Por: Alberto M. Fernández
Aunque la declaración del líder de Al-Qaeda, Ayman Al-Zawahiri, de que «nos encontramos en medio de una batalla y que más de la mitad de esta batalla tiene lugar dentro del campo de batalla de los medios de comunicación» poco se sabe y a menudo se olvida de que fue parte de una carta al líder de Al-Qaeda en Irak Abu Mus’ab Al-Zarqawi, quien ignoró cuidadosamente la advertencia de minimizar las imágenes de masacres y de hecho preparó el escenario para la innovadora e inexorable propaganda a futuro del Estado Islámico (EIIS).
Los movimientos intensamente ideológicos y revolucionarios que dependen de los medios de comunicación y del desarrollo del movimiento yihadista global no pueden divorciarse del surgimiento de los medios globalizados; de hecho, los dos están íntimamente vinculados. Dado mi profundo interés por el tema de la ideología, por los medios de comunicación, la política y religión, he tenido la suerte de haber trabajado para el Instituto de Investigación de Medios de Comunicación del Medio Oriente durante los últimos dos años luego de mi retiro del Departamento de Estado de los Estados Unidos. En MEMRI tuve una gran libertad para escribir y hablar sobre los temas que me interesan en un ambiente estimulante, benditamente libre de canticos políticos. El enfoque de MEMRI ambos en el discurso de los extremistas, ya sean del tipo islamista o yihadista, como en el discurso de los reformistas y liberales, se aproxima mucho a mis propias áreas de estudio. Tan exitoso como MEMRI lo ha sido durante casi 20 años, no puede ni lo cubre todo, pero abarca algunos de los acontecimientos más importantes en la región, en las palabras y voces originales de sus pueblos.
A medida que avanzo para en un futuro próximo cercano asumir la tarea de los medios de radiodifusión en idioma árabe financiados por los Estados Unidos, como Presidente del grupo Redes de Radiodifusión del Medio Oriente (RRMO), este es un buen momento para reflexionar sobre el reto de los medios de comunicación y la ideología en la región, no sólo para las RRMO o para los Estados Unidos, sino para la región en sí misma.
Sería cliché decir simplemente que la región está en un continuo flujo de cambio. Las convulsiones desencadenadas por la Primavera Árabe continúan, aunque pareciera que los regímenes autoritarios hayan ganado esta ronda. Los regímenes autoritarios se sienten victoriosos casi en todas partes, pero también parecen verse más débiles que nunca. Los islamistas y yihadistas también han perdido algo de su brillo y sin embargo siguen siendo la ideología por defecto y las alternativas políticas por defecto a los autoritarios en el poder. Ambos regímenes y sus críticos más fuertes son en su mayoría profundamente iliberales y autoritarios en sus convicciones y las patologías sociales que condujeron al desarrollo de ambas tendencias están en su gran medida intactas. Liberales, reformadores, secularistas y las voces heterodoxas de todo tipo existen, pero se encuentran muy lejanos a estos dos bloques contendientes y a menudo ahogados o ignorados cuando no se sienten físicamente aplastados.
En lo que respecta a los medios regionales, estos están casi enteramente en manos de la misma multitud, de regímenes a menudo torpes y de ideólogos furiosos que buscan reemplazarlos. Las voces islamistas abundan, a menudo financiadas por regímenes que dicen ser amigos de Occidente. Una de las ironías de la actual crisis de Qatar es que tanto Qatar como los gobiernos alineados contra este apoyan y siguen apoyando, directa o indirectamente, a las voces intolerantes que trafican con el veneno sectario junto a fantasías políticas. Es cierto que existen sombras y matices, por supuesto. Es muy probable que uno encuentre una voz liberal en Al-Arabiyya o Sky News Arabia que en Al-Jazeera, aunque los islamistas, los apologistas del régimen y las noticias tendenciosas abundan por todas partes.
La primavera árabe y la crisis del Golfo, sin embargo, han profundizado el desafío de la credibilidad de los medios de comunicación de los líderes del Medio Oriente como nunca antes visto. A medida que la polarización política y sectaria se profundiza sin alcanzar un estado final, existen unos medios de comunicación somnolientos y una brecha política que pudiera ser llenada por otras voces.
Al-Hurra Televisión no es hoy, esa voz alternativa, aunque pudiera llegar a hacer dicho papel. Este ha hecho recientemente un buen trabajo sobre la programación anti-EIIS, pero los problemas de la región van más allá de ese grupo y no han sido abordados a través de ningún otro medio de comunicación.
Algunos pudieran decir que una estación financiada por Estados Unidos nunca puede tener credibilidad en la región. No estoy de acuerdo. Yo diría que depende de lo que esa estación realmente está haciendo. En mi experiencia en la región, existe un interés permanente en una comprensión más profunda por parte de los Estados Unidos, aunque muchos no lo entiendan o lo odien. El reto de los medios de difusión financiados por Estados Unidos es, en mi opinión, no que sea estadounidense sino que no sea lo suficientemente estadounidense.
Algunas decisiones recientes de la Corte Suprema son ejemplos. Las decisiones que involucran la libertad religiosa y la libertad de expresión fueron oportunidades hechas a la medida con el propósito de exponerle al público del Medio Oriente las nociones norteamericanas de libertad, muy diferentes de las encontradas en Europa Occidental y menos aún en la región.
La coalición electoral que llevó al Presidente Trump a la victoria y temas tales como la crisis de los opioides son otras formas pertinentes de discutir algunas de las razones por las que las elites arrogantes están cada vez más desconectadas de las masas. Los valientes, sin prescribir informes de alguien tal como un Chris Arnade o Salena Zito es algo que pudiera ser de gran interés para el inquieto público en la región. Lo mismo ocurre con las voces de veteranos periodistas árabes-estadounidenses tales como Hisham Melhem, que pueden hablar con la misma inteligencia y pulso sobre los problemas de la región y sobre la sociedad y la cultura norteamericana.
Y si algún radiodifusor norteamericano debería doblar el contenido estadounidense, también existen tantas historias no reportadas o reportadas a medias en la región que merecen ver la luz brillante del día. El fanatismo intolerante existente en la región al que no se le denomina EIIS o Al-Qaeda o secuaces del régimen iraní es una de tales historias. Las historias de los derechos civiles relacionadas a la discriminación basadas en la raza, sexo, etnia o religión es otra cosa. Lo mismo ocurre con la lucha del pobre, ya sean trabajadores indigentes o invitados del Sudeste Asiático o Filipinas maltratados en el Golfo o en el Líbano. Así es el tema de la corrupción endémica en la región, en todas partes, con nuestros amigos y con nuestros adversarios.
Un radiodifusor estadounidense también tiene el deber de destacar aquellas voces que son marginadas o silenciadas en un ambiente mediático dominado por regímenes y por islamistas. Si un radiodifusor norteamericano no fuese el lugar preferencial de refugio para los combatientes y los liberales, reformistas, laicos y pensadores libres de la región, ¿quién hará tal función? Veo que ese espacio también incluiría lo mejor del pensamiento político occidental, humanista y amante de la libertad, desde el espíritu de los Documentos Federalistas a Thoreau y Dorothy Day a Hayek y Kirk.
Ninguna de estas ideas es particularmente radical. De hecho, están incorporadas en la legislación original de 1994 sobre la radiodifusión estadounidense. «Las noticias confiables y autoritarias» deberían ir acompañadas de forma robusta por un extenso informe sobre la política del gobierno de Estados Unidos, sobre la diversidad (incluyendo las diversidades políticas) y la riqueza de la vida norteamericana y sobre «una variedad de opiniones y voces de determinadas naciones y regiones censuradas o la represión por hablar con sus compatriotas».
Tal identidad descaradamente atrevida y apasionada pro-norteamericana sobre el mantenimiento de valores universales puede todavía tener un poder realista. Se le necesita ahora más que nunca mientas los autoritarios agresivos de Irán, Rusia y China se unen al coro del mundo árabe.
Y tal enfoque se vuelve aún más importante a medida que la amenaza yihadista se transforma y perdura en la región. El desafío ideológico es mucho más que el EIIS o incluso de un Al-Qaeda duradero y proteico y requiere de un enfoque multifacético. La manera de pensar de Islam Behery o Sayyid Al-Qimni o de un comediante político tal como Bassem Youssef llegaría a ser aún más poderoso en un espacio de medios de difusión en idioma árabe en el que estén verdaderamente desvinculados de todo.
La narrativa de los reformistas y liberales musulmanes – los verdaderos – serán aún más importantes en los próximos años, ya que algunos en la región despiertan de largas y profundas pesadillas autoritarias o yihadistas y desesperadamente buscan opciones. Publicitando a aquellos que escapan del EIIS hoy es sólo un primer paso en una larga lucha. La lucha en el campo de batalla son sólo las primeras escaramuzas en un conflicto crepuscular que involucra a las mentes, voluntades y almas tanto de nuestros adversarios como las de nosotros mismos. Desembalar y subvertir el discurso ideológico del yihad es una tarea tristemente incipiente que requerirá el mismo tipo de compromiso y continuidad que los extremistas trajeron en primer lugar durante décadas para nutrirlo.