Durante el segundo semestre del 2007, Canal 2 de Irán puso al aire una serie de 28-episodios llamada «40 Soldados». La serie, creada por Mohammad Nouri-zad, examina el desarrollo de la cultura iraní desde cuatro perspectivas históricas: el período pre-islámico mitológico, la vida del poeta nacional Hakim Abol-Qasem Ferdowsi Tusi (935-1020 CE), la vida del Imam Ali, y la era moderna.
En su descripción de la vida del Imam Ali, el director representa el cerco musulmán de la fortaleza judía a Khaybar. El ejército musulmán, liderado por Imam Ali, logra conquistar la fortaleza, seguido a una lucha de espadas entre el propio Imam Ali y los comandantes militares judíos.
La última parte de la serie que fue puesta al aire en diciembre del 2007, es colocada en una isla al sur del Golfo Persa en algún momento no especificado en el futuro. La historia es tal como sigue: El Dr. Mohsen Tabesh, un gerente bancario iraní, casa a su hija Pantea con el hijo de Farid Memarian quien es un disertante y editor de un diario. En la boda, los guardias de seguridad de Tabesh traicionan a los soldados americanos, y roban a los invitados de la boda. Los soldados americanos aprovechan esta oportunidad para invadir la isla dónde la boda está siendo celebrada. La resistencia islámica que como consecuencia está formada contra los soldados americanos convoca a los «40 soldados» – héroes de la mitología persa – quiénes vencen a los soldados.
Para ver la parte de la serie de los «40 Soldados» representando la vida del Imam Ali en MEMRI TV, visite:
http://www.memritv.org/clip/en/1680.htm.
Para ver la parte de la serie de los «40 Soldados» que representan la invasión americana de la isla iraní en MEMRI TV, visite:
http://www.memritv.org/clip/en/1681.htm.
Clip No. 1680: Imán Ali y la conquista musulmana de la fortaleza judía de Khaybar
«Los judíos [que vivieron] en los suburbios de Al-Madina fustigaban a los musulmanes, especialmente al Profeta [Muhammad]; estos violaron repetidamente los acuerdos»
Narrador: «Los judíos [que vivieron] en los suburbios de Al-Madina fustigaron a los musulmanes, en especial al Profeta [Muhammad]. Violaron repetidamente los acuerdos. Ésta es Khaybar, una región habitada lejos de Al-Madina. Algunas de las fortalezas de los judíos han sido liberadas por los musulmanes, pero su fortaleza más importante todavía está de pie, y todos los esfuerzos de los musulmanes por tomar el control han sido infructuosos. El hambre aflige al ejército musulmán, haciendo de la campaña aun más difícil. Todos ellos están hambrientos – incluyendo a los comandantes y los compañeros del Profeta».
Musulmán: «Abu Rafah, dígale al Mensajero de Dios que deje este cerco inútil».
Abu Rafah: «De qué está usted hablando?»
Musulmán: Lo que estoy diciendo es verdad. O los judíos de Khaybar nos matarán, o nos moriremos de hambre».
Una manada de ovejas vaga por el campamento.
Abu Rafah: «Qué está sucediendo? ¿Qué está usted haciendo? Abu Saleh!»
Abu Saleh: «Dios le envió sustento a los israelitas desde el cielo, y a nosotros, Él ha enviado el sustento por tierra».
Musulmanes llevan a un judío capturado, Abu Aswad.
Musulmán: «Dónde está Muhammad?»
Otro musulmán (a Abu Aswad el judío): «Venga con nosotros».
Abu Rafah: «Quién es este hombre? A dónde lo lleva?»
Abu Saleh: «Es un pastor de Khaybar».
Musulmán: «[Lo capturamos] junto con 50 ovejas gordas…»
Abu Saleh: «Alabe a Dios por no desamparar a los musulmanes».
Musulmán: «El pueblo de Khaybar nos ha proporcionado alimento».
Abu Rafah: «Déjenlo, hasta que el Mensajero de Dios decida qué hacer con él y su oveja».
Muhammad: «Ya he tomado mi decisión».
Abu Rafah (a musulmanes que matan ovejas): «Levántense. Paren».
«Muhammad, Acéptenme como uno de su pueblo»; «Alá Akbar, Alá Akbar, este hombre se ha convertido en musulmán»
Muhammad y Abu Aswad el judío caminan juntos, hablando.
Abu Aswad: «Usted es tan tranquilo. Acepta usted a los profetas de los judíos?»
Muhammad: «Los acepto a todos, pero a la manera en que Dios me llego, no la manera en que los judíos lo ven».
Abu Aswad: «Yo he vivido entre los judíos durante muchos años. Me aceptará Dios?»
Muhammad: «Él es de buen corazón».
Abu Aswad: «Me aceptará él?»
Muhammad: «Mira dentro de tu corazón. Qué ves?»
Abu Aswad: «Veo luz».
Muhammad: «Ésta es la gracia de Dios».
Abu Aswad: «Muhammad, acéptame como uno de tu pueblo».
Abu Rafah: «Alá Akbar, Alá Akbar, este hombre se ha vuelto musulmán».
Abu Aswad: «Oh Mensajero de Alá, tu decidirás qué hacer con estas ovejas. Haré con ellas lo que ordenes».
Muhammad: «Devuelve todas las ovejas».
Abu Saleh: «Oh Profeta de Dios, tenemos hambre. No tenemos alimento».
Muhammad: «Has como digo. Estas ovejas pertenecen a los judíos. Diles a los judíos que abran las puertas de la fortaleza y regrésalos».
Musulmán: «Oh Mensajero de Alá, estas ovejas son nuestro botín».
Muhammad: «El botín es algo que se toma en una guerra».
Abu Aswad: «Durante años, he estado hablando contigo en mi corazón».
Muhammad: «Has sido destinado para finalizar tus días en buena fortuna».
Abu Aswad: «Te refieres a que me he convertido en musulmán?»
Muhammad: Levántense y observen el fin de este buen hombre. Él es tan cercano y querido para mi corazón como tu. Abrázalo, y échale una buena mirada, porque en una hora, no lo verás más». […]
«He venido aquí para narrar la historia de Khaybar una vez más para obtener el conocimiento buscado por el universo…. he venido de… siglos futuros… de una era en que la gente anhela la verdad»
Narrador: «He venido aquí a contar la historia de Khaybar una vez más, con el propósito de obtener del conocimiento buscado por el universo. He venido de muy lejos. He venido del mañana, de siglos futuros. He venido de una era en que la gente anhela la verdad. Aquí los judíos han construido siete fortalezas, y aquí organizaron sus rebeliones contra los musulmanes».
Musulmán: «Oh pueblo de Khaybar, abre la fortaleza y regresa tus ovejas. No temas, no vamos a hacerte daño».
El pueblo de Khaybar abre el puente levadizo. Los combatientes judíos salen para traer de vuelta a las ovejas.
Guardia judío: «Abu Aswad, entra. Te estoy hablando, viejo. Entra. Te estoy hablando, viejo».
Abu Aswad: «Yo, Abu Aswad, no soy más judío. Soy musulmán, musulmán».
Abu Aswad golpea al guardia hasta matarlo con su personal.
Los musulmanes se alegran: «Alá Akbar!»
Abu Aswad: «¡Alá Akbar!
«¡Alá Akbar!
«¡Alá Akbar!
«Alá Akbar!»
Otro guardia judío: «Cállense».
Abu Aswad: «Te enviaré a ti también al Infierno».
Guardia judío: «Prepárense para morir».
El guardia judío decapita a Abu Aswad, y los judíos llevan el cuerpo del guardia muerto a la fortaleza.
Joven, hijo del narrador: «Madre».
Narrador: «Querido, vistes que corta es la distancia entre el nacimiento y muerte de los amantes de la verdad?»
[…]
El guerrero judío recoge la cabeza de Abu Aswad y se la arroja a los musulmanes.
Guerrero judío: «Esto es para ustedes. ¿No están hambrientos? Cómanselo. No les tememos a hambrientos como ustedes.
[…]
«Cierren las puertas. Rápido!»
Los judíos de Khaybar atacan a los musulmanes desde dentro de la fortaleza.
Marhab, guerrero judío: «Oh Muhammad, se inteligente y vete. Éste es Khaybar – no Khandaq, Ghor, o Badr. Éste es Khaybar, con sus 10,000 combatientes, que están deseosos de sacrificarse. ¿Me escuchaste, Muhammad? Sálvate y vete». […]
«Estoy ahora dentro de Khaybar; He venido aquí a ver la verdad»
Narrador: «Estoy ahora dentro de Khaybar. He venido aquí para ver la verdad, creer en ella, y tomar una flama de la verdad para iluminar mi generación».
Narrador: «El cerco de Khaybar ha continuado durante mucho tiempo, y los musulmanes no han podido tomarla. El Profeta los reunió y dijo: ‘Esta fortaleza debe ser aplastada y liberada por los musulmanes».
El musulmán golpea los tambores de guerra.
[…]
Los judíos atacan a los musulmanes desde dentro la fortaleza. Los judíos salen victoriosos.
[…]
El puente levadizo se abre y Al-Hareth, guerrero de Khaybar, emerge de la fortaleza.
Los judíos se alegran: «¡Al-Hareth!
«¡Al-Hareth!
«¡Al-Hareth!
«¡Al-Hareth!
«¡Al-Hareth!
«¡Al-Hareth!
«Al-Hareth!»
[…]
Los musulmanes y judíos se comprometen en combate cara a cara.
Los judíos se alegran: «¡Al-Hareth!
¡Al-Hareth!
Al-Hareth!»
[…]
Al-Hareth: «Muhammad dónde estás? Soy yo, Al-Hareth. El Dios de Moisés ha intensificado el odio por ti que albergo en mi corazón. Aun cuando todos los musulmanes sean destruidos y sólo quede uno, verteré sobre él todo el profundo odio que albergo en mi corazón, y quemaré sus huesos».
Los judíos se alegran: «¡Al-Hareth!
«¡Al-Hareth!
«¡Al-Hareth!
«¡Al-Hareth!
«Al-Hareth!»
«Al-Hareth!»
[…]
Muhammad: «Abu Rafah».
Muhammad lo imita.
[…]
Los judíos atacan a los musulmanes furiosamente. Al-Hareth emerge de la fortaleza.
Al-Hareth: «Muhammad, si tienes a un guerrero digno de mí, envíalo». […]
«El Profeta ha venido a extinguir la disputa del pueblo de Khaybar»
La región de Khaybar – lejos de Al-Madina
Narrador: El pequeño ejército del «Profeta ha preparado un campamento cerca de una de las siete fortalezas de Khaybar. El Islam naciente tiene todavía que reunir a muchos seguidores. No obstante, el pueblo de la Meca y Khaybar colaboran en planear querellas y disputas entre los musulmanes. El Profeta ha venido a extinguir la disputa del pueblo de Khaybar:»
Abu Rafah: «El pueblo de Khaybar construyo siete fortalezas – Na’im, Qamus, Shiqq, Nastat, Sulaalim, Watih y Katibah. Algunas de estas fortalezas tienen pasajes secretos, que se conectan entre si bajo tierra. El pueblo de Khaybar, en época de peligro, envía a sus mujeres y niños a la fortaleza de Na’im, mientras los soldados asumen sus posiciones en la fortaleza de Nastat, la cual está sitiada por nosotros».
Musulmán: «Así que hay mucha gente en estas siete fortalezas?»
Abu Rafah: «Hay entre 14,000 y 20,000 personas».
Musulmán: «20,000 personas?»
Otro líder musulmán: «Nosotros, por otro lado, no tenemos más de 1,500 hombres y 200 caballos».
Musulmán: «Estamos condenados».
Otro musulmán: «20,000 personas es una cifra grande».
Abu Rafah: «El pueblo de Khaybar pone sus esperanzas en la fortaleza Qamus».
Líder musulmán: «Debería llamarlo por su nombre – la fortaleza de Marhab».
Abu Rafah: «Cierto, la fortaleza de Al-Hareth y Marhab. Hasta ahora, todo lo que nos ha pasado fue hecho por Al-Hareth, y la espada de Marhab todavía está envainada. El pueblo de Khaybar considera a Marhab su salvador».
[…]
Musulmán: «Yo lo he visto una vez. Si es parecido a Al-Hareth, estamos condenamos».
Abu Rafah: «Pero el Mensajero de Dios proclamó que conquistaríamos [Khaybar], y él nunca se equivoca».
Musulmán: «Mañana, pasará sus normas a uno de nosotros. Quién será?»
Abu Rafah: «Mañana él pasará sus normas a un hombre que siempre está al ataque y nunca en retirada. Ama a Dios y a Su Profeta, y Dios y Su Profeta lo aman a él. Él no volverá hasta que Dios lo use para que rompa las puertas de esta fortaleza. Oh, compañeros del Mensajero de dios, prepárense ustedes mismos para la captura de esta fortaleza. Mañana será un gran día – el día de la victoria». […]
«Esta fortaleza ha estado en pie por muchos años orgullosamente, esperando caer sólo en las manos de Ali»
Narrador: «Parece ser que esta fortaleza considera que sólo Ali es digno de abrir sus puertas. Esta fortaleza ha estado de pie orgullosamente durante muchos años, esperando caer sólo a manos de Ali».
Abu Isaac, líder de los judíos (a uno de los arqueros): «bien hecho, joven.
«Al-Hareth, estoy preocupado por Muhammad. Observa cómo ha estado actuando hoy. Está de pie solo delante de su ejército, sosteniendo las normas».
Al-Hareth: «No te preocupes. Esta fortaleza es diferente de las otras. Somos superiores al débil ejército de Muhammad en cada aspecto».
Abu Isaac: «Ellos ya ocuparon cinco de nuestras fortalezas».
Al-Hareth: «Lo qué ves allá es todo el ejército de Muhammad. Somos ocho veces más grandes que ellos, y tenemos espadas, lanzas, y arcos y flechas, así como también suficientes alimentos. Es más, la espada de Marhab todavía está desenfundada».
Abu Isaac: «Nuestros ojos están en ustedes hermanos, al igual que los ojos del Dios de Moisés».
[…]
Abu Isaac: «Al-Hareth, has participado tu en muchas guerras, y has derramado la sangre de muchos soldados. Ahora los ojos y esperanzas del pueblo judío están en ti.
[…]
«Muhammad ha convocado a Ali».
Al-Hareth: «Ali?»
Abu Isaac: «Eso es correcto – Ali, el hijo de Abu Talib».
Al-Hareth: «Ali, el hijo de Abu Talib».
Ali: «Que día tan bendito es hoy».
Muhammad: «Querido Ali, esta fortaleza sigue de pie. Escoge a los hermanos que deseas llevar, para atravesar las puertas de esta fortaleza. Nuestras oraciones van contigo».
Multitud, liderada por Abu Rafah: «Alá Akbar
«Alá Akbar
«Alá Akbar»
Muhammad: «Mi Señor, estas manos piden por victoria. No les hagas desesperar».
Multitud musulmana: «Amén».
Muhammad: «Mi Señor, golpea el temor de Ali en los corazones de sus enemigos».
Multitud musulmana: «Amén».
Ali: «Al-Hareth, no querías tu un oponente digno? Aquí estoy – Ali, hijo de Abu Talib».
[…]
Ali: «Al-Hareth! Escuchaste lo que yo te dije?»
Al-Hareth emerge del caballo a la fortaleza
[…]
Al-Hareth: «Hijo de Abu Talib, la muerte es mi segundo nombre. Yo soy la muerte. Soy el enlace entre el cielo y la tierra. ¿Quién puede resistir mi espada y la lanza? Pregúntale a tu cobarde pueblo por la fuerza de los golpes de mi espada. Quién yo soy?»
Multitud judía: «¡Al-Hareth!
«¡Al-Hareth!
«¡Al-Hareth!
«¡Al-Hareth!
«¡Al-Hareth!
«Al-Hareth!»
«Los verdaderos judíos han estado esperando por generaciones por nuestro profeta; estamos contigo, no en contra tuyo»
Ali: «He escuchado de ustedes, Al-Hareth. Tienes algún otro compañero que el de tu espada?»
Al-Hareth: «Qué quieres de mí?»
Ali: «Quiero que pienses».
Al-Hareth: Eso es una expectativa ridícula. Mi pensamiento es mi espada. Ahora mi espada demostrará lo que son mis pensamientos. Retírense, para que su honor no se convierta en chismes».
Ali: «Permíteme decirte lo que es bueno para ti, Al-Hareth. Estamos más cerca de ti de lo que esta el pueblo idolatra de la Meca. Pertenecemos a la misma familia. Nuestra religión es la misma religión sobre la cual se habló con el Señor. No sean temerarios, Al-Hareth. Los verdaderos judíos han esperado por generaciones para que llegara nuestro Profeta. Estamos con ustedes, no en contra de ustedes».
Al-Hareth: «No intentes tranquilizarme, Ali. Tus palabras no significan nada para mí. Estoy lejos de ser musulmán. Si eres hombre, veamos si resistes mi espada y mi lanza. No huyas, como los cobardes».
Ali: «Tranquilízate, Al-Hareth. Nuestras religiones son semejantes. No seas tan rápido en ser nuestro enemigo».
Multitud judía: «¡Al-Hareth!
«¡Al-Hareth!
«¡Al-Hareth!
«¡Al-Hareth!
«¡Al-Hareth!
«¡Al-Hareth!
«Al-Hareth!»
Al-Hareth: «Oh hijo de Abu Talib, desenfunda tu espada y acércate».
Líder musulmán: «Él ganará, no?»
Otro líder musulmán: «Él lo ha tumbado ya».
Al-Hareth: «Desenfunda tu espada, hijo de Abu Talib. Desenfunda tu espada y acércate, hijo de Abu Talib. Muéstrame que puedes resistir el golpe de mi espada. Acércate!»
Ali hiere mortalmente a Al-Hareth
Multitud musulmana: «Alá Akbar
«Alá Akbar
«Alá Akbar
«Alá Akbar
«Alá Akbar»
Soldados judíos: «Regresen a la fortaleza».
Abu Isaac: «¡Regresen! ¡Regresen! ¿Hacia dónde corren, cobardes? Quédense aquí, y no huyan. Regresen y traigan el cuerpo de Al-Hareth. Que calamidad. ¡Al-Hareth!, el pueblo de Khaybar».
[…]
Los rabinos judíos oran y cantan
Rabino: «Han huido de nuevo?»
Otro rabino: «Abu Isaac siempre trae las mismas noticias:
Rabinos estallan en risa
«Estaban asustados, huyeron, fueron muertos».
Abu Isaac: Honorables señores, Al-Hareth ha sido muerto».
Marhab, guerrero judío: «Muerto?!»
Abu Isaac: «El honorable Al-Hareth…»
Rabino: «Está muerto?»
Otro rabino: «Qué dijo? Oh querido».
Rabino: «Oh no, que calamidad».
Marhab: «Dijiste que lo mataron, Abu Isaac?»
Abu Isaac: «Padeció de una muerte muy dolorosa».
Marhab: «Quién le dio el golpe fatal?»
Abu Isaac: «Ali».
Rabino: «Ali?»
Abu Isaac: «El hijo de Abu Talib».
[…]
Rabino: «Oh querido… La herida es muy profunda».
Marhab: «Fue muerto de un solo golpe. Dígales que me traigan mi uniforme de batalla. No necesito un caballo».
[…]
Narrador: «Marhab es la esperanza del pueblo de Khaybar. Él es un guerrero que conoce nada más que victorias, y ha matado a muchos hombres valientes».
Ali: «Marhab es la última esperanza del pueblo de Khaybar. Yo lo considero un gran guerrero. Espero que escuche mis sinceras palabras, y no desampare la sangre de su pueblo. Mis hermanos, las generaciones futuras seguirán en nuestros pasos. No pierdan fe en Dios. Prevaleceremos. Alá Akbar».
Marhab (se dirige a su pueblo): «A mi manera de ver, los musulmanes son el ángel de la muerte para los israelitas. Ellos han venido a separarnos de Moisés y Aaron. Los ojos del judaísmo están fijos en tú y yo. Luchen, como si quisieras borrarlos del camino. Yo erradicaré a esta comunidad [de musulmanes]. «
Ejército judío: Viva Marhab!»
Marhab: «Erradicaré esta comunidad».
Ejército judío: Viva Marhab!»
Marhab: «La sangre de Al-Hareth ha sido derramada en la tierra. Somos el pueblo supremo».
Ejército judío: «Somos el pueblo supremo.
Abu Isaac: «Somos el pueblo supremo.
Ejército judío: «Somos el pueblo supremo.
Marhab: «Somos el pueblo escogido. Somos el pueblo supremo. No somos como esos árabes ignorantes. Nosotros los erradicaremos».
Marhab emerge de la fortaleza vestido en su armadura
Multitud judía: «¡Marhab! Marhab!
«¡Marhab! Marhab!
«¡Marhab! Marhab!
«¡Marhab! Marhab!
«¡Marhab! Marhab!
«Marhab! Marhab!»
[…]
Marhab: «Matases a mi hermano, Al-Hareth, hijo de Zaynab de Khaybar, correcto?»
Ali: «Le di una oportunidad, pero no la usó. Yo le dije que si se convertía en musulmán, sería salvado. Yo te digo lo mismo».
Marhab: «Yo, musulmán?! Yo bebo sangre musulmana. ¿Yo, musulmán? Muhammad, has llegado a tu propio cementerio por tu propio libre albedrío. Aquí estoy – Marhab, el cazador y asesino de leones. Aquí estoy – Marhab, vengando a mi hermano Al-Hareth».
Ali: «A pesar de tu sed por nuestra sangre, tenemos una afinidad contigo».
Marhab: «Nuestro camino difiere del tuyo».
Ali: «Cómo puedes decir eso? Los caminos de todos los profetas son los mismos».
Marhab: «Lo qué estás diciendo es falso. El camino de Moisés es diferente».
Ali: «Tu Moisés es también nuestro Moisés. Un musulmán que no respeta y honra a Moisés no es un verdadero musulmán».
Marhab: «Deja de hablar, Ali. Tu tienes tu religión, y nosotros tenemos la nuestra».
Marhab pierde una espada. Ali le propina un golpe mortal a Marhab. Los musulmanes atacan la fortaleza.
Narrador: «Eventualmente, la última fortaleza no conquistada de Khaybar fue tomada. El gran Profeta siempre le dio una oportunidad al pueblo de Khaybar, excepto a veces cuando le cerraron la puerta al compromiso, con su continua alevosía y planes. Los eventos de Khaybar sirven como una lección sagrada a aquéllos que dudan de la distinción entre la verdad y la falsedad».
Líder musulmán: «Querido Ali, yo te felicito y a nosotros por esta victoria».
Clip No. 1681: Personajes mitológicos persas vencen a la ocupación americana de Irán,
Soldados norteamericanos toman la isla
«Una isla en el Golfo Pérsico – En algún momento en el futuro»
Un anciano golpea un tambor en la costa
[…]
Funcionario Comandante de los Estados Unidos Isaac Hamilton (a los soldados): «Rápido. De prisa».
Akbar Kebraye’i, comerciante de azúcar: «Qué está pasando aquí?
[…]
Escoltas de Hamilton devastaron el vestíbulo de la boda. Varios iraníes permanecen escondidos. La novia yace en el suelo
[…]
Hamilton: «Quién es él? ¿Ahmad-Abadi?
Farid Memarian, un conferencista: Sí, Sr. Ahmad-Abadi».
Hamilton amenaza a Kebraye’i, apuntándole un arma en la frente, luego se presenta a si mismo.
Hamilton: «Hamilton. Isaac Hamilton».
Memarian(a Kebraye’i): «Identifíquese. Dígale su nombre».
Kebraye’i: «Kebraye’i».
Hamilton: «Kebraye’i?»
Kebraye’i: «Sí, señor. Lo pronunció correctamente. Soy Akbar Kebraye’i».
Memarian: «Soy Memarian. Mi nombre en Farid Memarian».
Hamilton: «Memarian?»
Memarian: «Eso es correcto. Su nombre es Tabesh, Dr. Tabesh».
Hamilton: «Tabesh?»
Mohsen Tabesh, gerente bancario: «Sí, Mohsen Tabesh».
[…]
Hamilton coloca las velas alrededor de la novia inconsciente.
Hamilton: «Hola, pequeña alice. Abre tus ojos para mí. Ven, bella durmiente. ¿Cuál es tu nombre? Me lo dirás?»
Memarian: «Su nombre es Pantea».
Hamilton: «Pantea?»
Memarian: «Pantea».
Hamilton: «Muy bonito. Bello».
Pantea la novia abre los ojos.
Memarian: «No te preocupes, mi amado. Ellos son nuestros amigos. La pesadilla ha terminado».
Pantea: «Madre… estoy despierto…»
Memarian: «Todos estamos bien. No te preocupes. Nos quedamos aquí por ti. Éstos son nuestros amigos. No son ningunos extraños. Puedes creerme, querido.
[…]
Kebraye’i (a si mismo): «De dónde salieron así, de repente? ¿O, de hecho, existe un lugar dónde no puedan ser encontrados?…»
Kebraye’i (a uno de los soldados americanos): cual es el tamaño de esta isla en kilómetros, señor?»
Soldado: «110».
Kebraye’i: «Qué dijo?»
Memarian: «Dijo 110 kilómetros».
[…]
Hamilton: «Señor Memarian».
Memarian: «Sí, señor».
Hamilton: «Es usted el padre de la novia?»
Memarian: «Sí, señor».
Hamilton: «Dónde está el novio?»
Kebraye’i: «El novio? El novio – salio corriendo».
Hamilton: «Hizo que?»
Memarian: «Se ha ido, señor. Ido».
Hamilton: «Puede esta bonita joven ser mía durante algún tiempo?»
Memarian: «Qué?»
Hamilton: «No lo agarrantes? Dije: Puede esta joven bonita ser mía durante algún tiempo?»
[…]
Memarian: «Yo no hablo tan bien el inglés».
Hamilton: «No te preocupes. Farsi está bien».
Memarian: «Sabe lo que significa la palabra ‘sorpresa’? Fui tomado por sorpresa. No puedo pensar tan claramente».
Hamilton: «La isla ha sido ocupada por nosotros».
Memarian: «No!»
Hamilton: «Sí».
Memarian: «Han ocupado la isla. Qué deberíamos hacer, Sr. Kebraye’i? Sr. Tabesh?»
[…]
Hamilton: «Tráigamela».
Memarian: «Sr. Hamilton…»
[…]
Pantea: «Padre».
Memarian: «No temas, no te preocupes en lo absoluto. Mientras yo esté aquí, no tienes nada de que preocuparte».
[…]
Pantea: «Ayuda!»
Varios soldados americanos persiguen a Pantea, apuntando las armas hacia ella.
Pantea: Padre… Sr. Tabesh… Sr. Kebraye’i….»
Kebraye’i: «Sólo se están riendo contigo. No quieren hacer ningún daño».
Hamilton levanta las persianas revelando una obra de arte persa.
Pantea: «Sr. Kebraye’i, ayúdeme».
Kebraye’i: «Tal conducta sienta mal para una muchacha educada como tu, Pantea».
Pantea: «Estoy condenada. Haz algo».
Sr. Tabesh: «Deténgase, somos amigos, deténgase».
El soldado americano empuja al Sr. Tabesh sobre una mesa. Pantea se esconde detrás de su padre, Memarian.
Memarian: «Estoy en contra de la agresión. Detesto la agresión. Nosotros podemos resolver este asunto por…»
El soldado topa su rifle sobre Memarian, tirándolo a una mesa.
Pantea: «Ayúdeme, Sr. Kebraye’i».
Kebraye’i: «Tal conducta sienta mal para una muchacha inteligente como tu».
Pantea: «Estoy condenada. Ayúdeme».
La resistencia islámica entra en acción
Kebraye’i: «Oh que noche – es una noche de nupcias. Eche una mirada al novio – qué guapo es. Bendiciones a la novia y el novio…»
Narrador: «Cinco balas para cinco soldados invasores».
Los soldados son abaleados desde fuera. Dos miembros de la resistencia islámica, Omid y su esposa Zahra, entran con armas en sus manos.
Omid: «Nadie se mueva!»
Zahra agarra a Pantea.
Zahra (a Pantea): «Cálmate».
Omid retiene a Hamilton a punta de pistola
Omid: «Qué estás haciendo aquí?»
Hamilton: «No».
Omid: «Habla!»
Hamilton: «No».
Omid: «Pregunté que es lo que estás haciendo aquí».
Omid golpea a Hamilton.
Memarian: «Estás actuando imprudentemente. Ésta es una conducta temeraria. Convertiste un problema simple que pudiera haber sido fácilmente resuelto a través del diálogo, en un problema no solucionable.
Omid: «Tome su arma, y dámela. Dije: Tome su arma, y dámela».
Zahra: «Tranquilízate».
Kebraye’i: «No dispares, hijo. Ellos no son meras cizañas malas que puedes quitar. ¿Sabes quiénes son? Incluso sus perros tienen tarjetas de identificación».
[…]
Miembro de la resistencia islámica toma las armas de los soldados americanos muertos y le da una al Sr. Tabesh.
Miembro de la resistencia: «Debemos defendernos a nosotros mismos».
Sr. Tabesh: «No complique más las cosas de lo que ya están, y no pretendas ser un combatiente de la guerrilla. Ya nos han humillado bastante».
Omid: «Esta gente han ocupado la isla entera. ‘Oh mi Irán, mi Irán, eres más querido que mi propia vida’. No fuiste tu quién recitó ese poema?»
Kebraye’i: «Yo no fui. Tengo que ir urgentemente a un lugar».
Hamilton se libera de Memarian y lo golpea. Zahra le dispara a Hamilton.
Kebraye’i: «Ayuda!»
«Pensaste que somos como Irak o Afganistán, y que puedes entrar en el país y lograr tus metas fácilmente?»
Omid apunta un arma a Hamilton
Omid: «Regresa a tu lugar. Te dije que regresaras a tu lugar».
Memarian (a Hamilton): «Siéntate».
[…]
Omid ata a Hamilton a una silla
Omid: «No has dicho todavía lo que estás haciendo aquí. ¿Pensaste que somos como Irak o Afganistán, y que puedes entrar al país, y lograr tus metas fácilmente? ¿Quieres que te diga lo que estás haciendo aquí? Estás aquí debido a tus complejos. Te estás escapando moviéndote hacia delante. Ocupas [países], y los saqueas, para que nadie se queje de tu propio vacío cultural. ¿No es cierto? Todos podemos ver que esta invasión sin sentido es una reflexión de tus complejos».
Hamilton se ríe. Se oyen explosiones y disparos al fondo
Hamilton: «Sin sentido. Totalmente sin sentido. Es inútil. Sin sentido».
[…]
Zahra: «Has tejido un nido de mentiras, y esperas que los pueblos del mundo te crean. Mientras mayor la mentira, más útil es. En el nombre de los derechos humanos y la democracia, Está intentando lograr tus metas. Tu falta de cultura es tu debilidad. Tu problema es que no tienes historia. Cierto, eres rico, pero a pesar de todas tus riquezas, tu identidad no llenarías ni siquiera una maleta. Perpetras actos de asesinato y saqueos y matas a seres humanos para compensar tu debilidad».
Hamilton: «Cállese, tonto».
[…]
Memarian: «Su tecnología es su historia. Su identidad es su dinero, su riqueza, y sus bombas atómicas».
[…]
Omid: «Necesitamos ayuda, ayuda verdadera. Puedes ir y conseguir ayuda?»
Zahra: «Nunca pensé que había tanto odio y violencia en mí. ¿Qué estoy haciendo con estas armas? No va eso en contra de mi naturaleza femenina, Omid?»
Omid: «Mira a Pantea. Lo que le pasó a ella es el resultado de la inacción – ambos nuestro y suyo».
Zahra: «Dios, qué tipo de desastre nos ha ocurrido?»
Hamilton: «Me gusta. Son una pareja valiente».
Kebraye’i: «Él habló en Farsi».
Kebraye’i enciende un cigarro para Hamilton.
Omid: «Así que sabe Farsi también».
Para leer el despacho en su totalidad haga clic en el siguiente enlace:
http://www2.memri.org/bin/latestnews.cgi?ID=SD185708 .