Dos testimonios de jóvenes que fueron a Irak a emprender el jihad fueron recientemente publicados. En el primer testimonio, un joven saudita llamado Ahmad ‘Abdallah Al-Shayi’ dijo que se arrepentía de sus acciones, y acusó a Al-Qaeda de aprovecharse de los jóvenes tentándolos a unirse a la organización para luego enviarlos a que lleven a cabo operaciones de martirio. Él advirtió a todos los jóvenes, y musulmanes en general, a aprender de sus errores, y no unirse al jihad en Irak o en otras regiones del conflicto.
El segundo testimonio fue el de un individuo quien se autodenomina «él noble mujahid Muhibb Al-Sunna Al-Iraqi». Al contrario de Al-Shayi’, describió su experiencia en términos muy positivos, y alabó a los comandantes de Al-Qaeda, particularmente al difunto comandante de Al-Qaeda en Irak Abu Mus’ab Al-Zarqawi.
La entrevista con Al-Shayi’ fue publicada en el diario del gobierno saudita Al-Riad, el 21 de noviembre del 2007, como parte de los recientes esfuerzos saudíes para impedir que jóvenes participen en el jihad en Irak. El segundo testimonio, publicado por el Centro Rafidayn, fue publicado en francés en el foro islamista Minbar-SOS (que tiene como servidor a Bravenet Web Services Inc. en Canadá) el 28 de octubre del 2007, [1] y también en el foro islamista Elshouraa (que tiene como servidor a ZipServers Inc. en Oklahoma, Estados Unidos), el 21 de noviembre, 2007. [2]
Lo siguiente son extractos de los dos testimonios.
Al-Shayi’: Aunque no pudiera conducir vehículos pesados, ellos me pidieron que condujera un camión lleno de combustible a Bagdad – sin decirme que era un camión bomba
En la entrevista, titulada «Partí En Busca del Jihad – Y Me Convirtieron en un Peón para Matar a Inocentes… Mi Ida Fue un Grave Error», Al-Shayi’ recordó los hechos desde el momento en que salió de Arabia Saudita para Irak vía Siria hasta su lesión mientras detonaba un camión bomba en Bagdad, su arresto, y su extradición a Arabia Saudita, dónde renunció a sus puntos de vista jihadistas.
«Yo salí para Irak con el objetivo de participar en el jihad, y combatir a los ocupantes – [al menos] eso fue lo que pensé para el momento. El comandante de mi grupo, Abu ‘Abd Al-Rahman, me pidió que entregara un camión de combustible a un lugar particular en el barrio residencial Al-Mansour en Bagdad, y me dibujó un diagrama del sitio. Yo le dije que no sabía manejar vehículos pesados, pero él dijo que esto [era] fácil. En verdad, esta operación, que fue la primera misión que se me pidió que llevara a cabo desde que entré en Irak, era altamente sospechosa. ¿Por qué me estaban pidiendo que entregara [un camión lleno de combustible] cuándo yo no sabía como conducir un vehículo pesado – mientras [el comandante] o cualquier otro iraquí en la organización podía entregar el tanquero y conocía la vía? Pero yo no podría negarme a llevar a cabo la operación, por temor a que me mataran.
«[En general] desde el momento en que entré en Irak vi que estaban actuando de manera sospechosa, y no me estaban entrenando en el uso de armas [para que yo pudiera] participar en la lucha. Pero… yo me dije, ‘Ellos oran y ayunan, son combatientes musulmanes jihad; no pueden ni en lo posible matarme o hacerme daño’. Y estuve de acuerdo en [llevar a cabo la misión].
«Ellos me pidieron que entregara [el tanquero] a las 9:00 PM, y a la hora designada [entramos en] el tanquero, el cual era enorme, y nos fuimos. Después de un rato, el chofer me pidió que intentara manejarlo. Lo hice, hasta que aprendí a hacerlo. Después de eso, entramos en el camino principal [a] Al-Mansour, dónde se suponía que iba a entregar el camión. Un rato después, ellos detuvieron el camión, se bajaron, y se fueron hacia otro vehículo. Solo allí, consideré irme del sitio, pero hacia dónde [iría]? No conocía a nadie excepto a ellos. Confié en Alá, esperanzado en lo mejor, y partí para llevar a cabo lo que ellos me habían pedido…
«Cuando alcancé la calle dónde se suponía que me debía detener, el camión explotó de repente. Vi como el fuego tomo cuerpo, y fue una pesadilla para mí; No podía creer el horrible panorama. Doce personas fueron muertas en la explosión, y decenas de otros estaban heridos – [todos ellos] inocentes. Después, supe que éste era uno de una serie de atentados apuntados en contra de la Embajada jordana, y que este tipo de camión puede sostener 25 toneladas de propano.
«Después de la explosión, salté rápidamente fuera de la ventana [del camión]… y caí en el suelo. [Me quede allí] hasta que una ambulancia me llevó al hospital Universitario Al-Yarmouk, y desde allí al hospital Muhammad Baqr Al-Hakim, basados en un documento de identidad [falsificado] que me proporcionó la organización [Al-Qaeda].
«Luego la inteligencia iraquí fue informada de mi paradero, y un funcionario de inteligencia iraquí vino y me interrogó en el hospital. Luego me llevó al Ministerio del Interior iraquí… donde fui interrogado por el ayudante del ministro para asuntos de inteligencia… El gobierno iraquí me entregó a las fuerzas americanas, que me enviaron al hospital en la prisión Abu Ghraib, para que mis quemaduras y heridas fuesen tratadas. Pasé seis meses allí, y recibí tratamiento al igual que todos los otros prisioneros.
«Antes de mi extradición a Arabia Saudita, tres funcionarios del Ministerio del Interior saudita vinieron, y se reunieron con los prisioneros sauditas, incluyéndome a mí… Aproximadamente un mes después de eso, el investigador americano me dijo que me iban a extraditar a Arabia Saudita, y de hecho, una semana después, fui extraditado a Arabia Saudita en un avión especial. Cuando llegué a la base de la fuerza aérea de Riad, antes de que entráramos en el vestíbulo de llegadas, uno de los antiguos funcionarios del Ministerio del Interior me dijo, ‘Su familia está aquí para darle la bienvenida’, y mi alegría se multiplicó».
Todo comenzó cuando un amigo me dio videocasetes de películas de jihad y me convenció de ir con él a Irak
Todo comenzó cuando un viejo amigo mío, a quien no había visto durante años, se reunió conmigo algunas veces, y luego comenzó a hablar sobre el jihad, contarme los hadiths, [y citar] los versos del Corán que apoyan sus declaraciones. Él también me dio numerosas cintas de video que incluían películas sobre el jihad, y la más destacaba y la que más me afectó fue la que cuenta la historia del jihad [llevada a cabo por] Khattab [3] en Afganistán y Chechenia…
Después de eso, me dijo que conocía una forma de llegar a Irak, y que él mismo estaba a punto de ir. Me preguntó si quería acompañarlo, y yo le dije que sí. Engañé a mi familia [en pensar] que me iba al exterior, y no les dije de mis [verdaderas] intenciones, porque sabía que estarían en contra de esto. [Mi amigo] una vez [me] trajo un fatwa… que justificaba el salir a emprender el jihad sin permiso de los padres o del gobernante, y señalaba que 26 jeques y estudiosos lo habían firmado. [4] [Este fatwa] fortaleció mi resolución. Esto fue durante el último trimestre del mes de Ramadan 1425 [noviembre del 2004]».
Ellos me preguntaron si yo sabía que una vez que entre en Irak no había marcha atrás – porque pronunciamos el juramento de obediencia a la muerte
«Después de una semana, salimos de Buraidah juntos para ir a Riad, y desde allí a Siria. En Damasco, mis amigos me presentaron a un coordinador, un saudita llamado Abu Abdallah, y él me llevó al comandante de la organización en Aleppo, quien era llamado Mazen… [Mazen] me preguntó si yo sabía que una vez que entre en Irak no había marcha atrás, debido a que pronunciamos allí el juramento de obediencia a la muerte… Él me llevó a un hotel atestado de gente por dos días, dónde conocí a dos saudíes y dos marroquíes. Luego me llevó a otro hotel, en los suburbios de Aleppo dónde conocí [algunos otros] saudíes y marroquíes, y donde permanecí hasta después de Eid Al-Fitr.
«Después de eso, Mazen me pidió que fuera a la ciudad de Al-Raqa en nuestro camino a Irak, para reunirme a otro coordinador [allá]. Fui allí junto con otro hombre, un marroquí, después de que Mazen nos proporcionara dos documentos de identidad falsificados, uno sirio, el otro iraquí. Cuando llegamos a Al-Raqa… el coordinador estaba esperando por nosotros, y cuando alcanzamos el lugar designado, un hombre vestido de beduino sirio llegó… Supe después que era un saudita llamado Abu Saleh…
«Luego fuimos a un hotel, dónde me reuní con el amigo con quien había salido de [Arabia Saudita]… Me quedé una noche en ese hotel, y luego Abu Saleh nos pidió a mi y a los tres saudíes que estaban conmigo, uno quien era mi amigo, de ir a la ciudad de Deir Al-Zor para reunirnos con el coordinador final [antes de reunirnos] con el que [nos conduciría hacia Irak]. [El coordinador] designo a uno de nosotros comandante [de nuestro grupo]…»
El comandante de los árabes en Al-Qaeda nos saludó y nos preguntó si queríamos convertirnos en mártires
«[En Deir Al-Zor, el coordinador final] nos entregó al que nos llevaría dentro de Irak, junto con ocho hombres más jóvenes de varias nacionalidades árabes – marroquíes, sirios, jordanos, del Golfo, y yemenitas… Partimos en un microbús de Deir Al-Zor hacia Abu Kamal en la frontera iraquí. Antes de [alcanzar] el camino a Abu Kamal, el vehículo se detuvo detrás de un camión con bienes y carga hacia Abu Kamal, y se nos pidió que entráramos a su parte delantera. Cuando habíamos recorrido aproximadamente cinco kilómetros, el camión se detuvo, y 12 personas más de varias nacionalidades [árabes] se nos unieron. Luego de una corta distancia, el camión se detuvo [de nuevo], y siete personas más, todos sirios, se nos unieron. [Hasta ahora] había 31 personas en el camión…
«Cuando llegamos a Abu Kamal, nos bajaron en una granja en la ribera del Rió Éufrates. Luego llegó un barco, y comenzó a llevarnos, en grupos de a siete cada vez, a una isla en el medio del río, y desde allí a la otra ribera. Esto, explicaron, era porque había un punto de control en el puente encima del río.
«Eran las 11:00 PM. Después de cruzar el río, el microbús llegó y nos llevó al hogar del contrabandista, quién estaba justo en la frontera. Después de un pequeño descanso, el tipo tomó una metralleta y binoculares nocturnos, y partimos hacia la frontera, sin los siete sirios…
«Cuando los iraquíes que se suponía nos llevarían desde donde nos dejara el contrabandista llegaron… el contrabandista regresó [a Siria], y los iraquíes, quienes eran jóvenes, nos llevaron y ofrecieron movernos rápidamente [para que alcancemos nuestro destino] antes del alba, y como para no ser descubiertos.
«Corrimos hasta que llegamos a Irak, entrando por la ciudad de Al-Qaim. El primero en recibirnos fue el comandante de los árabes en Al-Qaeda en Irak quien era un marroquí llamado Abu Assil. Él preguntó si queríamos ser istishhadiyun [es decir, llevar a cabo operaciones de martirio]… Nadie levantó la mano. Entonces [el comandante] comenzó a alabar el istishhad y sus beneficios, pero ninguno de nosotros cambió su manera de pensar. Luego tomó el dinero que tenía y nos dio a cada uno $100, tomó nuestros pasaportes, y nos llevó a la región del distrito Rawa Al-Anbar dónde en un hotel… se estaban hospedando 40 árabes. Junto con ellos, esperábamos por recibir entrenamiento».
En cinco semanas, no recibí ningún entrenamiento
«Después de quedarme en el hotel durante una semana, el comandante de la [región] Rawa en la organización Al-Qaeda, llamado Abu ‘Ubaida Al-Ansari, me pidió a mi y a otro saudita que fuéramos a la ciudad de Al-Ramadi, y dijo que había allí campos de entrenamientos. Yo me quedé [en estos campamentos de entrenamiento] durante un mes, y nunca recibí entrenamiento alguno… Cuando me quejé al comandante de Al-Anbar, quien era llamado Abu Osama en el no recibir entrenamiento, y dijo que habíamos venido a participar en la guerra, dijo que nos regresarían a Bagdad.
«Al próximo día, nos llevaron [a Bagdad]. Para ese momento, yo y otro saudita fuimos recibidos por un iraquí llamado Abu ‘Omar Al-Kurdi, quién supe después era el comandante de [operaciones] de Al-Qaeda… Abu ‘Omar Al-Kurdi me dijo que mi comandante de grupo era Abu ‘Abd Al-Rahman. Luego se fue, y yo me quedé con el nuevo grupo – nueve hombres, todos ellos iraquíes… [Los iraquíes] no estaba contentos con la participación [saudita] [en la guerra contra los americanos]… porque [ellos] consideran esto interferencia en sus asuntos internos…»
Fatwas, portales islamistas, y libros sobre jihad y videos hacen inflamar a jóvenes a que emprendan el jihad
«Yo pienso que varios factores [influencian a los jóvenes saudíes en ir a emprender el jihad] – algunos de ellos directamente, y algunos indirectamente, tales como fatwas… portales, y foros en la red. Muchos de los portales están esparciendo veneno en nombre del Islam, que el [propio] Islam renuncia, y están saturados con takfir [acusar a otros musulmanes de herejía] y extremismo…
«Otro factor son los libros, cintas, canciones y películas. Tal como dije, hay cintas y libros que incluyen espeluznantes atrocidades, y éstos, desgraciadamente, pueden ser encontrados en las bibliotecas… Pienso que en una corta visita a las bibliotecas islámicas uno puede encontrar canciones de incitación y libros que hacen quemar el espíritu de los jóvenes, [y] eso incluye todas las cosas prohibidas. Pienso que el permitir este material en los estantes y en las tiendas es [un acto de] negligencia, y yo espero que los ministerios de educación y de información den su opinión sobre este asunto… porque todas estas cosas inflaman a los jóvenes y encienden el fuego de la guerra en sus corazones…
«Llamo particularmente en los jóvenes, y musulmanes en general, a aprender de mis errores, y a no ser tentado de ir a Irak o a otras regiones de conflicto».
Muhibb Al-Sunna Al-Iraqi: «Mi querido hermano Abu Muhammad… me pidió que lo ayudara con una operación… no podría defraudarlo, ya que yo buscaba la recompensa de [Alá]…»
El testimonio de Al-Iraqi, titulado «Un Día en Mi Vida, y la Verdad Acerca de un Comandante», cuenta de cómo se inmiscuyo en una operación jihadista en Bagdad, y conoció a operarios de Al-Qaeda, incluyendo a Abu Mus’ab Al-Zarqawi.
«… Yo he aprendido, en lo que se refiere a asuntos de jihad y mujahideen, a mantener para mí lo que he visto y escuchado, en dos sentidos [de la palabra]: guardármelo hasta olvidarme, y mantenerlo como para no decírselo a nadie. Esto es lo que un mujahid me enseñó… Pero hoy día, traeré de vuelta a la vida una de las cosas que he enterrado…
«Hace aproximadamente tres años y medio, yo estaba en una fase de transición en términos de la ideología y el acercamiento religioso, y el amor por el Sunna estaba comenzando a llenar mi corazón… Mi cercano, y querido hermano Abu Muhammad – pueda Alá aceptarlo entre los mártires – me pidió que lo ayudara con una operación que estaba preparando en el área de Bagdad. Yo no podía defraudarlo, ya que yo buscaba la recompensa y la compensación de [Alá]. ‘Para éstos, permítanle a aquéllos que quieren combatir, combatir’.
«Abu Muhammad… me preguntó a mí y a [otro] hermano…, Abu Zaynab – pueda Alá tener misericordia en él así esté muerto o vivo – de acompañarlo al área de Bagdad con los elementos necesarios para la operación. Conducimos en dos automóviles, mi hermano Abu Muhammad en un automóvil, Abu Zaynab y yo en el otro. Mi reunión con él para esta operación fue nuestra primera y última…
«Después de un corto periodo de tiempo, arribamos al punto designado, y el hermano Abu Zaynab me pidió que entrara en la casa dónde estaban los elementos necesarios, y que los sacara por mí mismo, mientras esperábamos por él en los alrededores… Este barrio había sido incendiado ese mismo día, seguido al asesinato de un renombrado imam de una mezquita en manos de la milicia Ghadr (Badr), [5] y hubo informes de otra operación cercana al distrito.
«Sólo unos segundo después, un grupo de automóviles llenos de hombres enmascarados usando ashamigh [kaffiyehs] nos rodearon por todos los frentes. Todos ellos tenían armas o Kalashnikovs!…»
«Él que coloca su confianza en Alá… sabe con seguridad que la meta principal es el [establecimiento del] Estado Islámico»
«Yo coloqué mi destino en [las manos] de Alá. Ellos me tomaron a mí y a mi hermano Abu Muhammad y nos vendaron. Sentí que estaban tratando bruscamente a Abu Muhammad. Luego me llevaron a un lugar bastante remoto, y me [colocaron en] una habitación. Allí, le pregunté a mi hermano Abu Muhammad: ‘Quiénes son estas personas?’ Él dijo, ‘no sé’… fue muy difícil para mí, ya que esta era la primera vez [en mi vida] que fui encarcelado… [Pero] él que pone su confianza en Alá y su destino en las manos de Alá, y permanece paciente a lo largo del juicio, sabe con seguridad que la meta primaria es el [establecimiento del] estado islámico… Y si el momento de la muerte es traído más de cerca por Alá, la recompensa (por el Hijrah) es segura…
«Unos segundo después, un hombre cuyo rostro estaba cubierto con un kaffiyeh entró y nos desató, y comenzó a interrogarnos… Escuché que eran mujahideen y mi corazón se calmó… En ese momento, Abu Zaynab apareció, exhausto de correr. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, y cuando nos vio hizo el takbir [e.d. nos saludó con un ‘Alá Akbar], y luego nos abrazó a nosotros y al hombre que hacia las preguntas…
«Luego… me fui con Abu Zaynab a la casa cercana donde habíamos esperado tanto tiempo… Entramos en la casa y saludamos a los hermanos, quienes se disculparon por lo que había pasado… Le pedí a un hermano por un lugar para orar. Mientras estaba orando, escuché a alguien recitar el salaam. Terminé de orar, y a mi derecha vi a un hombre – sí, por Alá, un hombre en un momento cuando los [verdaderos] hombres son raros – y sentía como si lo conociera… Así que lo saludé a él y a sus compañeros, y comenzó a relatar lo que había sucedido, y a alabar a Alá. Yo seguí mirando ese hombre y él siguió sonriéndome.
«Luego él fue a hablar con el viejo dueño de la casa. Según lo que yo escuché, era un (emigrante) muhajir… Sí, por Alá, él estaba hablando de formas para mejorar la condición de los sunnis, con la ayuda de las renombradas y antiguas [autoridades] tribales. Y parecía… preocupado de [que los sunnis] enfrentarían un destino oscuro si los cruzados y los Rafidha [e.d., los chi’itas] llegaran a gobernar sobre ellos, y si las renombradas y antiguas [autoridades] y los jeques tribales y sus familias dejaran de elevarse a si mismos [al rango de] sunnis, [y dejaran] de manejar los asuntos generales de los sunnis e impedirles a cualquier Tom, Dick o Harry gobernar sobre ellos…
«Los muhajir me aconsejaron que fuera paciente, y me recordaron que el camino [de los mujahideen] es uno de ensayo y sufrimiento… Estas pocas palabras del muhajir… fueron suficiente para reconocer el [camino] minhaj de los hermanos de Al-Qaeda – su paciencia, tolerancia y su desdén para todos las diferencias [entre la gente]…
«unos minutos después, un joven quien residió en la casa le informó al viejo [e.d. al dueño de la casa] que los adoradores de la Cruz habían entrado en el área. Así que el viejo le dijo al muhajir: ‘Este lugar [ya] no es seguro para ti’. Los muhajir subieron con sus compañeros, nos dieron el salaam, su sonrisa que nunca se aleja de su rostro mientras me miraba. Luego salió de la casa.
«Después, mi hermano Abu Muhammad, pueda Alá aceptarlo, llegó y tomamos [las cosas] que habíamos venido a sacar…
«Yo nunca he conocido a un alma más pura, gentil de corazón, o humildes que… los soldados de Al-Qaeda»
«Este hombre sonriente, este muhajir a quien conocí, que sonreía cuando colocada sus ojos sobre mí… era el Amir de los Mártires, el Imam, el Muhajir, Abu Mus’ab Al-Zarqawi, pueda Alá aceptarlo en [los lugares más sagrados] del Paraíso…
«Yo creo que, gracias a sus [excelentes] amirs y ministros…, los líderes del Estado Islámico de Irak, pueda Alá afianzar sus pilares, pueden evitar el fitna [disputa civil]… Nunca fui, ni siquiera durante un día, miembro de Al-Qaeda o del [Jama’at] Al-Tawhid Wal Jihad. [6] Más bien, trabajamos para ayudar a los mujahideen en general.
«Oh Alá, Eres testigo de que nunca he conocido a un alma más pura, más gentil de corazón, o más humilde que el Pueblo del Tawhid, los soldados de Al-Qaeda – [ni he conocido a personas] más duras en su poder, fuerza y odio por los idólatras que los soldados de Al-Qaeda. Ya que Alá es mi testigo… El grupo con quien llevé a cabo la operación no era Al-Qaeda o Al-Tawhid Wal Jihad. Fue otro grupo conocido en el área.
«Oh Alá, acepta a tu sirviente, el mujahid en Tu camino, Abu Mus’ab, entre los mártires.
«Y acepta a mi querido hermano Abu Muhammad, y a todos aquéllos muertos de entre los mujahideen…
«Oh Alá, protege el Estado Islámico [de Irak], Oh Alá, protege el Estado Islámico…
«Pueda la paz y la misericordia de Alá estar en ustedes.
«[Firmado] su hermano Muhibb Al-Sunnah Al-Iraqi,
«Rabi Al-Thani 1428,
«Centro de Publicaciones Al-Rafidayn».
[1] http://www.minbar-sos.com/forum/forumdisplay.php?f=14 ; ISP verificado el 29 de noviembre, 2007.
[2] http://elshouraa.com/vb/showthread.php?t=14611 ; ISP verificado el 27 de noviembre, 2007.
[3] Al-Khattab, o Ibn Al-Khattab, son seudónimos de Samer Al-Sweilem, un saudita que combatió a los soviéticos en Afganistán y luego dirigió a los combatientes árabes del jihad en Chechenia hasta su muerte por envenenamiento en el 2002.
[4] Para más sobre el fatwa firmado por 26 jeques sauditas, véase MEMRI Despacho Especial No. 896, «Reacciones y Contra-reacciones al Comunicado de los Clérigos Sauditas Llamando al Jihad en Irak», 21 de abril del 2005, http://www2.memri.org/bin/espanol/articulos.cgi?Page=archives&Area=sd&ID=SP89605.
[5] La palabra ghadr («traidor») es usada aquí como un epíteto para las Fuerzas Badr – el brazo militar del partido iraquí CSRII (Concejo Supremo de la Revolución Islámica en Irak), encabezado por ‘Abd Al-‘Aziz Al-Hakim, el cual es apoyado por Irán.
[6] Jama’at Al-Tawhid Wal-Jihad (el Grupo del Monoteísmo y Jihad) era el nombre de la organización Al-Zarqawi antes de que uniera fuerzas con Al-Qaeda y asumiera el nombre Al-Qaeda en Irak.