Wael Lutfi, editor asistente jefe del semanario egipcio Roz Al-Yusuf, criticó a la sociedad egipcia por obligar a las mujeres a usar el velo (hijab), incluso si va en conflicto con su visión del mundo. A fin de presentar el problema desde el punto de vista femenino, Lutfi escribe en primera persona femenina y relata las historias de las mujeres que llevan puesto el hijab por temor a ser condenadas al ostracismo, si no lo hacen.
A continuación se presentan los extractos:
«Estoy hablando de mujeres que llevan puesto un hijab a modo de coerción… esta sociedad persigue a las mujeres que no usan el hijab«
«… ¿Por qué no a usar un hijab? Por supuesto que uso el hijab. Si quiero ser práctica y quiero interactuar con esta sociedad, mientras [mantengo] el menor daño, tengo que usar un hijab. No estoy hablando de razones religiosas, con todo respeto por estas [razones]… me refiero a las mujeres que llevan puesto el hijab a modo de coerción. Así es, coerción. No existe otro nombre para esto. La primera razón es, como todos saben, que la sociedad se ha vuelto superficial, una sociedad que no está tan interesada en la esencia de las cosas tanto como en su apariencia exterior. La gente no tiene capacidad o tiempo ni tal vez energía, para tratar con aplomo la esencia de las cosas. En una sociedad así, una mujer que no lleva puesto un hijab es culpable hasta que se demuestre que es [inocente]. ¿Por qué debo yo perder mi tiempo demostrando que soy una chica respetable y educada?… se lo juro, esta sociedad persigue a las mujeres que no usan el hijab. Permítame contarle la siguiente historia, que es del todo cierta, aparte de los nombres…
La historia de Suha: «Cada hombre co-trabajador que se le acercaba [siempre] le hacia la misma primera pregunta: ¿porque no usas el hijab?
«La heroína de la primera historia es Suha. Ella es ingeniero de comunicaciones, una joven que trabaja en una de las mayores compañías de celulares. Suha viene de una familia educada. Poco después que comenzó a trabajar, vino a mí llorando y me dijo que se sentía desesperada y humillada y quería emigrar de Egipto. La esencia de su historia [fue esto]: [Cuando] comenzó a trabajar, se dio cuenta de que ella era la única [mujer] que no usaba el hijab. Desde su primer día en el trabajo, sus compañeras de trabajo le daban cintas de audio de un predicador popular, cuyas cintas y conferencias estaban de moda entre las muchachas de un estrato social determinado. Junto con la tormenta de cintas… vino un ataque de correos electrónicos e invitaciones a asistir a las conferencias del popular predicador en su mezquita. Mi diligente y honrada amiga trató de explicar que estaba convencida de que los versos del [Corán] sobre el velo podrían interpretarse de manera diferente y que ella creía que lo que los musulmanes [verdaderamente] necesitaban era trabajar. [Pero estos argumentos fueron considerados por] las chicas [en su lugar de trabajo] como una especie de locura. Ellos murmuraron con asombro por sus palabras y [expresaron] temor por la suerte que le esperaba.
«Pero este no era el problema. Tampoco era el hecho que, a pesar de su belleza y seriedad y que pertenencia a una familia al que todo el mundo quería pertenecer, ella rara vez recibía propuestas de matrimonio. A pesar de que no me lo dijo, me di cuenta de que todos los colegas hombres que trabajaban con ella que se le acercaban y [siempre] le hacían la misma pregunta primero: ¿Por qué no usas el hijab? ¿Piensas usarlo una vez [que estés] casada? ¿Estarás preparada para [quedarse en casa] y cuidar de [tus hijos]? Estas fueron preguntas de costumbre, después de lo cual el tipo desaparecería y dejaría de hablarle… semanas más tarde, se enteraría de que este había conseguido comprometerse con una chica que respondió a todas estas preguntas afirmativamente.
«Todo lo relacionado [hasta ahora] no constituye un problema para mi amiga, porque sabía que ella era diferente. ¿Lo qué hizo que se sintiera humillada fue lo que pasó entre ella y su jefe, quien está casado y tiene dos hijos. Este no dejaría de hablar de los espectaculares rezos celebrados en las noches de Ramadán en la Mezquita de Al-Hosary… Tomando ventaja de [una] oportunidad cuando los dos estaban solos, él, amablemente le hizo la eterna pregunta – ¿por qué no llevaba puesto el hijab. Cuando ella respondió que estaba feliz con las cosas como estaban, ni siquiera le permitió terminar la frase, sino que expresó su apoyo no anticipado por su posición, [Luego], con una expresión satisfecha, este con franqueza propuso una relación de concubinato – en secreto, obviamente. Mi amiga dijo… que más humillante que la propia propuesta… era la conexión [que este había hecho] entre su negativa a usar el hijab y su asumida [voluntad] de estar en un concubinato o, [para ser más explícito, su voluntad] de ser una prostituta bajo el pretexto de concubinato.
«Lo que Suha no me dijo fue que su padre es uno de los banqueros más respetables en Egipto, que su abuelo paterno es uno de los grandes jueces en la historia de Egipto, que su abuelo materno es uno de los más grandes intelectuales de todo Egipto; que ella es una chica muy seria que va a trabajar en jeans, sin maquillaje y que cuando no está en el trabajo, dedica su tiempo a la lectura y a las actividades culturales A pesar de todo esto y tal vez debido a esto., su jefe pensó que el hecho de que no usara un hijab justifica una propuesta de que se prostituye a si misma bajo la apariencia de un concubinato en secreto. Si yo fuera Suha, me pondría un hijab por temor a la persecución social a los que no lo llevan puesto…»
La historia de Walaa: «El abuso verbal de los [jóvenes] del vecindario se detuvo completamente [cuando comenzó a usar el hijab]»
Lutfi relata otra historia, la de una joven llamada Walaa, quien proviene de un barrio pobre y trabaja como modelo: «… Mi convivencia con Walaa comenzó cuando fui invitado a uno de los espectáculos [en la que ella participó]. Por costumbre, llegué temprano y me llamó la atención un acalorado debate entre el asistente del director y una de las jóvenes. La razón: Walaa llevaba puesta una prenda reveladora que no se adecuaba al [personaje del] evento en las [cuestiones sociales] en las que iba a participar como parte de la audiencia…
«Walaa dijo que el error no era de ella. La agencia para la cual ella trabajó le dijo que sería un espectáculo sobre arte y se vistió de acuerdo a la ocasión. Después, cambiaron los planes y se encontró en un programa del cual no sabía nada. Lo único que le importaba era recibir su salario de 50 liras… resolví el problema prestándole a Walaa un chal para que se lo colocara sobre sus hombros y le pedí al asistente del director que le permitiera permanecer [en el escenario], al que estuvo de acuerdo por vergüenza… Cuando me fui, después de un tiempo prolongado con el personal, vi a una muchacha vestida con hijab que parecía familiar, [sólo ahora] estaba sin maquillaje… y se dirigía hacia el autobús con todos los demás. Después de reflexionar un minuto, me di cuenta de que era Walaa, la de las características voluptuosas que había visto anteriormente con un maquillaje audaz y un vestido revelador.
«[Antes de salir] le solicité al director, medio en serio medio en broma: ¿La obligaste a llevar puesto un hijab para que se adapte a tu programa? Este respondido con sarcasmo, con una voz astuta: Walaa lleva puesto un hijab [cuando se dirige a su casa]. Le pregunté si podía hablar con ella y le ofrecí llevarla en mi coche… Esta es la esencia de la [conversación que siguió]:
«1. Walaa no es sólo una modelo. Ella tiene otros objetivos en trabajar en esta profesión, ya sea por sus propios deseos o a la presión que otros están poniendo sobre ella.
«2. Después de terminado [el día] de rodaje, Walaa pasa la noche en uno de los cafés. Por la mañana, se coloca un hijab y va a su casa…
«3. Ese mismo día en el estudio Walaa llevaba puesto un hijab porque tenía que ir a casa después de [filmar].
«4. Walaa no solía utilizar un hijab cuando comenzó a [modelar]. Ella comenzó este trabajo con el conocimiento de su familia y llegaría tarde a casa, con su ropa habitual.
«5. Los jóvenes de [su barrio] habían insultado y herido a su hermano y [como resultado] este había estado involucrado en una riña armada y casi pierde la vida.
«6. [Después de este incidente], Walaa comenzó a usar un hijab [en casa]. Se lo quitaría en la oficina y se lo pondría [de nuevo], antes de regresar a [casa]…
«7. [Luego], el abuso verbal de los [jóvenes] del barrio se detuvo completamente [cuando comenzó a usar el hijab], y su hermano no se involucró en más peleas con ellos. Él y su padre le dijeron que estaban felices de que usara un hijab, a pesar de que más o menos sabían lo que hacía y donde [trabajaba].
«En respuesta a la pregunta:» ¿Por qué usas el hijab? Walaa respondió: ‘Por qué no usar un hijab?
Egipto – Una sociedad de ovejas
«No soy ni Walaa ni Suha, y yo no soy un caso único o complicado. Soy una muchacha muy normal que lleva puesto un hijab. ¿Puedo decirte por qué?
«1. Llevo puesto un hijab porque nosotros, por desgracia, vivimos en una sociedad gobernada por una mentalidad de manada y consideramos a cualquier persona que es diferente, como si fuera un leproso o estuviese contaminado con una plaga y lo castigamos y… yo no quiero ser castigada.
«2. Llevo puesto un hijab porque mi padre me lo pidió. Estoy en el 11avo grado y las señales de mi condición de mujer han comenzado a aparecer y no estoy en una edad en la que puedo discutir. Además, no quiero hacer enfadar a mi padre.
«3. Llevo puesto un hijab, porque mi querido hermano menor me dijo que sus amigos le están juzgando por el hecho de que su hermana es la [única] chica en el grupo que no usa un hijab y se siente avergonzado. Quiero quitarle ese sufrimiento a mi hermano.
«4. Llevo puesto un hijab porque todas las chicas del 12avo grado de repente usan un hijab y han comenzado a frecuentar las tiendas de ropa para mujeres que usan el hijab. Y siento que mi aversión por el hijab me está distanciando de los amigos que amo…
«5. Llevo puesto un hijab porque vivimos en una sociedad que permite que el predicador Safwat Hijazi llame a las mujeres que no usan el hijab ‘prostitutas’ y no quiero que me llamen prostituta.
«6. Llevo puesto un hijab porque [nuestra] sociedad sólo tiene que ver con las apariencias. El resurgimiento religioso es [meramente] externo y también lo son el trabajo, la oposición, la democracia. ¿Entonces por qué tengo que hacer una gran cosa sobre mi propia apariencia [y destacarme, en lugar de ir con la corriente]?…» [1]
[1] Roz Al-Yousef (Egipto), 17 de julio, 2010.