Charles Jabbour, jefe del departamento de medios y comunicaciones del partido Fuerzas Libanesas de Samir Geagea, conocido por su oposición a Hezbolá, se pronunció en contra de esta organización en un artículo publicado recientemente en el diario Al-Jumhouriyya, el cual se encuentra afiliado a su partido. En el artículo, este llama a los libaneses a «divorciarse» de Hezbolá, es decir, a dividir el Líbano en dos estados. Jabbour explica que Hezbolá no cree en la coexistencia y está tratando de obligar a todos los libaneses a adoptar su ideología y mentalidad, cuya esencia es la muerte. Por lo tanto, así como un esposo y una esposa a veces se ven obligados a divorciarse cuando la vida en común se vuelve intolerable, los grupos dentro de un estado también deben separarse si la realidad demuestra que estos no tienen puntos en común y no pueden coexistir. Condenando la cultura libanesa que santifica la convivencia, Jabbour afirma que sería un error y hasta «pecado» seguir compartiendo la patria.
Jabbour agrega que es poco probable que Hezbolá acceda al «divorcio» y probablemente intentará evitarlo por la fuerza, deseando apoderarse de todo el Líbano. Por lo tanto, este hace un llamado al bando anti-Hezbolá en el país para que formule un nuevo plan para tratar con esta organización y presentarle dos opciones: aceptar el divorcio o que entregue sus armas y acepte las fuentes de autoridad ya acordadas, que serían: el Acuerdo Taif, la Liga Árabe y las resoluciones de las Naciones Unidas.
Lo siguiente son extractos traducidos de su artículo:[1]
«Todas las religiones monoteístas reconocen el divorcio. Algunas lo hacen fácil y otras lo hacen más difícil, para evitar que las parejas se divorcien por cada obstáculo o desacuerdo, pero todas le acogen el divorcio cuando es absolutamente necesario. Nadie puede obligar a su pareja a quedarse con ellos, ya que la sociedad de por vida tiene sus propias raíces y requisitos y si la vida se convierte en un infierno intolerable, el divorcio es la solución y la opción correcta y de hecho una necesidad muy urgente. Después de todo, el matrimonio no es un fin en sí mismo. Este está destinado a permitir una vida feliz juntos, por lo que no es un destino irreversible. Cada persona puede y debe determinar su propio destino, ya que la vida es bastante corta y nacemos para vivir y disfrutar la vida más no para reprimirnos a nosotros mismos, por cualquier motivo que este sea.
«Lo que sí es muy cierto del matrimonio entre individuos también se aplica a una nación, que debe organizar su vida dentro del marco de un estado con una constitución y leyes que protejan los derechos de la gente, brinde estabilidad y asegure prosperidad. No es de ninguna manera cierto que las naciones fueron creadas para combatir y luchar solo porque existen grupos que han adoptado ideologías cuya esencia es la muerte. Estos grupos tienen derecho a adoptar creencias que se ajusten a sus percepciones, pero no tienen derecho a imponer su modo de vida y su mentalidad sobre los demás.
“Uno de los problemas fundamentales, esenciales e incorporados en el Líbano es la santificación del ideal de coexistencia entre las diversas sectas, que ha sido elevado de un estatus humano a uno divino. Esto no es solo un error sino un pecado…
“Existe un grupo en el Líbano (es decir, Hezbolá)… que no cree en la coexistencia pero sin embargo finge hacerlo, esperando circunstancias que le permitan eliminar la coexistencia a favor de su plan sectario o religioso. Este plan comienza proponiendo respaldar la democracia y el gobierno de la mayoría, pero no termina incluso con un llamado a islamizar al Líbano basado en el método del mandato del jurisprudente en Irán…
«¿Quién dijo que esta convivencia es un destino que los libaneses deben aceptar… y, si se separan, seguramente morirán? La aspiración básica de todo ciudadano es vivir en seguridad, estabilidad, prosperidad y en paz y no necesariamente vivir juntos. Si la gente y los grupos que componen un estado viven dentro de la misma área acuerdan convivir juntos y compartir un estado, una visión y un conjunto de valores y metas, el experimento quizás pueda continuar y ser exitoso. Pero si los diferentes grupos culturales no son armoniosos y no pueden ponerse de acuerdo sobre suposiciones y normas básicas, estos deben recurrir inmediatamente a la opción de divorcio, separación y división. No está claro por qué los diferentes grupos, cada uno de los cuales desea imponer sus propias prioridades, agenda y cultura por el otro, deben insistir en la convivencia.
«El divorcio solía considerarse vergonzoso en algunas de nuestras sociedades, pero hoy ya no lo es, debido a la creencia de que las personas eligen divorciarse cuando esta es la única forma de lograr los objetivos más elevados de la vida, es decir, la libertad, paz, calma y estabilidad. El divorcio entre los sectores libaneses ya no debe ser considerado como algo vergonzoso, especialmente porque el primer grupo que se beneficia de nuestra vida en común (es decir, Hezbolá) es el que desea cambiar la identidad del país y se niega a estar de acuerdo con el resto de los libaneses en el terreno común que los conecta, cuya esencia es el estado, asociación, igualdad y libertad.
“Por lo tanto, Hezbolá debe comprometerse con la constitución y deponer sus armas, de lo contrario debe haber un divorcio, ya que quien se beneficia actualmente de la situación existente es el propio Hezbolá, que está implementando su plan poco a poco, esperando su momento. ¿Quién es capaz de quitarle las armas? ¡Nadie! ¿Existe alguien dispuesto a apostar que Hezbolá es una organización libanesa, en lugar de iraní? Esa es una apuesta sin esperanza, que ya se intentó en el año 2005 y estamos todavía sufriendo las repercusiones negativas de ese experimento, que hizo que los libaneses perdieran una oportunidad histórica de implementar el Acuerdo Taif. ¿Alguien piensa que Hezbolá entregará sus armas por su propia voluntad?… Eso también es un gran engaño. Todo lo que nos queda es contar con desarrollos externos, pero ¿quién dice que estos desarrollos verdaderamente sucederán en un futuro cercano o lejano?
“Por supuesto, debemos distinguir entre la necesidad de divorciarnos de Hezbolá y la capacidad verdadera de lograr este objetivo. Porque Hezbolá nunca aceptará un divorcio, ya que tal medida requerirá que renuncie a un territorio que considera propio y que actúa cambiando con el tiempo como parte de su plan sectario (es decir, chiita). Uno de los objetivos de Hezbolá es apoderarse de todo el Líbano y continuar controlando la toma de decisiones del país… De hecho, un funcionario de Hezbolá dijo explícitamente que la organización comenzaría la Tercera Guerra Mundial para evitar así la partición del Líbano. Pero quien se oponga a la partición debe aceptar los términos de una sociedad pluralista, considerando muy en especial que el plan de Hezbolá es decir, el plan de exportar el mandato del jurisprudente iraní al Líbano ya no es aceptado en el país que lo exporta, es decir Irán. ¿Tiene algún sentido exportar algo que el propio pueblo iraní desea eliminar y cuando este plan crea conflicto, en su forma y contenido, al propio carácter de la sociedad libanesa?
“El divorcio requiere, en primer lugar, romper el tabú que considera la coexistencia como un [ideal] sagrado que debe ser defendido, y comenzar a difundir [la idea] del divorcio en público. La forma tradicional de tratar con Hezbolá ha llegado a su fin ha sido juzgado desde 2005 y no ha dado ningún resultado… El divorcio también requiere que surja un equilibrio de poder político que empuje en esa dirección, porque no es suficiente pedir el divorcio y declararlo en público, frente a una pareja que insiste en imponer la unidad por la fuerza y ??en sus propios términos…
“El gran problema en nuestra confrontación con Hezbolá no es solo de que esté armado mientras que el bando rival no lo está. El problema también surge del hecho que, el bando que se opone a Hezbolá continúa adoptando una postura tradicional. Solo si este bando adopte una postura poco tradicional podremos nosotros poner fin a la crisis presentándole a Hezbolá con dos opciones: o el divorcio o el retorno a las fuentes de autoridad libanesas anteriormente acordadas: el Acuerdo Taif, la Liga Árabe y las resoluciones tomadas por las Naciones Unidas.
“Tal vez lo que los libaneses más desean y anhelan es que el Líbano permanezca íntegro y unido. Pero la insistencia de Hezbolá en aferrarse a sus armas, a su papel y a su plan sectario (es decir, chiita) y su insistencia en que las decisiones relativas al destino del Líbano deberían seguir tomándose en Teherán, requieren la adopción de un nuevo método, porque la realidad ha demostrado que el método actual no logra los resultados deseados…
“El pueblo libanés no carece de habilidades. Este es capaz de decidir su propio destino. El divorcio no es una transgresión religiosa y ciertamente no es condición nacional, sino una opción necesaria e ineludible cuando la realidad demuestra que ya no es posible vivir juntos. El verdadero pecado es aceptar vivir en una patria donde Hezbolá suspende la constitución, termina aboliendo la justicia, socava el principio de igualdad, usurpando la toma de decisiones del estado y transforma la vida humana de un valor absoluto en el universo a una herramienta que solo trae la muerte».
[1] Al-Jumhouriyya (Líbano), 25 de octubre, 2022.