El 15 de junio del 2013, luego de un juicio que duró un año, las activistas sauditas de los derechos de la mijer Wajeha Al-Huweidar y Fawzia Al-‘Ayouni fueron declaradas culpables de incitar a una mujer en contra de su marido y de intentar sacarla a ella y a sus hijos fuera de Arabia Saudita. Fueron condenadas a 10 meses de prisión seguido a una suspensión de dos años para salir del país[1] Las dos fueron arrestadas por las autoridades sauditas en junio, 2011 con el argumento de que habían intentado secuestrar a Nathalie Morin – una francesa canadiense viviendo en Arabia Saudita – y sus tres hijos y llevarla en la embajada de Canadá en Riad.

Morin, quien está casada con un saudita, Sa’eed Al-Shahrani, y ha estado viviendo en el reino durante ocho años, tiene una cuenta Twitter y un canal en YouTube en el que publica vídeos y testimonios sobre su vida en Arabia Saudita. En algunos de estos publicados, escribió que ella y su familia se encontraban en una situación financiera extrema, su marido abusaba de ella, y deseaba regresar a Canadá, pero que las autoridades sauditas impedían su salida del país con su familia desde el 2006.

A lo largo de la investigación y el juicio, Al-Huweidar y Al-‘Ayouni negaron intentar secuestrar a Morin o de sacarla del país, y afirmaron que habían sido detenidas mientras trataban de llevar alimentos y agua a Morin y a sus hijos quienes estaban encarcelados dentro de su casa. También hicieron hincapié en que Morin no habla árabe, lo que hace muy dudosa la afirmación de que trataron de incitarla.


Activista saudita de los derechos de la mujer Wajeha Al-Huweidar

En un comunicado que emitieron luego a su condena, Al-Huweidar y Al-‘Ayouni declararon que habían sido condenadas a pesar de la falta de pruebas en su contra y a pesar del hecho de que el juez se había negado a interrogar a Morin durante las seis audiencias del juicio. Ellas prometieron apelar la sentencia, y añadieron que todo el asunto era una conspiración destinada a entorpecerlas y frenar sus actividades humanitarias. Ellas escribieron: «Estas duras sentencias que han sido impuestas sobre nosotros no nos impedirán seguir [la causa que está] dictada por la fe musulmana y nuestro deber humanitario y moral – [es decir] ayudar a los oprimidos, a los marginados, y los necesitados, y proteger los derechos de la mujer en nuestro país, en todos los ámbitos, incluidos el derecho al desarrollo social, político y el del empleo, y su derecho a conducir autos».[2]

En respuesta a la sentencia, Nathalie Morin (también conocida como Umm Sameer) escribió en inglés en su blog: «En primer lugar, me gustaría decir que siento mucho lo que le está pasando a madame Wajeha Al Huweidar y a su amiga quienes intentaron ayudarme. No tengo nada que ver con eso! Nunca quise huir o hacer nada ilegal. Sólo soy una mujer, madre y esposa que lucha por su supervivencia desde hace ya ocho años. Hemos pasado mucho tiempo sin alimento y agua potable. En realidad, en estos momentos comemos sólo pan, dátiles y agua potable de nuestro lavabo desde el 6 de mayo.

«Yo vivo en Arabia Saudita desde el 5 de marzo, 2005 sin ningún tipo de protección ni ayuda de nadie. Las autoridades saudíes me odian por alguna razón desconocida y el gobierno canadiense no hace nada para ayudarme o protegerme. A ellos les gustaría que abandone a mis hijos. Vivo bajo la presión del gobierno desde hace ya ocho años. Nadie me ayuda y nadie viene a visitarme. No puedo ayudarme a mi misma y no tengo ningún derecho en Arabia Saudita. Mis hijos tienen hambre y no puedo hacer nada para darles de comer. Estoy luchando para conseguir la libertad, la justicia y la equidad para mi familia, incluyéndome a mí misma. Estoy pidiéndole al Gobierno de Canadá que ayude a mi familia a que regresen a Canadá inmediatamente».[3]


Cuenta Twitter de Nathalie Morin: twitter.com/DanaShahrani

Luego de conocerse la condena de Al-Huweidar y de Al-‘Ayouni, las activistas de los derechos de la mujer Elham Mane’a y Manal Al-Sharif escribieron artículos expresando su apoyo a los dos y criticaron la política del régimen saudita y la falta de intervención internacional en el asunto.

Lo siguiente son extractos de sus artículos:

Elham Mane’a: El régimen saudita le teme a las ‘voces de la reforma’ y por lo tanto intenta silenciarlas

Elham Mane’a, activista yemenita de los derechos de la mujer quien vive en Suiza, publicó un artículo titulado «Todos Somos Wajeha Al-Huweidar». En este, escribió que las autoridades sauditas habían utilizado el tema de la mujer canadiense como excusa para ajustar cuentas con Al-Huweidar y Al-‘Ayouni, y criticó el «vergonzoso silencio» de Occidente sobre este asunto:

«… La canadiense no es el punto, a pesar de su trágica historia. [El punto es] el intento de las autoridades sauditas de silenciar a la fuerza a Wajeha Al-Huweidar y a su compañera [activista]. Wajeha Al-Huweidar fue la primera [activista] en impugnar la decisión saudita de prohibir a las mujeres conducir autos, y en el 2008 publicó un video en YouTube [que la mostraba] conduciendo un coche. Conducir era un símbolo para ella: un símbolo de las limitaciones que se le imponen a la mujer saudita, transformándola en una menor de edad que no puede actuar sin [la aprobación] de un tutor que habla en su nombre, limita sus movimientos y libertad, y le impide ser igual al hombre en derechos y dignidad.

«Durante años, [Al-Huweidar] trabajó incansablemente junto a otras activistas. Pidió reformas y modificación de las leyes discriminatorias y opresivas sauditas, escribió artículos que, con el tiempo, fueron prohibidos de ser publicados en la prensa saudita, e insistió en el cambio – y todo ello sin pedir ni una sola vez un cambio de régimen. Eso es algo que nunca hizo. Su llamada era para la reforma en el marco del régimen [que existe hoy día]. No obstante, si antes de la Primavera Árabe, el régimen saudita podía tolerar [algunas] críticas, ahora está tan asustado y aterrado que no puede tolerar ninguna crítica en lo absoluto, [y] es por eso que ha comenzado a utilizar tácticas de intimidación. Haciendo caso omiso de la protesta en los medios de comunicación internacionales y la crítica de las organizaciones internacionales de derechos humanos, arrestó a [figuras] que pedían reformas, tales como a ‘Abdallah Al-Hamed, Muhammad Fahad Al-Qahtani y Turki Al-Hamad.

«[Luego] llegó el turno de Wajeha Al-Huweidar y Fawzia Al-‘Ayouni. Lo menos que puede decirse de [su] juicio es que expone la vergüenza del sistema judicial saudita. Este es un sistema judicial que no proporcionó un intérprete para la canadiense, que [por lo tanto] no entendió ni una sola palabra del proceso judicial… y que [permitió] al juez tratar a Al-Huweidar y a Al-‘Ayouni de una manera brutal, como si fuera su rival y no un juez. Este es un sistema judicial que pertenece a la Edad Media.

«Al-Huweidar y Al-‘Ayouni son acusadas de tratar de ‘separar un matrimonio’ y de alentar a una mujer a ‘rebelarse’ contra su marido. ¿En qué siglo vive este reino? El caso de Al-Huweidar y Al-‘Ayouni es una cuestión de conciencia, ya que refleja la falta de derechos humanos en Arabia Saudita. Este reino piensa que puede violar los derechos de sus ciudadanos, hombres y mujeres, y silenciar las voces que piden por una reforma pacífica. Cree esto en especial gracias al vergonzoso silencio de sus aliados occidentales. Frente a este silencio, levantamos ahora nuestras voces y decimos: Todos somos Wajeha Al-Huweidar».[4]

Manal Al-Sharif: En Arabia Saudita, sólo se necesita ser chiíta para enfrentar todo tipo de acusaciones terribles

La activista de los derechos de la mujer saudita, Manal Al-Sharif, quien en el 2011 encabezó una campaña propia contra la prohibición de conducir vehículos para las mujeres, también escribió un artículo arremetiendo contra el juicio y la sentencia. En el artículo, explica cómo Al-Huweidar fue su mentora y quien la animó, le ayudó en la campaña de conducir vehículos, e incluso la acompañó cuando conducía un coche como acto de protesta, por la que (Al-Sharif) fue arrestada y detenida durante varios días. Y agrega: «A mi salida de la cárcel, no podía entender la campaña brutal [que se estaba librando] contra [Al-Huweidar] y las acusaciones dirigidas contra ella: de que me había prácticamente obligado a conducir un coche, cuando [de hecho] yo fui la que insistió en ello. No pude entenderlo hasta que aprendí dos cosas acerca de ella. Primero, que había sido una de las primeras mujeres en exigir la liberación de la mujer del [requisito] de tutela,[5] y segundo, que es chiíta. Creo que en mi patria, sólo se necesita ser chiíta para tener todo tipo de acusaciones falsas terribles lanzadas en contra de uno, tales como las acusaciones [de] colaboración, traición y lealtad a otro [país] al otro lado del Golfo [es decir, Irán]. Parece ser que estos dos hechos acerca de Al-Huweidar son suficientes [para motivar] una campaña organizada, sistemática y arbitraria en contra de ella, con el objetivo de arruinar su reputación en todas partes [por medio de] maldiciones, invectivas y acusaciones de traición…

«La sentencia [impuesta] sobre las dos mujeres no las daña sólo a ellas, sino a toda mujer saudita que cree en su derecho a vivir en dignidad, defender [este derecho], y pasar esta noción a sus compañeras mujeres…

«Junto a Wajeha, yo personalmente seguí [el desarrollo del] caso fabricado contra [ella y Al-‘Ayouni, acusadas de] secuestro y de tratar de sacar a la canadiense [del país]. Pero [Al-Huweidar y Al-‘Ayouni] sólo estaban tratando de llevar comida a la mujer cuyo marido la había encerrado en la casa junto a sus hijos. Si realmente hubiesen intentado secuestrarla, como dice el marido, ¿por qué no fue llevada a juicio la propia mujer [canadiense]?… La sentencia [dictada contra ellas] es inaceptable, irrazonable y constituye una afrenta a cualquiera que haya rescatado a los oprimidos o ayudado a una víctima de la injusticia. De hecho, es una frase que refuerza a los opresores».[6]


[1] Al-Hayat (Londres), 16 de junio, 2013.

[2] Sawomenvoice.com, 16 de junio, 2013.

[3] Saudireallife.blogspot.co.il/2013/06/saudi-women-get-jail-terms-trying-to.html, 11 de junio, 2013.

[4] Civicegypt.org, 16 de junio, 2013.

[5] En Arabia Saudita una mujer está atada a un mahram: un esposo, padre, abuelo, hermano o hijo, quien le sirve como su tutor. La mujer necesita de la aprobación de su tutor y acompañante para cualquier decisión o acción. Por ejemplo, una mujer saudita no se le permite viajar al extranjero sin ser escoltada por un tutor.

[6] Manal-alsharif.com, 16 de junio, 2013.