El 17 de septiembre, 2018 varios días después del aniversario de los ataques del 11-S, el Dr. ‘Abd Al-Hamid Al-Ansari, columnista del diario qatarí Al-Watan y ex-decano de Derecho Islámico en la Universidad de Qatar, escribió sobre las lecciones por aprender de los eventos del 11-S. Al-Ansari, siendo este una voz no central en la prensa de Qatar, notó que la identidad de los atacantes del 11-S, quienes eran educados y de familias acomodadas, desmiente la afirmación de que factores tales como la pobreza y la opresión son los que conducen a los jóvenes a cometer acciones terroristas. Más bien, es la fe ardiente, su profunda creencia de que están cumpliendo un objetivo elevado, lo que motiva a los terroristas y, por consiguiente, ninguna fuerza en el mundo puede impedir que se sacrifiquen. Al-Ansari también rechazó las teorías de conspiración que afirman que los aparatos de inteligencia estadounidenses estuvieron detrás de los ataques del 11-S, con el argumento de que las mismas ideas erróneas siguen motivando el terrorismo en los países musulmanes y árabes, así como también en África y Occidente. Por lo tanto argumentó que las acciones militares no son suficientes para contrarrestar el terrorismo. Tales acciones deben ir acompañadas de esfuerzos para combatir la idea terrorista, siendo estas el factor más peligroso. Para este fin dijo, se necesita una campaña integral ideológica, cultural, educativa y religiosa, que involucre a todos los sectores de la sociedad a fin de inmunizar a los jóvenes contra la idea terrorista y suplantarla por valores de igualdad y tolerancia.

Lo siguiente son extractos traducidos de esta columna:[1]

Dr. ‘Abd Al-Hamid Al-Ansari (imagen: Raya.com)

«Han pasado 17 años desde el ataque terrorista de Al-Qaeda en los Estados Unidos, esa terrible catástrofe que le costó la vida a 2752 víctimas inocentes, de diversas nacionalidades y religiones… ¿Qué lecciones y conclusiones pueden extraerse de estos ataques terroristas contra los emblemas del orgullo norteamericano?

«La primera lección: Cuando la ideología del sacrificio por una meta percibida como elevada y por la que vale la pena morir se apodera de la mente y el alma de una persona, ninguna fuerza en el mundo puede impedir que esa persona se sacrifique a sí misma, independientemente de si otros consideren correcta o no [su ideología]. Una persona que se encuentra en las garras de tal ideología no tiene en cuenta el camino para alcanzar su objetivo. Esa es la explicación lógica al hecho de que el terrorismo y las operaciones suicidas han persistido y continuarán en el futuro porque las actividades terroristas de Al-Qaeda y la violencia del EIIS no han disminuido. Aunque los dos estados [aparentemente una referencia al Estado Islámico (EIIS) en Siria e Irak] ya no existen; [aunque] el líder de Al-Qaeda haya sido asesinado, muchos de los terroristas han sido eliminados y los que permanecen son perseguidos y aprehendidos en todas partes, asediados y privados de sus fuentes de financiación y a pesar de todos los esfuerzos por parte de la comunidad internacional por cercar [el terrorismo] y combatirlo, el terrorismo sigue existiendo, está vivo y pateando, atacando en todas partes y asesina a sus víctimas sean hombres o mujeres y de cualquiera de las religiones.

«La segunda lección: la lucha contra el terrorismo no será efectiva a menos que tome la forma de una campaña ideológica, cultural y religiosa, como parte de una estrategia integral educativa, cultural, mediática y religiosa que aumentará la inmunidad de los jóvenes a la idea terrorista. Esta estrategia debe involucrar a todos los sectores, organizaciones sociales y gubernamentales, incluyendo a las organizaciones de la sociedad civil y los diversos partidos políticos. Las acciones militares y de seguridad desempeñan un papel crucial en la lucha contra el terrorismo al destruir sus madrigueras y a sus principales líderes y soldados, en ataques preventivos que apuntan a prevenir con antelación las operaciones terroristas. Sin embargo, estos ataques aplastan al cuerpo y la estructura terrorista pero no la propia idea del terrorismo, siendo esta la parte más peligrosa. La idea del terrorismo por ende permanece, como un virus en el aire que puede ser destruido solo a través de una vacuna, [es decir] una poderosa idea contraria a ello.

«La tercera lección es el colapso de todas las teorías que asocian las operaciones terroristas con factores secundarios tales como la pobreza, el desempleo, las dificultades económicas o la falta de libertad, justicia y democracia; con la opresión y los regímenes [dictatoriales] que persiguen a la oposición; con el factor de la inmigración, tales como en el caso de los [atacantes] al estilo lobo solitarios en Europa, o con provocaciones seculares en contra del Islam, que algunos escritores y predicadores afirman [son las razones del terrorismo]. Diecisiete años han demostrado que ninguno de estos factores secundarios puede transformar a un joven en el mejor momento de la vida en una bomba humana que se sacrifica a sí mismo. Ninguna fuerza en el mundo puede hacer que una persona considere una muerte dulce, excepto la fe suprema y abrumadora. Adicionalmente, los 19 jóvenes que llevaron a cabo los ataques [del 11-S] no sufrían de pobreza, opresión o de dificultades económicas. Al contrario, provenían de familias de clase media y todos poseían títulos académicos de universidades en Europa y de los Estados Unidos. Además, los cuatro pilotos que volaron los aviones hacia los objetivos aprendieron a volar en escuelas estadounidenses.

«La cuarta lección: Es necesario desarrollar la educación y especialmente la educación religiosa, para promover valores de apertura, tolerancia, libertad, respeto y justicia, la aceptación del otro y el respeto por su religión y creencias, basados en la premisa de una ciudadanía igualitaria que abarque todos los componentes y sectas de la sociedad sin distinción ni discriminación alguna. Es necesario promover la igualdad entre los miembros de la sociedad y tratarlos a todos por igual, basándonos en el principio de igualdad de oportunidades. Esta vendría siendo la armadura contra la penetración de las ideas terroristas dentro de las filas de los más jóvenes.

«La quinta lección es el colapso de la supuesta teoría de conspiración según la cual los [aparatos] del servicio de inteligencia estadounidense organizaron los ataques del 11-S con el fin de culpar a los musulmanes y atacar a los talibanes y a Al-Qaeda en Afganistán. Esta teoría conspirativa colapsa por una razón muy simple y lógica de que la pervertida idea terrorista adoptada por los 19 jóvenes, que les llevó a atacar a Estados Unidos, es la misma idea pervertida yihadista que [sigue] motivando a las organizaciones y jóvenes en los países árabes y musulmanes, así como también en África y Occidente con el propósito de que organizaciones terroristas similares lleven a cabo acciones similares. Esto se suma a las admisiones explícitas de miembros y simpatizantes de Al-Qaeda, quienes en realidad se jactan [por los ataques del 11-S] y sienten orgullo por estos y por los festejos anuales celebrados por los fundamentalistas en Londres por «Los 19 Grandiosos»[2], así como también miles de documentos y evidencias decisivas».


[1] Al-Watan (Qatar), 17 de septiembre, 2018.

[2] Una referencia a los festejos anuales del 11-S celebrados por la organización extremista Al-Muhajiroun en Gran Bretaña, dirigida por Anjem Choudary y ‘Omar Bakri. Véase Al-Sharq Al-Awsat (Londres), 26 de septiembre, 2018.