Desde que el Presidente ruso Vladimir Putin realizara su visita de «misión cumplida» en Siria, donde anunció la retirada parcial de las tropas, el clima general por parte de funcionarios y comentaristas ha sido auto-complaciente. El estado de ánimo de auto-satisfacción se extiende hacia los aliados de Moscú en Siria: el régimen de Assad e Irán (y en menor grado a Turquía). Rusia, por su intervención militar, se restableció a sí mismo como una potencia en el Medio Oriente junto a una credibilidad que avergonzó a los Estados Unidos.[1] El Ministro de Defensa ruso Sergey Shoigu, se enorgulleció por el desempeño de las fuerzas rusas y de los nuevos sistemas de armas probados en los campos de batalla sirios.[2]

Dos expertos sobre el tema del Medio Oriente, Anton Mardasov y Kiril Semyonov, ambos del Instituto de Desarrollo Innovador, desafían la sabiduría convencional. En un artículo titulado «El Kremlin Debe Domesticar a Damasco y Teherán», advierten que la política actual de permitirle a Assad y a Irán manos libres en Siria, incluyendo el incumplimiento de los acuerdos que la propia Rusia suscribió, terminará mal. Este prolongará los combates en Siria, disuadirá a los donantes extranjeros necesarios para la reconstrucción de Siria y puede desencadenar una nueva guerra que involucre a Israel. Paradójicamente, estos argumentan que la mejor apuesta de Moscú es acercarse a la oposición siria siendo esta la única fuerza capaz de equilibrar a Irán.

A continuación se pueden leer extractos del artículo de Mardasov y Semyonov.[3]

Anton MadrasovAnton Mardasov (Fuente: Riafan.ru)

Kiril Semyonov (Fuente: Institute-innovation.ru)

«La declaración de Rusia sobre el final de las operaciones militares en Siria y el comienzo de la retirada de sus tropas no significa el final de la guerra civil. Existen muchos factores que indican que el conflicto militar puede entrar en una nueva fase. Damasco, cubierto de manera segura por Rusia e Irán persisten en sus intentos de aprovecharse de la situación y tomar el control de los territorios que forman parte de las zonas de desescalada. La situación en el país se está volviendo similar a la de finales de diciembre, 2016, es decir, de antes del inicio del alto el fuego por parte del régimen.

«Guerra programada»

«El mecanismo unilateral de castigo por violar los acuerdos de paz, la ausencia de cualquier presión significativa sobre el gobierno de la República Árabe Siria (RAS) por parte de Moscú y los intentos de silenciar las operaciones militares no autorizadas de Assad, que violan directamente los acuerdos firmados por la parte rusa con las facciones de la oposición en El Cairo y Ginebra, todos dan a Damasco la sensación de que posee libertad de acción. No posee incentivos para continuar su participación en el proceso de paz en su formato actual, lo cual fue vívidamente demostrado por la última ronda de negociaciones en Ginebra. Los países sunitas, cansados ​​de la guerra siria y ocupados con el conflicto en el Golfo Pérsico, intentaron formar una delegación de oposición lo más cercana posible al compromiso. Pero Damasco se negó a negociar con sus oponentes, aunque la condición presentada por la oposición, en este caso la renuncia de Assad, no sonaba como pre-condición, sino como una declaración sobre cambios verdaderos.

«Además, las Fuerzas Aeroespaciales Rusas dejaron en claro que se encontraban listos para continuar proveyendo ayuda a las operaciones militares de Damasco contra la oposición. Fue después del anuncio sobre el final de la fase activa de las operaciones militares que las fuerzas aéreas rusas iniciaron ataques en Hama del Norte, pero no en contra de la alianza radical de Hayat Tahrir Al-Sham, que incorpora a la organización Al-Nusra (prohibido en Rusia), sino contra las facciones del Ejército de Liberación Sirio – División Central y Jaish Al-Izzah, que intentaron responder a los ataques de las fuerzas del régimen.

«El otro aliado de Assad, Irán, está aún más interesado en continuar las operaciones en Siria: retrasan reformas junto a la retirada de sus ‘fuerzas  extranjeras’, lo que significa fortalecer la influencia de Teherán. Por lo tanto, la aparición de oficinas de las organizaciones jomeinistas pro-iraníes, dotadas de grupos armados de milicias chiitas, en los territorios que le fueron arrebatados a la oposición sunita ya se ha convertido en una tradición. No importa cuánto intentes, con la ayuda de funcionarios del norte del Cáucaso, disminuir esta «chiización» predominantemente sunita siria pre-guerra (75% de la población) y hacerse la vista gorda a la «rotación cosmética» de las fuerzas pro-iraníes, esto no contribuirá en nada a resolver el problema etno-confesional. Y su solución es una condición clave para una verdadera y exitosa lucha antiterrorista. Aquí, los problemas que aparecen son aquellos relacionados con la represión de los grupos radicales que se infiltraron en el movimiento insurgente sirio o, como el antecesor del Estado Islámico (prohibido en Rusia), desarrollado en Siria incluso antes de la guerra bajo el ojo tolerante de los servicios de seguridad sirios en varios miles de campos de refugiados iraquíes y sobre el territorio plagado de túneles a lo largo de la frontera sirio-iraquí.

«Pero Assad y su séquito quisieran que las facciones chiitas de los grupos iraquíes, libaneses y de otros grupos chiitas encuentren pronto ‘algo que hacer en la confrontación con el enemigo común’. De lo contrario, no se puede excluir la posibilidad de que intenten reclamar sus derechos desde la capital oficial Damasco. En el contexto de la «miliciación» del ejército sirio, la opción de unidades con capacidad de combate listas para cumplir solamente órdenes de Damasco y no de Teherán, es muy limitada, es la 4ª División y la Guardia Republicana, a la que se le pueden agregar las Fuerzas Tigre y el 5º Cuerpo de Tropas de Ataque, con un amplio apoyo de Rusia. En esta situación, el régimen sirio es rehén de Teherán y las tropas rusas en Siria son rehenes del apoyo al régimen sirio, cuyos errores son tan numerosos, sería preferible distanciarse de ellos, en lugar de asociarse con ellos.

«Hoy se habla mucho sobre los desafíos de la reconstrucción del país, lo que implica enormes gastos. Está claro que para Rusia o Irán hacerlo por su propia cuenta es una carga extremadamente pesada. También está claro que todo lo que se habla sobre la preparación de China en invertir «grandes sumas de capital» en la economía de la RAE y reconstruir el país es más un ‘acto de auto-consolación’ por parte de los partidarios del régimen que una evaluación realista. Los países que están dispuestos a asignar dinero no lo harán hasta que al menos la oposición en Siria tenga una representación que denote una fuerza real, capaz de poseer influencia, pero por el momento, el régimen sirio está interesado en continuar las operaciones contra la oposición para que no le quede otra alternativa al gobierno del partido Ba’ath y en retrasar las medidas verdaderas para reconstruir el país mediante su retórica a una ‘conspiración global’.

‘Tres frentes

«Actualmente, existen tres frentes de operaciones de las fuerzas pro-gubernamentales contra las facciones insurgentes. Un frente se encuentra en la zona de desescalada en Idlib, donde el régimen continúa sus ataques en dirección a la base aérea de Abu Al-Duhur a fin de restarle fuerza a la oposición situada al este de las líneas del ferrocarril que circula por la zona Homs-Aleppo. Si esta operación es exitosa, uno debe esperarse más esfuerzos para «cortar» diferentes ‘bultos’ del territorio del Gran Idlib bajo control de la oposición, hasta que finalmente solo permanezca el enclave de la frontera turca.

«Los ataques en la zona de desescalada del Ghouta Oriental también continúan. Estos territorios cerca de Damasco han estado cercados durante cinco años, viven allí entre 250 y 400 mil civiles, con 25 mil contingentes de oposición. A pesar de las constantes declaraciones de los representantes de Assad de que los opositores sirios en el Ghouta Oriental no son más que bandidos comunes, la situación en este suburbio es diferente: a pesar del largo asedio y las tensiones entre las dos mayores facciones insurgentes – Jaysh Al-Islam y Faylaq Al-Rahman, organismos bastante eficientes del gobierno local de oposición y se han creado autoridades civiles, existe un sistema judicial que funciona, se fabrican muchos productos y medicinas y se ha establecido su distribución a la población, también se producen municiones e incluso algunos prototipos de armas.

«Además, al Estados Unidos reconocer a Jerusalén como la capital de Israel, renovar las acciones de combate en la zona de desescalada al sudoeste está totalmente fuera de discusión. Es esta área la que sirve como amortiguadora entre los grupos chiitas pro-iraníes y los Altos del Golán ocupados por Israel. Este es un posible factor generador del conflicto: utilizando la estabilidad demostrativa de esta zona, garantizada por Rusia y Estados Unidos, tanto Al-Qaeda (organización prohibida en Rusia) al igual que otros varios grupos pro-iraníes han estado edificando su influencia entre la población local. Aquí se crea otro «círculo vicioso». La oposición no participa en un combate activo con los radicales porque le preocupa que pueda pasar por alto un ataque de las fuerzas del régimen. Y la penetración de predicadores experimentados y de agentes de Al-Qaeda es un buen pretexto para lanzar una operación y expandir la influencia de los grupos pro-iraní locales y extranjeros. En este caso, es inevitable una mayor participación de Israel en el conflicto sirio.

‘Verdadera pacificación’

«Al mismo tiempo, está claro que Damasco no posee las fuerzas para mantener operaciones en todas las áreas simultáneamente y tratará de ejecutarlas sucesivamente. En esta situación, la oposición puede responder mediante un ataque consolidado en varias áreas, que puede llevar el conflicto hacia una nueva etapa.

«Mucho dependerá del compromiso de Rusia y Estados Unidos en mantener el proceso de paz. El hecho mismo de las negociaciones ruso-estadounidenses causa alarma tanto en Teherán como en Damasco. La expansión iraní en la región es una amenaza para los intereses rusos en Siria. Increíblemente, la oposición siria, que está lista para dialogar con Moscú pero no con Damasco o Teherán, sigue siendo hasta ahora el único instrumento de resistencia a la influencia iraní. Llevarlo hacia el gobierno sirio y hacia el ejército renovado pudiera establecer el equilibrio necesario en el país y evitar que Siria se convierta en una zona de concentración para la promoción de la política iraní, que puede termine con otra guerra en el Medio Oriente».


[1] Véase el Despacho Especial No. 7197 de MEMRI, Comentarios en los medios de comunicación rusos tras la Cumbre tripartita de Sochi: Un nuevo Yalta que excluye a los estadounidenses, 27 de noviembre, 2017; Despacho Especial No. 7171 de MEMRI, La política rusa en el Medio Oriente: ‘Hemos cruzado el rubicón’, 9 de noviembre, 2017; Despacho Especial No. 7129 de MEMRI, Experto ruso Bordachev: Durante los dos años de la campaña siria, Rusia obtuvo poder y prestigio. 11 de octubre, 2017.

[2] Véase el Despacho Especial No. 7268 de MEMRI, Putin en reunión ampliada de la Junta del Ministerio de Defensa: La estrategia de defensa de los Estados Unidos es una estrategia agresiva, 7 de enero, 2018.

[3] Ng.ru, 25 de diciembre, 2017.

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