El 2 de agosto, 2016 en su columna en el diario saudita Al-Watan, Sattam Al-Muqrin criticó a los clérigos que temen a hablar contra los ataques suicidas, que este declara están prohibidos por la ley islámica.  Según Al-Muqrin, las organizaciones terroristas utilizan los textos islámicos para lavarles el cerebro a los jóvenes y reclutarlos a fin de que lleven a cabo ataques suicidas con la promesa de una recompensa en la otra vida. Al mismo tiempo, los clérigos advierten débilmente sobre el tema pero de otra manera no hacen nada para combatir el fenómeno y no confrontan ideológicamente a estos grupos.

Lo siguiente son extractos de su columna:[1]

 

Sattam Al-Muqrin (Imagen: Twitter.con/smegren)

«El suicidio está prohibido en la ley islámica y es considerado una de los peores transgresiones después del politeísmo, con base en el verso coránico ‘y no se quiten la vida por sí mismos. De hecho, Alá es para ustedes siempre misericordioso [4:29]’. Algunos clérigos islámicos creen que el que se quita la vida comete un pecado mayor que el que asesina a otro, y que este es un pecador y un agresor contra sí mismo [y por tanto] su cuerpo no debería ser lavado ni debería orársele. Por otra parte, algunos clérigos exigen castigo para cualquiera que intente el suicidio…

«Sobre esta base, la idea del suicidio se ha vuelto sinónimo, en la conciencia de las sociedades musulmanas, junto a herejía y el fuego eterno del Infierno. Esto plantea la pregunta: ¿Cómo logran los líderes teocráticos de los grupos terroristas persuadir a jóvenes inocentes a que se inmolen y se suiciden, a pesar de la oposición a esta idea en las sociedades islámicas?

«Las organizaciones terroristas utilizan dos métodos principales para convencer a los terroristas a que se inmolen: En primer lugar, convencen al [terrorista potencial] de que entrara en el Paraíso después de morir – el Paraíso de las vírgenes de ojos negros – porque él es un mártir por la causa de Alá y se sabe que un mártir nunca muere, sino que vive para siempre y es recompensado por Alá, [tal como dice el Corán 9:111:] ‘De hecho, ‘Alá ha comprado a los creyentes sus vidas y sus propiedades; [a cambio] de lo que tendrán en el Paraíso. Ellos combaten por la causa de Alá…’ Segundo, [convencen] a los terroristas de que se está inmolando a sí mismo para demostrar la justicia de la causa a la cual [este sirve] – la victoria para el Islam y los musulmanes y la defensa de los oprimidos y débiles y hacer suprema la palabra de Alá.

«Después de eso, comienza el lavado de cerebro, con cuentos y tradiciones de la historia musulmana alabando el auto-sacrificio por la causa de Alá, así como también reiterando una serie de antiguos y contemporáneas fatuas emitidos por algunos clérigos. Estos dicen, por ejemplo, que algunos clérigos tienden ‘a permitirle a un musulmán ser atrevido y confronte infieles que lo superan en número si es que  intenta hacer suprema la palabra de Alá y posee la fuerza y creencia de que puede crear un impacto. [En este caso,] incluso si sabe que morirá, esto no será visto como suicidio’. Ellos también dicen: ‘Si este busca morir como mártir y sus intenciones son puras, permítanle soportarlo, ya que su objetivo es hacerle daño a uno de los enemigos [del Islam]!’[2]

«Uno de los relatos históricos más famosos utilizados por los grupos terroristas para justificar y exaltar la idea del suicidio es el de Al-Baraa’ ibn Malik, un Compañero del Profeta, según el cual ‘los musulmanes llegaron hasta un muro cuya puerta fue cerrada por los politeístas el día de la batalla contra Musailimah el Mentiroso.[3] Al-Bara’ Ibn Malik se sentó sobre un escudo y le dijo [a sus hombres:] Levántenme con tus lanzas y arrójenme ame por sobre el muro. Y así lo hicieron y este arremetió contra ellos y los combatió hasta que las puertas se abrieron’. Según otra versión, este Compañero del Profeta fue arrojado por una catapulta a través de las fortificaciones del enemigo. Este [relato] es utilizado como prueba [para justificar los ataques suicidas], ya que el lanzamiento de [un hombre] desde una catapulta sin duda lo matará – pero este Compañero del Profeta aun así lo hizo, con fuerza y coraje y por el deseo de morir como mártir.

«Otra tradición utilizada como evidencia es: ‘El Mensajero de Alá, que la Paz esté con Él, mencionó el Paraíso. Un hombre le dijo: Si muero por el bien de Alá, ¿a dónde iré [después de morir]? [El Profeta] dijo: al Paraíso. Él [Profeta] le dio al hombre algunos dátiles [para que coma] y luchó hasta morir…»[4]

«Luego de relatar estas historias, estos comienzan a recitar antiguos fatuas, tales como los que permiten el suicidio por cuatro razones: el deseo de un hombre para morir como mártir; a fin de someter al enemigo; a fin de alentar a los musulmanes ante los infieles; y debilitar el espíritu del enemigo, para que piensen, Si alguno de [los musulmanes] puede hacer esto, ¿qué sucede con el resto de ellos? En lo que respecta a los fatuas contemporáneos – en respuesta a una pregunta sobre los ataques suicidas, un clérigo dijo que ‘esto no es considerado suicidio, ya que suicidio es cuando un musulmán se quita la vida a sí mismo para librarse de una vida dura y repleta de penurias, [mientras que] [estas acciones] son yihad por la causa de Alá… Pero debería señalarse que tal acción no puede ser realizada a través de la propia voluntad de un individuo, sino más bien ejecutando la orden de un comandante militar. Y si el comandante militar puede permitirse perder a este buscador del auto-sacrificio y si cree que su pérdida sería una victoria, por ejemplo, el conducir a la muerte a un gran número de politeístas e infieles, entonces su decisión es final y es un deber obedecerlo, incluso si la persona a la que se le [ordenó sacrificarse a sí mismo] esté descontento…’

«Obviamente que estos ejemplos tienen el propósito de justificar y elogiar el suicidio por la causa de Alá. En cuanto a las víctimas civiles de los ataques suicidas, si son infieles, [entonces] tal fue su destino – ser castigados por Alá a manos de los muyahidines; si son musulmanes, [los justificadores afirman] que ellos también son considerados mártires y se les garantiza la bondad de Alá, o [argumentan] que sus muertes eran necesarias en el yihad. Por lo tanto, cualquier emoción humana potencial en el terrorista es extinguida, eliminando cualquier duda en cometer su crimen atroz.

«Algunos pueden alegar que los clérigos musulmanes ya han respondido a estas justificaciones utilizadas por los grupos terroristas cuando le lavan el cerebro a sus seguidores para cometer atentados suicidas. Pero no creo que lo han hecho eficientemente, porque sus respuestas son generales y no han criticado, ni incluso intentado criticar, las tradiciones históricas [citadas por aquellos que promueven los ataques suicidas] y ni siquiera han revisado la terminología obsoleta que carece de todo concepto de humanidad.

«Lamentablemente, algunos clérigos continúan siendo incapaces de criticar, o incluso examinar profundamente, el tema de los ataques suicidas, por miedo a criticar [nuestro] patrimonio histórico y en oposición a innovar ¿Cuándo despertaran – [¿Será] antes que la religión sea secuestrada por grupos terroristas, si no es que ya ha sucedido?»

[1] Al-Watan (Arabia Saudita) 2 de agosto, 2016.

[2] Tomado de la Enciclopedia del Fiqh publicado por el ministerio de dotaciones religiosas kuwaití, párrafo sobre «suicidio» (p 285).

[3] Musailimah bin Habib afirmó ser profeta durante y después de la época de Mahoma y por lo tanto es conocido por los musulmanes como Musailimah el Mentiroso.

[4] Hadith que aparece en Sahih Muslim.