Introducción

A continuación esta el texto de una presentación dada por Daniel Lav, Director del Proyecto de Reforma del Medio Oriente y África del Norte en MEMRI, en la conferencia inaugural de la Asociación para el Estudio del Medio Oriente y África (AEMOA) en Washington, D.C. el 25 de abril, 2008. La presentación explica el significado y la importancia de la polémica entre el prominente estudioso jihadista Imam Sayyed, quien ha llamado a detener el jihad contra los regímenes musulmanes y Ayman Al-Zawahiri; además, clarifica las diferencias importantes entre la iniciativa de Sayyed Imam y la del grupo egipcio Al-Gama’a Al-Islamiyya, la cual ha hecho una interrupción más clara con el jihadismo.

El escrito completo estará disponible muy pronto en el portal ASMEA (www.asmeascholars.org). MEMRI también publicará una versión del escrito en una pronta colección de estudios sobre la ideología jihadista.

Anteriores informes de MEMRI relacionados a la polémica entre Sayyed Imam y Al-Zawahiri incluyen:

Extractos de la entrevista de Sayyed Imam con Al-Hayat:
http://www2.memri.org/bin/articles.cgi?Page=archives&Area=sd&ID=SP178507 ;
http://www2.memri.org/bin/articles.cgi?Page=archives&Area=sd&ID=SP182608 ;

El libro de Ayman Al-Zawahiri que responde a Sayyed Imam:
http://www2.memri.org/bin/espanol/articulos.cgi?Page=archives&Area=sd&ID=SP185908 ;

Y «Reunión Abierta con Ayman Al-Zawahiri»:
(http://www2.memri.org/bin/espanol/articulos.cgi?Page=archives&Area=sd&ID=SP188708 ).

En 1997, Al-Gama’a Al-Islamiyya, uno de los dos principales grupos jihadistas activos en Egipto, declaró un cese de hostilidades unilateral con el régimen. En los años siguientes, y en particular, después del 11 de Septiembre el grupo emprendió una revisión dramática y cabal de sus creencias, atacó a Al-Qaeda en una serie de folletos, y esencialmente abandonó el jihadismo como tal, adoptando la corriente principal en las posturas conservadoras islámicas.

A finales del 2007 el grupo Jihad, el segundo mayor grupo jihadista en Egipto, también declaró un cese de hostilidades con el régimen gobernante en Egipto. En este caso, hubieron pocas implicaciones prácticas al cese de hostilidades, ya que el grupo desde hace mucho tiempo había sido neutralizado. Lo que fue muy significativo es que el autor de la iniciativa, que tomó la forma de un libro titulado El Documento de Guía Correcta para las Actividades Jihad en Egipto y el Mundo, no fue ninguno otro que Sayyed Imam, uno de los ideólogos fundadores y estudiosos del movimiento jihadista moderno, ex jefe del grupo Jihad egipcio, y un hombre a menudo descrito como el mentor de Ayman Al-Zawahiri. En declaraciones subsecuentes a la prensa, Sayyed Imam ha lanzado también, además de los argumentos legales presentados en su libro, una polémica feroz y explícita contra Al-Qaeda y su generación actual de jihadistas.

Hoy estaré dando una apreciación global de esta literatura revisionista, tal como es denominada a menudo. Primero necesitaré explicar algunos conceptos claves en la literatura jihadista clásica sobre jurisprudencia, y en particular la doctrina takfir de los gobernantes (declarar a los gobernantes apostatas). Luego continuaré explicando entonces hacia donde Al-Gama’a Al-Islamiyya y Sayyed Imam han partido de estos conceptos y donde no. Llegaremos a ver eso, a pesar de similitudes superficiales y una hostilidad común hacia Al-Qaeda, estos dos casos representan de hecho dos fenómenos completamente diferentes.

Primero, necesitamos emprender la premisa necesaria de dirigirnos a la doctrina del takfir del gobernante en la literatura clásica jihadista sobre jurisprudencia. El hecho de que existe un género distinto de jurisprudencia jihadista no es tan conocida como debería ser. Esta literatura es un discurso elite, y así no ha tenido probablemente el impacto popular amplio de, por ejemplo, los escritos de Sayyed Qutb o los discursos motivadores de bin Laden. Por otro lado, este disfruta de gran prestigio, y la propia existencia de una literatura que expone la doctrina jihadista en el idioma normativo de jurisprudencia es importante para grupos que, por una parte, levantan la estandarte de la aplicación del shari’a, pero, por otra parte, están hechos de hombres comunes y padeces de un déficit de conocimiento en los estudios islámicos tradicionales. Ésta es precisamente la razón del por qué, en los años ochenta, Ayman Al-Zawahiri le pidió a Sayyed Imam que encabezara el grupo Jihad, y el por qué Al-Gama’a Al-Islamiyya buscó la dirección moral e intelectual de su Emir, el Jeque ciego ‘Umar ‘Abd Al-Rahman, quién está en estos momentos sirviendo una sentencia en prisión en los Estados Unidos. Otro estudioso jihadista digno de mención es Abu Muhammad Al-Maqdisi, quién fue el mentor de Abu Mus’ab Al-Zarqawi antes de repudiarlo públicamente poco antes de la muerte del último.

Mientras hay mucho que pudiera decirse de esta literatura, el principal problema en separar la jurisprudencia jihadista de la de los estudiosos conservadores es el takfir del gobernante. Este asunto fue tratado a plenitud en los trabajos jihadistas sobre jurisprudencia escritos en los años ochenta y noventas por los autores mencionados y otras figuras menores. Debería enfatizarse que los estudiosos jihadistas, lejos exigir representar a un nuevo o única escuela de pensamiento, se vieron a si mismos como portadores normales de la corriente principal islámica clásica de pensamiento político y jurisprudencia. Cuando se dirigen a la pregunta espinosa de por qué frecuentemente declaran a los gobernantes apostatas más que los estudiosos clásicos, claman que no es debido a un cambio en el acercamiento al shari’a de su parte, sino porque la realidad política sobre el cual pasan el juicio es radicalmente diferente de la del período clásico.

La jurisprudencia clásica de gobierno, desde su principio como un género discreto, asumió la existencia de una política musulmana encabezada por un gobernante legítimo. La tradición quietista dominante, mientras continua promoviendo un abstracto y reformador ideal de un mandato justo, reconoció la legitimidad de los gobernantes pecadores mientras no cruzaran la línea en una pronunciada herejía o apostasía. La perspectiva de un gobernante que hace esto fue de hecho dirigida, pero las leyes que gobiernan tal situación no fueron grandemente elaboradas. El hecho de que este espectro obsesionó a las mentes de los jurisprudentes fue principalmente evidente de la liberación progresiva de los requisitos para el mandato legítimo: Mawardi quien escribió a mediados del siglo 11, todavía requirió que el imam sea de la tribu Quraysh, mientras que Ibn Taymiyya, escribiendo un siglo y un medio después, aceptó más o menos a cualquiera que mantuviera el orden público.

Los jurisprudentes jihadistas sostienen que el cuerpo de ley que gobierna las políticas musulmanes encabezadas por gobernantes legítimos no aplica a las condiciones presentes. Los gobernantes de hoy, que han reemplazado el shari’a con el estilo de ley positiva occidental, son considerados apostatas. En esencia, los jurisprudentes jihadistas sienten que se han echado precipitadamente en la misma utopía que tanto el jurisprudente clásico quiso apartar.

La base principal para determinar que los gobernantes musulmanes actuales son de hecho apostatas es Corán 5:44, «aquéllos que no gobiernan por lo que Alá reveló, son los incrédulos». Sayyed Imam, en sus escritos pre-revisión, explica que ningún gobernante musulmán pudo gobernar por lo que Alá reveló hasta la invasión Mongol, y así el tema no había recibido mucha atención en jurisprudencia. Han habido gobernantes pecadores y jueces, que habían sido debidamente tolerantes pero no apostatas. Los Mongoles presentaron un nuevo caso: se habían convertido al Islam, y regido sus asuntos por la ley del shari’a, pero entre ellos continuaron empleando el código yasak mongol.

Esta determinación de que los gobernantes son apostatas tiene dos consecuencias críticas, por encima de la obligación de deponerlos. La primera consecuencia es que, en la ausencia del gobernante musulmán legítimo, sus deberes y prerrogativas – incluyendo el declarar y emprender el jihad – se deriva hacia la comunidad musulmana en conjunto. Esto es lo que le da a los grupos jihad la licencia para tomar los asuntos en sus propias manos y, notablemente, montar operaciones en tierras no-musulmanas.

La segunda consecuencia de declarar al gobernante apóstata es lo que yo llamo el efecto dominó del takfir. Ya que aceptar la apostasía del otro es considerado en sí mismo apostasía, cualquiera que apoya o participe de forma alguna en el sistema político está en riesgo de ser considerado un apóstata. Esto puede incluir a soldados, policías, políticos, votantes e incluso a otros islamistas que se abstienen de declarar apostasía contra estas categorías de gente. Todos los jurisprudentes jihadistas sostienen este efecto dominó, aunque en grados variantes; fue Sayyed Imam quien puso la versión más extrema. Es este efecto dominó de takfir que mantiene la justificación del principio del shari’a por ir más allá de la guerra del guerrillas limitada y comprometerse en un terrorismo a gran escala.

Antes de continuar al movimiento de «revisiones» egipcio, necesitamos enfocar nuestra atención sobre un tema final respecto al takfir del gobernante. Existe una opinión en la jurisprudencia de que uno no se vuelve apóstata hasta que el acto de apostasía sea acompañado por un rechazo claro de un orden positiva, conocido como jahd, o por una declaración de algo prohibido a ser permitido, conocido como istihlal. El jurisprudente jihadista vigorosamente descarta esta posición, y lo llama por el término derogatorio de «el día moderno murji’a«, en referencia a una escuela musulmana temprana de teología que sostuvo que los actos no son determinativos de la fe. Sayyed Imam, en sus escritos previos, consagró ciento de páginas para defender contra esta posición, y Abu Muhammad Al-Maqdisi ha escrito un libro entero que se opone al día moderno murji’a. La razón de este énfasis es clara: Mientras algunos de los gobiernos de países musulmanes son gobernados exclusivamente por el shari’a, incluso pocos lo repudian explícitamente. Así los jurisprudentes jihadistas ven el problema de jahd y del istihlal como una aspillera peligrosa por los que a las apostatas se les permite permanecer en el poder.

Trasladémonos ahora a las revisiones ideológicas de Al-Gama’a Al-Islamiyya. El grupo que había dirigido ataques desde los años setenta, anunció primero un cese de hostilidades unilateral con el régimen egipcio el 5 de julio de 1997. Sin embargo, fue sólo después del 11 de Septiembre que el Concejo Shura del grupo comenzó, con el estímulo recientemente ganado del régimen egipcio, para emitir la serie de escritos llamado las «Correcciones de Conceptos» (tashih al-mafahim) que representó una salida verdaderamente radical de la anterior visión mundial del grupo. Estos nuevos puntos de vista hicieron olas en Egipto y más allá. El encabezado del Concejo de Shura del grupo, Karam Zuhdi, fue tan lejos parea decir que Anwar Al-Sadat, lejos de ser un apóstata, era de hecho un shahid, o mártir. Estas revisiones llevaron eventualmente a la liberación de todos los miembros de Al-Gama’a Al-Islamiyya de las prisiones egipcias, y el liderazgo del grupo mantiene un portal en donde ellos han removido la espada de su emblema, dejando solamente un sol creciente sobre un Corán abierto.

El cambio del sustantivo más importante en el pensamiento Al-Gama’a Al-Islamiyya ha sido la reversión de su gobierno takfir. En una entrevista colectiva en prisión con la revista semanal egipcia al-Musawwaren en el 2002, el miembro del Concejo Shura Mamduh Yusuf dijo: Respecto al gobernante, revisamos nuestra postura, y dijimos que el verso del Corán que estipula ‘aquéllos que no gobiernan por lo que Alá reveló, son incrédulos’ – la intención de este verso no es que aplica a todos los gobernantes. Sólo aplica al gobernante que dice que el mandato de Alá no es bueno». Él siguió diciendo que Mubarak no entra en esta categoría, y agregó: «El gobernante que no rechaza el mandato de Alá y no dice que el mandato de Alá no es bueno – es un gobernante musulmán, y está prohíbe combatirlo».

La posición expresada aquí es precisamente la rechazada por los jihadistas jurisprudentes y ridiculizada como el día moderno murji’a. El liderazgo Al-Gama’a aduce varias pruebas en apoyo de esta posición en donde la no-aplicación del shari’a no es causa propia para la apostasía – por ejemplo, que el califa ‘Umar Ibn Al-Khattab se abstuvo de cortarle las manos a los ladrones en un año de fuerte sequía cuando el hambre llevó a muchos a robar, o el hecho que el Rey de Abisinia, quien se había convertido al Islam, no gobernó por la ley islámica, y no obstante el Profeta le ordenó a los musulmanes que oraran por él después que muriera.

Una vez encontrado que el mandato del gobierno egipcio es un gobierno legitimo musulmán, otras posturas jihadistas caen por su propio peso. Los gobernantes tienen un margen legítimo de discreción: Tal como lo expone ‘Ali Al-Sharif, acusado no. 6 en el juicio de asesinato de Sadat, «el estado tiene sus prerrogativas, y se nos prohíben entrometernos en ellas». Luchando contra el régimen no es ya más un imperativo obligatorio religioso; es un fitna religiosamente prohibido. Además, el monopolio del estado en la violencia es reconocido, y esto evita actividades vigilantes, que el grupo había emprendido previamente en la creencia de que estaban llevando a cabo la obligación de imponer lo correcto y prohibir lo equivocado (al-amr bil-ma’ruf w’al-nahy ‘an al-munkar).

La iniciativa del grupo egipcio Jihad, en la forma del Documento de Guía Correcta para la Actividad del Jihad de Sayyed Imam, lleva poco semejanza al dramático cambio en la ideología de Al-Gama’a que he simplemente descrito. De hecho, es difícil de llamar a este trabajo una revisión ideológica, ya que Sayyed Imam insiste que está siguiendo totalmente sus trabajos radicales anteriores.

En contraste con Al-Gama’a Al-Islamiyya, el Documento de Guía Correcta para la Actividad del Jihad no contiene una clara declaración de que los gobernantes no son apostatas. En cambio, Sayyed Imam emplea fórmulas ambiguas como la siguiente: «si abandonar el mandato del shari’a es apostasía, la apostasía menor [e.d. el pecado grave], o pecado, no creo que confrontar a los gobernantes en los países musulmanes en el nombre del jihad es la opción apropiada para intentar llevar a cabo el shari’a«. Además, Imam declara su punto de vista de que hoy día no existe ninguna Morada del Islam (dar al-islam) – una clara indicación de que no considera que los gobernantes actuales de las tierras musulmanas sean musulmanes.

¿Por qué Sayyed Imam prohíbe entonces el jihad contra estos regímenes? El argumento principal del Documento de Guía Correcta para la Actividad del Jihad es que los grupos jihad hoy día están en un estado de debilidad que evita el emprender de este. Se aducen varios versos del Corán y el hadith para demostrar que la incapacidad permite o le exige a uno diferir una obligación; por ejemplo, Corán 2:286: «Alá sólo impone la obligación en alguien según su habilidad.» Este principio aplica a todos los mandos positivos, pero es notable de que en el Documento de Guía Correcta Sayyed Imam coloca un umbral aun más alto para la «habilidad» respecto al jihad.

El concepto de que la inhabilidad, o ‘ajz, es una excepción legítima del jihad no es una innovación en el pensamiento de Sayyed Imam. El principio teórico ya fue mencionado en el primer libro de Imam, La Esencia de Estar Dispuesto para el Jihad, que fue escrito en 1987 como una guía del shari’a para el jihad a ser usado en los campos de entrenamiento para los mujahideen en Afganistán. En 1992 él ya había decidido que este concepto aplicaba a la situación en Egipto, e Imam, como Emir del grupo Jihad reconstituido en Pakistán, intentó prohibirlo de continuar las actividades armadas en su país hogar. La diferencia entre el tratamiento de este tema en el Documento de Guía Correcta y en las escrituras anteriores de Imam es uno más de énfasis que de sustancia.

Así, mientras Al-Gama’a Al-Islamiyya socavó la propia legitimidad del jihad contra el régimen, Sayyed Imam y el grupo Jihad continúan manteniendo de que es una obligación teórica, cuya aplicación ellos meramente difieren.

La pregunta crucial, y uno por el cual no existe una respuesta firme todavía, es de cuánto tiempo desean ellos diferir el jihad. Los críticos jihadistas Sayyed Imam lo han acusado de presentar el umbral de la habilidad tan alto para que sea inalcanzable, en esencia hacer del jihad ficción legal. Un tal crítico es Ayman Al-Zawahiri, quién escribió una refutación de casi 200 páginas del Documento de Guía Correcta titulada Un Tratado que Exonera la Nación de la Pluma y la Espada de la Mancha de la Acusación de Debilidad y Fatiga. Él escribe allí: «Lo extraño es que el autor [e.d. Sayyed Imam] está intentando imponer su propia incapacidad y su propia debilidad sobre el mujahideen, que no se sienten ser incapaces o débiles». Bajo el punto de vista de Al-Zawahiri, quién puede ser considerado el normal portador del la movimiento jihadista «partido de acción», son los mujahideen mismos, o estudiosos de su propia elección, que deberían juzgar si un estado de incapacidad existe o no.

El problema de la «incapacidad» es la columna vertebral de disputa entre Sayyed Imam y Al-Qaeda, donde el título del tratado de Al-Zawahiri hace la referencia a este. Pero de hecho la mayoría del libro de Sayyed Imam, de una manera u otra, con esta lucha entre el partido de jurisprudencia y el partido de acción. Sayyed Imam advierte a los jihadistas que se permite sólo actuar en la autoridad de un fatwa emitió por una autoridad competente, en especial asuntos militares, y él los amonesta de tener particularmente el cuidado respecto a las escrituras encontradas en Internet. Además, él advierte contra un fenómeno extendido que él denomina «la jurisprudencia de la justificación» dónde la gente hace lo que le parece correcto, a menudo en violación del shari’a, y sólo entonces buscan por una justificación legal islámica para su ex post facto. En el libro él no nombra el blanco de esta crítica, pero en una entrevista subsiguiente hizo claro que está dirigida principalmente a Al-Qaeda.

De esta forma hemos visto que el movimiento revisionista en Egipto comprende dos fenómenos bastante distintos. Uno de éstos es el caso de Al-Gama’a Al-Islamiyya, quién ha repudiado totalmente el jihadismo. Una vez que fueron convencidos de que estaban equivocados en declarar a los gobernantes apostatas, todo el tejido entero de jihadismo fue desvelado, y ellos adoptaron las posturas más o menos Azharitas. Esta apertura de mente por parte del liderazgo del grupo fue hecha posible precisamente porque estas vinieron del «partido de acción» jihadista, y, sin invertir fuertemente en posturas particulares en jurisprudencia, ellos podrían llegar a convenir a posturas más moderadas que socavaron sus puntos de vista anteriores, que estaban basadas más en la ideología política que en la jurisprudencia. El tema central en esta lucha no es, sin embargo, una de radicalismo contra la moderación, sino más bien jurisprudencia contra un entendimiento más político e ideológico del Islam.

* D. Lav es Director del Proyecto de Reforma del Medio Oriente y África del Norte de MEMRI.