En un artículo publicado el 23 de septiembre, 2017 en el portal yemenita shurannews, ‘Adel Al-Bakili, encargado de la ayuda a Yemen en nombre de la Organización de Cooperación Islámica, se refirió al reciente nombramiento de una mujer musulmana Halimah Yacob en Singapur como su presidenta. Al-Bakili elogió a Singapur por nombrar a funcionarios en base a sus calificaciones y sin importar su condición, sexo, religión y etnicidad, mientras contrastaba esto con la situación en los países árabes donde dijo, tales nombramientos están comprometidos por consideraciones externas. Al-Bakili también elogió a Singapur por ser un actor económico significativo en el escenario mundial a pesar de su pequeño tamaño, atribuyendo esto a la astucia de su pueblo y a la gestión exitosa de sus asuntos. Este declaró que el versículo del Corán «la tierra será heredada por Mis siervos justos» (21:105) aplica no sólo a los musulmanes, sino también a los no musulmanes, ya que estos últimos son responsables de gran parte del progreso del mundo en muchos ámbitos, mientras que los clérigos musulmanes se ocupan por si mismos de temas mezquinos en lugar de llevar a los musulmanes a la integración con el mundo moderno.
Lo siguiente son extractos del artículo de Al-Bakili.[1]
Halimah Yacob (imagen: arabic.euronews.com)
«Nadie en Singapur dijo que una mujer no puede ser presidenta del país porque anhela ingerir determinados alimentos [es decir, cuando está embarazada] y nadie en Singapur dijo que es inaceptable que una mujer musulmana sea nombrada presidenta del país porque sus ciudadanos musulmanes constituyen una minoría de sólo el 14%. Lo que determina esto en Singapur es la constitución y no algún coordinador de asuntos tribales o el muftí… Por consiguiente, Halimah Yacob, una mujer musulmana, es presidenta de un país que, según el Foro Davos, lidera el mundo en calidad de educación.
«El padre de Halimah Yacob es de India y su madre es malaya [en origen] y su marido es del miserable Yemen – pero todo esto no tiene nada que ver con los criterios para recibir una posición de liderazgo en un país [Singapur] donde lo que prevalece son los valores de ciudadanía y no los valores de la mayoría china. La religión es una expresión de moral y de conexión con Alá y no una carta de triunfo, el patriotismo es una actividad positiva, productiva y no una [consigna] estridente y las posiciones se le otorgan [a personas] de acuerdo a sus capacidades y no como una recompensa.
«La población de Singapur es como la de Libia, o incluso más pequeña, pero el ingreso per cápita de Singapur es tres veces más alto que el de Italia y 13 veces más alto que el de Libia. Su PNB es mayor que el PNB total de las tres cuartas partes de los países fallidos del mundo juntos. Singapur no tiene petróleo ni Jadhran [Ibrahim] para cortar su suministro de petróleo,[2] pero sí tiene sentido petrolero del cual nunca se agota y no está sujeto a las cuotas de producción de la OPEP.
«Antes de su independencia, o antes de que dejara de depender de [su relación con Malasia], Singapur fue una carga para Malasia, que lo descuidó y dejó sufrir como un huérfano político». Pero este descuido no se convirtió en una maldición para Singapur, sino una bendición y aquellos que derramaron lágrimas [por Singapur cuando Malasia forzó separarse de este] se dieron cuenta muy [rápidamente] de cómo limpiarse el sudor [de sus cejas] una y otra vez como para transformar un pequeño país en el margen geográfico [del mapa] en uno que hace historia.
«Alá dice [en el Corán, en el versículo 105 de] Surat Al-Anbiya, ‘La tierra será heredada por Mis siervos justos’. La palabra ‘rectitud’ no se refiere en modo alguno a los héroes de la comedia negra de fatuas que se centran sobre [temas insignificantes] – desde el prohibir a las mujeres utilizar Internet sin ser acompañadas por un familiar chaperón a condenar el entrar al baño con el pie derecho primero, como si nuestro problema fuese el cómo entrar al baño y no cómo integrarse en este mundo y cómo reconciliarse con esta época, con todos sus elementos. Estos individuos justos no necesitan ni siquiera ser musulmanes, ya que son [los no-musulmanes] quienes nos han proporcionado todos los productos culturales, que no empezaron con aviones y con teléfonos celulares ni terminaron con vacunas contra la viruela y el tratamiento de la diabetes con células madre, sin aquellos que no recitan las dos shahadas[3] [ed., los no-musulmanes], no nos hubiésemos beneficiado del petróleo además de utilizarlo para tratar el eccema en los camellos, e incluso eso sólo hizo que no muriéramos primero de tuberculosis, cólera y de la gripe del atraso».
[1] Shurannews.com, 23 de septiembre, 2017.
[2] Ibrahim Jadhran fue comandante de la Guardia de Instalaciones Petroleras en Libia; en el 2012, luego de la revolución, tomó el control de varios puertos al este del país y pidió que se estableciera una región autónoma. Luego que sus tropas intentaron pero no lograron exportar petróleo independientemente del régimen principal del país en Trípoli, este llegó a un acuerdo con el régimen para reabrir varios puertos que habían sido cerrados.
[3] Los Dos Testimonios de Fe recitados por los musulmanes: «No hay Dios sino Alá y Mahoma es el Mensajero de Alá».