El 21 de febrero del presente año 2022 Vladimir Putin firmó un decreto reconociendo las Repúblicas Populares separatistas de Luhansk y Donetsk como estados independientes y envió de inmediato «fuerzas de paz» rusas al lugar. Si bien la acción fue anticipada, muchos observadores creyeron que algo faltaba. Un día antes, Andrei Kortunov, jefe del Congreso Ruso de Asuntos Internacionales, escribió un largo análisis para el medio de comunicación Kommersant que MEMRI presenta a continuación. En este análisis, Kortunov argumentó que tal reconocimiento tenía algunas ventajas pero muchas más desventajas. El reconocimiento significaría que Ucrania había sobreseído a Rusia y le había echado la culpa. Ucrania tal vez perdería algo de territorio, pero en realidad pudiera salir fortalecida. La salida de la región pro-rusa fortalecería demográficamente el poder de las fuerzas anti-rusas en el país. Si bien la membresía de la OTAN permaneció remota, la cooperación militar y las entregas de armas a Kiev aumentaran. Esto plantea la pregunta del por qué Putin estaría dispuesto a aceptar estas consecuencias y las sanciones que Occidente impondrá por la satisfacción de reconocer a las repúblicas separatistas.
Una pregunta importante sin resolver es ¿qué era lo que estaba reconociendo Putin? ¿Reconocía las repúblicas en los territorios que realmente controlan hoy o los territorios que reclamaron cuando proclamaron su independencia de Kiev? Estos territorios son mucho mayores en tamaño y contienen el puerto de Mariupol en el Mar Negro. Si Rusia intentara arrebatarle estos territorios a Ucrania, Kiev tendría que combatir por ello.
Grigory Yudin, profesor de Filosofía Política en la Escuela de Ciencias Económicas y Sociales de Moscú, le dijo al servicio ruso de la BBC que el tema de las fronteras de las repúblicas es uno crucial”. Si Rusia reconoce la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk dentro de las fronteras que las propias repúblicas designan, entonces habrá guerra. Si, sin embargo, dentro de las fronteras para ese momento y con reservas, entonces el reconocimiento puede ser una forma de reducir la escalada».[1]
El encabezado del Comité de Asuntos del CEI en la Duma Estatal Leonid Kalashnikov, acogió la interpretación más amplia y dijo que Rusia reconoce la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk dentro de las regiones de Luhansk y Donetsk.
«Este acuerdo no especifica, pero creo que significa la condición de estado… en otras fronteras de las que actualmente ocupa la República Popular de Donetsk en este momento. La mayoría de estas áreas están siendo controladas por Ucrania, pero las repúblicas de Donbass consideran que estos territorios son suyos.[2]
El vicepresidente del Comité de Asuntos Internacionales del Consejo de la Federación, Andrey Klimov, dijo lo contrario. Rusia había reconocido la independencia de la República Popular de Donetsk y de la República Popular de Lugansk dentro de las fronteras actuales. “Estamos hablando, por supuesto, de aquellos territorios que están dentro de los límites establecidos hoy. Todo lo demás está fuera del alcance de las acciones legales”.[3]
Los reporteros pidieron claridad al secretario de prensa de Putin, Dmitry Peskov, pero no lo obtuvieron.
Peskov les dijo que las repúblicas de Donetsk y Luhansk son reconocidas como independientes «dentro de los límites en los que han sido proclamadas y existen». Cuando los periodistas presionaron a Peskov sobre si este hablaba de las fronteras actuales existentes o de lo que proclamaban las repúblicas, Peskov respondió que no tenía nada que agregar a lo dicho. «He dicho todo lo que puedo sobre este tema».[4]
Según el politólogo y columnista George Bovt, la confusión es deliberada. Se le preguntó en una entrevista. «¿Es una coincidencia que el territorio de las dos repúblicas no-reconocidas no esté detallado en el tratado?»
«- No, no es por casualidad, este es un tema de negociación adicional, incluyendo la fuerza de las sanciones impuestas y qué esperar a continuación. Este es el tema de la negociación entre Rusia y Occidente. Y si las sanciones son duras, entonces no habrá nada que perder y uno podrá ir más allá en el tema y entonces ya pudiera esta ser una guerra.[5]
Tal como fue mencionado, la sospecha de que Putin está detrás de algo mayor se alimenta de análisis como el de Kortunov que ve a Rusia como la perdedora en la jugada del reconocimiento, si es que así termina la crisis. El análisis de Kortunov puede leerse a continuación:[6]
«Hace una semana, parecía que la fase más aguda de la crisis de Ucrania ya era cosa del pasado y la situación comenzaba a componerse por sí misma. Hubo buenas razones para tal razonamiento optimista.
El canciller Sergei Lavrov, durante una reunión el 14 de febrero con el presidente Vladimir Putin, le aseguró al presidente ruso que aún no se había agotado la posibilidad de una solución diplomática a la crisis de seguridad en Europa y que el diálogo con Occidente debe continuar.
«La visita del canciller alemán Olaf Scholz a Moscú el 15 de febrero fue en general positiva; al parecer, incluso hubo perspectivas de llegar a un acuerdo sobre algún tipo de moratoria sobre la adhesión de Ucrania a la OTAN.
«El Ministerio de Defensa de Rusia anunció el regreso de las divisiones de los Distritos Militares del Oeste y del Sur a sus puntos de despliegue permanente luego de la finalización de las maniobras militares cerca de la frontera con Ucrania.
«Es cierto que el llamado hecho por la Duma al presidente sobre el reconocimiento de las independencias de la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk parecía algo discordante en este contexto. Pero el propio presidente respondió de forma muy evasiva a este llamado, refiriéndose a la importancia de implementar los acuerdos de Minsk.
«Muchos observadores concluyeron que Vladimir Putin simplemente lo que deseaba era tener una carta de triunfo adicional bajo la manga para obtener un mayor cumplimiento de Kiev.
«Pero las cosas han cambiado literalmente en los últimos días.
«El epicentro de la crisis se trasladó de la frontera ruso-ucraniana hacia Donbass, donde comenzó una rápida escalada ya en la mañana del 17 de febrero. El número de bombardeos a lo largo de toda la línea de contacto entre las fuerzas opuestas se ha incrementado considerablemente; hubo mutuas acusaciones de violaciones a la tregua, incluso con el uso de armas pesadas. Al día siguiente, los líderes de la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk, Denis Pushilin y Leonid Pasechnik respectivamente, anunciaron el inicio de la movilización universal y la evacuación de civiles a Rusia. Moscú culpó Kiev por el desarrollo de los acontecimientos, mientras que Washington culpó a Moscú.
«Uno pudiera hacerse una idea de que, independientemente de quién sea el responsable de la reciente exacerbación en la situación, los eventos de Donbass bien pudieran seguir tras el ‘escenario georgiano’ del año 2008. En otras palabras, Moscú procederá de una forma u otra con el reconocimiento diplomático de las autoproclamadas repúblicas, a lo que seguirá el despliegue de tropas rusas dentro del territorio de las repúblicas y posteriormente la congelación del conflicto de Donbass durante años, si no décadas por venir. El escenario alterno, es decir, la evacuación total de la población de la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk a las regiones rusas vecinas y el retorno del despoblado territorio de Donbass a Kiev pareciera ser menos probable.
“La participación directa de Rusia en el conflicto del lado de las autoproclamadas repúblicas facilitará, con toda probabilidad en el futuro, la prevención de posibles enfrentamientos armados en el Donbass, ya que Kiev difícilmente querrá antagonizar ante Moscú con nuevas provocaciones militares. Pero eso, tal vez, agote la lista de todas las ventajas del reconocimiento diplomático a la parte rusa. Las inevitables consecuencias negativas que lo acompañan, sin embargo, parecen ser mucho más numerosas y diversas.
«En primer lugar, el escenario de reconocimiento significaría que Kiev ha superado de manera concluyente a Moscú en un difícil juego diplomático en torno a la implementación de los acuerdos de Minsk. Es precisamente la parte rusa la que terminará siendo la parte responsable de enterrar el proceso de Normandía, a pesar del hecho que durante 7 años después de la firma de los acuerdos de Minsk, las principales quejas sobre su implementación fueron dirigidas invariablemente hacia las autoridades ucranianas.
«No hace falta decir que, después del reconocimiento de Moscú de la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk, no habrá más presión política de Occidente sobre Kiev. Además, Rusia ni siquiera debería contar con el apoyo político de China en este caso, porque una declaración inequívoca de que todos las partes deben cumplir estrictamente con los acuerdos de Minsk fue realizado por Pekín.
«Los nacionalistas ucranianos radicales estarán felices, ya que la amputación final de Donbass del resto de Ucrania facilitará un cambio aún mayor del equilibrio interno de poder político ucraniano a su favor, tal como la anexión de Crimea por parte de Rusia cambió dicho equilibrio en el pasado.
«Naturalmente, bajo tal escenario, la altamente compleja y extremadamente costosa tarea de reconstrucción en Donbass luego del conflicto se convertirá en el permanente dolor de cabeza de Moscú, en lugar del de Kiev o el de las capitales occidentales.
«Un cambio en el estatus quo de Donbass sin duda desencadenará una nueva avalancha de sanciones por parte de Occidente contra Rusia. Los Estados Unidos y sus aliados tal vez hagan uso de preparativos caseros en caso de una incursión rusa directa sobre Ucrania. De hecho, dentro de la narrativa occidental, el despliegue del contingente ruso en la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk se percibirá como una forma de invasión rusa, a pesar de que tal acto no es tan obvio como un ataque frontal del ejército ruso sobre Kiev o Kharkiv.
“La principal incertidumbre será el precio que tendrá que pagar Moscú por su decisión sobre un reconocimiento diplomático. En otras palabras, la pregunta es con qué descuento (en las sanciones impuestas por Occidente) podrá contar Rusia en caso de un reconocimiento de las repúblicas, en comparación con una incursión armada a gran escala en territorio ucraniano (más allá de las fronteras de Donbass).
«¿Se implementará el paquete más duro posible de sanciones económicas, dirigidas a las exportaciones de energía rusas y al sector financiero ruso?
«¿Cuán relevantes serán las propuestas por parte de Occidente sobre medidas militares para fomentar la confianza, el restablecimiento de las líneas de comunicación entre Rusia y la OTAN y el control de armas en Europa?
«¿Cómo cambiará la perspectiva del apoyo técnico-militar de la OTAN a Ucrania y estará Occidente dispuesto a deliberar sobre la posibilidad de una moratoria sobre la permanencia de Ucrania en la Alianza del Atlántico Norte?
«¿Continuarán las conversaciones al más alto nivel y continuará la práctica de los diferentes ministros en Occidente de venir a Rusia?
«¿Cómo se desarrollarán las relaciones entre Moscú y las capitales occidentales luego que la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk se conviertan en análogos de Abjasia y de Osetia del Sur?
«Hasta ahora, no hay respuestas claras a todas estas preguntas. El reconocimiento diplomático e incluso el introducir tropas rusas en el territorio de la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk no es lo mismo que el bombardeo a Kiev o la toma de Kharkiv y Mariupol. Es más, de igual manera, Occidente nunca ha dudado sobre la presencia militar rusa dentro del territorio de Donbass.
“El cambio del estatus quo de las repúblicas sería solo otra verificación ante la ya bien establecida narrativa occidental sobre la naturaleza y las fuerzas impulsoras del conflicto ucraniano.
“Al mismo tiempo, Occidente tampoco puede dejar las acciones rusas sin respuesta. Ya se han desarrollado y autorizado medidas para las sanciones y al menos algunas de ellas serán introducidas de una forma u otra.
«Con toda probabilidad, surgirán inevitablemente desacuerdos entre los Estados Unidos y la Unión Europea acerca de las sanciones económicas: Washington defenderá la versión más dura posible de estas sanciones, mientras que Bruselas adoptará una postura mucho más moderada, resistiendo intentos por parte de la Casa Blanca de pasar de sanciones focalizadas a sectoriales».
«Sin embargo, en el ámbito militar-estratégico, Estados Unidos y la OTAN, tal como siempre, demostrarán un acuerdo entusiasta, que pondrá en duda incluso el simple reinicio de la operación total del Consejo OTAN-Rusia, sin mencionar la introducción de medidas militares para fomentar confianza en Europa.
«El reconocimiento de la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk por parte de Moscú difícilmente acelerará el proceso de adhesión de Ucrania a la OTAN, pero, ciertamente, cualquier conversación sobre una moratoria ante esta adhesión será frenada por el momento. La cooperación técnico-militar de Kiev con la Alianza del Atlántico Norte recibirá un nuevo y poderoso estímulo y muy probablemente incluirá el suministro de armas más modernas y potencialmente más desestabilizadoras que las ya actuales en uso.
«Habrá pausa en el diálogo político ruso-Occidente; las visitas de los líderes occidentales a Moscú, que recientemente se han vuelto habituales, serán suspendidas. La verdadera partición de Ucrania significará la formalización final a la división de Europa, que puede persista durante muchísimo tiempo.
«Habrá claridad en las relaciones Rusia-Occidente, pero será una claridad cristalina de un frío amanecer de enero, cuando el viento abrasador del norte te deja sin aliento y te hace llorar involuntariamente».
[1] BBC.com/Russian/22 de febrero. 2022.
[2] Sputnik.ria.ru.com, 22 de febrero. 2022.
[3] Gazeta.ru, 22 de febrero. 2022.
[4] Rg.ru, 22 de febrero. 2022.
[5] Bfm.ru, 22 de febrero. 2022.
[6] Kommersant.ru, 20 de febrero. 2022.