A continuación se presenta el texto completo de un artículo titulado «Kabul Llama», del director del Proyecto Estudios del Sudeste Asiatico en MEMRI Tufail Ahmad, que apareció originalmente en la edición del 20-26 de diciembre, 2015 de Open The Magazine (Abran La Revista).

«Para un visitante que arriba por primera vez a Kabul con la imagen preconcebida de un país en ruinas, es perfectamente normal que le den la bienvenida. Es el primer día de diciembre, luminoso y tranquilo. Aterrizo en el Aeropuerto Internacional de Kabul, tal vez el único aeropuerto que lleva el nombre de un líder mundial actualmente vivo quien es todavía joven. Como ex presidente que cargó con el peso de la construcción de la nación en Afganistán posterior al 11 de Septiembre, este continua dándole concejos a los actuales líderes afganos.

«Estoy aquí para hablar en una conferencia anti-terrorismo organizada por el Ministerio de Asuntos Exteriores afgano. Yo espero que el aeropuerto de Kabul sea una fortaleza con comandos armados todos en alerta, pero no se ven policías alrededor.

«Un coche me conduce por la autopista del aeropuerto en Shar-e-Naw (la ciudad nueva), también conocida como la Zona Verde, hogar de embajadas y edificios gubernamentales. Algunos de los primeros edificios que observo a ambos lados de la autopista hablan de la realidad social de la boda afgana. Grandes uroosi, o salones de bodas, punto Kabul. Mientras la gente adquiriere nuevo dinero en los últimos años, estas salas se convirtieron en signo de movilidad social. Mientras que las bodas se celebraron tradicionalmente en el hogar, son un gran negocio ahora, dice Rahimullah Barez, un funcionario que me acompaña del aeropuerto.

«A una milla de la carretera, comandos femeninos observan a los transeúntes desde un cartel gigante, instándolos a apoyar a la Policía Milli (la policía nacional). La vida en Shar-e-Naw pareciera ser normal. Para un hindú acostumbrado a ver grandes multitudes, los espacios parecen ser abiertos y amplios. Hoteles, embajadas y edificios gubernamentales se esconden detrás de las indescriptibles paredes. Aparte de unos pocos edificios nuevos, no existen estructuras altas. Veo un par de vehículos de la policía estacionados en una chowk (me entero que un ‘chowk’ es también un palabra en dari, el idioma principal hablado en la ciudad) y me pregunto qué destino le espera a estos policías en caso de un ataque por los talibanes. La embajada de Estados Unidos ha emitido una alerta a un «inminente» ataque terrorista dentro de las próximas 48 horas. Estoy preocupado.

«El miedo es sólo una línea, alguien dijo, en su cabeza. Pero que verdaderamente comienza a calar muy dentro tan pronto llego al Kabul Star, un hotel de lujo con guardias armados en la puerta. Luego que el conductor responde algunas preguntas, la puerta se abre. Un segundo control de seguridad y una segunda puerta se abre. Y en el interior, hay otro guardia armado. Shrinivasrao S Sohoni, un ex funcionario hindú que ha pasado varios años en Kabul, me recuerda que los hoteles y restaurantes de la capital afgana tienen puertas dobles. Dentro de los 30 minutos de viaje desde el aeropuerto hasta el hotel, mi percepción de Afganistán está totalmente invertida. Esta vez es real.

«Le pido a la gente en el hotel si es seguro salir. Recibo tres respuestas alternativas: ‘Es seguro’; ‘Vaya pero tenga cuidado’, ‘Cualquier cosa puede pasar’. Permanezco en el hotel hasta que encuentro un guía local que me acompañe. ‘Veo la puerta de metal justo afuera donde la puerta del ascensor se abre en cada planta? En el caso de un ataque terrorista, esta puede ser bloqueada centralmente para evitar que militantes viajen de un piso a otro, ‘Sohoni señala. El Kabul Star, situado cerca de la embajada de Irán y el Palacio Presidencial, fue uno de los objetivos atacados por los talibanes el 15 de abril, 2012. El hotel ha mejorado su seguridad desde entonces.

«La naturaleza del terrorismo que Afganistán enfrenta hoy es turbia y no se le puede atribuir únicamente a los talibanes. ‘Todos los criminales utilizan el nombre de los talibanes para extraer dinero’, dice Matiullah, un empleado con una empresa británica privada que contrata servicios de seguridad para embajadas y empresas en Kabul. La seguridad en Kabul está bien, pero uno no puede viajar a Ghazni y Kandahar por carretera durante el día si es extranjero, dice Matiullah. ‘La razón principal de los secuestros y la anarquía es la pobreza’, este me recuerda.

«La pobreza es generalizada. La juventud afgana hace fila en las embajadas iraní y turca para obtener visados hacia Europa. Casi el 70% de la gente en Afganistán no tienen trabajo. Todos recuerdan el periodo de gobierno de Karzai, cuando el dinero extranjero llovía hacia este, pero ahora que las tropas internacionales se marchan, la economía afgana parece frágil. La situación se ve agravada por las percepciones del Presidente Ashraf Ghani siendo un tecnócrata que carece de liderazgo político.

«Reservo un taxi a través del hotel, comprobando que el conductor es conocido personalmente por el personal del Hotel. Syed Ghulam Sakhi, un estudiante de Ciencias Políticas en la Universidad Mashal de Kabul, me recuerda llevar el pasaporte. ‘Si usted se ve como paquistaní, es probable que sea detenido e interrogado por la policía’, dice. Antes de llegar aquí, los amigos me dijeron que le pidiera al conductor que apague su teléfono móvil para que no pueda alertar a posibles secuestradores. Decido confiar en mi conductor Noor Agha. Las carreteras de Kabul son anchas y fueron construidas recientemente.

«En camino a Qargah, un lugar para picnics de fin de semana junto al lago que aún está por desarrollarse, las mujeres vestidas con atuendo Talibán cubiertas por completo con malla en el rostro y burkas, están posadas sobre la división de la carretera la cual va en doble sentido. Ellas están mendigando, algunas junto a sus hijos. En los últimos años las mujeres afganas generalmente han compartido este tipo de burka. La generación actual también usa velos pero con los ojos al descubierto.

«Antes de la década de 1980, Kabul era una ciudad cosmopolita donde las mujeres podían ir a las universidades y oficinas en faldas -. Inimaginable en esta época contemporánea Ahora, las mujeres jóvenes en Kabul, al menos en la relativa seguridad del distrito de Shar-e-Naw, una vez más visten faldas, aunque por encima del pantalón. Sus rostros están al descubierto, un signo de cambio social grande.

«Existe cada vez una mayor conciencia de los derechos de las mujeres. En realidad, siempre hubo un movimiento de mujeres en Afganistán que fue suprimido desde la década de 1980 en adelante. Ahora, una calle en Kabul ha sido llamada Jada Farkhunda, en honor a Farkhunda Malikzada, una mujer de 27 años de edad, linchado a morir por una turba en abril de este año sobre falsas acusaciones de que había quemado páginas del Corán. Decenas de personas y policías fueron condenados a servir penas en prisión. Las mujeres afganas protestaron en masa contra el asesinato de Farkhunda y en una audaz acción no vista en una sociedad musulmana, detuvieron a los hombres a que bajaran su ataúd a la tumba.

«No muy lejos de Jada Farkhunda, una serie de librerías en la carretera venden libros, pero mayormente en dari. En Kabul, la mayoría de las personas hablan un nivel cómodo de indostaní, que aprendieron de las películas Bollywood y que fueron entremezcladas con palabras en dari. En Shar-e- Naw, me sorprende ver a un niño y a una niña cogidos de la mano en una calle repleta de gente. Estoy seguro de que esto es raro, pero sin embargo es una señal de cambio.

«Visito el Bagh-e-Babur, donde el primer Emperador mogol Zahiruddin Muhammad Babur está enterrado junto con otros miembros de su familia. El jardín se ve impecable. ‘Cuando los talibanes gobernaban, el lugar era estéril, marrón y lleno de escombros y artefactos explosivos sin detonar’, dice Alberto Fernández, ex diplomático estadounidense que se encargó de su restauración. [1] La Fundación Aga Khan, los Estados Unidos y los gobiernos de Alemania y otros ayudaron en su restauración luego que la ciudad fue liberada de los talibanes.

«Bagh-e-Babur parece ser el lugar principal para los amantes de la ciudad. Pero esta libertad es frágil, dice Kanishka Nawabi, investigadora anti-extremismo agregando que las mujeres desaparecen de las calles de Kabul durante unos días luego de cada ataque terrorista por los talibanes.

«Del lado positivo, señala Nawabi, el número de escuelas en el país se ha duplicado en los últimos 13 años – de aproximadamente 2.000 a más de 4.000 ahora. Muchos jóvenes afganos, con conocimientos en computación y educados en el extranjero, están ahora entrando en el segundo y tercer nivel de liderazgo político del país y estos podrían cambiar las cosas, dice.

«Mohammad Salim Zarifi, quien es campeón de levantamiento de pesas en la categoría de 70 kg, me dice que a la juventud afgana le va bien en críquet, taekwondo, fútbol y boxeo. Las escuelas tienen equipos de cricket y fútbol los para chicas, dice.

«En la conferencia contra el terrorismo en Kabul el 2 de diciembre, sostengo que el extremismo islámico puede ser socavado asegurando que cada vez más mujeres musulmanas entran a tiendas, calles, oficinas gubernamentales y a los departamentos de policía. Los países islámicos con sociedades profundamente religiosas tales como Afganistán no puede esperar progresar sin mujeres marchando junto a los hombres. Denles bicicletas a las jóvenes, les exhorto, para que puedan darles la posibilidad de entrar en las calles y espacios públicos dominados por los hombres. Mi punto principal en la conferencia es: Una Reforma Islámica comenzará en Afganistán cuando ustedes le compre una bicicleta a su hija. Algunas mujeres conducen coches en Kabul, pero las motos y las bicicletas todavía no son para las mujeres. [2]

«Los afganos están conscientes de las dificultades extraordinarias de su nación. Protegen sus libertades incluso mejor de lo que lo hacen los hindúes. Las vallas de los líderes afganos y legisladores asesinados por los talibanes pueden verse a través de toda la ciudad capital. Grandes recortes de la figura de Ahmad Shah Masood, el héroe nacional que fue asesinado dos días antes del 11 de Septiembre, adornan las cimas de las montañas y edificios importantes en constante recordatorio de los sacrificios que los afganos han hecho en los últimos años. Afiches instando apoyo a los policías afganos pueden verse colgando de los postes eléctricos.

«En la década de 1980, los muyahidines afganos, ayudados por el dinero de la CIA y coordinados por los Servicios Internos de Inteligencia (SII) del ejercito paquistaní, lucharon contra los soviéticos por la independencia de Afganistán. Mientras las tropas soviéticas se retiraron en 1989, el SII salió victorioso en Afganistán y apoyó a los talibanes a mediados de la década de 1990 mientras una guerra civil hacía estragos entre los señores de la guerra afganos por el control del poder. Posterior al 11 de Septiembre, el SII ha seguido utilizando a los talibanes para avanzar en los objetivos de la política exterior de Pakistán en Afganistán.

«Kanishka Nawabi, quien dirige la organización Cooperación por la Paz y la Unidad, una ONG sede en Kabul, estima que existen cerca de 30.000 insurgentes activos en Afganistán actualmente. La cifra es inexacta, pero incluye a criminales de todas las clases. En la próxima década, Afganistán puede que no sea capaz de pagar por sus fuerzas de seguridad, que puede permanecer involucrada en una guerra de desgaste, Nawabi dice, añadiendo que todos los países vecinos interfieren en Afganistán. Irán les permite a combatientes del EIIS pasar por su territorio hacia Afganistán bajo condición de que no creen problemas dentro de Irán, afirma.

«Le pido a Amar Sinha, el Embajador de India en Afganistán, su evaluación de la situación de seguridad. Sinha dice que es optimista que la situación pudiera mejorar si hubiera ‘una mayor presión internacional sobre Pakistán para poner fin al apoyo’ a los talibanes’. Sin eso, algunos grupos [militantes] permanecerán en acción’, Sinha dice, añadiendo que la declaración del Presidente de los Estados Unidos Barack Obama a los talibanes a que se reconcilien así mismos con un país cambiado si quieren ver a las tropas marcharse brilló con un rayo de esperanza.

«Los estados-nación modernos pueden combatir a los terroristas, pero no es fácil cuando están respaldados por el estado. El mes pasado, los cuerpos de 41 terroristas paquistaníes muertos en Afganistán fueron llevados a los distritos Bajo y Alto Dir en Pakistán. En tiempos modernos, Es poco probable que los terroristas pueden hacerse cargo de los estados. Estos a lo peor podían capturar partes del territorio de un país y serían eliminados tarde o temprano, tal como se demostró a finales de septiembre, cuando los talibanes se hicieron cargo de la ciudad norteña afgana de Kunduz durante unos días.

«Syed Ghulam Sakhi resume la amenaza talibán a la capital afgana en estas palabras: «Los talibanes no pueden esconderse en ningún lugar en Kabul. Estos vienen en grupos de tres a cinco militantes desde fuera para lanzar un ataque y todas las veces las fuerzas de seguridad limpian la zona poco después».


[1] Alberto M. Fernández es también Vicepresidente de MEMRI.

[2] Véase MEMRI Informe Diario de MEMRI No. 70, Académico de MEMRI Tufail Ahmad en conferencia anti-extremismo en Kabul: «En Afganistán, la reforma islámica comenzará cuando usted le compre una bicicleta a su hija, 15 de diciembre, 2015.