En un artículo titulado «La solución es la prohibición de los partidos islamistas», el destacado periodista ‘Abd Al-Rahman Al-Rashed, ex director de Al-Arabiya y ex director del diario Al-Sharq Al-Awsat, argumenta que la única manera de traer un cambio y estabilidad en el mundo árabe es prohibiendo el uso de la religión en la política. La experiencia de los países árabes, dice, es que los partidos religiosos siempre acaban aprovechándose de la religión para exclusivamente gobernar. Todos los intentos de «domarlos» y hacer sentirlos como fracasados civiles; de hecho, los reformistas dentro de ellos son generalmente acusados de deslealtad y expulsados, mientras que los líderes extremistas pasan a ocupar un primer plano dentro de las organizaciones.
Al-Rashed dice que, en una democracia genuina, la religión, así como también el patriotismo, son colocados por encima de las diferencias partidistas. Los partidos pueden diferir en sus posturas en temas económicos, sociales y políticos – incluyendo los religiosos como el aborto – pero ningún partido puede afirmar monopolizar la religión o el patriotismo y acusar a otros de herejía o traición.
Algunos pueden objetar, señala Al-Rashed, de que el mundo árabe posee partidos religiosos que han tenido éxito en los países dominantes, como el partido Justicia y Desarrollo de Turquía y el partido Ennahda en Túnez. En cuanto al primero, dice que no es realmente un partido religioso, sino simplemente conservador, que propugna un modelo liberal del Islam. En cuanto a este último, señala que ha estado gobernando durante un corto periodo, y que sólo durará si los elementos liberales dentro de este logran sacarlo a tiempo de su camino religioso hacia uno civil mucho más conservador.
Lo siguiente son extractos del artículo, publicado en el portal en inglés de Al-Arabiya:[1]
‘Abd Al-Rahman Al-Rashed (imagen: Alarabiya.net)
«No es casualidad que todas las sociedades que fueron exitosas democráticamente son aquellas que impidieron el uso de la religión y el patriotismo»
«… La política en el mundo árabe ni cambiará ni se estabilizará sin prohibir el uso de la religión este. Tenemos una larga experiencia que demuestra el fracaso de los intentos por domar a los grupos políticos islámicos y el fracaso de transformarlos en grupos civiles. El problema no es que los grupos islámicos sean extremistas o tolerantes; el problema radica en el uso político de la religión o en el uso de la religión para permitir a un determinado grupo religioso gobernar de manera unilateral.
«El fracaso del partidismo religioso ocurrió en Egipto, Sudán, Gaza, Irán e Irak principalmente porque la política trabaja en cambiar los ámbitos y circunstancias civiles. La Hermandad Musulmana y los políticos salafistas no lograron adaptarse a sí mismos, y cuando algunos tuvieron éxito en hacerlo, son acusados de infidelidad y expulsados del partido y del grupo religioso. Por ejemplo, cuando la figura de la Hermandad Musulmana egipcia Abdel Moneim Aboul Fotouh presentó un programa que fue algo diferente del grupo, fue excluido y acusado de deslealtad. Mientras tanto, una figura como Khairat Al-Shater saltó a la fama dentro de la Hermandad Musulmana, como resultado de sus planteamientos extremistas.
«No es ninguna coincidencia que todas las sociedades que fueron exitosas democráticamente son aquellas que impidieron el uso de la religión y el patriotismo. La mayoría de las personas son al mismo tiempo creyentes y patriotas y es inaceptable para ellos permitir partidos que acusan a otros de infidelidad o traición. La mayoría de la gente es religiosa y ama a sus países también. Los grupos que apoyan el lema de la religión en un trabajo partidista se están aprovechando efectivamente de la religión. Lo mismo ocurrió con aprovecharse del Islam, lo que se ha convertido ya en una «costumbre» de la vasta mayoría y que no es un derecho exclusivo de ningún grupo en particular. Lo mismo aplica a los grupos que claman patriotismo y acusar a otros de traición, tales como el partido fascista baathista y el partido nacionalista en Irak y Siria.
«Partidos y políticos pueden competir en sugerir sus diferentes programas basados ya sea en programas de desarrollo, en el conservadurismo religioso, orientaciones económicas o basados en la forma del régimen político al que desean encarnar. Alternativamente, también pueden hacer sugerencias centrándose en asuntos internos y externos y una serie de otros temas…»
«En una democracia, no existen partidos políticos que digan representar a la religión y no hay partidos que claman monopolizar el patriotismo y rechazar el patriotismo de otros»
«En Estados Unidos, la mayoría de los presidentes van a la iglesia todos los domingos y sostienen la biblia en una mano y la mano de su hijo en la otra. Por lo general son creyentes y tal conducta se espera del presidente en una sociedad donde la mayoría es cristiana. Por lo tanto, la piedad y la fe no son cuestionadas aquí ya que la mayoría de los políticos son fieles; sin embargo son elegidos en base a sus posturas sobre diferentes temas que pueden incluir asuntos teológicos tales como el aborto. Los votantes deciden a quién elegir basados en las agendas de los nominados y no en su sumisión al cristianismo o al Islam. En una democracia, no existen partidos políticos que dicen representar a la religión y no existen partidos que claman monopolizar el patriotismo y que rechazan el patriotismo de los otros.
«Varios grupos religiosos están actualmente luchando por el poder [en el mundo árabe]. Algunos grupos de la Hermandad Musulmana son altamente extremistas y hay algunos grupos salafistas con diversos grados de extremismo, tales como los grupos jihadistas salafistas que creen en usar el asesinato para alcanzar el poder. También existen los Suroori,[2] grupos chiitas y sufí y todos ellos están divididos en partidos más pequeños. Esta es una característica de los partidos con una base ideológica, tales como aquellos con base en el comunismo.
«Algunos pueden notar que ha habido ejercicios exitosos en democracia bajo los partidos islamistas; estos citan el partido Ennahda en Túnez y el Partido Justicia y Desarrollo en Turquía. Primero que todo, muy pocos partidos islamistas han durado la prueba del tiempo, y aquellos que lo hicieron son una excepción. En segundo lugar, aquellos que duraron se basan en modelos liberales islámicos con intelecto y orientaciones cercanos a Occidente. Los partisanos islamistas árabes no aceptan las ideas de partidos tales como el partido Justicia y Desarrollo de Turquía. Todos recordamos lo que sucedió cuando el primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan visitó el Cairo para felicitar a Mohammad Mursi, su colega en el partido de la Hermandad Musulmana egipcio, por haber ganado la presidencia y aconsejó a la Hermandad Musulmana adoptar el modelo turco. La Hermandad Musulmana lo criticó ferozmente, y el portavoz de la HM Mahmoud Ghazlan incluso le criticó públicamente en los medios de comunicación, diciendo que las experiencias de otros países no pueden copiarse, agregando que el consejo de Erdogan a los egipcios era equivalente a interferir en los asuntos internos del país. Erdogan había recomendado que trabajaran dentro de un régimen secular que permite que todos puedan practicar sus derechos y actividades. La mayoría de los intelectuales islamistas árabes que alaban a Erdogan y presumen sobre su éxito evitan hablar de sus ideas y de su implementación porque saben que se contradicen con su propio discurso local.
«Entonces, ¿por qué exigimos prohibir la formación de partidos islámicos cuando admitimos el éxito del partido turco Justicia y Desarrollo? La razón yace en el programa de este último y su agenda declarada. Este está más cerca de ser un partido conservador que uno religioso – tal como la Hermandad Musulmana egipcia y otros partidos religiosos en Irán y Pakistán. Si Erdogan cambia la trayectoria de su partido político al religioso, probablemente terminará en el mismo barco que los otros partidos teológicos, enfrentándose a los demás y acortando la experiencia democrática. No es de extrañar que algunos partidos occidentales adopten posturas religiosas o conservadoras tales como las posturas que se oponen al aborto. Sin embargo, esto no los hace religiosos ya que es parte de su plan a una política general conservadora. Lo que debería prohibirse es el uso de la religión en sus consignas o el hacer promesas. Esto aprovecharía la religión de la mayoría a fin de competir con los otros. La mayoría de los liberales, izquierdistas y nacionalistas creen en la misma religión e incluso pueden ser más religiosos que otros. En cuanto al partido tunecino Ennahda, es demasiado pronto juzgarlo porque algunos de sus líderes están cautelosamente tratando de cambiar al partido de su trayectoria religiosa hacia uno civil conservador. La mayoría de los líderes del partido todavía piensan en muchos de los mismos términos que la Hermandad Musulmana, alegando islamizar la sociedad y acusar a otros de infidelidad para eliminarlos».
[1] Alarabiya.net, 30 de octubre, 2014. Para obtener una versión en árabe del artículo, véase Al-Sharq Al-Awsat (Londres), 29 de octubre, 2014.
[2] Al-Surouriyya es un movimiento político-religioso en Arabia Saudita, denominado en honor a su fundador Muhammad Surour Zayn Al-‘Abidin, que combina el pensamiento de Sayyed Qutb con el estilo de wahabismo saudita.