En un artículo en el diario saudita Al-Watan, la columnista liberal Iman Al-Quwaifli criticó el fenómeno de simpatía por Adolf Hitler y el nazismo en el mundo árabe. Esta señaló que la simpatía por Hitler toma dos formas: la admiración popular por él como un líder fuerte quien fue «más poderoso que los judíos» y la simpatía envuelta en términos intelectuales, tales como el argumento pseudo-científico de que la verdad es un concepto fluido y la historia la escriben los vencedores. Ella escribió que el último tipo de argumento es una parodia al pensamiento científico verdadero y que la simpatía por Hitler contraviene los valores islámicos y árabes.
Un ejemplo de admiración por Hitler en el mundo árabe de hoy día se puede ver en un programa de opinión recientemente presentado en el canal egipcio Al-Nas, donde el clérigo egipcio Hussam Fawzi Jabar justifica las acciones de Hitler contra los judíos. [1]
Lo siguiente son extractos del artículo de Al-Quwaifli: [2]
«Aquellos que ondean el lema de ‘la historia es escrita por los vencedores’ no se molestan en averiguar la verdad sobre Hitler”
«El entusiasmo de los árabes por Hitler durante la Segunda Guerra Mundial fue comprensible. En ese período, estaban [viviendo] bajo la ocupación británica o francesa, o en el mejor de los casos, bajo mandato obligatorio y parecía que la victoria de Hitler y el Eje era la única manera de deshacerse de los británicos y franceses. Consignas como ‘Alá hai, Alá hai, Hajj Muhammad Hitler jai’ [Alá vive, Alá vive, Hajj Muhammad Hitler viene’]… presentó a Hitler como musulmán. Aunque aplicando el nombre de ‘Hajj Muhammad’ a Hitler es ridículo, las aspiraciones de los árabes [para ese momento] son comprensibles, en especial asumiendo de que eran ignorantes de la filosofía nazi y sus implicaciones. Pero lo que no es comprensible y no debe ser aceptado, es la simpatía de los árabes por Hitler que persiste hasta el día de hoy, basado en diversas justificaciones.
«La simpatía contemporánea por Hitler es de dos clases: Primero, existe la simpatía popular, [alimentada por las actuales dificultades de los árabes], [que los inducen a] impresionarse [por el hecho] de que solía existir alguien más poderoso que los judíos. Esta simpatía es manifestada en el apoyo a dictadores como Hitler, Stalin y Mao, quienes son percibidos como modelos de progreso, constructivismo y disciplina impuesta a toda costa.
«El otro tipo de simpatía, más significativa, consiste en exonerar al nazismo bajo la forma de un [debate] culto y científico. [Los autores de esta postura] adoptan un enfoque crítico al conocimiento y la historia, argumentando que ‘la historia es escrita por los vencedores’ y el cuestionar la imagen de Hitler como un icono [del mal]. Este enfoque pseudo-científico es débil y transparente y, no tiene nada que ver con el [verdadero] pensamiento [científico]. Aquellos que ondean el lema ‘la historia es escrita por los vencedores’ no se molestan en averiguar la verdad sobre Hitler mediante la lectura de historias – ni las escritas por los vencedores, ni las escritos por aquellos pensadores críticos que no pertenecen a la imperialista Occidente que ganó la [Segunda Guerra Mundial]».
Para apoyar su opinión, Al-Quwaifli presentó a tres pensadores – Edward Sa’id, Tzvetan Todorov y Eric Hobsbawm – quienes no pertenecen a la corriente occidental, pero sin embargo, reconocen el Holocausto y acusan de genocidio a Hitler. Ella también respondió a la afirmación de que Hitler odiaba a los judíos pero le gustaba e incluso admiraba a los árabes y el Islam, diciendo: «Existen cuentos extraños y fantásticos que asocian a Hitler con los árabes, e incluso con el Islam. [Por ejemplo, se dice] que no fumaba ni bebía alcohol y que solía invitar a estudiosos musulmanes con el fin de aprender de ellos acerca de los Compañeros del Profeta. Algunos incluso lo llamaron un najashi moderno. [3] Esta [afirmación] no se sostiene si se examinan los principios básicos del nazismo. [Por otra parte, el profesor egipcio] ‘Abd Al-Wahhab Al-Masri, en su libro sobre secularismo y en su enciclopedia del judaísmo, se refiere al nazismo como la cúspide del materialismo occidental, cuya máxima autoridad es la ciencia y cuyo único objetivo es el objetivo material. Este modelo materialista cruel no es compatible con las religiones europeas y desde luego no lo es con el Islam y el arabismo».
«La glorificación del nazismo y el rechazo de la ‘historia de los vencedores’ lleva a la no observancia de la realidad y a una ideología de hostilidad hacia Occidente»
«Por último, también existen historias que no fueron escritas por los vencedores, [tales como] las memorias de Hajj Muhammad Amin Al-Husseini – un verdadero hajj, [quien fue] Mufti de Jerusalén. Obligado a huir de los británicos, quienes eran los enemigos del Eje, este se escondió en Berlín durante la Segunda Guerra Mundial. Existen varias fotografías de él en compañía de Hitler y Himmler y partidarios del nazismo les gusta presentarlos [como evidencia de la orientación pro-árabe de estos líderes nazis]. No obstante, el propio Husseini escribió en sus memorias que Hitler nunca pretendió gustarle los árabes y que nada le preocupaba, excepto los intereses de Alemania. De hecho, Husseini dudaba de la sinceridad de las promesas de Hitler a los árabes y expresó su perplejidad ante la contradicción entre estas promesas y las posturas de los países del Eje. Por ejemplo, Mussolini le dio una bienvenida calurosa a Husseini y le prometió apoyar la independencia de los países árabes, incluso mientras Italia conquistaba Libia!
«¿Qué beneficio se puede obtener en simpatizar con Hitler? Existen estudios israelíes dedicados a demostrar el vínculo entre el nazismo y el Islam, [que evocan] el carácter de Hajj Amin Al-Husseini y [el hecho de que había] musulmanes que se unieron al ejército alemán. Cualquier hecho [que puede ser presentado como evidencia] de este vínculo les hace felices. El problema es que centrarse en Hitler como un individuo hace inclinar la percepción de la [era nazi], dándole un giro a la dictadura [nazi] y la tiranía a una cuestión secundaria que puede ser tolerado sobre la base de que este dictador odiaba a los judíos y gustaba de los musulmanes, al igual que [claman hoy] todos los dictadores árabes de que odian a los judíos y gustan de los musulmanes [con el fin de justificar su mandato].
«Aquellos que promueven [el enfoque que] simpatiza con Hitler sienten una profunda conexión a [su] identidad árabe e islámica, con todos sus aspectos tradicionales. Por lo tanto, rechazan [la noción de] someter el conocimiento islámico a las críticas… Esto socava su argumento de que ‘la historia la escriben los vencedores’, [porque] la historia islámica fue [también] escrita por los vencedores, sin embargo, [estas personas] a la defensiva rechazan cualquier crítica contra los [acontecimientos árabes de] la historia. La glorificación del nazismo y el rechazo de la ‘historia de los vencedores’ conlleva a ignorar la realidad y a una ideología de hostilidad hacia Occidente, su historia y su ethos. Sólo por despecho, [los autores de esta visión] convierten a los demonios de [la historia de Occidente] en ángeles, creando conflictos artificiales.
«La simpatía por Hitler convierte la historia en nuestras mentes en una farsa imaginaria en la que los personajes llevan puestas máscaras que contradicen la verdad histórica y en el que los personajes buenos llevan puestas máscaras de maldad… El conocimiento histórico por lo tanto pierde su carácter racional y se vuelve líquido, sin ningún tipo de centro o [sentido de] una verdad sólida. En este mundo imaginario, fluido y al revés, cualquier verdad histórica se puede negar y cualquier [hecho] imaginario puede ser probado – así como una persona en una quimera puede crear cualquier mundo que quiera, mientras su imaginación lo lleve, y así como hacen los derviches cuando giran alrededor, gritando ‘Alá hai, Alá hai, Hajj Muhammad Hitler jai’«.
[1] Para ver extractos del programa, véase MEMRI TV Clip No. 2556, http://www.memritv.org/clip/en/2556.htm.
[2] Al-Watan (Arabia Saudita), 8 de julio, 2010.
[3] Esta es una referencia a Ashama ibn Abjar, quien, según la tradición musulmana, fue najashi (emperador) de Etiopía durante la época de Mahoma y le dieron refugio a los musulmanes que huyeron de la persecución en Meca. El término najashi se aplica a los líderes musulmanes que no simpatizan con el Islam y los musulmanes.