En un artículo de opinión el 17 de octubre, 2010 titulado «Persiguiendo una Metamorfosis Islámica» en el portal English.aljazeera.net, Mohamed El-Moctar El-Shinqiti escribe que el mundo musulmán se enfrenta a un declive similar al de la Europa medieval, según lo descrito por el historiador holandés Johan Huizinga. Este dice que el mundo islámico está experimentando una crisis en donde existe «la falta de consenso en el contrato social sobre el que la sociedad debería estar basada, especialmente en términos de un acuerdo alcanzado para la relación entre la religión y el estado». Este continúa argumentando en el cómo un nuevo consenso pudiera ser formado, afirmando que «las minorías no musulmanas y los no practicantes musulmanes necesitan aceptar el hecho de que la ley islámica es demasiado fértil y demasiado importante para ser desechada».
Según el portal, Al-Shinquity es «autor en historia política e historia de la religión».
El siguiente es su artículo de opinión, en su original en inglés:
«El legado cultural de los musulmanes modernos que heredaron de sus antepasados está agotado»
«En su libro El Otoño de la Edad Media, el historiador holandés Johan Huizinga describe la decadencia del mundo medieval como un proceso de ‘morir y solidificación de una anterior condición válida de pensamiento’.
«La tesis principal del libro de Huizinga es que por los siglos XIV y XV, las formas culturales y las normas en que la Europa medieval tuvo su base se volvieron exhaustas y agotadas. Cuando cualquier ideal se vuelve exhausto, este deja de ser una fuente de inspiración; más bien se convierte en una carga artificial.
«Desde la perspectiva de Huizinga, el mundo europeo de la Edad Media fue un mundo de vanidad artificial y auto-engaño, una ruina de un mundo que había muerto hace mucho tiempo atrás.
«Creo que el aspecto abstracto de la tesis de Huizinga sobre las formas culturales es esclarecedor y puede ampliarse para explicar los momentos de transición en otras culturas, incluida la cultura islámica contemporánea. El legado cultural de los musulmanes modernos heredado de sus antepasados está exhausto y – con la falta de la autocrítica – la mayor parte de este legado se está convirtiendo en una carga en lugar de ser una fuente de inspiración».
«El mundo islámico está pasando por una profunda metamorfosis»
«El mundo islámico está pasando por una profunda metamorfosis. Las lecciones de la historia desde las revoluciones estadounidense y francesa muestran que este tipo de momentos transitivos son a veces sangrientos y dolorosos. En este momento, los musulmanes necesitan nuevas ideas e ideales que trasciendan las divisiones y sanen sus heridas.
«Una de estas heridas profundas es el conflicto entre seculares e islamistas y eso es lo que vamos a explorar aquí.
«Estado y religión
«En el corazón de la crisis de las sociedades musulmanas de hoy día está la falta de consenso sobre el contrato social en el que la sociedad debería estar basada, especialmente en términos de un acuerdo alcanzado para la relación entre religión y estado.
«El secularismo puede ser visto desde una perspectiva institucional, jurídica o ideológica. En la experiencia occidental, también es importante distinguir entre el secularismo ‘blando’ del anglo-sajón lo cual básicamente significa neutralidad positiva del estado hacia la religión y la difícil laicité (laicidad) de los franceses que va más allá de la neutralidad a la intervención negativa en contra de la religión.
«La separación institucional entre las organizaciones religiosas y políticas no es difícil de aceptar en el mundo islámico. En efecto, está en compatibilidad con la experiencia histórica islámica, donde la religión nunca fue institucionalizada como un competidor político con el estado de la forma en que lo fue en la cristiandad medieval.
«Pero el laicismo ideológico a la francesa y el secularismo legal que excluye al Islam como una fuente de legislación, nunca se arraigará en la cultura islámica.
«Potencial histórico
«Los musulmanes no pueden, sin embargo, continuar haciendo caso omiso a los nuevos avances en la moral de toda la humanidad respecto a las relaciones estado-religión. En primer lugar, la fundación del estado moderno es geográfica, no basada en la fe.
«En segundo lugar, la igualdad de todos los ciudadanos en los derechos políticos es, al menos en teoría, indiscutible en cualquier estado moderno respetado. Tercero, cada nación debe tener en cuenta las leyes y la legislación de las otras naciones.
«Afortunadamente para los musulmanes modernos que están profundamente arraigados en su herencia cultural, existe potencial en su cultura heredada que pudiese ayudar. En primer lugar, las sociedades musulmanas siempre han estado abiertas a la diversidad religiosa.
«La existencia interrumpida de las minorías cristianas en el Medio Oriente desde el nacimiento del Islam hasta nuestros días es un buen ejemplo de este potencial. Segundo, la ley islámica es muy flexible y abierta a la interpretación y a la adaptación permanente y, es fácil incorporar las leyes más modernas dentro de la visión jurídica islámica.
«Tres actores
«Una mirada más de cerca al conflicto sobre religión y estado en el mundo islámico revela la existencia de tres actores que tienen un interés en el resultado de este conflicto. Estos actores son las mayorías musulmanas, las minorías no musulmanas y los no practicantes musulmanes. Cada uno de estos actores tiene su propio conjunto de preocupaciones.
«Las mayorías musulmanas ven al Islam como una parte esencial de inspiración en la vida pública y no quieren que su sistema de valores se vea comprometido. Ellos también le temen a la manipulación externa al caso de la minoría.
«Algunas personas, entre estas la mayoría cree que la cuestión del secularismo es irrelevante. No tenemos iglesia, argumentan y el secularismo, por definición, es ‘la separación entre el estado y la iglesia’.
«Algunos incluso van tan lejos como para decir que el Islam es una religión secular y nosotros ya somos seculares, porque no tenemos sacerdotes que exigen ser los delegados de Dios en la tierra.
«Las minorías no musulmanas no quieren ser tratadas como ciudadanos de segunda clase y no quieren que su libertad religiosa esté restringida. Ellos no están dispuestos a aceptar menos que la igualdad de derechos y responsabilidades en su tierra natal.
«En cuanto a los musulmanes no practicantes, el Islam es aceptable como una celebración individualista, pero no un sistema social o político. Ellos creen que el estado debería evitar la legislación de la moral, en particular la moral religiosa».
«Las minorías no musulmanas y los musulmanes no practicantes necesitan aceptar el hecho de que la ley islámica es demasiado fértil y demasiado importante para ser desechada»
«Hacia un compromiso
«Los tres actores en esta metamorfosis Islámica están en la necesidad de converger hacia un compromiso histórico que les ahorrará mucho tiempo y energía y los ayudará a producir una rápida transición de las sociedades musulmanas hacia la democracia y la modernidad.
«Las minorías no musulmanas y los no practicantes musulmanes tienen que aceptar el hecho de que la ley islámica es demasiado fértil e importante para ser desechada. La analogía histórica con la experiencia occidental es engañosa, ya que nunca hubo una ‘ley cristiana’ universalmente suscrita que gobernara a las sociedades y estados. A diferencia de la ley islámica que ha sido la ley de muchos estados musulmanes e imperios a lo largo de los últimos 1400 años, el derecho canónico medieval fue para gobernar a la Iglesia, no al estado o a la sociedad en general.
«Las mayorías musulmanas tienen que aceptar que la fe ya no es la base para un contrato social, la geografía es la nueva base.
«También deben garantizar la igualdad política y jurídica de sus ciudadanos no-musulmanes y de los no religiosos. Toda legalización discriminatoria contra ciudadanos no musulmanes en términos a los derechos constitucionales y políticos es absurda. Por desgracia, eso es lo que todavía nos queda hoy en día en muchos de los países árabes – incluyendo los muy seculares, donde las constituciones privan a los ciudadanos no musulmanes de participar en las elecciones presidenciales (bueno para ellos de todos modos, ya que las elecciones nunca son justas o transparentes).
«El secularismo institucional que impide a los gobernantes abusar de la religión y garantiza la libertad de conciencia para todos, debería ser aceptado por todos. El secularismo ideológico que aleja a la religión fuera de la vida pública debe ser rechazado por todos, porque es pura coerción.
«El secularismo jurídico que ignora el papel central de las leyes islámicas no tiene sentido. Sin embargo, una mayor reinterpretación y adaptación de las leyes islámicas es necesaria para ayudar a que este compromiso tenga lugar. Estas leyes son flexibles y nunca ha habido un monopolio en la interpretación de estas».
«Aquellos que se quejan de las leyes islámicas necesitan cambiar su discurso a una fórmula más positiva y práctica»
«El estado de derecho
«Aquellos que se quejan acerca de las leyes islámicas necesitan cambiar su discurso a una fórmula más positiva y práctica: lo qué debería importarles a ellos es la igualdad ante la ley, más que la fuente de la ley.
«Le dije a mis amigos en una iglesia de Texas hace algunos años, no me importa si la ley estadounidense es extraída de una fuente bíblica o de una fuente romana, lo que me importa es que la ley no discrimina en contra de mí como musulmán.
«Los tres actores en el debate sobre religión y política en el mundo islámico necesitan centrarse en el estado de derecho en lugar de luchar sobre qué tipo de ley debe pronunciarse.
«El mundo islámico ha sufrido mucho por la falta de consenso en el contrato social dentro de las sociedades musulmanas.
«Es hora de explorar nuevos caminos hacia ese consenso necesario. Tanto islamistas como seculares comparten la responsabilidad de lograr un suelo común a través del respeto mutuo y el compromiso.
«Una síntesis creativa que es vista por los islamistas como ‘islámica’ y por los seculares como ‘secular’ es muy posible. Después de todo, el Islam nunca aceptó la división de la personalidad humana en parte espiritual y material y el ideal islámico nunca fue un ascetismo auto-absorbido, sino una ética práctica».