El 9 de noviembre, 2015 el portavoz del gobierno jordano Mohammed Al-Momani dijo que un capitán de la policía jordana Anwar Abu Zaid, había disparado contra las instalaciones de entrenamiento policial en Al-Muwaqqaral al este de Ammán, matando a cinco personas que trabajaban allí: dos jordanos, dos estadounidenses y un sudafricano. Este agregó que los agentes de policía presentes en la escena asesinaron al atacante y que se había puesto en marcha una investigación sobre el incidente y los motivos de los atacantes.[1]

Informes publicados horas después del incidente revelaron que Abu Zaid, de 29 años padre de dos hijos, vivió en la gobernación Jerash y era sobrino del ex parlamentario jordano Suleiman Al-Sa’ad, un miembro destacado de la Hermandad Musulmana jordana. Se informó además que Abu Zaid había solicitado recientemente abandonar el cuerpo policial, pero se le había negado.[2]

Dado que el tiroteo tuvo lugar en el décimo aniversario de los atentados por Al-Qaeda a los hoteles en Amman, los medios de comunicación especularon que el EIIS o alguna otra organización terrorista estaba detrás de esta; algunos de los informes señalaron que Abu Zaid se había vuelto más devoto en los últimos meses y que se había tomado varios minutos para orar antes de abrir fuego.[3]

Al funeral de Abu Zaid, celebrado el 12 de noviembre, 2015 contó con la presencia de miles y los dolientes describieron a Abu Zaid como un mártir y vociferaron consignas de «con sangre y espíritu les redimiremos, oh mártir», así como también «muerte a Israel» y «muerte a Estados Unidos».[4]

La prensa jordana publicó sólo un puñado de artículos respondiendo al incidente. Un artículo destacado fue el del periodista Ibrahim Gharaibeh, columnista del diario Al-Ghad, quien dirigió duras críticas hacia la sociedad jordana, instando a examinar por sí mismo y comprobar el cómo un crimen tan horrible podía tener lugar dentro de esta. Este escribió que la balacera de Al-Muwaqqar fue tan impactante como el horrible asesinato de los siete escolares israelíes en la frontera entre Israel y Jordania en 1996. Este agregó que la sociedad jordana sufre de una profunda crisis social y cultural que crea un clima que fomenta el extremismo, el terrorismo y el odio y que la erradicación de estos fenómenos requiere no sólo medidas de seguridad, sino que también examina la educación, religión y las instituciones estatales de Jordania.

Lo siguiente son extractos de su artículo:[5]

Ibrahim Gharaibeh (imagen: https://twitter.com/gharaibeh48)

«El criminal asesinato de los trabajadores jordanos y extranjeros en el centro de formación de seguridad en Al-Muwaqqar nos debería sorprender profundamente, como gobierno, sociedad y como individuos. Si esto resulta no ser un punto de quiebre en la visión del mundo que sustenta [nuestro] entorno de vida y trabajo, luego, [seremos incapaces de] captar señales y mensajes indicando cambios y grietas en el sistema de confianza mutua que sustenta] intereses y relaciones [comunes]. Este crimen es escandaloso y terrible, como ningún otro, aunque la conmoción por el asesinato de siete colegialas israelíes en un viaje de campo en 1996 puede equiparársele.

«Lo peor de estos crímenes es que no son obra de grupos organizados! ¿Cómo podemos asegurarnos que tal crimen no vuelva a ocurrir?…

«Sabemos que se toman duras y estrictas medidas administrativas y de seguridad durante la actividad militar y de seguridad. [Pero] deberíamos estar sacudidos cuando se cree un ambiente que fomente el crimen y el odio en un ambiente de trabajo del día a día; cuando gente pierde su brújula [moral] y la razón, que les permite pensar de manera lógica y tomar decisiones acertadas y cuando una sociedad no puede proveerle a sus miembros con el pensamiento racional tienen que estar conscientes de los peligros [y ser capaces de diferenciar] entre el bien y el mal, la verdad de la mentira y el bien del mal.

«No es suficiente decir que este tipo de crímenes suceden. Si recordamos otros crímenes [eso ocurría anteriormente], podemos señalar la forma en que son esencialmente diferente del crimen en Al-Muwaqqar – lo que hace necesario reexaminar y repensar [el asunto]… Creo que deberíamos reconocer el espectro completo de las crisis sociales y culturales que [nos afligen] y que crean un entorno que empuja a la gente a cometer crímenes. Debemos reunir nuestro coraje y ser honestos con nosotros mismos. El torrente de condena al extremismo y a los extremistas que emanan de los comités antiterroristas y simposios… ya no es suficiente – y quizás incluso no deberían ser aceptados.

«Es claro que la solución no puede ser sólo a [nivel] de seguridad. Las medidas de seguridad ya han alcanzado su punto máximo. También es claro que las instituciones educativas y sociales no han logrado construir un sistema racional y tendencias racionales, posturas e ideas. También me arriesgaré diciendo que los planes de estudio y la educación, la religión y las instituciones del estado ya no funcionan como es debido a fin de [actualizar] los objetivos de la sociedad – y eso es decirlo muy suavemente.

«Crímenes como estos aún no han creado tal conmoción a niveles individual y social [entre nosotros] que nos empuje a explorar e investigar. Crímenes tales como el atentado al hotel el [9 de noviembre, 2005 en Amman] no conmocionaron la conciencia individual y colectiva y que no provocaron ninguna reacción contra el terrorismo y el odio, ningún reconocimiento a la crisis que estamos viviendo y ninguna investigación a las causas y raíces del terrorismo que es meticuloso y entiende bien el delito y sus dimensiones. Muchos [de nosotros] todavía creemos que el asesinato de los siete escolares israelíes en un viaje de campo fue un acto de heroísmo.

«La pregunta más difícil que se [deriva] a la conmoción de la conciencia que deberíamos experimentar es en qué medida los estudiantes y ciudadanos – en su vida cotidiana, en su comportamiento en la sociedad y en su trabajo e instituciones [educativas] – se comprometen a los acuerdos del estado, puedan internalizarlos y respetar el pacto social que normaliza las relaciones entre los ciudadanos [del estado], sus invitados clientes y sus residentes.

«[De la misma manera,] son ​​tales crímenes lo suficientemente [graves] para hacernos reexaminar el papel religioso del estado? Este papel, que de hecho no es exigido por la religión en sí, incluye el [dar] clases de religión en la escuela y la administración de las mezquitas, [realizar] el da’wa y el [emitir fatuas]. [Todos estos son] adornos religiosos excesivos que el que el estado nos embadurna, cuando no son [parte de] la religión [en lo absoluto]!

«¿Estamos realmente reconociendo las reservas masivas del odio devastador que inunda a la gente, sociedades, niños, y a generaciones [enteras]? ¿No hemos hecho lo suficiente para lidiar con el odio, o lo estamos incrementando, o [incluso] haciéndolo peor? ¿Quién puede hoy diferenciar a los terroristas de los no terroristas? ¿Cómo puede Occidente diferenciar a un musulmán moderado de un terrorista musulmán, cuando ni siquiera podemos hacerlo [nosotros]?

«Preguntémonos con honestidad: ¿Creen los terroristas algo diferente de lo qué creemos nosotros? Aprenden los terroristas algo diferente de lo que aprenden los estudiantes de los planes de estudios del Ministerio de Educación y de las escuelas sharia en las universidades oficiales [estatales]?»


[1] Al-Quds Al-Arabi (Londres), 9 de noviembre, 2015.

[2] Ammonnews.net, fpnp.net 9 de noviembre, 2015.

[3] Al-Quds Al-Arabi (Londres) 9 de noviembre, 2015; Al-Akhbar (Líbano), 10 de noviembre, 2015; Al-Ghad (Jordania), 10 de noviembre, 2015.

La familia de Abu Zaid expresó dudas de que este fue realmente el que disparó y negó que estuviese conectado a ninguna organización terrorista. Su tío, el ex-diputado Suleiman Al-Saad, dijo que la familia se negó a enterrarlo hasta que la investigación fue completada y las circunstancias del incidente salieron a la luz. Este rechazó informes de que su sobrino había sido un extremista religioso y agregó: «Somos seguidores de la corriente wasati [es decir, la corriente moderada del Islam] y Anwar oró como cualquier otro musulmán en este país». Este hizo hincapié en que su sobrino era un hombre bueno y fiable y había pasado con éxito la inspección por la policía, y llamó a comprobar todas las posibilidades sin descartar nada.

El funeral de Abu Zaid fue finalmente celebrado el 12 de noviembre, a pesar de las conclusiones de la investigación oficial aún no han sido publicados. Según algunos informes, las autoridades presionaron a la familia de este para que fuese enterrado (Al-Quds Al-Arabi, Londres, 9, de noviembre, 2015; ammonnews.net 9 de noviembre, 2015, Al-Sabil (Jordania), 12 de noviembre, 2015).

[4] Al-Sabil (Jordania), ammonnews.net, 12 de noviembre, 2015.

[5] Al-Ghad (Jordania), 11 de noviembre, 2015.