Mientras el caldero en Washington se cocina por el tema de si Donald Trump se convirtió a sí mismo en rehén político de Rusia a cambio de favores económicos o políticos, el artículo del comentarista político Sergey Strokan (quien es también ensayista y poeta) el cual apareció en el diario Kommersant y titulado «Quién Es El Sr. Trump» muestra que para los «controladores» rusos, Trump también sigue siendo un misterio. A diferencia del desconocido Vladimir Putin del año 2000 que rápidamente estableció una dirección y un estilo, Donald Trump y su administración siguen siendo una parodia de orientaciones diferentes y a veces opuestas mientras navega la difícil fase de transición entre el candidato Trump y el Presidente Trump. Strokan cree que la incertidumbre sobre hacia donde se dirige Trump puede que dure todo el periodo de su administración.
El artículo de Strokan[1] puede leerse a continuación:
Sergey Strokan (Fuente: YouTube.com)
La conversación telefónica entre Vladimir Putin y Donald Trump, que tuvo lugar poco después de los primeros 100 días de su toma como el presidente estadounidense numero 45, fue discutida a nivel mundial, dará lugar a un nuevo tope de discusiones sobre cuál es la política del millonario extravagante, que ocupó la Oficina Oval de la Casa Blanca en contra de la voluntad de la institución.
La pregunta ¿»Quién es el Sr. Putin?», hecha por el periodista del Filadelfia Inquirer en el año 2000 buscando entender a la persona que reemplazó a Boris Yeltsin en el Kremlin, ahora puede ser reformulada adecuadamente a «¿Quién es el Sr. Trump?» para que coincida con las realidades norteamericanas: Esto es especialmente cierto ya que Donald Trump resulto ser una figura igualmente sorprendente en la escena política global al igual que Vladimir Putin lo fue en su momento.
‘Para Donald Trump, quien sin tener ninguna experiencia laboral en organizaciones gubernamentales, el período de adaptación al mundo de la burocracia es particularmente largo y doloroso. Trump todavía está experimentando un ajuste conceptual de la campaña presidencial, donde pudiera decir y prometer cualquier cosa, a trabajar como presidente, donde este está atado por los obstáculos burocráticos e ideológicos de décadas’, tal como me explicó Anton Fedyashin, profesor de historia en la Universidad Americana en Washington.
Lo que a Donald Trump le queda por hacer en su nuevo papel es ‘experimentar dentro de límites permisibles’. Esta experimentación, llevada a cabo con un ojo puesto hacia los grupos con intereses especiales, figuras destacadas de partidos y líderes empresariales, es la causa de una política interminable, aparentemente ilógica y de contradictorias improvisaciones y zigzags por parte del nuevo presidente de los Estados Unidos.
No es de extrañar que cualquier intento de comparar a Donald Trump con cualquiera de sus predecesores, Ronald Reagan, George W. Bush o el Presidente Obama, cuyo legado este prometiera desmantelar (pero hasta ahora no ha sido exitoso), sería especulativo. Similitudes circunstanciales separadas con los presidentes anteriores no deberían inducir a error ni desviarnos y distraernos de la conclusión principal: el Presidente Donald Trump no tiene y es poco probable que consiga su propio estilo de gobernar. Su política se asemejará a una extraña combinación de partes y trozos de Reagan, Bush, Obama y otros.
Donald Trump es el primer presidente norteamericano moderno cuyo estilo de gobierno puede definirse como el de un postmodernismo político.
Respecto a la política exterior, que entendiblemente es lo que más nos preocupa, la situación en desarrollo en Washington es única y muy singular y ninguno de los expertos más sofisticados puede decir con confianza, quien configura actualmente la agenda internacional de la Casa Blanca.
Existe una decena de maneras de responder: el propio Donald Trump, su estrecho círculo (la familia), los confidentes políticos (los más influyentes) en la Casa Blanca, el Consejo de Seguridad Nacional, los pesos pesados republicanos del Congreso, el Departamento de Estado, el Pentágono, los jefes de la comunidad de inteligencia o todos ellos reunidos y juntos, comprometidos en una lucha por la supremacía. Y esta lista se ve incompleta sin el Vicepresidente Mike Pence, quien es capaz de desempeñar un papel independiente.
Así que, a pesar de que la respuesta a la pregunta de ‘¿Quién es el Sr. Putin?’ fue muy rápidamente recibida, es posible que nunca sepamos ‘¿Quién es el Sr. Trump’.
[1] Kommersant.ru, 3 de mayo, 2017.