En su columna publicada el día 26 de abril del presente año 2022 en Ahram Online, el portal en inglés del diario del gobierno egipcio Al-Ahram, el periodista y politólogo Ahmed Al-Moslemany, presidente del Centro de estudios estratégicos del Cairo y ex-asesor del presidente egipcio ‘Adly Mansour, realiza una comparación entre dos neurocientíficas: la paquistaní Afia Siddiqui y la noruega May-Britt Moser.
Afia Siddiqui estudió en el MIT y obtuvo su Ph.D. en neurociencia en la Universidad de Brandeis. Sin embargo, ella se afilió a Al-Qaeda y aparentemente ayudó a esta organización a desarrollar armas químicas y biológicas. Finalmente, fue sentenciada a 86 años de prisión por agredir a soldados estadounidenses con un rifle mientras se encontraba bajo custodia. En el año 2014, el EIIS ofreció liberar al periodista estadounidense James Foley a cambio de su liberación, ofrecimiento que Estados Unidos rechazó. En cuanto a May-Britt Moser, ella estudió en las universidades de Edimburgo y Oslo y en el año 2014 recibió el Premio Nobel de Fisiología o Medicina por su participación en el descubrimiento de células que constituyen un sistema de posicionamiento en el cerebro.
Siddiqui, escribe Al-Moslemany, pudo haber utilizado su conocimiento, tal como lo hizo Moser, para servir a la humanidad y a su país, por ejemplo, estableciendo un moderno instituto de neurociencias en Pakistán. Pero, a cambio, optó por utilizar su conocimiento al servicio del terrorismo. “Siddiqui estaba tratando de desarrollar la neurociencia por el bien de la muerte y May trataba de desarrollar la neurociencia por el bien de la vida”, dice, razón por la cual la primera terminó en prisión y la segunda sobre el podio de Oslo.
Al-Moslemany agrega que esta no es solo la historia de dos científicas. El mundo islámico, subraya, se enfrenta a la misma elección, entre el camino del progreso y el desarrollo y el del sabotaje y la destrucción. “Esta es la historia de dos vocaciones opuestas y el futuro de dos civilizaciones”, concluye Al-Moslemany.
Lo siguiente son extractos de su artículo:[1]
“Estados Unidos se mantuvo ocupado y en tensión durante 12 horas seguidas con un incidente terrorista ocurrido en Texas, donde un ciudadano británico tomó como rehenes a un rabino de una sinagoga y a tres feligreses durante largas horas. El terrorista dijo ser hermano de la doctora Afia Siddiqui y exigió su liberación a cambio de la liberación de los rehenes. El terrorista murió en el incidente y nadie resultó herido.
“¿Quién es Afia?
“Afia Siddiqui nació en 1972 en Pakistán. Se graduó del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y luego recibió su Ph.D. en neurociencia de la prestigiosa Universidad Brandeis…
“La neurociencia estudia ‘las bases biológicas del aprendizaje, la memoria, el comportamiento, el proceso mental y la conciencia’. Si bien los éxitos de la biología parecen haberla llevado a un nivel sin precedentes, el campo de la neurociencia aún tiene mucho por hacer. Según el gran científico Eric Richard Kandel, premio Nobel en el año 2000, “la neurociencia representa el desafío final para la biología”.
“Siddiqui tuvo una oportunidad muy valiosa de servir a la humanidad y servir a su país. Fue muy afortunada en estudiar esa impactante ciencia en las principales universidades del mundo. Su deber pudo haber sido retornar a Karachi para establecer un moderno instituto de neurociencias, beneficiar a su país con aquello con lo que fue bendecida y devolverle a su patria lo que se le había dado.
Sin embargo, Siddiqui eligió un camino diferente. Ella comenzó a trabajar con grupos terroristas en ingeniarse una receta letal: la ciencia al servicio del asesinato.
“La neurocientífica paquistaní vivía en Boston. Estaba tratando de convencer a su esposo para que la acompañara en el camino del terrorismo. Pasó muchos años preparándose para utilizar lo que había aprendido para apoyar operaciones terroristas, basándose en su experiencia en el campo de la neurología.
“En el año 2003, comenzó una larga persecución entre los servicios de seguridad de los Estados Unidos, Pakistán y Afganistán, tratando de cortarle el camino a Afia Siddiqui, detener sus peligrosas intenciones y llevarla a juicio. Ni Washington ni Islamabad lo lograron. Sin embargo, la policía local en Afganistán logró arrestarla en el año 2008. Esto no fue, por supuesto, durante la era de los talibanes.
“Según la policía afgana, Siddiqui transportaba materiales muy peligrosos en botellas de crema humectante y estaba en posesión de diagramas para la realización de una guerra química. Fue acusada de planear un ataque químico y de poseer los planos del Puente de Brooklyn y del Empire State Building en Nueva York.
“Siddiqui fue encarcelada en la infame base estadounidense de Bagram en Afganistán. Fue interrogada luego de su arresto. Según los medios de comunicación afganos y los testimonios dados por testigos, Siddiqui logró apoderarse de un arma y disparar, hiriendo a varios soldados estadounidenses.
“En el año 2010, los tribunales estadounidenses sentenciaron a Siddiqui a 86 años de prisión. Ella fue encarcelada en una prisión militar cerca de Dallas. Los tres países fueron testigos de manifestaciones por su liberación. Y cuando sus radicales partidarios afirmaron su inocencia, el EIIS le ofreció a Washington, a cambio de la entrega de la científica, la liberación del periodista estadounidense James Foley, que había sido secuestrado por la organización. Ese ofrecimiento fue rechazado por Washington. Así que, Siddiqui siguió cumpliendo su condena y el EIIS ejecutó al periodista estadounidense. El EIIS luego exigió que Afia fuese extraditada a cambio de otro periodista estadounidense. Se hicieron más ofrecimientos a cambio de su extradición, lo que revela la importancia de la neurocientífica paquistaní para el EIIS y Al-Qaeda.
“Muchas fuentes, sin incluir a su familia, indican que Siddiqui, quien estaba divorciada de su esposo, se volvió a casar con el sobrino de Khaled Sheikh Mohammed, el autor intelectual de los ataques terroristas del 11-S. Los medios de comunicación en Occidente llaman a Siddiqui ‘la dama de Al-Qaeda’ y otros la llaman ‘la dama del EIIS’. Nadie la llama ‘la dama de la ciencia’. La foto de la joven con su atuendo de graduación del MIT presagiaba el futuro de una científica. Pero la trayectoria que ella tomó estaba demasiado lejos de ese alegre espectáculo. Ella eligió derramar sangre por sobre la ciencia.
“May Moser: La neurocientífica exitosa
“La historia de Siddiqui representa exactamente lo contrario al de la neurocientífica noruega May-Britt Moser. Moser nació en 1963. Ella estudió en las universidades de Edimburgo y de Oslo. Se casó con el Dr. Edward Moser, quien era un año mayor que ella y quien también estudió en las mismas universidades.
“Siddiqui conspiró con su marido en su viaje al terrorismo, mientras que Moser colaboró ??con su marido en su trayectoria por la ciencia. El camino de Siddiqui terminó en prisión y la trayectoria de Moser finalizó con el Premio Nobel. Siddiqui trataba de desarrollar la neurociencia por el bien de la muerte y May trataba de desarrollar la neurociencia por el bien a la vida.
“El GPS es utilizado por millones de personas en todo el mundo para la identificación de lugares y encontrar formas de señalarlas, pero no mucha gente ha pensado en el sistema de posicionamiento humano. Este sistema ayuda a una persona a almacenar en la memoria carreteras y rutas. Así es como ellos saben llegar a su hogar, a su trabajo y a una gran cantidad de lugares en muchas áreas. ¿Qué es este GPS humano que ayuda al cerebro a determinar lugares? Moser y su esposo, Edward, investigaron el «mecanismo de ubicación del cerebro humano». El gran éxito de su investigación les llevó a recibir el Premio Nobel del año 2014. Los Moser estudiaron la manera en que los seres humanos realizan un mapa mental de un lugar, el cómo encuentran su camino en ese complejo océano y el cómo almacenan información para que puedan encontrar su ruta una segunda vez. Los Moser descubrieron el ‘sistema de posicionamiento intracerebral’ y pudieron determinar con precisión los tipos de neuronas que generan ese sistema dentro del cerebro.
“Si el sistema de navegación por satélite se llama GPS, los Moser y el famoso neurocientífico John O’Keefe, quien conjuntamente recibió el Premio Nobel, llamaron al sistema de localización dentro del cerebro ‘la Red Celular’.
“En Pakistán, la neurocientífica Siddiqui cooperó con la red Al-Qaeda y con las células del EIIS. En Noruega, los Moser crearon el Centro Memory Revival y cofundaron el Instituto de Neurociencia en la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología. Siddiqui se centró en el trabajo de los grupos y organizaciones terroristas, mientras que Moser se centró en el trabajo sobre el tema de la Red Celular dentro del cerebro.
“El mundo islámico se enfrenta a las mismas dos opciones: o su élite científica trabaja en su progreso y desarrollo, o trabajan para sabotear y destruir exactamente lo mismo. O los estudiosos musulmanes influyentes eligen el camino de Afia Siddiqui, o eligen el camino que tomó May Moser.
“Este no es el relato de dos científicas. Es la historia de dos vocaciones opuestas y el futuro de dos civilizaciones”.
[1] Ahram.org.eg, 26 de abril, 2022.