derecho a votar en un referéndum que determinaría si Gran Bretaña permanecerá o no en la Unión Europea.

«Este sentía una profunda gratitud, ya que nunca se le había pedido su opinión sobre ningún tema iraquí, o el futuro de Irak [En el Irak de Saddam Hussein], el ministro del interior determinaba los resultados electorales de las elecciones incluso antes de que se llevaran a cabo – y [en cualquier caso] estas constituían solo un juramento de lealtad renovado al ‘Sr. Presidente Líder’ y nada más. La inteligencia iraquí organizaba peticiones firmadas en sangre a fin de probar la lealtad absoluta [del pueblo] ‘al pionero’. Luego de la eliminación del histórico líder, las elecciones [iraquíes] cambiaron – [de esta manera], uno elegía entre la ‘Casa Chiita’, la ‘Casa Sunita’ o la ‘Casa kurda’ – casas construidas sobre la amargura histórica [acumulada por los bandos] mientras [cada parte] daba luz a un profundo deseo de divorciarse de las otras casas.

«[Mi amigo] escogió una corbata que coincidía con la seriedad de este evento, [y cuando llegó al lugar de votación] no vio a ningún agente de la policía fuera y no olía a ningún personal de inteligencia. Tampoco escuchó canticos de ‘espíritu y sangre [redimiremos al líder]’, y nadie dijo ‘Cameron para siempre, o incineraremos el terreno’.

«La fila en el lugar de votación era relativamente larga y el ambiente estaba tranquilo – como en una biblioteca pública. La dama le entregó una hoja de papel, [en la que] tenía que marcar una de las dos opciones – Permanecer o Irse. Este se dio cuenta de que nadie en la fila les preguntó a los demás cómo votaran. Ciertamente extraño.

«En realidad, este no estaba seriamente preocupado, porque en el fondo de su corazón que estaba convencido de que el régimen no llamaba a un referéndum para perderlo y que sus aparatos sin lugar a duda encontrarían una manera de asegurar el resultado [deseado]. Así que se fue en calma a dormir. El resultado de ninguna manera nublaría su tranquilidad británica y europea.

«Este dormía profundamente [pensando] que la opinión pública británica era sin lugar a dudas más inteligente que la de nuestro pueblo [árabe]. [Pensó que el público británico] pudiera expresar amargura ante la burocracia de Bruselas y en su liderazgo no electo, sobre el peso de las leyes europeas, el problema de los inmigrantes que marchan [hacia Gran Bretaña] desde Europa Oriental, la falta de claridad en cuanto a las identidades, los efectos de la globalización y los colmillos de las corporaciones bancarias mundiales. [Pero estaba seguro de que] la opinión pública británica nunca arriesgaría crear una grieta en la edificación europea y el enviar ondas explosivas a través de los propios hogares británicos.

«La mañana era realmente difícil. Los británicos no le prestaron atención a la convocatoria de David Cameron, quien exigió consideran seriamente los intereses de sus hijos y nietos y no cayeran en consignas tales como ‘Gran Bretaña Primero’ y ‘Recuperen el Control e Independencia’. [Sin embargo], la lógica de la isla [británica] derrotó la lógica de la mayor casa [de la UE]. Los restos del sentimiento imperialista y [el deseo] mantener el carácter [británico] personaje derrotó la aventura de sociedad y pluralismo. El simple miedo venció a la compleja esperanza…

«Mi iraquí [amigo] visualizó [el recuento de votos] en televisión. La palabra ‘terremoto’ fue reiterada con frecuencia y los mercados y bolsas comenzaron a sufrir pérdidas… Alguien habló sobre un histórico punto de inflexión y comparó [el resultado] a la caída del muro de Berlín, otro advirtió que el golpe dado por los británicos a la orden europea era como el propinado por Gorbachov a la Unión Soviética.

«Horas más tarde, David Cameron apareció y dijo que los británicos habían hablado, sus deseos serán respetados y que renunciara y le dejara la jefatura del gobierno a otra persona. El iraquí se frotó los ojos: Que hizo Cameron para irse de esta manera? El hombre que le ordenó al ejército [iraquí] invadir Kuwait [Saddam Hussein] no renunció. El [primer ministro iraquí Nouri] Al-Maliki, bajo cuya vigilancia el ejército se fragmentó y quien le entregó Mosul al EIIS, no renunció. Nuestra cultura [árabe] no tiene nada igual a un funcionario que se disculpa o renuncia. Nuestro líder no se va antes de asegurar que se lleva al país hacia el abismo [con él].

«Pero el regocijo iraquí en su refugio seguro británico no duró mucho. El mapa de Gran Bretaña puede que [aun] se vuelva trizas y se encoja, al igual que los mapas de Irak y Siria. En Escocia e Irlanda del [Norte], se incrementa la sensación de que deben divorciarse de [Gran Bretaña]. Se espera que el precedente británico pudiera reaparecer en el viejo continente, ya que la derecha radical ha descubierto una nueva oportunidad. El papel desempeñado por Europa se espera retroceda ante la voracidad del zar [ruso] y el ascenso del gigante chino y la nación de Donald Trump. Así es el destino.

«[Mi] [amigo] iraquí perdió dos veces, el árabe siempre suele perder por partida doble».

[1] Al-Hayat (Londres), 27 de junio, 2016.