En el contexto de la crisis creada por Hezbolá sobre la acusación pronta a ser emitida por el tribunal Al-Hariri, el director del diario libanés pro-sirio Al-Akhbar, Ibrahim Al-Amin, publicó dos artículos en los que pidió a Arabia Saudita aumentar su cooperación con Siria en relación con el Líbano. Este escribió que ya que Arabia Saudita ha fracasado en sus esfuerzos por mejorar la situación política en el Líbano e Irak y ya que el bando pro-estadounidense en el Medio Oriente ha perdido su lucha con el bando pro-iraní, Arabia Saudita debe reconocer su derrota y comenzar a cooperar con Siria e Irán. Al-Amin agregó que si la crisis del tribunal internacional no se resuelve satisfactoriamente a favor de Hezbolá y Siria, estallará un conflicto que no terminará con un compromiso político, tal como suele ser el caso en el Líbano, sino con una victoria decisiva para Siria y Hezbolá.

Lo siguiente son extractos de los artículos:

Arabia Saudita debe darse cuenta de que el proyecto estadounidense en la región ha sido derrotado

En el primer artículo, Al-Amin escribió: «. El horizonte para los contactos entre Arabia Saudita y Siria aún no se ha cerrado por completo y la necesidad mutua de ambas partes es una razón suficiente para continuar [estos contactos]. Pero el hecho de que los problemas pendientes entre ellos no han encontrado ninguna solución verdadera en los tres últimos años revela que no es posible [solamente] voltear la nueva página y borrar todas las antiguas [dificultades]… Damasco, que ha sufrido mucho como resultado de la política saudita [hacia esta] en los últimos cinco años y que aún está sometida a las mismas presiones, se siente dispuesto a adoptar un enfoque [apuntado a] aliviar o contener estas presiones. [Hoy] más que nunca desea adquirir la capacidad para hacerle frente a la próxima nueva ola en el conflicto con Israel, lo cual es el tema central.

«[Los recientes acontecimientos] – lo que está sucediendo en Irak, lo que se está gestando en el Líbano y lo que se espera ocurra en los territorios palestinos – todo se dirige hacia la misma dirección. Las tensiones lentamente se esparcen a través de algunos de los países del Golfo y hacia el sur de la Península Arábiga [es decir, en Yemen], así como también el cambio en la situación y en las posturas de Turquía, todas tienen que ver con la nueva configuración estratégica que está surgiendo en la región, tras el fracaso inesperado del proyecto norteamericano puesto en marcha en respuesta al 11 de Septiembre.

«Mucho se ha dicho sobre la media luna chiíta y el [nuevo] imperio persa y mucho se ha hablado acerca de los esfuerzos chiítas para hacerse cargo de la región… También se ha hablado sobre la participación de Siria en una campaña iraní destinada a hacerse cargo de los recursos árabes, entre otros [objetivos]. Arabia Saudita, luego, debe o bien tomar el papel de socio [en estos desarrollos] o el papel del [partido] decepcionado y derrotado.

«La participación de Arabia Saudita, Egipto, Jordania y los Emiratos Árabes Unidos en el proyecto estadounidense – incluso si estuviese acompañado por desacuerdos [entre estos países y los Estados Unidos] – se ha convertido en si misma una verdadera carga para la administración norteamericana, debido a que estos regímenes no han jugado ningún papel eficaz en el enfrentamiento de las fuerzas locales que están liderando la resistencia más violenta a la ocupación estadounidense. Arabia Saudita ha fracasado en reprimir a los diferentes jihadistas y teme que en algún momento estos se convertirán en una fuerza revolucionaria que derrocará al gobierno [saudita]. [En cuanto a] Egipto, no sólo no ha podido disuadir y reprimir ‘la resistencia’ palestina en Gaza y en los [otros] territorios palestinos, sino que tampoco ha logrado obtener ningún estatus en Sudán y en el Cuerno de África y se ha visto aislada de los otros [países] del norte de África.

«En cuanto a Jordania, los signos y datos que se desprenden de allí… indican un hervidero [bajo la superficie] que puede estallar en cualquier momento en la forma de un golpe de estado por [elementos dentro del] régimen o en la forma de una guerra civil. El más preocupante desarrollo allí para ese momento es el plan para vender el sector público del país y el desmantelamiento progresivo del aparato militar y su sustitución por un aparato de seguridad que provea servicios a las [fuerzas] externas.

«En cuanto a los Emiratos Árabes Unidos, el hecho de que su liderazgo haya decidido hacerle frente a los que vienen del otro lado del Golfo [es decir, desde Irán] este se ha colocado en una posición muy embarazosa. La deportación sistemática de libaneses, palestinos y otros árabes [del país] por sus fuerzas de seguridad, sobre la base de que el apoyo a la resistencia palestina y libanesa, ha alcanzado el nivel de severa persecución. Las repercusiones internas de esta [política] han sido evidentes en las últimas semanas, en la forma de [varias] sanciones y limitaciones impuestas sobre la prensa de los Emiratos Árabes Unidos, con diversas excusas.

«Por otra parte, aquellos en Palestina y en los países vecinos no esperan ninguna solución verdadera que salga de las negociaciones actualmente en curso [entre la Autoridad Palestina e Israel], mientras que los hechos sobre el terreno indican que los israelíes y la fuerzas de la ‘resistencia’ están ambas preparándose para una nueva ronda de hostilidades.

«En cuanto al Líbano, el proyecto estadounidense que la Fuerzas 14 de Marzo han estado liderando allí ha llegado a su fin… Los actuales desarrollos está a punto de entrar en fases más sensibles y pueden haber víctimas civiles a lo largo [del país] – todo depende del nivel de locura y en la retórica la cual es cada vez más aguda y chillona. Pero la solución no estará basada en [la fórmula generalmente favorecida en el Líbano], donde no existe ‘ni ganador ni perdedor’ – un [tipo de] solución que le ha costado a los libaneses muy caro una y otra vez.

«La lucha es entre dos proyectos regionales [la del bando pro-estadounidense y la del bando pro-iraní] y Arabia Saudita debería ser el primer país en darse cuenta de esto y tomar el curso razonable e inteligente de acción de acuerdo a una redistribución de los recursos en la región árabe. Esto creará un equilibrio nacional [en el Líbano] que defenderá al pueblo y su identidad y evitara una explosión. Lamentablemente, el asunto trasciende la cuestión del tribunal internacional y sus acusaciones. Toda la negociación será en vano – no [tendrá éxito] ya sea en hacer cojear a las fuerzas de la ‘resistencia’ o hacer que el cadáver [del proyecto estadounidense] vuelva de nuevo a la vida, ya que [el proyecto] murió hace mucho tiempo y es sólo el anuncio de su entierro lo que ha sido retrasado». [1]

Tanto en Irak como en el Líbano, Arabia Saudita necesita de la ayuda del bando pro-iraní

En el segundo artículo, Al-Amin destaca que Arabia Saudita ha fracasado en sus esfuerzos para dirigir el proceso político en Irak y en el Líbano y dictar la composición de sus gobiernos. Por lo tanto, debe reconocer su necesidad a la ayuda de Irán, Turquía y, sobre todo de Siria en el manejo de la situación en ambos países. Al-Amin también pide a los saudíes unirse a los esfuerzos para desmantelar el tribunal de Al-Hariri.

«En junio del 2009, Arabia Saudita financió la campaña electoral de las Fuerzas 14 de Marzo en el Líbano, con el apoyo de Egipto y los Estados Unidos. No quedó ni una sola arma sin utilizar en la campaña para mantener a que los [partidarios del] eje sirio-iraní alcanzaran una mayoría en el parlamento. [Pero] el objetivo no fue logrado. En aferrase a las riendas del poder, [las Fuerzas 14 de Marzo sólo] lograron que la situación volviese a lo que fue inmediatamente después del 7 de mayo, 2008 [es decir, la toma de Beirut por Hezbolá]. Por lo tanto, este fracasó en sus esfuerzos de [crear] una nueva fórmula, según el cual el 7 de mayo [del 2008] sería borrado por el 7 de junio [del 2009, es decir, el día de las elecciones].

«Como resultado, Arabia Saudita se vio obligada a buscar una verdadera alianza con Siria en el manejo del expediente libanés. Esta [alianza] se tradujo en un acuerdo interno [libanés] en el sentido que las elecciones parlamentarias del [Líbano] serían irrelevantes y por lo tanto el amplio fraude [electoral] perpetrado [por la Fuerzas 14 de Marzo] por medio de su campaña y [por la manipulación de] los votos, el [gasto] del capital y los aparatos jurídicos no cambiaran los hechos sobre el terreno…

«Arabia Saudita no aprendió su lección de esto y repite los mismos movimientos en Irak. [Esta inició] una campaña mediática y política que acompañó a las elecciones allí, empleando subterfugios para tratar de [evitar] la sólida realidad política y gastar dos millones de dólares para apoyar a los partidos de su elección… Pero los resultados electorales no fueron suficientes para cambiar la [realidad] en la escena iraquí – especialmente desde que Arabia Saudita emprendió la campaña bajo el mismo lema que esta había [utilizado] en el Líbano: previniendo que el eje sirio-iraní se hiciese cargo [del país].

«El partido que Arabia Saudita apoyó [de hecho] ganó un gran número de escaños en el parlamento – pero esto no ayudó a dirigir el país. Fue meses antes de que los Estados Unidos finalmente se convencieron que los resultados de [las elecciones] obtenidas a través de una incitación sectaria y financiación política no podrán ser [aceptadas]… Mucho caos tuvo que ocurrir antes de que Irán y los Estados Unidos – y recientemente también Siria – llegaran a un acuerdo de que el nuevo gobierno iraquí no puede ser establecido en base a los dictados de Arabia Saudita.

«Arabia Saudita fue [así] humillada una vez más. Ahora está esperando por los esfuerzos de Siria – en coordinación con Irán y otros países, especialmente Turquía – para generar un gobierno [iraquí] con una composición equilibrada nacional, que evitará una explosión del [conflicto] civil aún mayor de lo que Irak está experimentando hoy día. Arabia Saudita debe llegar a un acuerdo con Siria sobre este asunto, de lo contrario estará tomando la apuesta de su vida – [una apuesta que lo más probable es] que termine con una [Arabia Saudita] retirándose de la [escena] iraquí y dejando tras de sí [nada más que] anarquía y destrucción.

«La situación en el Líbano requiere de un tipo diferente de acercamiento. Siria sabe que no puede gobernar sola. [En cuanto a Irán], su papel en el Líbano no es tan importante como su papel en Irak. Turquía, que tan [sólo] ha comenzado a formar lazos de amistad en el Líbano, no puede pretender desempeñar un papel útil [allí]. Siria está por lo tanto obligada a tratar de alcanzar entendimientos con Arabia Saudita sobre muchos asuntos libaneses. Los acontecimientos de los últimos cinco años le dan mucho espacio a Siria para maniobrar, mientras que Arabia Saudita siente que el asedio se tensa alrededor de este y se ha dado cuenta que confiar en Egipto no es útil en estos días…

«Las conversaciones que tuvieron lugar recientemente entre el Presidente sirio [Bashar Al-Assad] y el Príncipe saudí Al-‘Aziz bin ‘Abdallah, frente a la situación en el Líbano, [2] reflejan las verdaderas [relaciones de] poder entre los dos bandos en esta arena. Estas [relaciones de poder] significan que se avecinan momentos difíciles para el Líbano, a menos que los ‘árabes de Estados Unidos’ [es decir, los regímenes árabes pro-Estados Unidos] internalice el nuevo orden y reconozcan su derrota. Los sirios le han dicho claramente a los saudíes, a los franceses y a los estadounidenses de que el caso [a ser revisado por el] tribunal internacional debe ser cerrado, porque puede conducir a una guerra civil a gran escala. Si estos [países] no escuchan, los acontecimientos en el Líbano traerán consigo la derrota [del bando pro-estadounidense, independientemente de] todas sus amenazas de dejar la anarquía y la destrucción detrás de esta. [3]


[1] Al-Akhbar (Líbano), 5 de octubre, 2010.

[2] El Príncipe ‘Abd Al-‘Aziz maneja los contactos referentes al Líbano y Siria en nombre de su padre, el Rey saudita.

[3] Al-Akhbar (Líbano), 7 de octubre, 2010.