En un artículo publicado en el portal del canal de televisión de Qatar Al-Jazeera, el ex miembro del Knesset Azmi Bishara escribió a favor de continuar la lucha palestina por todos los medios, incluida la resistencia armada. También hizo un llamado a abstenerse de cualquier negociación sobre el Derecho a Retorno y argumentó que la única solución posible al conflicto palestino-israelí es el establecimiento de un estado único basado en el principio de igualdad de los ciudadanos, que formarán parte de la patria árabe.
Lo siguiente son extractos de la columna:
«Uno no puede creer en la liberación y la justicia social… sin decidir [de una vez por todas] entre la resistencia y la cooperación con la ocupación»
«Los países árabes han detenido todas las operaciones de resistencia [lanzadas] desde su territorio, ya que descartan la opción de guerra y se unieron a las negociaciones con Israel, a lo que se refieren a veces con optimismo como el proceso de paz… A ellos se les unieron [en esta política] los dirigentes palestinos, que se han convertido (o aspiran convertirse en) [los dirigentes] de otro estado árabe. Desde entonces, el concepto de ‘liberación nacional’ ha desaparecido y los árabes se han dividido en dos bandos: aquellos en favor de una [solución] política y aquellos partidarios de la resistencia – una división hasta ahora desconocida para nosotros…
«Uno se puede creer en la justicia y la liberación social, o ser nacionalista, sin decidir [de una vez por todas] entre la resistencia y la cooperación con la ocupación. A medida que la brecha entre la resistencia y la no-resistencia se ensancha, los nacionalistas encuentran que el margen de maniobras, entre las dos opciones se hace más estrecho. El ‘nacionalismo’ no es una consigna, un cliché o una tendencia que ha pasado de moda. No es [sinónimo] del extremismo o del movimiento ideológico del pan-arabismo. Es una condición necesaria para la supervivencia de una sociedad justa, con las instituciones [que realmente le sirven] al pueblo, una economía natural, productos y fabricantes, educación y cultura, valores y moral. [Unidos por] el nacionalismo, nos dividimos en demócratas, liberales y los fundamentalistas. Pero sin estos, nos desmoronamos por completo, convirtiéndonos en manadas de lobos o [grupos de] huérfanos…
«Por eso es que no puedo entender a los nacionalistas que [están] perplejos [cuando han de] decidir entre la resistencia, independientemente de su naturaleza y la cooperación con la ocupación. Entregar a un joven combatiente a la ocupación – sin importar cuáles son sus motivaciones, o las motivaciones de aquel que lo delata – [es un acto que] despierta nuestros sentimientos nacionales y nos obliga a decidir entre [las dos opciones]…»
Tiempo atrás, «dar información al enemigo sobre nuestros combatientes no era llamado ‘coordinación militar'»
«En la práctica, es posible continuar la lucha sin agotar al pueblo y obligarles a aceptar las concesiones como una acción inevitable. Incluso aquellos que han apoyado el pragmatismo como ideología deben darse cuenta de que el renunciar a [nuestros] derechos inalienables, no nos han llevado a concesiones por parte de Israel que conducirán a la realización de los derechos de los palestinos. [Estos derechos han sido objeto de renuncia] a cambio de la promesa de una vida más cómoda bajo la ocupación. Solíamos tener un nombre para los que comercializan con nuestros objetivos nacionales por una vida mejor bajo la ocupación. En ese entonces, facilitarle al enemigo información sobre nuestros combatientes no era llamado ‘coordinación militar’. Es una buena idea de recordar la forma en que se utiliza el designar a una persona o un grupo de personas que se reunieron a funcionarios de la ocupación con el fin de discutir la forma de hacer fracasar una operación de [auto]-sacrificio o de [individuos] requeridos que se rindieron, o con el fin a revelar su ubicación. Ciertamente no llamamos a tales hechos ‘coordinación militar’.
«Cuando estas acciones se llevan a cabo por un liderazgo oficial que es reconocido por la comunidad internacional y tiene poderes [ejecutivos], el delito si es [doble] severo y ninguna cantidad de blanqueador lo ocultará. Esta situación desintegra a la sociedad palestina, incluyendo a sus élites educadas, [en el nombre de] un realismo que no es realismo y un consumismo que no tiene nada que ver con producción o el crecimiento [económico], sino sólo con la venta de nuestros derechos nacionales, nuestra cultura e historia…
«Aquellos que han comenzado a referirse a los territorios de 1967 como [toda] Palestina no sólo han renunciado a su historia, sino también al presente de la diáspora palestina, a Jerusalén y a la Palestina que fue ocupada en 1948, así como también a la conexión entre la Ribera Occidental y Gaza…
«La resistencia tiene lugar en todos los frentes y por todos los medios – desde la lucha armada a la actividad educativa y cultural, la actividad de los sindicatos de trabajadores y [los esfuerzos para impactar] a la opinión pública en el mundo y en Israel. La lucha nacional es una lucha global. [Es cierto que incluye] períodos de hudna y es acompañada de negociaciones y conversaciones diplomáticas, pero no debemos proponer la negociación como una alternativa a la lucha antes de cumplir nuestros derechos. Cuando depongamos las armas de lucha y renunciemos a la estrategia de lucha integral, [comenzaremos a] negociar nuestros derechos [nosotros mismos] en lugar a [la forma de] realizarlos. La condición para negociar una [solución] permanente con una potencia ocupante es un reconocimiento por parte [del poder] de que [la ocupación] debe terminar y un deseo de ponerle fin de manera ordenada y negociar la forma en que finalizará. Pero las conversaciones entre la Autoridad Palestina e Israel no se refieren a desmantelar el sionismo y la ocupación, sino al desmantelamiento de la historia y la geografía palestina. Por lo tanto, ellos constituyen un ejemplo vivo de cómo la lucha y la negociación son incompatibles cuando se descarta la lucha antes de alcanzar los objetivos propios… «
El Derecho a Retorno no es negociable; La solución es un estado único
«Debemos defender nuestros derechos inalienables que no son negociables, tales como el derecho al retorno, el fin de la ocupación y la arabidad de Jerusalén… [Sin embargo], todos sabemos que la adhesión [a estos principios] saboteará cualquier acuerdo, [ya que] Israel no llegara a un acuerdo en estos términos. [Por consiguiente], tarde o temprano tendremos que proponer una visión más amplia para la lucha, mediante la unión de cientos de iniciativas locales de políticos palestinos que surgieron sin [buscar] el permiso de nadie cuando la Autoridad Palestina [comenzó] a marginar a la OLP. Tenemos que reunir cientos de iniciativas de los jóvenes, estudiantes y de varios comités palestinos locales [y unirlos] en un marco político que represente a los [dos principios fundamentales]: la negativa a renunciar a nuestros derechos permanentes y no negociables y [la constatación de que] no existe manera de llegar a un acuerdo justo entre dos entidades políticas diferentes en dos estados.
«La solución de dos estados significa [perpetuar] la realidad distorsionada de hoy día, tal vez con unos pequeños cambios, en el mejor de los casos. La única visión de liberación que puede ser defendida por nuestra generación y las generaciones por venir es que todos los residentes de Palestina se conviertan en ciudadanos iguales en un solo estado. Para que esto suceda, este estado debe estar basado en [el principio de] la igualdad de la ciudadanía democrática. El desmantelamiento del sionismo es una condición para la realización de este [tipo de] ciudadanía y una Palestina democrática formará parte de un dominio más grande, es decir, la patria árabe.
«La alternativa a esta solución justa, a largo plazo, no es la solución de dos estados, que se está implementando ante nuestros ojos. Los pueblos de la región (por oposición a sus regímenes) se referirán a esta entidad [es decir, Israel después de la implementación de la solución de dos estados] como un nuevo estado de los cruzados que desaparecerá tarde o temprano. Esta constatación pone de manifiesto la solución de un estado en Palestina por lo que realmente es: una solución justa y no una consigna radical».