Introducción

El Banco Mundial ha dado a conocer recientemente un estudio sobre la reducción de la pobreza y el desarrollo humano en el Medio Oriente. El estudio se enfoca en la paradoja de que mientras los indicadores de desarrollo, por ej., la educación y la salud, han mejorado en la última década, los ingresos de la pobreza han permanecido estancados. [1]

Debido a la restricción de datos, el estudio se enfoca en siete países del Medio Oriente y África del Norte (MOAN) – Argelia, la Republica Árabe de Egipto, la República Islámica de Irán, Jordania, Marruecos, Túnez y la República de Yemen. En algunos casos, Líbano, Libia y la Republica Árabe Siria están incluidos en el análisis. Los diez países responden a aproximadamente el 85 por ciento de la población total de la región. Con la excepción de Irán, ninguno de los países productores de petróleo están incluidos.

El estudio del Banco Mundial debería leerse junto a dos informes anteriores – uno por la Organización de Trabajo Internacional (OTI) y uno del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (PDNU). El informe de la OTI, el cual se enfoca en el desempleo, encuentra que el Medio Oriente y África del Norte (MOAN) se colocan como las regiones con el porcentaje más alto de desempleo en el mundo, incluso superior al del África subsahariana, la región más pobre del mundo. [2]

Un primer informe, por el PDNU, se enfoca en el desarrollo humano, el cual se define como un proceso que expande «el rango de la opción humana». En los países desarrollados las opciones cubren una amplia gama de elementos que afectan la calidad de vida – desde el albergue hasta el alimento, la educación, los servicios médicos, las asociaciones políticas, y culminando en el ejercicio de las varias formas de diversión. Un nivel bajo de desarrollo humano indica una escasez o incluso la ausencia de opciones que la gente posee a su disposición para disfrutar la plenitud de la vida y de la libertad. [3]

Principales resultados

Se define pobreza absoluta para la mayoría de las comparaciones internacionales como el principal porcentaje de conteo en la línea de pobreza de $1 PPD (Paridad del Poder Adquisitivo) per cápita al día. [4] Cuando se mide en la línea de $1/día, la pobreza en MOAN es relativamente insignificante. Sin embargo, si la línea de $2/día es usada los pobres cuentan con un 20-25 por ciento de la población. Yemen tiene la proporción más alta del 45 por ciento de pobreza seguido estrechamente por Egipto con el 44 por ciento en 1998 y en 1999/2000. Las cifras comparativas para Irán (1998), Jordania (2002) y Túnez (2000) son del 7 por ciento. [5] Incluso en la línea de $2 de pobreza, el número de gente pobre en el 2001 en Egipto y Yemen es sustancial y es significativa en Argelia, Irán y Marruecos. La población de pobreza de los siete países incluidos en el estudio fue casi de 52 millones de personas (en la línea de $2) en el 2001 ascendiendo de 40 millones en 1987, un aumento del 30 por ciento. [6]

Sin embargo, el estudio del Banco Mundial denota que si la línea de pobreza es elevada de $2 a $3, el resultado será el doble del número de gente pobre de aproximadamente 52 millones a 95 millones. Elevando el factor proporciona evidencia de que un número elevado de personas viven tan cerca de la línea de pobreza que, de acuerdo con el estudio, «pueden caer fácilmente por debajo de este como resultado de los impactos económicos». [7]

Empleo de asistencia

Algunos investigadores han establecido que las razones para el bajo nivel de pobreza en MOAN comparados con una muestra de países de otras regiones incluyen el alto nivel de remesas de aquéllos que viven/trabajan en el exterior, y de una política deliberada de proveer lo que se define como un «empleo de asistencia» en el sector público.

El empleo de asistencia no es fenómeno único del Medio Oriente. Durante la rápida expansión del Imperio Británico en el siglo 19, el empleo en la Compañía India Oriental fue tratado como una forma de asistencia por la aristocracia. El empleo de asistencia continúa siendo practicado ampliamente por la mayoría de los países en vías de desarrollo. Sin embargo, una versión moderna del empleo de asistencia no se da sin costo alguno. Mientras este puede reducir la pobreza en el corto plazo, también puede reducir la eficacia económica a nivel de la empresa y por consiguiente puede deprimir el crecimiento y la rentabilidad. A nivel de la burocracia pública, el sobre-empleo en los departamentos gubernamentales es a menudo la causa de la pobre moral, baja productividad y corrupción. No es raro para los empleados gubernamentales de que se les pida quedarse en casa por falta de espacio en las oficinas o debido al trabajo inexistente. Una de las observaciones irónicas en el estudio es que, en MOAN, la oportunidad de ser pobre es mucho más alta en el sector privado que en el sector público. Esto es debido a que el gobierno proporciona una red de seguridad social al cual el sector privado en las etapas iniciales de una economía de pleno mercado no son esperadas o estén equipadas para proveer.

Indicadores de desarrollo humano

El PDNU, que emite un informe anual sobre el asunto, define el desarrollo humano como la creación de un ambiente en el que la gente puede desarrollar su pleno potencial y pueden llevar vidas productivas y creativas de acuerdo con sus necesidades e intereses. La gente es la verdadera riqueza de las naciones. El desarrollo es como la expansión de las opciones que la gente posee para llevar vidas que ellos valoren. Y es así mucho más que el crecimiento económico, el cual es sólo un medio – uno muy importante – de agrandar las opciones de la gente. [8]

La educación y la salud son dos de los indicadores significativos del desarrollo humano. Los sub-conjuntos de estos indicadores son los logros en la educación, los logros en la educación femenina, la mortalidad del niño y las esperanzas de vida. Entre 1960 y el 2000, las cifras de MOAN en todos estos indicadores fue bastante impresionante. Por ejemplo, años de educación para gente de 15 años en adelante se elevo a seis cifras, años de educación para muchachas de 15 años en adelante se elevo nueve veces, y la mortalidad del niño decayó más de la quinta parte. Durante el mismo período, la esperanza de vida subió en 44 por ciento. [9]

Logros de la educación (en las mujeres)

El estudio muestra la impresionante mejora en el número de años de educación femenina. De hecho, el estudio denota, dadas las restricciones sociales y culturales tradicionales en las mujeres, el logro es «notable». Juzgado contra los comparadores de niveles similares de ingreso Egipto y Libia han excedido todas las comparaciones, mientras que Túnez, Argelia e Irán han actuado por debajo de los comparadores. [10]

A pesar de este logro, la proporción de alfabetización entre las mujeres en MOAN, 60 por ciento, permanece relativamente bajo en comparación con la proporción de alfabetización del 85 por ciento de sus comparadores. Por otro lado, la brecha de alfabetización entre hombres y mujeres está disminuyendo. El estudio muestra que mientras la proporción de mujeres instruidas a hombres instruidos fue de sólo el 0.63 en 1980, esta se ha elevado a casi 0.87 en el año 2000. [11]

Igualmente impresionante es la esperanza de vida de las mujeres, que ha subido de 48 años en promedio en 1960 a casi 70 años en el 2000. La brecha entre la esperanza de vida femenina y masculina ha aumentado a favor de las mujeres en la mayoría de los países MOAN. [12]

A pesar de los anteriores logros, así como también el declive en la fertilidad (nacimientos por mujer entre los 15 y 49 años de edad), la participación de la fuerza laboral femenina entre 1980 y el 2000 permanecía por debajo de otras regiones, con ingresos mucho más bajos per cápita. La proporción de participación de las mujeres en MOAN ha alcanzado el 32.2 por ciento comparado con el del África subsahariana (62.5 por ciento) y el sur de Asia (46.5 por ciento) Mientras otro estudio del Banco Mundial ha concluido con algunas desilusiones, el «potencial para integrar a las mujeres en la economía regional, determinado por la pasada inversión en la educación femenina y las recientes tendencias de fertilidad, no se ha realizado». [13]

El enlace entre la educación y la pobreza

Una de las cuestiones intrigantes es el grado de lo que la adquisición de la educación ayuda a reducir la pobreza. El estudio denota que dados el alto porcentaje de desempleo en la región, especialmente entre los educados (también resaltados por el estudio de la OTI referidos en la nota del pie de página 2) «Es discutible de si la adquisición de la educación es una ruta automática al empleo y a un ingreso más elevado». [14] Las razones para la desconexión pueden ser de una pobre calidad de educación o una educación impropia a las demandas de comercialización. El Informe de Desarrollo Humano del PDNU para el 2002 subrayó la propensión al nivel de la educación terciaria (post-secundaria) para enfocarse más en el idioma y literatura que en las matemáticas y la ciencia. [15]

El fracaso para diseñar el rendimiento educativo a las cambiantes necesidades del mercado ha creado una muy elevada proporción de desempleo entre el segmento educado de la población en MOAN que en los países de nivel similar de desarrollo económico. Los datos sobre el desempleo para 12 de los países del Medio Oriente y África del Norte muestran que el desempleo se elevo de un promedio de sólo por encima del 8 por ciento de la fuerza laboral en 1980 a un 15 por ciento en el 2000, comparado con 9 por ciento de desempleo en un rango económico similar. [16] Esta es una potente fuerza que podría subvertir fácilmente el orden político establecido desposándose de las extremistas ideologías políticas y religiosas.

Salud y pobreza

El estudio es bastante complementario sobre el progreso significante en mejorar el estado de salud promedio de la gente en MOAN. Entre 1980-2000 el nivel de progreso estaba «por encima del» nivel que prevaleció en 1980. [17] Sin embargo, el estudio apunta a las desigualdades de salud entre el rico y el pobre. Por ejemplo, en Egipto y Marruecos, la proporción de mortalidad de niños menores de cinco años es tres veces tan alta que el más pobre quíntuplo en cuanto al porcentaje de mortalidad de los más ricos, y la mortalidad infantil es dos veces más alta. La desnutrición del niño también prevalece entre los pobres. Esto lleva el estudio de repetir una sabiduría común de que la «salud y la riqueza están frecuentemente relacionados». [18]

En cuanto a las próximas dos décadas, el estudio resalta un nuevo problema. Mientras el crecimiento de la población en la región ha declinado aproximadamente un 2 por ciento, se estima que para el 2015 el número de adultos en la región habrá aumentado en un 140 por ciento, representando el crecimiento de población adulta más alta en el mundo después del África subsahariana. Con porcentajes más bajos de nacimiento, mayor esperanza de vida y menos enfermedades comunicables, los desafíos de una población envejecida con sus demandas para un costoso cuidado a largo plazo, será una gran tensión en los recursos financieros de la región. Esta transición demográfica tendrá implicaciones para el pobre sintiéndose comprimido en favor de los segmentos más ricos de la población. [19]

Conclusión: Manteniendo los beneficios en la reducción de la pobreza

Mientras los beneficios se han hecho particularmente en los sectores de la educación y de la salud, sostener estos beneficios representa un gran desafío a los países de la región. Para hacer eso, las economías de la región deben completar tres transformaciones fundamentales:

(a) De la dominación pública al sector privado

(b) De lo relativamente cerrada a una inversión y comercios internacionales más abiertos; y

(c) De la excesiva confianza en el petróleo a más diversificación. [20]

El estudio menciona, pero quizás no lo enérgicamente suficiente, que para que tengan lugar estas transformaciones o reordenaciones, los países en la región deben «prestar mayor atención a los asuntos de gobierno», lo cual es una palabra clave para las reformas políticas. Más específicamente, la gobernabilidad significa competitividad política, reducir controles y regulaciones por sobre la economía nacional, judicaturas independientes, derechos humanos e igualdad de sexo, particularmente respecto al empleo de mujeres.

Quizás igualmente importante es mejorar la calidad de la educación e introducir cambios en el plan de estudios que enseñaría más las habilidades prácticas en demanda y más valoradas en el sector privado que en el sector público. La inevitable transición al sector privado requerirá urgentes y sostenidos cambios en el plan de estudios que pocos países en la región parecen estar dirigiendo de un modo sistemático.

Aliviar la pobreza va más allá del ladrillo y del cemento. Una solución a largo plazo requiere una gama amplia de políticas económicas operacionales y, sobre todo, un cambio en la cultura de gobierno que le permita a la gente liberar sus energías para su propia prosperidad.

* El Dr. Nimrod Raphaeli es Analista Senior del Programa de Estudios Económicos del Medio Oriente de MEMRI


[1] Farrukh Iqbal, Manteniendo los Beneficios en la Reducción de la Pobreza y el Desarrollo Humano en el Medio Oriente y África del Norte. El Banco Mundial, Washington, D.C. 2006.

[2] Investigación y Análisis de MEMRI No. 265, «El Desempleo en el Medio Oriente – Causas y Consecuencias», 10 de febrero del 2006, http://www2.memri.org/bin/espanol/articulos.cgi?Page=archives&Area=ia&ID=IA26506.

[3] Investigación y Análisis de MEMRI No. 219, «El Informe de Desarrollo Humano Árabe III: Una Apelación a la Franqueza y la Libertad», 29 de abril del 2005, http://www2.memri.org/bin/espanol/articulos.cgi?Page=archives&Area=ia&ID=IA21905.

[4] La Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo define al PPPs como «los porcentajes de conversión en moneda que ambos convierten a una moneda común e igualan la compra de monedas diferentes. En otros términos, eliminan las diferencias en los niveles de precio entre países en el proceso de conversión». Para abreviar, es una manera de comparar costos de bienes y servicios entre países.

[5] Estudio del Banco Mundial, tabla 1.4 y p.13.

[6] Ibid., tabla 1.5, p.14.

[7] Ibid., p.73.

[8] PDNU, Informe de Desarrollo Humano 2001. Prensa de la Universidad de Oxford, 2001, p.9.

[9] Estudio del Banco Mundial, p.21.

[10] Ibid., pp.25-26.

[11] Ibid., p.29.

[12] Ibid., pág. 29.

[13] Ibid., pp.30-31.

[14] Ibid., p.33.

[15] Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas, Informe de Desarrollo Humano 2002. Nueva York: Prensa de la Universidad de Oxford, 2002.

[16] Estudio del Banco Mundial, p.38.

[17] Ibid., p.47.

[18] Ibid., p.48.

[19] Ibid., pp.55-56.

[20] Ibid., pp.73-74.