Desde que Rusia se «independizó» en el año de 1991, se han hecho muchos intentos por definir la «idea nacional» del país, si no su «ideología».[1] Estos intentos no han sido lo suficientemente exitosos. Por lo tanto, en el 2020, el presidente ruso Vladimir Putin, concluyó que solo el «patriotismo» o el amor de los ciudadanos por Rusia podrá calificarse como tal.[2] Claramente, esta era una definición muy extraña y contraproducente – e incluso si pudiera considerarse lo suficientemente justa como para aplicarla para fines domésticos, no significaba nada en favor de proyectar el poder blando de Rusia en el exterior. Por lo tanto, el Kremlin ha estado realizando muchos intentos de «codificar» la misión de la Federación Rusa en el mundo actual.
Mientras los líderes rusos heredaron un país que durante más de 70 años fue parte de un enfrentamiento global con el mundo occidental durante la así llamada Guerra Fría, el anti-occidentalismo ha sido la columna vertebral de la visión del mundo de Rusia durante al menos las dos últimas décadas, especialmente después de que el entonces primer ministro Yevgeny Primakov condenó los bombardeos estadounidenses contra Yugoslavia del año 1999.[3]
De hecho, en la mayoría de los casos, el liderazgo ruso (con una breve excepción durante un período de estrecha cooperación con los Estados Unidos durante las primeras etapas de la «Guerra contra el terrorismo») se ha opuesto a los Estados Unidos, que ha sido descrito como la «potencia imperialista más destacada» del mundo[4] Esto explica en parte la estrategia de Rusia de reunir aliados entre las dictaduras más brutales del «Cuarto Mundo» reviviendo los vínculos de cooperación de la era soviética y brindándole a estas naciones una ayuda económica bastante limitada a fin de que construyan una «fuerza anti-imperialista» en diferentes partes del mundo.
La doctrina anti-colonialista de Rusia
Este «anti-imperialismo» tomó forma dentro de la política exterior rusa, pero como las potencias occidentales no realizaron ningún intento evidente de construir un imperio, la nueva doctrina fue designada de «anticolonialista». Esta doctrina tomó forma en el año 2003 y se convirtió en su versión actual a mediados de la década del año 2010. Putin y los miembros de su círculo íntimo invirtieron un significado muy amplio del término «colonialismo» (o «neo-colonialismo», tal como lo expresaron),[5] creyendo que incluso el dominio natural del mundo occidental y su superioridad tecnológica eran una signo de este orden neo-colonialista.
Este punto fue claramente reiterado por Putin en el Club de Discusión Valdai. Este dijo lo siguiente: «La estandarización, el monopolio financiero y tecnológico, la eliminación de todas las diferencias es lo que yace debajo del modelo occidental de globalización, siendo este de naturaleza neo-colonialista. Su objetivo fue claro: establecer el dominio incondicional de Occidente en la economía y política global. Para ello, Occidente puso a su servicio todos los recursos naturales y financieros del planeta, así como también todas las capacidades intelectuales, humanas y económicas, alegando de que era un rasgo natural de la llamada nueva interdependencia global”.[6]
Putin luego agregó: «Durante muchos años, los ideólogos y políticos en Occidente le han estado diciendo al mundo que no existía otra alternativa a la democracia. Es cierto que se referían al estilo occidental, al llamado modelo liberal de democracia. Estos rechazaron con arrogancia todas las demás variantes y formas de gobierno por el pueblo y, quiero recalcarlo, lo hicieron con desprecio y mucho odio, esta forma se ha ido configurando desde la época colonial, como si todo el mundo fuese de segunda categoría, mientras ellos eran excepcionales, así ha sido durante siglos y continúa siendo así hasta el día de hoy”.[7]
Según el presidente ruso, Occidente desea mantener su «hegemonía» en el mundo, a expensas de otros países, mostrando así su carácter «neo-colonialista». Además, para Putin, la globalización es una herramienta importante que posee Occidente para continuar con sus políticas colonialistas. Por lo tanto, para confrontar a Occidente, una nación debe confrontar el modelo liberal de democracia al estilo occidental (y con este los valores liberales y el principio de universalidad de los derechos humanos), adoptando valores «tradicionales», bajo el liderazgo de Rusia. Putin explicó: «Los valores tradicionales no son un conjunto rígido de postulados a los que todos deben adherirse, por supuesto que no. La diferencia con los llamados valores neoliberales es que son únicos en toda instancia particular, porque se derivan de las tradiciones de una sociedad en particular, su cultura y antecedentes históricos. Es por ello que los valores tradicionales no pueden ser impuestos a nadie. Estos simplemente deben ser respetados y todo lo que cada nación ha ido eligiendo para sí misma durante siglos debe ser manejado con mucho cuidado».[8]
Apoyando la descolonización mientras se persigue una política imperialista
Bajo la presidencia de Putin, Rusia intenta presentarse como la heredera de la Unión Soviética, siendo esta firme partidaria de los movimientos anti-imperialistas en todo el mundo y contribuyó significativamente al éxito de descolonización. De ahí que Rusia quiera ser el líder del esfuerzo contra las políticas de globalización que Estados Unidos y sus aliados más cercanos es supuestamente promover e imponer sobre el resto del mundo. Hace diez o incluso cinco años, este concepto podría haber sido considerado nuevo y muy seductor. Hoy, parece verse en gran medida, irrelevante.
Rusia no puede ser considerada una potencia anti-globalista ya que esta se ha beneficiado enormemente de la globalización a través de lo siguiente: la expansión de sus comercios de exportación (para el año 2021, las exportaciones de Rusia representaron el 24% del PIB de la nación en comparación con menos del 4% a finales del período soviético);[9] la internacionalización de sus élites comerciales (a mediados de la década del 2010, los ciudadanos rusos poseían más bienes y raíces en el extranjero y cuentas en el exterior que todos los demás); e incluso iniciar proyectos geopolíticos siendo estos bastante familiares a los lanzados por el Occidente «imperialista» (Putin comparó abiertamente la Unión Económica Euroasiática con la Unión Europea, al describir las virtudes de su futura empresa).[10] Rusia también utiliza magistralmente los beneficios de los medios de comunicación globales, lo que le permite influir sobre numerosas tendencias que surgen en diferentes partes del mundo. Además, si Occidente alguna vez intentara aislar a Rusia de algunas de las redes globales, los líderes rusos acusarían a los Estados Unidos de «marginar» a Rusia, mostrando la voluntad de querer mantenerse a nivel de los desarrollos globales.
Cabe señalar también que Rusia no parece como la adecuada para desempeñar el papel de líder de la «descolonización», ya que es un imperio envejecido construido sobre la colonización de otros pueblos y naciones a lo largo de siglos. Rusia (o mejor dicho, la Unión Soviética) fue una fuerza importante que respaldó los movimientos de descolonización en las décadas de los años 1960 y 1970. Sin embargo, los líderes comunistas no se dieron cuenta de que ellos mismos presidían una de las potencias coloniales europeas más antiguas en existencia. Como resultado de sus políticas coloniales, el imperio ruso/soviético duró más que cualquier otra potencia colonial importante de Europa occidental y colapsó al borde de la década de los años 1990, siguiendo todas las líneas cruciales en la desaparición de otros imperios.
Hoy Rusia es mucho más unida y mono-étnica que la Unión Soviética, pero también alberga muchas repúblicas «nacionales» y áreas autónomas, donde las identidades locales comienzan a cristalizar. Además, Rusia inició numerosos intentos de restaurar su control sobre sus antiguas posesiones, interviniendo en Moldavia, Georgia y Ucrania y convirtiendo a su vecina Bielorrusia en un estado clientelar. Por lo tanto, pareciera irracional oír hablar de apoyo a la descolonización por parte de una potencia que persigue una política puramente imperialista hacia sus antiguas colonias.
Rusia reduce las expectativas de su participación en la política mundial
La retórica de «descolonización», sin embargo, apunta a un elemento significativamente nuevo de la doctrina en política exterior de Putin. Durante la mayor parte de su reinado (con una pequeña excepción de los primeros meses de su presidencia, cuando intentó «revisar» la herencia soviética, mientras recorría Cuba, Vietnam e incluso Corea del Norte en busca de los aliados de Rusia), Putin ha pretendido que Rusia es uno de los «polos» en un imaginario «mundo multipolar» y sigue tratando de consolidar una «esfera de influencia» que corresponda a tal estatus.
Sin embargo, en tiempos más recientes, las cosas han cambiado. A medida que China asciende para convertirse en una potencia a la altura de Estados Unidos en muchos aspectos y mientras el presidente Xi se enfoca en la competencia entre Estados Unidos y China para las próximas décadas sin mencionar a Rusia en lo absoluto, el Kremlin comienza a considerar a estados menos prominentes como sus posibles aliados. En las últimas semanas, asistimos a las conversaciones de Putin con el presidente de Guinea-Bissau, Umaro Sissoco Embaló,[11] quien luego se dirigió de Moscú a Kiev, enviando el mensaje de Putin al presidente Zelensky.[12] Además, Rusia renovó la iniciativa de entregar gratuitamente hasta 500.000 toneladas de trigo a los países subdesarrollados (luego fue sugerido que estos alimentos fuesen enviados a aquellas naciones que ya habían establecido alguna cooperación militar y de seguridad con Rusia).[13]
Rusia parece estar reduciendo las expectativas sobre su participación dentro de la política mundial, ya que los intentos por parte de Putin de presionar a Occidente fracasaron tanto en el ámbito energético[14] (dado que Europa parece confiar en que sobrevivirá el próximo invierno sin gas ruso) tal como en cuestiones de seguridad, ya que el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, parece dispuesto a mantener el «acuerdo de cereales» incluso en medio de la breve retirada de Rusia del acuerdo.[15]
Rusia se está convirtiendo en parte de la periferia
Sin embargo, al emprender una directiva para cooperar con países pos-colonialistas, Rusia enfrenta varios desafíos importantes.
Primero y ante todo, para convertirse en un «polo» y competir tanto con Occidente como con China, un país debe poseer vastos recursos financieros y tecnológicos. En los últimos diez años, la ayuda proveniente de los Estados Unidos a los países subdesarrollados asciende a alrededor de 40.000 millones de dólares al año,[16] mientras que los préstamos e inversiones de China en las economías africanas ascienden a 15.000 y 20.000 millones de dólares anuales en los últimos años.[17]
Cabe señalar que los préstamos no realizados de la ex-Unión Soviética representaron cerca de $200 mil millones. Sin embargo, el propio presidente Putin hizo todo lo posible para eliminarlo y entre el año 2000 y el 2014 canceló alrededor de $165 mil millones en deudas de la era soviética,[18] incluyendo las de naciones económicamente solventes como Argelia, Angola, Libia, Mongolia y muchas otras que pudieron atenderlos o cambiarlos por diferentes productos básicos de bienes de consumo que si necesitan los rusos (solo mencionaría que tampoco hubo cancelaciones entre mediados del 2008 y el 2011, ya que Dmitry Medvedev ocupó la presidencia rusa). Por lo tanto, mientras Putin soñaba con que Rusia se convirtiera en uno de los polos del globo, desperdició los recursos que parecen ser necesarios para implementar su doctrina «anti-colonialista».
Segundo, Rusia en estos días carece de gran visión para el futuro del mundo. Todo lo que entregó en las últimas décadas fue el concepto del «mundo ruso», que pudiera usarse en las regiones que experimentaron una intensa interdependencia histórica y cultural con Rusia (tales como las antiguas naciones soviéticas o, no tan obviamente, los Balcanes), pero inútil en cualquier otro lugar. Mientras China se acerca a las naciones en desarrollo con su experiencia y práctica de rápido crecimiento económico, industrialización y globalización, Rusia no puede ofrecer nada como esto en lo absoluto.
China, que ha sido, si no una colonia, una «nación periférica» ??durante muchas décadas, le muestra al mundo lo que se debe hacer para superar dicho síndrome «colonial» (el «pos-colonialismo» que asoló a muchos países no-desarrollados pudiera ser visto, siguiendo a Edward Saïd, como una condición mental). Sin embargo, Rusia, que nunca fue parte de la periferia, ahora se está convirtiendo en tal parte, ya que no puede satisfacer sus propias necesidades industriales y tecnológicas. Esto se está volviendo cada vez más obvio, por lo que los estados asiáticos y africanos no tienen nada que aprender del Moscú de hoy día.
Tercero, y aquí volvemos a nuestros argumentos anteriores, los pequeños países periféricos en estos días se dan cuenta muy bien de que deben usar su estatus como miembros iguales de la comunidad global de naciones. Estos valoran su independencia y permanecen por la independencia de los demás, por lo que las naciones periféricas no ven la guerra de Rusia en Ucrania como algo que deba ser apoyado. En la votación más reciente en la Asamblea General de las Naciones Unidas, 188 miembros, incluyendo a todos los estados africanos y sudamericanos, se opusieron a las acciones de Rusia o se abstuvieron de votar,[19] y solo Nicaragua, Corea del Norte y Siria respaldaron la postura de Rusia y Bielorrusia. Yo diría que es casi imposible hacer que los países pequeños se pongan del lado de uno, mientras se trata de destruir a tus propios vecinos independientes, sobre todo aquellos que solían ser parte de tu propio imperio.
Conclusión
El régimen de Putin está tratando rigurosamente de encontrar nuevos paradigmas para legitimarse a sí mismo junto a sus actuales políticas. Rusia en estos días es fuente del mayor peligro para el orden global basado en reglas y el Kremlin hace todo lo posible para reclutar aliados que puedan ponerse del lado de Moscú debido a su descontento con Occidente. Rusia lo que quiere es impulsar a las naciones de su «periferia» a que luchen contra la globalización, el poder de los Estados Unidos y sus aliados europeos y la dominación financiera occidental de los centros económicos globales que perturba a las naciones «periféricas». Sin embargo, Rusia solo desea la descomposición del orden actual y no la creación de uno mucho más estable y justo.
El líder del Kremlin parece incapaz de entender que para liderar a las naciones en desarrollo, una superpotencia necesita poseer una estrategia y recursos que puedan alentar a los países de la «periferia» a que se pongan de su lado en un enfrentamiento global con las potencias competidoras, mientras que aquellas naciones que no deseen involucrarse en alguna confrontación significativa preferirían evitar algún liderazgo «externo», tal como sucedió con el Movimiento de Países No-Alineados creado y dirigido por los propios estados pos-coloniales. Un antiguo imperio con una economía colapsada, que sueña con su restauración, no puede liderar un movimiento «anti-colonial» y, por ende, una «nueva» doctrina geopolítica rusa producirá pocos resultados, si es que produce alguno.
*El Dr. Vladislav Inozemtsev es asesor especial del Proyecto de estudios de medios de comunicación rusos en MEMRI.
[1] Svoboda.org/a/27908678.html, 11 de agosto, 2016.
[2] Tass.ru/obschestvo/8438743, 10 de marzo, 2020.
[3] Ria.ru/20190323/1551983046.html, 23 de marzo, 2019.
[4] Svoboda.org/a/395636.html, 1 de junio, 2007.
[5] En.kremlin.ru/events/president/news/69039, 20 de julio, 2022.
[6] En.kremlin.ru/events/president/news/69695, 27 de octubre, 2022.
[7] En.kremlin.ru/events/president/news/69695, 27 de octubre, 2022.
[8] En.kremlin.ru/events/president/news/69695, 27 de octubre, 2022.
[9] Rosstat.gov.ru/storage/mediabank/26_23-02-2022.html, 2022.
[10] Rbc.ru/politics/03/10/2011/5703ecf29a79477633d3871b, 10 de marzo, 2011.
[11] Rbc.ru/politics/26/10/2022/63597d9b9a79475275a2ec77, 26 de octubre, 2022.
[12] Mk.ru/politics/2022/10/27/umaru-sisoku-embalo-peredal-zelenskomu-poslanie-putina.html, 27 de octubre, 2022.
[13] Ria.ru/20221029/zerno-1827781009.html, 29 de octubre de 2022; Zol.ru/n/37774, 31 de octubre, 2022.
[14] Ridl.io/putin-s-tactical-mistake/, 4 de octubre, 2022.
[15] Nytimes.com/2022/11/02/world/europe/ukraine-russia-grain-black-sea.html, 2 de noviembre, 2022.
[16] Brookings.edu/opinions/what-every-american-should-know-about-u-s-foreign-aid/, 2 de octubre, 2019.
[17] Fpri.org/article/2022/01/chinese-economic-engagement-in-africa/#:~:text=Lending%20activities%20by%20China%20in,for%2017.5%25%20of%20African%20imports , 24 de enero, 2022.
[18] Aif.ru/money/economy/my_dobrye_sebe_v_ushcherb_zabotyas_o_drugih_stranah_ne_upuskaet_li_rossiya, 10 de febrero, 2016.
[19] Digitallibrary.un.org/record/3990400?ln=en