En un reciente artículo en el diario de Qatar Al-Arab, el columnista Sayyed Muhammad Al-Khadher llamó a evaluar de nuevo la imagen del ex presidente de los Estados Unidos, George W. Bush y sus políticas. Este explicó que la política de Bush de condenar y aislar al bando de la resistencia ha fortalecido a los regímenes árabes moderados, mientras que la política de apertura hacia este campo, empleada por el actual presidente, Barack Obama, está debilitando a los aliados de los Estados Unidos en el Medio Oriente y está socavando los propios intereses de los Estados Unidos y su situación allí.
Lo siguiente son extractos del artículo: [1]
«Muchos se alegraron de ver a [George] Bush hijo desalojar la Casa Blanca. Este hombre, a quien muchos consideran un político demente, tuvo una desafortunada historia empañada en sangre. Este había arrastrado a [su país] hacia dos guerras innecesarias y dejó la presidencia sin hacer ningún progreso en el campo de batalla, por no hablar de [lograr] la victoria. Este también había denunciado la falsedad de los valores estadounidenses asesinando [a] niños, expulsando gente [de sus casas], estableciendo cárceles secretas y permitiendo las torturas. [Por otra parte], todo el mundo recuerda los últimos días [de su] presidencia como días de necesidad, mientras dejaba a la superpotencia [norteamericana] en un estado de caos económico, con una alta tasa de desempleo y millones de estadounidenses viviendo en las calles.
«Pero la constante en la política es el cambio. A menudo, la sabiduría de un líder y las ventajas se manifiestan sólo después de que este ha dejado el círculo de los que toman decisiones. No estoy hablando de los líderes árabes, por supuesto, cuya sabiduría termina sólo cuando mueren, sino de lo que parece haber sucedido con Bush Los resultados de las [políticas] de Obama hasta ahora revelan que Bush fue el presidente de Estados Unidos que logró liderar al mundo – [el presidente] a quien el mundo escuchaba, el que fue más popular entre los aliados de Estados Unidos y el que tuvo el mayor prestigio entre sus enemigos.
«Revisando la realidad árabe, nos encontramos con que las políticas del presidente [Bush] corresponden a aquellos del bando [árabe] moderado en la mayoría de las cuestiones estratégicas… Bush describió a algunos de los países [árabes] como estados traidores pertenecientes al Eje del Mal. Esta postura fue un ancla en la que los estados moderados se basaron para abordar las cuestiones regionales, una postura que los fortaleció en relación a Irán, Siria y sus representantes – Hezbolá y Hamas. Las posturas del presidente Bush ayudaron a [aumentar] la influencia del bando moderado en el Medio Oriente y para aislar a Siria durante unos pocos años. Crearon una nueva situación en el Líbano y en cierta medida obligaron a Hamas a negociar con los líderes de Arabia Saudita, Jordania y Egipto. Bush hablaba en serio sobre el ajuste de cuentas con Siria y comprendió la amenaza chiíta, con el que los líderes de los países árabes [moderados] han estado preocupados durante mucho tiempo. Este no dudó en poner a los movimientos de resistencia en la lista de las [organizaciones] terroristas de Occidente.
«[En cuanto a] Obama en cambio, nos encontramos con que ha manejado mal los asuntos del Medio Oriente en dos maneras. Su primer [error] es su apertura hacia Irán y Siria, que los estadounidenses ven como [un acto de] exonerar a los [regímenes] malvados que no han dejado de apoyar el terrorismo y amenazan los intereses estadounidenses en el Medio Oriente. Los árabes moderados ven esta etapa como ingratitud hacia ellos después de todo lo que han hecho por los Estados Unidos, que los debería haber fortalecido en la región en relación con sus rivales [en lugar de llegar a este último]. El segundo [error] del nuevo presidente estadounidense es que, a diferencia de su predecesor, no da instrucciones claras a los líderes de los países del Medio Oriente – lo que ha hecho que algunos, incluso entre sus aliados, se rebelen contra él, por así decirlo. [Por ejemplo], las amenazas de Fatah de retirarse de las negociaciones patrocinadas por Estados Unidos [con Israel] se han convertido en un fenómeno común… Israel [también] ve a Obama como un presidente débil que no puede cumplir [las necesidades] del estado hebreo, a pesar de que se ha comprometido a protegerla de cualquier peligro…
«Parece ser, por lo tanto, que la historia rápidamente le está haciendo justicia a Bush. Su partida [de la Casa Blanca] fue [en realidad] un desastre para los árabes. Israel [también] sintió pesar por verlo ir y, los [propios] estadounidenses están aprensivos. Resulta ser que este era del agrado de todos».
[1] Al-Arab (Qatar), 24 de septiembre, 2010.