A continuación se presentan extractos de un discurso del líder libio Mu’amar Al-Gadafi a la tribu Al-Zintan, el cual fue presentado en Al-Jamahiriya TV (Libia) el 8 de marzo, 2011.
Para ver este segmento de video en MEMRI TV, visite
http://www.memritv.org/clip/en/0/0/0/0/0/0/2848.htm.
Mu’ammar Al-Gadafi: «[Al-Qaeda] considera infieles a todo el mundo. El Corán dice: ‘… No dejes a ninguno de los infieles en la tierra’. Ellos consideren a todo el mundo sus enemigos. Todos somos sus enemigos y nos quieren matar. No conocen otra cosa sino matar.
«Se colocan los dedos en sus oídos, se cubren a si mismos con ropaje y persisten en su arrogancia. Así es exactamente como ocurre. Cuando uno los debate, se meten los dedos en los oídos y dicen: ‘Ustedes son infieles’.
«¿Cómo podemos nosotros ser considerados infieles?! Rezamos y ellos no. Ayunamos y ellos no. Ni siquiera rezan.
«Ayer, las fuerzas de seguridad encontraron una mezquita repleta de alcohol en Al-Zawiya. En una mezquita! Armas, alcohol y sus cadáveres – todo junto.
«Vienen de Afganistán, de Argelia y de Egipto y guían a nuestros hijos por el mal camino. Pero para ellos encontrar entre los jóvenes de la tribu Al-Zintan a un grupo de 100 o 200 que se las arreglaron para engañarlos, lavarles el cerebro, hacerles olvidar la batalla de Kardoun, hacerles olvidar la gloria de sus antepasados, así como también los logros y la gloria de nuestra Revolución…
«Es muy doloroso que hayan logrado encontrar presas entre los jóvenes de Al-Zintan. Se espera que los jóvenes de Al-Zintan sean demasiado fuertes para como ser presa de Bin Laden, Al-Zawahiri o de uno [de esos] herejes, o caer como presa de esos pobres monjes jurisprudentes, que ni siquiera puede hablar árabe correctamente. No conocen la religión, sin embargo predican en las mezquitas y que predican y emiten fatuas en Al-Jazeera TV, en el programa ‘Sharia y Vida’.
«Esto hace que uno se ria. ¡Por Alá, esto lo hace a uno reír. Tal ingenuidad, tal ignorancia… son imams monta-bestias.
«Los jóvenes de Al-Zintan deberían ser demasiado fuertes como para ser influenciados por gente tan enferma, por tales pobres monjes». […]